Capítulo 6 🗡️
Preparen sus corazoncitos porque se vienen cosas muy fuertes :(
Bryony
Había pasado una semana desde que hicimos ese ritual pero Caden seguía en aquella celda, todo era por su bien y para que sus poderes no fueran a lastimar a alguien. Yo lo veía bien y Bastian decía que si seguía así en estos días iban a dejar que saliera para que hiciera su vida normal cómo hasta ahora. O lo más normal que podía ser, no debía olvidar que era un vampiro de cientos de años y ahora un demonio también, que rara y magnífica combinación.
La verdad es que tenía miedo de que las cosas no salieran bien ya que parecía que cuando todo iba bien Belial se encargaba de que no fuera así y que toda mi existencia fuera nada más que una horrible experiencia. En este momento detestaba su existencia y me hubiera gustado no saber nada de él y no conocer su nombre.
Me encontré a Thea en el pasillo y llevaba en las manos una bolsa de papitas que no dudó en compartir conmigo.
—Te ves mucho mejor —dijo a mi lado y asentí feliz.
Estos días habían sido mucho mejor que el último mes. Tener a Caden en casa siempre era bueno para mí, mucho más saber que él estaba bien y que este demonio no haría de las suyas de nuevo.
—Me siento bien —metí mi mano en la bolsa para coger una papita. Los dedos se me llenaron de sal y grasa.
—¿Y Caden cómo está? —ella no lo decía pero le tenía un gran aprecio a Caden.
—Bien, está mucho mejor. Ya quiere salir de esa celda —musité.
—Y tú ya quieres que salga, ¿verdad? —me dio un empujón con sus caderas y casi choco con dos chicos que venían en sentido contrario. Me reí de sus palabras.
—La verdad...—miré a ambos lados —, sí, lo extraño mucho —me encogí de hombros y Thea abrió la boca para decir algo.
En ese momento la detuve levantando mi brazo para que no diera un paso más. Frunció el ceño, sorprendida.
—Espera —nos quedamos a medio pasillo antes de dar la vuelta hacia la izquierda.
—¿Qué pasa? —me miró confundida.
—Tú que crees que pasa —había sentido la presencia de Aluca y Al. Sabía que cada que esos dos aparecían significaba algo malo, eso representaban ellos, solo maldad.
Thea solo bufó y siguió comiendo de sus papitas sin inmutarse de que esos dos estaban más cerca.
Al dar la vuelta los dos esbozaron una tétrica sonrisa que podría estremecer a cualquiera pero a mí ya no. No les tenía miedo, al contrario, ellos debían temerme a mí. Este mes había trabajado mucho en mis poderes, ahora podía hacer cosas que hace semanas no, era más fuerte y eso ellos no lo sabían.
—Vaya, vaya —comentó Aluca con burla. De los dos ella siempre era la que hablaba más —. Aquí está nuestra brujita consentida y su adorable amiga bruja —se cruzó de brazos.
—¿No te cansas de soltar veneno? —inquirí a lo que ella solo se rio —. Eres tan estúpida —mascullé.
—¿Perdón? —enarcó una ceja.
—Perdonada —me burlé de ella y Thea me dio un codazo riendo también.
—Rían todo lo que quieran, ya veremos después quien ríe mejor.
—Yo tengo algo que ustedes no y no dudes en que la usaré para atraparlos y que no puedan salir jamás. Me voy a asegurar de que no regresen ni aquí ni al infierno. Los voy a desterrar para siempre —dije seria mirándolos a ambos.
—Que miedo —se burló Aluca a lo que Al se burló con ella —. Solo me provocas querer reír, niña tonta.
—Lárguense antes de que los achicharre, ¿o es que ya se te olvidó cómo te quedó la muñeca? —levanté mis manos moviendo mis dedos. Aluca pasó saliva y todo el valor que tenía cayó a sus pies —. Largo —dije seria.
Ambos se dieron vuelta y regresaron por el pasillo de donde vinieron. Al ver que ya no estaban cerca dejé salir un suspiro y recobré mi compostura. Ellos podían ser demonios muy poderosos pero yo lo era más y no iba a dudar en desterrarlos para siempre.
—Tú me sorprendes cada día —dijo Thea a mi lado.
—No creas, a veces me da miedo que hagan algo —ambas miramos a nuestro alrededor. A nuestro lado y frente a nosotras pasaban muchos alumnos —. Ellos les pueden hacer daño y lo sabes.
—Con tal de hacerte enojar los creo capaz.
Seguimos hasta llegar a una de las entradas y así ir a nuestra siguiente clase. No iba a dejar que la presencia de esos dos me arruinara el día. Las cosas iban demasiado bien cómo para darle importancia a algo que tuviera que ver con ellos.
Quizá esta tarde Bastian iba a dejar salir a Caden y no podía estar más feliz por eso.
Lucifer
Recorrí uno de los pasillos laterales que llevaban a la sala de juntas, esperando no cruzarme con ninguno de mis hermanos. Miré hacia atrás y al girar la cabeza me di cuenta que Astaroth estaba frente a mí con los brazos cruzados.
—¿A dónde vas, Luci?
Astaroth, en su forma humana era un joven de cabello castaño, delgado, ojos cafés y un rostro tan angelical que te podía confundir sino supieras que es un demonio que comanda una legión de sesenta demonios. Siendo un demonio de primera jerarquía que seduce por medio de la pereza y la vanidad.
—¿Qué pregunta es esa? —me puse a la defensiva —. Por ahí —moví la mano, gesto que le hizo fruncir los labios y mirarme atentamente.
—Te noto un poco nervioso, hermanito —me reí de sus comentarios.
—Para nada —solté un suspiro.
—Por cierto —levantó un dedo —. ¿Has visto a Belial? Hace semanas que no sé nada de él, solo vino a ver cómo van las cosas por aquí y se fue de nuevo. ¿Tú sabes en qué anda metido? ¿Esto es por lo de su hija? —se acercó a mí hasta quedar a tan solo unos centímetros de mi rostro.
—No, no lo he visto y tampoco sé nada de él pero supongo que esto tiene que ver con su hija —su rostro se descompuso al decir estas últimas palabras.
—Belial se está convirtiendo en un verdadero dolor de huevos —se llevó dos dedos al puente de la nariz y se pellizcó con cuidado —. ¿Crees que una vez más quiera empezar una guerra en contra de nuestro padre? —preguntó algo preocupado.
—Voy a evitar que eso pase —puse una mano en su hombro.
—¿Lo vas a evitar? —enarcó una ceja —. Sabes que cuando algo se le mete en la cabeza no hay poder alguno que lo saque de ahí. Belial es un problema para el infierno y lo sabes.
Y claro que lo sabía y aunque me dolía por mi hermano pero tenía que terminar con esto de una vez.
Nosotros fuimos enviados a este lugar para mantener un balance entre lo bueno y lo malo. Somos quienes hacemos pagar a los demás por sus pecados mientras que en el cielo se recompensa a quienes han sido buenos y solo han hecho cosas buenas en toda su vida. Pero...No solo existe el infierno y el cielo, no, también está el Pandemonium, lugar a donde van las almas más corrompidas, las que ya no tienen salvación alguna. Hay muchos mundos a parte de los cuatro más importantes, cada uno de ellos tiene un rey o una reina, cada uno de ellos es diferente a los demás.
—Ya te dije que me voy a encargar de eso —recalqué.
—¿Y cómo lo harás? —se cruzó de brazos —. ¿Qué harás para que eso no pase de nuevo y nos veamos en la necesidad de enfrentarnos a nuestro padre y a sus otros hijos?
—Haré lo que sea, Astaroth, lo que sea para que el infierno siga así cómo está y que nadie se atreva a ponernos en peligro.
Mi hermano me miró por unos segundos sin decir nada, solo sentía su intensa mirada oscura sobre mí.
—¿Serías capaz de desterrar a tu hermano al abismo?
—Sí —no dudé en responder y eso a él no le sorprendió en absoluto —. Si es necesario hacerlo, lo haré. Esta vez no voy a tener piedad de él. No voy a permitir que ponga en peligro este lugar una vez más.
—Está bien, hagas lo que hagas yo te voy a apoyar y espero que nuestros hermanos lo hagan también sino vamos a estar en serios problemas.
Le sonreí a Astaroth.
—Gracias.
—No te pongas sentimental —masculló y pasó a mi lado para perderse en este lugar.
Seguí caminando hasta llegar al lugar acordado donde esperé tan solo unos segundos hasta que él apareció. Tomó su forma humana y sonrió al verme. Miró a cada lado.
—No hay nadie cerca —le dije y suspiró.
—Menos mal. Temo que un día de estos Belial se dé cuenta de que lo he traicionado y me mande al abismo —dijo temeroso.
—Mi hermano no se va a dar cuenta y si eso llegara a pasar yo me voy a encargar de traerte de regreso —al decir esto su mirada cambió por completo —. Dime cómo están las cosas allá arriba.
—Ahora están bien, hoy van a dejar que Caden salga de aquella celda, pero...—Eamon se calló de golpe.
—¿Pero qué? —me crucé de brazos.
—No está bien, señor. No puede procesar la sangre humana porque la vomita. Está algo débil pero finge que no para que no se preocupen por él —apreté los labios —. Dígame que hago.
—Nada. Lo que le pasa a Caden es normal, su cuerpo tiene que adaptarse a su nueva condición. Es cuestión de días para que su cuerpo acepte a su intruso, pero no es nada de lo que temer —Eamon asintió —. ¿Y Belial?
—Está obsesionado con su ex mujer. No quiere que Bastian se acerque a ella.
—Bien. ¿No sospecha de ti, verdad?
—¿Qué lo he traicionado? No, piensa que estoy de su lado.
—Mientras Belial siga creyendo que estás de su lado todo estará bien. No va saber cuando le llegue el primer golpe. Mi hermano está empecinado en obtener poder el cual lo va a llevar a su destierro —me dejé caer en la pared detrás de mí.
—Él cree que le estoy ayudando para acercarme a su hija y espero que siga pensando lo mismo —puse una mano en el delgado hombro de Eamon.
—Y queremos que siga pensando lo mismo, que estás de su lado siguiendo a su hija a todos lados. Solo tú y yo sabemos la verdad. Ni siquiera Bryony debe saber que estás infiltrado con su padre, pero que me sirves a mí.
—¿Qué tiene pensado hacer? Sé que hará lo que sea para que Belial no los meta en problemas, de nuevo —comentó con una gran incertidumbre en la voz.
—Haré lo que sea, lo que sea —zanjé mirando la nada. Mi cabeza estaba llena de miles de problemas a los que no les veía solución alguna. Sentía que en cualquier momento iba a explotar y eso no era bueno para nadie, mucho menos para mí.
Era el maldito rey de este lugar y no podía perder el control así de fácil pero Belial me estaba jodiendo en demasía y esta vez no se iba a salir con la suya. Más de una vez nos puso en una situación parecida y estuvimos a punto de enfrentarnos a mi padre junto a sus ángeles y arcángeles. Sabía que una vez más ya no iba a ser tolerada por mi padre, mucho menos iba a tener compasión por mí o alguno de mis hermanos. Él me lo dijo, no porque alguna vez fuimos sus hijos iba a perdonar algún tipo de rebelión en su contra, si empezábamos una guerra nos debemos atener a las consecuencias.
—Yo seguiré informándole de todo lo que su hermano haga —la voz de Eamon me sacó de mis cavilaciones.
—Me parece bien, cualquier cosa sospechosa que tengas no dudes en avisarme.
—Entendido —musitó.
Me quedé mirando a Eamon más de la cuenta, pensando en mi hijo, Caine, tenía su edad cuando fue echado al abismo de donde no tenía ninguna posibilidad de salir. Lo extrañaba, claro que sí, pasamos muchos años juntos mientras intentaba ayudarle a controlar sus poderes, quise hacer las cosas bien con él, no cometer tantos errores y me equivoqué, hice las cosas mal cómo siempre y mi hijo terminó siendo desterrado al abismo. No había ninguna posibilidad de salir de ahí, no por su propio pie y yo no podía dejar que saliera. Él no podía estar afuera del abismo, mucho menos en la tierra sino...toda la humanidad corría peligro.
—Vete antes de que Belial se dé cuenta de que no estás —bajé mi brazo. Eamon asintió con la cabeza y caminó por el pasillo transformándose en un cuervo, abatía las alas hasta que lo perdí de vista.
Salí de aquel pasillo y me sentía cómo un maldito traidor por estar haciendo esto a escondidas de mis hermanos y de Belial, más que nada. Pero nadie podía saber nada, mucho menos Belcebú que era más unido a Belial y podía contarle lo que estaba haciendo para fraguar mis planes.
Al llegar al cruce de dos pasillos vi a Belial caminar hacia mí, menos mal que Eamon se había ido desde hace rato así ellos no se iban a cruzar, sino alguna mentira tenía que inventarle el pobre demonio a mi hermano para escapar de un buen regaño.
—¡Qué milagro! —extendí mis brazos en su dirección pero este pasó a mi lado, molesto y refunfuñando. Me di la vuelta y lo seguí de cerca.
—¿Qué quieres? —se detuvo en medio de una sala.
—Saber qué estás haciendo pero sé que no me vas a decir nada —se acercó a la cantina y cogió una botella para servirse coñac en un vaso.
—No tienes porqué saber lo que hago y lo que no —escupió sin mirarme.
—Por lo que veo las cosas no te están saliendo bien —levanté un dedo y lo señalé, cosa que lo molestó en demasía porque hizo una mueca de desagrado.
—Cierra la maldita boca, Lucifer —dejó la botella encima de mesa de granito negro. Bufó y se llevó el vaso a los labios para echar la cabeza hacia atrás y beber todo el contenido de este sin detenerse.
—Sabes que me puedes decir lo que sea...—me detuvo él levantando un dedo en mi dirección.
—Nunca haría eso, no le diría mis planes a nadie mucho menos a ti —espetó.
Belial se giró hacia mí con toda la calma del mundo y se acercó a pasos lentos.
—Solo espero que detrás de todo esto no estés tú, porque te juro que no voy a tener piedad de ti ni de tu oscura y podrida alma.
—Menos mal que no tengo un alma —ironicé.
—No me jodas, Lucifer, no lo hagas —sus dedos se enroscaron en el vaso, que en cualquier momento iba a explotar por la fuerza que ejercía en este.
—No te puedo joder más de lo que ya estás y esa es culpa tuya —apoyé el brazo en la pared rocosa y encogí un hombro.
—¡Mierda! —se giró hacia la pared y arrojó el vaso contra esta haciéndose añicos, algunos pedazos de vidrio volaron en todas direcciones —. ¡Cierra tu maldita boca!
De nuevo se dio la vuelta hacia mí pero no me inmute cuando se acercó peligrosamente y me arrojó una bola de fuego que logré esquivar rápidamente. Repitió el mismo proceso y esta vez me separé de la pared para coger aquella bola de fuego ardiente atrapándola entre mis manos apresándola, convirtiéndola en nada.
—No me jodas tú a mí —lo señalé con un dedo —. No me conoces, Belial —este se rio de manera burlona.
—Claro que te conozco, Luci —ironizó él —. Fuiste capaz de mandar a tu único hijo al abismo...—lo interrumpí.
—Pues si sigues haciendo las cosas mal tú también vas a terminar ahí. No voy a permitir que nos pongas en peligro una vez, no voy a dejar que por tus caprichos nos lleves a una guerra donde podemos perder a muchos de los nuestros y aunque a ti no te importe el infierno ni ninguno de sus habitantes a mí sí. A mí sí me importa este lugar y cada demonio que habita aquí.
De nuevo se rio de mí y de cada palabra que le dije. Belial era un maldito inconsciente que solo pensaba en él y en lo que él quería. Desde que compartíamos el cielo fue un egoísta, envidioso de mierda. No tenía arreglo y yo ya estaba cansado de limpiar su mierda, si se quería embarrar en esta que lo hiciera pero tenía que atenerse a las consecuencias.
—Haz lo que quieras, pero no pienses que estaré ahí para limpiar tu mierda. Esta vez no, Belial, no nos vas a arrastrar contigo y tus malas decisiones.
Espeté y me di la vuelta para salir de ahí. A lo lejos escuché un gruñido y supe que había sido Belial. Estaba molesto y no me importaba en lo más mínimo, podía hacer todos los berrinches que quisiera, esta vez Lucifer no estaría ahí para calmarlo.
Caden
Bastian me había dejado salir de aquel lugar pero puso algunas condiciones para que así fuera y la verdad no estaba dispuesto a desaprovechar esta oportunidad. No quería regresar ahí abajo, era un lugar solitario, húmedo y frío.
Lo primero que hice al salir fue darme un buen baño que ya necesitaba. Pasé varios minutos bajo el chorro de agua que se llevaba toda la tierra que tenía en algunas partes del cuerpo. Al salir me enrollé una toalla en la cintura y salí del baño. Cerré la puerta a mi espalda y justo, en ese preciso momento la puerta de la habitación se abrió dejando ver a mi brujita quien no se dio cuenta que yo estaba ahí. Fue hasta que se dio la vuelta que notó mi presencia.
—Oh —se llevó una mano al pecho y miró hacia otro lado —. Lo-lo siento —dio un paso hacia atrás.
—Bastian me dejó salir —sonreí. Se acomodó la mochila en el hombro.
—Eso está-eso está bien —murmuró apenada.
Podía notar el color rojo teñir sus bonitas mejillas de porcelana. Su cabello estaba suelto, mucho más largo que la última vez que la vi, pero ella seguía siendo hermosa.
—¿Pasa algo? —rápidamente negó con la cabeza.
—No, no es eso —se acercó a la cama donde dejó la mochila —. Es solo que...—apretó los labios un poco y aquel gesto no me pasó desapercibido —. No hemos estado así de cerca desde hace meses —musitó.
—¿Es eso, entonces? —asintió con la cabeza lentamente.
—Algo así —acorté la poca distancia que había entre nosotros para quedar frente a ella, al hacerlo levantó la barbilla y me encontré con un par de luceros hermosos. Puse dos dedos bajo su barbilla y con el pulgar acariciaba sus labios.
—Soy yo, brujita.
—Lo sé —desvió la mirada por unos segundos —. Pero se siente raro —posó sus bonitos luceros en mi torso y se quedó mirando un par de segundos —. ¿No tenías gotas de agua en todo el cuerpo? —enarcó una ceja.
—Que observadora eres —puso su mano en mi torso y deslizó sus dedos hasta mi hombro donde se detuvo.
—No, en serio —levantó la cabeza para mirarme y quité mis dedos de su barbilla —. Hace unos segundos tenías todo el cuerpo perlado en gotas de agua y ahora mírate. ¿Será por tu nueva condición? —me encogí de hombros.
—Quizá sea eso —dije despreocupado.
Me aparté y me acerqué al closet para sacar ropa.
—¿En serio estás bien? Es que te veo un poco pálido —al voltear ella estaba sentada en la cama —. Me preocupa que no estés bien —se escuchaba preocupada pero no le podía decir que efectivamente sus sospechas eran ciertas y que no me sentía bien al cien por ciento.
—Claro que estoy bien —le resté importancia.
Me deshice de la toalla mientras mi brujita no quitaba la vista de mí, eso era bueno dado a que llevábamos un mes sin vernos y sin estar juntos. Al menos no volteó para ver hacia otro lado.
Bryony
¿Negro? ¿Desde cuando Caden usaba solo ropa negra? Y no es que no me gustara, al contrario. Se veía muy guapo con esos pantalones ajustados a sus largas y torneadas piernas, esa camisa que se apretaba a los músculos de sus brazos y torso. Se había puesto unos tenis del mismo color y ahora su cabello era mucho más corto de lo que era antes de todo esto.
—¿En qué tanto piensas? —parpadeé y me giré para verlo. Cerró las puertas del closet y se acercó a mí.
—No es nada —musité y se sentó a mi lado.
¡Demonios! Olía tan bien, ¿desde cuando olía así de bien?
Tuve que acercarme y olisquear un poco para saber que era real, que este aroma provenía de él. Era algo nuevo, un perfume que no existía pero que en definitiva me gustaba mucho.
—¿Me has olisqueado? —enarcó un ceja y me separé al ver que estaba demasiado cerca de él, parecía una pervertida.
—Algo así —me encogí de hombros —. Hueles muy bien —frunció el ceño.
—Tú también hueles muy bien, brujita —subió su mano para apartar los mechones que caían a los costados de mi rostro, los dejó atrás de mis hombros y deslizó sus dedos por el contorno de mi mandíbula para llegar a mis labios.
De nuevo me sentía cómo cuando apenas nos conocimos, de nuevo se formaba esta tensión sexual la cual ya conocía perfectamente bien y la que me hacía sentir tan bien cómo nerviosa.
—¿Puedes sentir eso? —asentí con la cabeza.
—Es muy fuerte —cogió mi mano llevándola a donde estaba su corazón —. Tú eres muy poderoso.
—Yo soy nada si tú no estás a mi lado —no pude evitar sonreír cómo una tonta al escucharlo decir estas palabras.
—Eres tan cursi —le dije. Se acercaba peligrosamente a mí y mi cuerpo empezó a reaccionar a esta cercanía. Mi corazón latía al borde del colapso, mis manos sudaban y sentía mi garganta secarse.
—Puedo sentir eso —musitó sobre mis labios —. Todas tus emociones, todo lo que piensas. Tu corazón late muy rápido y sientes que en cualquier momento se va a detener.
—Es todo lo que provocas en mí —murmuré.
—Te vuelvo loca —su voz era ronca y cada palabra que dijo mandaba un delicioso escalofrío a cada terminación de mi cuerpo.
—Completamente loca —lo acepté porque era más que cierto. Este Caden era tan caliente, descarado y sensual. Cómo podía no volverme loca por él si representaba todo lo que estaba mal en esta vida.
Mi móvil empezó a sonar llamando mi atención así que lo saque del bolsillo de mi sudadera.
—Es mamá —le mostré la pantalla y se apartó unos centímetros —. ¿Mamá? ¿Qué pasa?
—Bryony ¿Puedes venir, por favor? —note algo raro en su voz, como si estuviera nerviosa.
—Claro, voy para allá —por instinto me puse de pie.
—No tardes por favor.
—Ya salgo para allá —colgué y me acerqué a la mochila.
—¿Pasa algo? —preguntó Caden mirándome raro.
—No sé, noté algo raro en su voz —frunció el ceño.
—¿Algo raro? —asentí cogiendo la mochila.
—No sé, lo siento aquí —llevé mi puño en medio de mi pecho y solté un suspiro.
—Vamos, yo te acompaño. Por si algo malo llega a pasar —se puso de pie y cogió la chaqueta de cuero negro que había sacado del closet.
—¿Nada más me acompañas por si algo malo pasa? —inquirí.
—Más o menos sí.
Rodé los ojos y ambos salimos de la habitación. Cruzamos el pasillo y bajamos las escaleras, antes de poder salir de la casa Bastian nos interceptó.
—¿Pasa algo?
—Adele llamó a Bryony...
—Algo no va bien —interrumpí a Caden.
—Vamos a su casa —dijo él.
—Vayan —señaló la puerta y no dudamos en salir de la mansión para ir a mi casa.
La escena que me iba a encontrar ahí, precisamente ese día fue el detonante de todo lo malo que iba a venir por delante.
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¡Hola! Voy a empezar un maratón de esta historia, quizá hasta la otra semana, espero que les haya gustado este capítulo y los que se vienen también, como les dije allá arriba se vienen cosas muy fuertes y nuestra Bryony dejará de ser una niña inocente, será un diosa en toda la extensión de la palabra.
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