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Capítulo 8 🗡️

Bryony

¿Me dolía la muerte de mi madre? Claro que me dolía y mucho. Era un dolor que no le deseaba a nadie, era una grieta que se había abierto y que ahora era imposible cerrarla. El dolor recorría cada hebra de mi cuerpo, se estancaba en mi estómago y no sé si quería vomitar o era la terrible sensación de vacío que me hacía sentir así.

Llegamos al cementerio donde se citó a los amigos más cercanos del aquelarre, entre ellos Olivia y Jacob, junto con Thea y Curtis, a quien Caden llamó para que ambos vinieran. No quería hacer nada en este momento, mucho menos llorar, pero sí quería darle el entierro a mi madre, el que ella se merecía, sin ser solo brujas o brujos, solo seríamos nosotros despidiendo a una hermosa y maravillosa mujer.

Me aferraba al brazo de Caden mientras que Jacob recitaba un hermoso discurso para mi madre. Hubiera sido una hipocresía de nuestra parte traer a un sacerdote cuando nunca creímos en Dios y tampoco fuimos a la iglesia, además éramos brujas que le rezaban a Hécate, la diosa a la que se estaba encomendando el alma de mi madre.

Cuando Jacob terminó algunas brujas y brujos se acercaron a mí para lamentar lo que había pasado, sé que eran sinceros pero sus palabras tristes no tuvieron ningún efecto en mí. No me iba a permitir llorar, no ganaba nada con eso y ya estaba harta de ser la damisela llorona que siempre se lamentaba de cada cosa que pasaba a su alrededor. Ya no sería la débil Bryony que sufría y lloraba en silencio, sería el demonio que mi padre quería que fuera y hasta él me iba a tener miedo.

—Lo siento mucho —me dijo Thea sollozando, las lágrimas mojaban sus mejillas, apenas pronunciaba una palabra y se detenía para seguir llorando —. Tu madre no merecía morir así, ella...—no pudo contener el llanto y Curtis la atrajo a ella para intentar calmarla.

—Lamento lo que pasó —habló Curtis —. Adele era una buena mujer y una excelente persona. Sabes que aquí estamos para ti —Thea se me echó a los brazos para llorar mucho más.

—Amiga, te quiero mucho, mucho —la abracé tan fuerte que tuve que aflojar mi agarre porque sentí que le hacía daño —. No puedo creer que Belial haya hecho esto.

—Es raro que no lo hubiera hecho antes —musité y Thea me separó de ella.

Al mirar sobre su hombro vi a Caden al lado de Bastian que no se veía nada bien. Para mí era bien sabido que él sentía algo por mi madre pero no sé si se lo llegó a decir en algún momento o si ella le dijo algo a él. Mi madre podía ser muy reservada en algunas cosas y sus sentimientos lo eran para mí.

—Lo va a pagar, ¿verdad? —todo el maquillaje se le había corrido y ahora sus lágrimas eran negras —. Dime que Belial pagará por esto, no se va a salir con la suya.

—No, no se va a salir con la suya, Thea, te juro que le haré pagar esto —con mis dedos hice a un lado los mechones que caían en sus costados para ponerlos detrás de sus hombros.

—Quiero que pague esto, no se merece vivir.

En ese momento me cruzó una idea por la cabeza, era una locura pero no tenía otra opción. Belial estaba jugando sucio y yo era su hija, ¿no? Tenía que seguir su ejemplo y hacer lo mismo que él. Tenía que hacerme de aliados poderosos que me dieran las armas para poder terminar con la miserable vida de Belial. Si él iba a jugar sucio, yo también lo haría.

El entierro de mi madre terminó con las brujas rodeando la tumba y rezándole a Hécate para que se compadeciera de su alma y la llevara con ella, al lado de todas las hermanas brujas que habían muerto también.

Regresamos a la mansión cuando el sol se había metido y la luna se dejaba asomar entre las pocas nubes que cubrían el cielo. Subí a la habitación para cambiarme de ropa y darme una ducha que necesitaba en demasía. Caden salió junto con Camille y Bór para cazar un rato y era algo que ya no me molestaba o me preocupaba. Caden era esto y yo lo aceptaba tal y cómo era, así cómo él me aceptaba y no quería cambiar nada de mí.

Salí de la casa y caminé un rato por el patio, la suave brisa de la noche acariciaba mis mejillas, el viento era ahora un mimo para mí y el calor infernal que seguía encendido adentro. Me senté en una de las bancas y miré la hermosa luna que era solo una uña, las estrellas a su lado completaron la postal.

—¿Cómo te sientes? —Bastian se acercó a mí y se sentó a mi lado. Escuché cuando salió del despacho y camino hacia aquí.

—Bien, pero Caden piensa que no lo estoy.

—¿Por qué? —inquirió.

—Porque no estoy llorando cómo debería hacerlo, pero estoy bien, Bastian, el dolor y coraje que siento en este momento son el incentivo para controlar mis poderes y la determinación que me llevará a acabar con él.

—¿Y cómo harás eso? ¿Tienes alguna idea? —asentí con la cabeza.

—Sí y sé que ninguno de ustedes va a estar de acuerdo conmigo pero es la única opción para mí.

—¿Estás segura de lo que vas a hacer? —de nuevo asentí.

—Más que segura. Necesitamos de un aliado poderoso que nos dé las armas para terminar con Belial de una vez por todas —dije determinada.

—No nos queda más que apoyarte y ayudarte en lo que sea —al mirarlo sonreía pero desvió la mirada hacia en frente.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Sí —respondió sereno.

—¿Mi madre y tú que eran? ¿Sentías algo por ella? ¿Alguna vez se lo dijiste? —Bastian se rio un poco.

—Haces muchas preguntas —me encogí de hombros —. No sé que teníamos ella y yo pero sé que para ambos era especial, yo la quiero mucho y sé que ella también a mí. Tu madre era una hermosa mujer en toda la extensión de la palabra, era amable, dulce y comprensiva. Me hubiera gustado tener más tiempo para pasarlo a su lado.

—Que lindas palabras —lo miré y pude notar que había derramado un par de lágrimas que no se inmutó en secar. Miraba la luna con ojos llorosos —. ¿Le dijiste a ella estas cosas?

—Sí, cada que podía se lo decía. Le hacía saber que era una mujer extraordinaria y que me tenía loco —sonrió —. Tu madre siempre será la mujer más importante en mi vida, junto con Camille.

—A ella la quieres mucho, ¿verdad? —al decir esto sus ojos se iluminaron.

—No tengo más familia que ella, es lo más hermoso que me pudo dejar mi hermana y juré cuidarla de quien sea y de lo que sea. Sé que a veces puede ser un poco cruel con las palabras pero así es su manera de ser y yo no cambiaría nada de ella.

—Cuando uno ama a alguien lo hace sin miramientos, ¿cierto? —él asintió a mi pregunta.

—Sé que Camille no es la mejor, es egoísta, a veces hace berrinches, es cruel con las palabras, pero también es sincera y sabe amar. No es perfecta pero es mi sobrina y la amo cómo si fuera mi hija.

Aquellas palabras se escucharon tan sinceras que mis labios se desplegaron en una genuina sonrisa. Bastian no era tan frío cómo yo lo llegué a pensar, solo que mantenía sus sentimientos bajo llave porque eran lo más importante para él, lo más preciado.

—Así cómo tú amas a Caden y no importa lo que haga siempre lo vas a amar, hasta la eternidad.

—Hasta la eternidad —repetí mirando la luna.

Bastian y yo nos quedamos en silencio por algunos minutos. Él miraba el cielo, mientras escuchaba cada uno de los sonidos del bosque, los pajaritos cantando, el agua del río caminando por aquel riachuelo, las pisadas de los siervos pisando las hojas secas que se habían caído de los árboles.

—Yo voy a entrar a la casa —asentí y lo vi ponerse de pie para entrar a la mansión que ahora mismo estaba sola. Me quedé más tiempo ahí, sentada, mirando la luna esperando hasta que me decidí y entré a la casa también, subí las escaleras y entré a la habitación. Caden todavía no llegaba pero no tardaría en hacerlo, lo podía sentir mucho más cerca de mí así que no me preocupaba que tardara tanto.

Me metí bajo los cobertores con un libro en la mano, encendí la lámpara a mi mano derecha y me puse a leer en lo que Caden llegaba. Escuché cuando los tres llegaron a la puerta de la casa y entraron, subieron las escaleras y cada uno se fue a su habitación. Caden empujó la puerta con cuidado pensando que yo estaba dormida, pero al ver la lámpara encendida sonrió, cómo una disculpa.

—Creí que estabas dormida —se quitó la chaqueta negra y la metió dentro del closet.

—Me puse a leer —le mostré el libro que había cogido de su biblioteca.

Caden miró el libro en mis manos, pero no dijo nada. Se quitó la camisa negra para ponerse una de color blanco, dejó los zapatos a un lado junto con el pantalón y se puso una de pijama. Se acercó a la cama para acostarse a mi lado.

—Creo que tenemos que hablar —se acostó de lado para mirarme mejor.

—¿Es algo malo? —inquirí.

—¿Por qué tendría que ser algo malo? —preguntó.

—Porque siempre que alguien te dice "tenemos que hablar" es algo malo —sonrió sin mostrar los dientes, negando con la cabeza —. ¿No es nada malo?

—No, no es nada malo. Es sobre tu...casa, o lo que queda de ella —en ese momento dejé a un lado el libro.

No quería tocar este tema ahora, no pretendía hablar de esto con nadie. Todavía me dolía.

—No sé que es lo que quieres hacer, pero lo que sea yo te voy a apoyar —cogió mi mano con delicadeza, giré la cabeza para verlo y solo podía ver sinceridad en sus orbes —. Si tú no quieres regresar entonces...

—No quiero regresar —lo detuve —. No quiero regresar a esa casa sabiendo que mi madre murió ahí, no voy a poder —sentí un nudo en la garganta que no me permití desatar —. Sé que puede ser cruel o egoísta pero no puedo. No por ahora.

—Está bien, te entiendo —me dio un apretón con delicadeza —. Si quieres yo puedo sacar las cosas que tengas ahí, solo dime qué y yo lo hago.

—No tienes que hacerlo —le dije pero negó un poco.

—Lo hago con gusto —me acerqué un poco más —. Dime que necesitas y yo lo traigo.

—Tengo ropa ahí, libros de la universidad y otros que eran de mi madre. En el sótano hay más libros de ella, fotos y cosas que eran de ella, ¿puedes sacar todo eso? —pregunté trémula.

—Claro que sí, pequeña bruja, yo haré lo que sea.

—¿Me puedes abrazar? —le pedí acercándome más a él. No dudó en deslizar su brazo bajo mi cuello y atraerme a él.

—Cuando tú quieras hablar yo voy a estar aquí para ti —puse mi mano en su torso y me sorprendió la tibieza de su piel, su corazón latía cómo lo hace el de cualquier humano, hasta la sangre fluía por sus venas —. Quiero que sepas que aquí estoy y que esta vez no me voy a ir.

—Lo sé y gracias por todo.

Dejó un tierno beso en mi frente y con sus brazos me apretó fuertemente.

Me gustaba tenerlo de regreso, me gustaba dormir a su lado y escuchar su sutil respiración cuando dormía. En estos momentos Caden era todo lo que yo tenía y sin él yo no tenía a nadie.

Abrí los ojos para encontrarme en medio de una calle desierta. Miré mi entorno y a cada lado había casas pequeñas, la luna iluminaba mi camino donde no había más que casas que se extendían frente a mí en una gran hilera de estas a las que no les veía fin.

—¿Ahora donde estoy? —empecé a caminar sin saber a donde ir.

—Bryony —aquella era la voz de mi madre, pero no me dio miedo, sino que sentí tanta paz al escucharla.

—¿Mamá?

—Ven —dijo y seguí aquella voz que me estaba guiando a quien sabe donde.

Caminé un poco más hasta detenerme casi frente a una de las tantas casas que había en ese lugar, me di cuenta que las luces de esa casa estaban encendidas mientras que las otras casas estaban a oscuras. No había nadie afuera y eso también fue raro.

—Bryony —aquel susurro me hizo voltear, pero no había nadie frente a la casa.

****

Cité a Thea en la cafetería donde siempre, quería tener un día normal entre tanto caos que era ahora mi vida. Quería un día con mi mejor amiga sin pensar en nada más que en lo qué íbamos a pedir de tomar y preocuparnos por las calorías de aquel pastel que nos comeríamos.

—¿Cómo estás? ¿Cómo están las cosas? —preguntó Thea.

—Bien —moví la cuchara dentro de la taza.

Thea cortó un pedazo de pastel que se llevó a la boca y por el jadeo que soltó supe que estaba rico.

—¿Nada más bien? —preguntó curiosa.

—Como pueden estar en una casa llena de vampiros —las dos reímos —. Me siento extraña ahí.

—Eres cómo un pedazo de carne entre lobos hambrientos —sonreí al escucharla decir esto —. Un excelente y costoso filete de carne que los lobos no tardaran en devorar.

—Ya sabes que solo quiero que Caden me devore —me encogí de hombros y Thea abrió la boca para decir algo —. Y no empieces porque ya sé que tú y Curtis...

—¡Shhh! —se llevó un dedo a los labios —. No seas indiscreta, Bryony.

—Por favor —rodé los ojos —. Se nota que Curtis ya te marcó.

—Pues no soy una vaca para que me marque —dijo seria pero aquella seriedad no duró mucho porque de inmediato sus mejillas tomaron un color rojo cómo lo era su cabello.

—Ahora pareces un tomate —traía su cabello recogido pero un mechón rebelde se escapaba de su peinado y tuvo que hacerlo a un lado.

—Fue muy especial y no me arrepiento de nada —musitó. No quería que nadie nos escuchara y la entendía, estas cosas eran íntimas para ella y para mí —. Curtis es todo un caballero, es dulce, tierno y uf...Bajo esas sudaderas tiene un hermoso cuerpo.

—Tú también eres una diosa, una reina y no debes menospreciarte. Eres una gran bruja, Thea Zuckerberg —la señalé con un dedo a lo que ella sonrió.

—Y tú eres casi una diosa, nada más te falta volar —reímos juntas —. Lo digo en serio, Bryony, tienes estos impresionantes poderes. Sé que harás grandes cosas con ellos.

—Espero no matar todo lo que toco —me encogí de hombros y por la mirada que me echó supe que me quería ahorcar en ese momento.

—Me dan ganas de darte unos golpes.

—¿Por qué mejor no me das un beso? —entornó los ojos y con sus poderes me lanzó la cuchara en las manos.

—Tonta.

—Pero así me quieres —me regocije en mis palabras —. Y no puedes decir que no —le advertí.

—Pues claro que te quiero, tonta —siguió comiendo de su pastel.

—Quiero que me acompañes a un lugar —Thea me miró, bebió de su café y enarcó una ceja.

—¿A dónde? —miré a ambos lados.

—¿Recuerdas que en la otra calle hay una tienda satánica? —al decir esto último sus ojos se abrieron grandes —. No me mires de esa manera.

Pasó lo que tenía en la boca y ahora sí me regañó.

—¿Por qué quieres ir ahí? ¿Por qué?

—Tengo un plan, Thea, es para ayudarnos y vencer a Belial —dije seria.

—¿Y tienes que ir ahí? ¿No le puedes pedir a Hécate que te ayude? No somos brujas satánicas, Bryony, pero nuestra diosa nos puede ayudar —negué con la cabeza y The frunció el ceño —. ¿No?

—No, Hécate no nos puede ayudar en este momento.

Thea no preguntó nada y yo no quería decir más. Así que nos dedicamos a terminarnos el café junto a pedazo de pastel que habíamos pedido y fuimos a esa tienda que tenía todo lo que yo iba a necesitar. Thea no estaba convencida de esto, pero yo sí, lo estaba perdiendo todo y no quería que más personas murieran por mi culpa cuando podía hacer algo para evitar esta guerra.

—No sé que hacemos aquí.

El lugar era pequeño, con algunos estantes llenos de frascos, hierbas de todo tipo, olía a incienso y estaba un poco oscuro. Había muchas referencias satánicas por todo el lugar. Pegado a una pared estaba un librero que contenía muchos libros de todo tipo, desde pequeños hechizos hasta invocaciones satánicas.

—Ya te dije —me miró y frunció el ceño.

—No me has dicho nada —se quejó.

Empecé a buscar el libro que estaba buscando entre todos los que había ahí. No eran muchos pero todos se veían viejos aunque estaban bien cuidados.

—Haré una invocación —abrió mucho más los ojos cómo si eso se pudiera.

—¿Qué? ¿Perdón, qué? ¿Escuché bien? Dios mío —se echaba aire con la mano.

Cogió uno de los libros para echarse aire pero la chica gótica detrás del mostrador la miró mal y Thea dejó el libro en su lugar. Lo acomodó y se alejó.

—¿A quien vas a invocar? ¿Quién es más poderoso que Belial? —aquella pregunta me hizo querer darle un buen golpe en la cabeza. La miré con cara de "¿Es enserio?" —. Ay perdón —también empezó a revisar cada libro.

—Sí hay alguien igual de poderoso que Belial, quizá más que él.

—¿Quien?

—¿Quién es el rey del infierno? —entorné los ojos.

—No, no, no, no —dio unos pasos atrás —. No —se acercó a mí rodeando mi brazo con sus largos dedos —. No puedes hacer esto —musitó mirándome con los ojos grandes, parecía loca.

—Puedo y lo voy a hacer —al ver el libro que necesitaba lo eché en la canastilla que tenía en el suelo —. Él es el único que me puede ayudar, sé que me dirá que hacer y si...

—¿Y si te pide algo a cambio de su ayuda? ¿Qué vas a hacer? —inquirió —. ¿Eh? ¿Estarías dispuesta a darle tu alma a Lucifer si te la pide? —se acercó tanto que en serio me preocupó un poco.

—No sé y ahora no quiero pensar en eso —seguimos caminando por el pequeño espacio ante la atenta mirada de la chica gótica.

Saqué el libro y mientras recorría el lugar encontré el ritual para la invocación. A la canastilla eché tres velas blancas, negras y rojas. Una hoja de pergamino, un lápiz, dos inciensos de sándalo, el agua la iba a tener que buscar en la iglesia y no es que no quisiera ir pero no me imaginaba necesitar agua bendita para eso.

Puse la canastilla encima del mostrador y la chica me observó con una mirada extraña, además de que no dejaba de ver a Thea que estaba más nerviosa de lo usual. Empezó a sacar las cosas de la canastilla para guardarlas en una bolsa de papel. Me cobró y le pagué para salir de ahí.

—Ella nos estaba mirando de una manera muy extraña —señaló atrás con su pulgar —. No puedo creer que harás esto, ¿Cuándo lo harás?

—En la próxima luna llena —suspiró y negó con la cabeza —. No me mires así, no voy a ser la primera y la última persona que haga un ritual de invocación a Lucifer.

Thea se aferró a mi brazo mientras caminamos de regreso a casa.

—No, eso ya lo sé, pero tú eres mi amiga, mi mejor amiga y cómo tal debo aconsejarte. No sé si esto salga bien.

—Esto va a salir bien, Thea, haré los pasos tal y cómo dice en el libro, no me voy a equivocar y podré hablar con él.

—¿Y cómo sabes que te va a ayudar? —recordé cada palabra que Eamon me dijo, las cosas no iban bien en el infierno y por lo que entendí Belial tenía hartos a sus hermanos, en especial a Lucifer.

—Lucifer no quiere una guerra contra el cielo, es el único demonio en el que puedo confiar.

—Y por eso no deberías confiar en él, es un demonio —la miré.

—Yo también soy un demonio, Thea —pase saliva.

—Sabes que no quise decir eso, pero...Bryony no quiero que hagas algo de lo que te puedas arrepentir el día de mañana. No quiero que hagas un pacto con él y sé que es tu tío —masculló esto último —. Pero en este momento no debes confiar en nadie más.

—Lo sé y gracias por preocuparte por mí —puse mi mano encima de la suya.

Al llegar cerca de su casa me detuve, no quería llegar y ver lo que había hecho con mi casa de la que no quedó casi nada. No quería toparme con la realidad, la cruel y cruda realidad, ahora solo tenía algo que hacer y sé que si regresaba a ese lugar todo se iba a venir abajo, no era tan fuerte cómo le hacía creer a los demás.

—Solo te puedo acompañar hasta aquí —nos detuvimos. El sol se estaba metiendo pero no me daba miedo andar sola por las calles de Bibury.

—Lo sé —cogió mis manos —. Ten mucho cuidado con lo que vas a hacer y si es posible dile a Caden todo esto. Yo sé que todo será mucho más fácil si él lo sabe —asentí.

—Le voy a decir todo porque solo puedo confiar en ti y en él. Espero que me apoye en esto.

—Es tu protector, no dudes que lo haga —ambas sonreímos.

—Ve con cuidado y me mandas mensaje cuando llegues —soltó mis manos y nos despedimos con un beso en la mejilla.

—Lo haré, tú ve con cuidado —asentí y esperé que se fuera. Al perderla de vista me di la vuelta para ir hacia la mansión. Sentí la presencia de alguien a quien ya conocía perfectamente y esperé que llegara hasta mí.

—¿Cómo estás Eamon? —se acomodó el abrigo que llevaba puesto.

—Bien, ¿y tú cómo estás? —suspiré y me acomodé las correas de la mochila sobre los hombros.

—Bien, también.

—¿Puedo saber que estás tramando ahora?

Eamon sabía que algo pasaba pero cómo le dije a Thea no podía confiar en nadie más que en ella y Caden, no sabía si Eamon estaba fingiendo estar de mi lado para proporcionarle información a Belial, así que no podía arriesgar todo esto por andar de boquifloja.


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¡Hola! Espero les haya gustado este capítulo y que esta nueva actitud de Bryony no les vaya a molestar. Ya no será la que llora por todo y se lamenta, ya no, es un demonio y empezará a actuar como tal, sé que mis lectoras la van a apoyar, espero que así sea.

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