Capítulo 36 🗡️
Bryony
Este lugar era maravilloso, un riachuelo pasaba por detrás de la casa, había muchos árboles rodeando la propiedad, pasto verde que crecía por todos lados y el aire se respiraba limpio. Aquí podía ir a cualquier lado sin el temor de que alguien pudiera hacerme daño a mí o a mis hijos. Extrañaba Bibury, demasiado, sus pequeñas calles con riachuelos en las calles, sus casas de piedra con enredaderas en sus techos y paredes.
Este lugar me recordaba tanto al pueblito donde nací, el bosque, las flores, el aroma a tierra mojada, todo era casi igual solo algunas cosas cambiaban pero de ahí en fuera me sentía en mi hogar, más que nada porque Bór y Oddur me trataban como un miembro más de la familia. Eran cariñosos, atentos y siempre estaban al pendiente de mí y lo que necesitara. Bór estaba más a mi lado, me llevaba a la ciudad a comprar ropa, conocer y salir un poco de aquí. No es que me aburriera pero la soledad siempre me acompañaba, no me dejaba ni un segundo, se había convertido en una compañera que me seguía como una sombra y estaba renuente a dejarme sola.
Los bebés ya tenían su habitación, una que iban a compartir los dos mientras crecían y por lo poco que sabía eso sería pronto. Oddur dijo que los hijos de vampiros crecen mucho más rápido que un humano o cualquier otro ser sobrenatural. Estar al tanto de esto me iba a ahorrar muchas sorpresas y era mejor saberlo de una vez.
Salí a tomar aire, me sentía sofocada allá dentro, a veces se me dificulta respirar bien y no era por mí sino por estos dos seres que se alimentaban de mí, de mis energías y mi magia. Mi vientre era un gran balón redondo que estaba a nada de explotar y en cualquier momento iba a tener a mis bebés a mi lado. No pensaba en nada más que no fuera eso, tener a Enid y a Corban para hacer más amena esta tristeza que me consumía cada día.
—Bryony —escuché a Bór y levanté la cabeza para verlo mejor. Me sonrió y se acercó a mí.
—Hola, Bór —le regalé la mejor de mis sonrisas.
—Oddur y yo fuimos a la ciudad, compramos las cunas para los bebés. Ahora mismo las está armando, pero como hace años que no hace esto se le complica —se rascó la nuca.
—Te dije que no era necesario, pero gracias —me ofreció su brazo y me enganché de este.
—¿Vino el doctor? —preguntó y asentí —. ¿Y qué te dijo?
—Todo va bien y los malestares son normales, son dos bebés y se alimentan de mi magia por ser demonios —asintió y seguimos caminando para entrar a la mansión.
—¿Pero te sientes bien? ¿No te duele nada? ¿Cuándo van a nacer?
Bór estaba mucho más nervioso que yo por el nacimiento de Corban y Enid.
—Me siento bien, Bór, no me duele nada y van a nacer en unos días, nada más —soltó un suspiro.
—Nada más —repitió él —. Hay que estar preparados para cuando ese día llegue. Lucifer va a estar aquí, al igual que Caine y Lilith.
—Dudo que Lilith venga —solté —. Es una mujer poco sentimental, esas cosas no van con ella. Pero me gustaría que Thea esté aquí —mi garganta se cerró cuando mencioné su nombre.
Hablaba diario con mi amiga, hacíamos videollamadas y me mostraba el crecimiento de Boone, era un niño hermoso, inteligente y muy fuerte, al igual que lo eran ella y Curtis, tenían pensado tener otro hijo, no importaba lo que fuera niño o niña solo querían uno más para cerrar la fábrica y así ser una familia completa como tanto quería Thea, ser hija única siempre la ponía triste porque ella también quería un hermano, al igual que yo. Sé que Belial tenía muchos hijos demonios que andaban por ahí, pero ninguno de ellos era su hijo natural como yo y dudaba que Freya lo fuera, ella era más que nada un cruel experimento de Belial que nunca pudo ver sus sueños hechos realidad. Menos mal que ahora no estaba aquí y jamás lo vería de nuevo.
No iba a permitir que regresara para arruinar mi vida o la de mis hijos. Antes de que eso pasara prefería sacrificarme con tal de darles a ellos la vida que se merecían, no me importaba morir por ellos, así como estuve dispuesta a morir por Caden en su momento.
—Bueno, como sea —habló Bór —. De todos modos hay que estar preparados para lo que sea. El doctor va a venir a la hora que sea, para cuando ese día llegue.
—Tengo miedo —enterré mis dedos en su brazo —. Tengo miedo, Bór, no quiero que les pase nada —me detuve de golpe y Bór lo hizo a mi lado —. Tienes que prometerme algo.
Se giró hacia mí. Había un deje de preocupación en sus luceros.
—Sé que el parto será peligroso, son dos bebés, muy fuertes y no sabemos que vaya a pasar. Sé que puedo morir y quiero, necesito que me prometas que si la vida de mis hijos llega a correr peligro en algún momento los vas a salvar a ellos antes que a mí.
—No puedo —soltó mis manos pero cogí las suyas de nuevo.
—Bór.
—Soy demasiado egoísta contigo, Bryony, esa es la diferencia entre Caden y yo. Sé que si él estuviera aquí no dudaría en salvarlos a los tres pero yo...—negó —. Yo no, yo no dudaría en salvarte a ti, siempre lo haría. Pondría a los demás en la línea de fuego para que nadie te haga daño. No me pidas que decida por ti o por ellos.
—Por favor. Sé que lo harás —solté una de sus manos para llevar la mía a la altura de su pecho —. Sé que aquí no está vacío y que lo harás porque te lo estoy pidiendo yo. Porque harías lo que sea y en este momento te pido, te ruego que si algo malo llega a pasar durante el parto los salves a ellos, los protejas y los cuides como en algún momento Caden llegó a cuidar de ti.
—Bryony, no uses eso contra mí, sabes que por él también haría lo que sea.
—Y si él estuviera aquí te pediría lo mismo, que protejas a sus hijos antes que a nada y eso harás —bajé mi mano y le sonreí.
—Está bien, haré lo que me pidas y los voy a cuidar pero tú harás lo que sea por salir con bien de ese parto. Yo voy a estar contigo, ¿me dejas? —asentí.
—No quiero a nadie más a mi lado, también quiero que Camille esté ahí —mis palabras le sorprendieron.
—¿Camille lo sabe?
—Sí y está de acuerdo —seguimos nuestro camino dentro de la casa —. Nunca antes estuvo en un parto pero ahora está más que feliz por el nacimiento de los bebés.
Entramos a la casa y subimos las escaleras.
—Aún no nos dices que nombres les vas a poner a tus hijos.
—Es una sorpresa —musité y escuché un resoplido detrás de mí —. En su momento lo sabrás.
—Pero yo quiero saberlo ya —se quejó.
—No seas desesperado, Bór —se rio y seguimos por el pasillo hasta llegar a la habitación de los bebés.
Al entrar a la habitación lo primero vi fue a Oddur intentado armar las piezas de las cunas, en el suelo estaba Camille que al verme efectuó una mueca de disgusto mientras revisaba las instrucciones de la cuna pero no entendía nada.
—¿Qué se supone que hacen? —preguntó Bór —. Eso lo puedo hacer yo —Oddur lo detuvo.
—No vas a usar tus poderes para armar una simple cuna —se rascó una ceja con frustración y soltó un bufido.
—Y tú no puedes armar una simple cuna —se recargó en el mueble cruzando los brazos.
—Hace años que no hago esto, no estoy familiarizado con estas cosas.
—Sino hacemos algo voy a tirar todo a la basura —masculló Camille.
Ella al igual que Oddur estaban frustrados por no poder armar una simple cuna pero tampoco querían que usemos nuestros poderes para hacerlo, así que los dejamos solos y bajamos a la cocina. Últimamente tenía antojo de cualquier cosa dulce como la fruta, así que en la cocina siempre había fruta de todo tipo y eso era gracias a Bór.
Si me pudiera dar la oportunidad de amar a alguien sin duda alguna me enamoraría de él, era atento, dulce conmigo, me trataba bien y me cuidaba mucho, pero mi corazón solo le pertenecía a alguien y ese era Caden, mi amor por él seguiría intacto a pesar de los años, no importaba cuanto pasara yo lo iba a amar siempre.
—Hola —dijo Lena, la chica que preparaba la comida y de vez en cuando el quehacer de la casa.
—Hola, Lena —le sonreí y siguió con lo suyo.
No me pasaron desapercibidas las marcas en sus muñecas y una más en su cuello. Para mí era bien sabido que Bór se alimentaba de ella mientras que su padre lo hacía de personas lejos de la casa. Pero Bór era más descuidado y sin vergüenza, no le importaba que nos diéramos cuenta de lo que hacía, eso nunca iba a cambiar en él.
Cogí una manzana del frutero que siempre estaba lleno y le di una mordida. Antes de salir Lena miró a Bór y salió de la cocina.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—¿No te das cuenta de como te mira Lena? —miró de reojo por donde se fue Lena y regresó la mirada hacia mí.
—No —entorné los ojos.
—¿No? ¿Estás seguro?
—Sí, estoy seguro. Lena es linda pero no me interesa —su mirada se perdió unos segundos en la nada, cómo si dentro de su cabeza se estuviera reproduciendo una película vieja que había mantenido olvidada en un cajón —. Pero no es ella.
Se refería a la mujer que amó con locura pero de la que se tuvo que deshacer para asegurar su supervivencia.
—Y yo tampoco soy ella —hablé bajo. Su mirada fría y cruel se fijó en mí, me sentí chiquita en mi lugar por un instante.
—No, no eres ella pero casi sí. Las dos son poderosas, unas diosas, algo que no se compara con nada en el mundo —también cogió una manzana y le dio una mordida sin dejar de mirarme.
—No sigas, por favor —le pedí y sin tener que rogarle tanto hizo caso.
—Como digas —sonreí.
Esperamos hasta que Oddur y Camille terminaron de armar las cunas y no fue hasta que pusieron el último tornillo que no nos dejaron subir. La habitación se veía tan bonita, era de color blanco, no quería poner azul o rosa por ser un niño y una niña, no quería empezar con este tipo de cosas antes de que nacieran, respetaba los gustos de los demás pero eran mis hijos y haría lo que creyera correcto para ellos.
—Gracias por todo lo que hacen —pasé mis dedos por los cobertores. Ambas cunas tenían un móvil con lunas, eran tan adorables.
—Mis sobrinos se merecen el sol al igual que tú —habló Camille. Ahora era un poco más tierna.
—Gracias —cogí su mano, justo en ese momento uno de ellos se movió y la puse en mi vientre —. ¿Lo sientes? —asintió y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Es tan bonito —soltó un par de lágrimas y dejó un beso en mi mejilla.
Oddur y Bór sonrieron y permanecieron en su lugar.
—¿Qué te dijo el doctor, Bryony? —preguntó Oddur.
—Todo va bien con los bebés y es normal que tenga algunos bajones, se están alimentando de mi magia. Pero de ahí en fuera todo está bien —el patriarca de la casa sonrió.
—De todos modos hay que estar atentos a lo que pueda pasar, eres mamá primeriza y el parto se puede adelantar o atrasar —asentí —. No importa lo que pase, todo va a salir bien.
—De nuevo gracias —les dije a los tres —. Sin ustedes este proceso sería muy difícil.
—Haríamos lo que sea por ti y tus hijos —Oddur miró la hora en el reloj de su muñeca izquierda —. Yo los dejo descansar.
Hizo una reverencia y salió de la habitación.
—Yo también las dejo —Bór también salió y nos dejó a Camille y a mí.
—Tú también tienes que descansar —habló Camille y le hice caso.
—Y tú deberías hacerlo —comenté. Salimos de la habitación y le eché una mirada de reojo antes de cerrar la puerta y apagar la luz.
—No sé de que hablas —comentó con un tono de voz divertido pero a mí no se me hizo gracioso.
—Sabes bien de lo que hablo. Casi no duermes, no te alimentas bien y no eres la misma de antes. Sé que las cosas no han salido bien para nadie pero tenemos muchos motivos para vivir, para salir adelante, Camille —llegamos a la puerta de mi habitación. Camille la abrió, empujó y me dejó pasar primero.
—Tú ahora tienes dos motivos para vivir, ¿pero yo? Yo no tengo a nadie —musitó. Nos sentamos en la orilla de la cama.
—Me tienes a mí, Camille, mis hijos son tu familia porque Caden era un hermano para ti y tú eres su tía —una diminuta sonrisa se dibujó en sus labios —. No estás sola y me gustaría que entiendas eso —pasé un mechón de cabello corto detrás de su oreja.
—Me siento perdida, Bryony, no encuentro la salida a este sufrimiento, a este dolor que me quema por dentro. Me digo que hay más allá afuera pero me niego a creerlo. Los perdí a los tres el mismo día, casi al mismo tiempo y eso no lo voy a poder olvidar nunca.
—Yo te puedo ayudar con eso —le mostré mis manos pero ella negó.
—No, gracias pero no, prefiero vivir así, al menos sé que un poco de mí sigue con vida y siento algo que no sea rabia y enojo nada más.
—Está bien pero cuando quieras dejar eso atrás aquí estoy. Les voy a decir que su tía Camille lo esperó por tanto tiempo y los amó en el primer segundo que los vio —se abalanzó sobre mí y me abrazó con cuidado.
—Sé que un día dije que jamás te diría cuánto te quiero pero lo hago ahora que estoy sensible. Te quiero mucho Bryony, tú no me vayas a dejar por favor, tienes que luchar y salir bien para que tus hijos tengan a su madre al menos —asentí.
—Lo haré, te juro que voy a luchar para estar a su lado —se apartó y se limpió las lágrimas al mismo tiempo que ponía su mano en mi vientre.
—Hasta mañana —se puso de pie.
—Hasta mañana —le dije y salió de la habitación cerrando la puerta.
Me cepillé los dientes y me trencé el cabello antes de meterme bajo los cobertores.
—Enid y Corban —me acosté de lado porque ya no podía hacerlo boca arriba y mucho menos boca abajo —. Mis dos amores, los bebés más bendecidos y amados de todos —mis dedos repiqueteaban en mi vientre mientras ellos se movían dentro —. Los amo tanto a los dos, en este momento son lo más importante para mí, solo por ustedes voy a seguir de pie y no me voy a dejar vencer. Estoy segura que si su padre estuviera aquí los amaría con locura y querría tenerlos en sus brazos, les daría tanto amor, les daría tantos besos. Sé que un día lo vamos a ver de nuevo —llevé mi mano al collar que me regaló —. Un día veremos a su padre.
Había algo dentro de mí que me decía que ese no era nada más un sueño, se convertiría en una realidad muy pronto. Un día me encontraría de nuevo con el amor de mi vida y el padre de mis hijos.
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¡Hola! Vayan preparando pañuelos para el nacimiento de Enid y Corban. Espero que les haya gustado el capítulo :)
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