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Capítulo 34 🗡️

Bryony

El dolor seguía presente en cada respiración, se sentía en las esquinas de la habitación, lo podía tocar con los dedos y era desgarrador, ardía en mi pecho, me quemaba el alma cómo fuego abrasador que convertía en cenizas todo lo que tenía a su paso.

La lluvia no dejaba de caer sobre Bibury, era un fenómeno extraño porque no había llovido así en años, viví aquí toda mi vida y nunca una lluvia duró tanto tiempo. Creo que el clima se había acoplado a mis sentimientos y estas ganas de querer morir. Hasta respirar se sentía como si mil dagas estuvieran siendo incrustadas en mi cuerpo.

Había tenido una visita al baño que duró minutos y no fue porque así lo quisiera pero me vi obligada a sacar lo que tenía en el estómago, o lo poco que había comido estos días. No tenía ganas de nada, ni siquiera de mover un dedo. Todo me dolía.

Escuché a Camille venir por el pasillo mientras me encontraba sentada en la orilla de la cama, me sentía débil y no me podía poner en pie. Camille tocó a la puerta dos veces.

—Pasa —le indiqué y no tardó en entrar a la habitación. Llegó hasta mí y se sentó a mi lado.

—Sé que ya lo sabes —puso su mano en mi hombro.

—¿Quién te lo dijo? —pregunté seria.

—Ayer que bajaron a la bóveda, Lucifer nos dijo lo que pasa contigo —le dio un apretón a mi hombro con cuidado —. Un niño y una niña —asentí.

—No me siento bien —musité —. No sé si estoy loca pero los puedo sentir moverse dentro de mí —Camille se puso de pie y se arrodillo frente a mí. Puso sus manos en mis rodillas.

—No te ves bien —apenas sonreí —. Pero todo va a estar bien, Bryony. Vas a tener dos hijos de Caden —su voz estaba llena nada más de ilusión —. Caden estaría feliz en este momento.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al igual que los míos. En mi garganta se formó un nudo que apenas podía tragar, todo esto estaba acabando conmigo lentamente, era doloroso y cruel.

—Lo extraño —dije con la voz rota —. Lo extraño demasiado —se puso de pie para abrazarme y soltó un sollozo que me partía el corazón en pedazos tan pequeños que me sería imposible pegarlos de nuevo.

—Tienes que irte de aquí —se separó. Se pasó los dedos bajo los ojos para quitar el rastro de lágrimas —. No debes pensar en ti o en lo que quieres, ahora llevas a dos seres que no deben pagar por los errores que hemos cometido.

—¿Por qué me dices esto? —con el puño de mi suéter me limpié las lágrimas de las mejillas.

—Son los hijos de Caden y no quiero que nada malo les pase. Puedes irte lejos donde nadie sepa quien eres, donde puedas llevar una vida normal con tus hijos.

—¿Crees que con Bór y su padre pueda llevar esa vida?

—Sí —no lo pensó —. Bór te ama, Bryony.

—Pero yo no lo amo a él, nunca podré amar a nadie como amo a Caden, él siempre será el amor de mi vida y nunca lo voy a olvidar.

—Y no te pido que lo hagas, tampoco quiero que lo olvides o lo cambies por otro pero con Bór y Oddur puedes tener una vida en paz, sin que haya demonios detrás de ti y tus hijos.

Mis hijos.

—Sí, Bryony, son tus hijos y ahora su vida corre peligro también.

—Pero no quiero dejar esta casa —suspiré.

—Y yo tampoco quiero pero tendré que hacerlo. Te juro que nadie va a profanar este lugar, nadie pondrá un pie dentro jamás, me voy a quedar aquí para cuidar de él —sonrió con tristeza —. Si te vas te juro que cuidaré de Caden, te lo juro —cogió mis manos entre las suyas y las llevó a sus labios.

—Está bien, Camille, pero antes de eso necesito despedirme de él, tengo que verlo por última vez, no me puedes negar eso —mi voz se rompió —. Por favor.

—No te puedo negar que te despidas, yo también tengo que hacerlo —asentí. Mi barbilla tembló y me solté a llorar.

Camille me abrazaba como no lo había hecho antes y me sentía rara por estar contándole a ella este tipo de cosas, siempre pensé que era una mujer dura, cruel y fría pero dentro de esa coraza llena de maldad solo había una niña rota que lo había perdido todo en un segundo. Perdió a la mujer que amaba, perdió al hombre que veía como su padre y perdió al chico que era como su hermano. Ella, al igual que yo, estábamos rotas y solas aunque había personas a nuestro alrededor.

Ese día la lluvia paró un poco, me di un baño y me puse un vestido negro junto a un suéter del mismo color y unos zapatos bajos, mi vientre se podía notar más y por lo que me dijo Lucifer en unas semanas se vería como un balón de basquetbol demasiado grande. Además de que llevaba dentro de mí a dos bebés, una niña y un niño. En menos de un mes sería madre y ahora mismo me encontraba tan perdida sin saber que hacer con mi vida.

Bajé las escaleras del sótano, todos esperaban abajo incluso Caine y su madre. Al bajar fui a la zona donde tenían los tres ataúdes, uno al lado de otro. Al entrar a la habitación, que habían adaptado como un buen lugar para poder descansar, sentí que mi corazón se me salía del pecho al ver al ataúd de Caden. No pude evitar llorar y maldecir por estar aquí, en este lugar, en este momento.

Me acerqué al ataúd de color madera y levanté la tapa para poder verlo por última vez. El día que bajamos a los túneles Lucifer y los que se quedaron les cambiaron la ropa y los pusieron aquí.

—Caden...—me detuve para tomar aire —. Me hubiera gustado decirte esto en otro tipo de circunstancias pero la vida nos tenía preparado esto y tenemos que aceptarlo. Vamos a ser padres —lloraba bajito mientras lo miraba —. Seremos padres de un niño y una niña, ya sé que nombres les voy a poner. Cómo quisiera que estuvieras a mi lado, me haces tanta falta. Como quisiera que pudieras ver crecer a tus hijos, jugar con ellos y llenarlos de amor, porque sé, estoy segura de que serías el mejor padre de todos.

Pasé saliva y me limpié las mejillas que tenía empapadas.

—Solo espero que algún día nos podamos encontrar de nuevo, ya sea en esta vida o la otra. Sé que un día estaremos juntos, sé que volverás a mí —metí mi mano y pasé mis dedos por sus mejillas, su piel estaba tan fría y gris, las venas negras seguían presentes en él —. Te amo, Caden Edevane, nunca lo olvides. Te amo hasta el infinito. Te amo para toda la vida.

Solté un sollozo llevándome las manos a la boca cuando mi corazón se terminó de romper más de lo que ya estaba. Lucifer se acercó a mí para abrazarme y consolarme.

—Vamos —me sacó de la habitación dejando a los demás detrás. Subimos las escaleras y me llevó a la sala —. ¿Estás bien? —preguntó.

—No, no estoy bien. Estoy embarazada, me encuentro perdida y sola. ¿Qué voy a hacer con dos hijos?

—No estás sola, tienes una familia que te ama y que daría lo que sea por ti y ahora por tus hijos —lo miré a los ojos —. Me tienes a mí, hija. Yo nunca te voy a dejar sola, nunca —la sonrisa que se dibujó en mis labios era triste y apagada.

—No te puedo pedir que estés a mi lado toda la vida, Luci.

—No, no me lo pides pero quiero hacerlo, te voy a cuidar a ti y a tus hijos —pasó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja —. ¿Me dejas hacerlo?

—Sí, por favor —me abrazó con cuidado.

****

Me encontraba en la habitación guardando mi ropa y algunas cosas que tenía aquí. Por lo que dijo Lucifer lo mejor era dejar la casa lo más pronto y salir de Bibury para no poner en riesgo a mis hijos o a mí.

—¿Puedo pasar? —era Bór. Miré encima de mi hombro y estaba bajo el umbral de la puerta con los brazos cruzados.

—Pasa —doble la blusa y la metí en una de las maletas.

—Hablamos con tu tío —se sentó a mi lado y cogió uno de los tantos libros de Caden —. Dice que lo mejor será poner un hechizo en la casa para que nadie pueda entrar, humano, demonio, ningún ser sobrenatural —abrió el libro y pasó las hojas rápidamente.

—Si él lo dice está bien —cogí otra prenda. Bór miró la biblioteca y de nuevo el libro que sostenía en la mano.

—¿Te vas a llevar todos sus libros?

—Que más quisiera que llevarme todos pero no, solo algunos que a él le gustaba leer, era un sabiondo —Bór se rio dándome la razón. Lo miré y en sus labios se formó una sonrisa, una que me dijo que estaba recordando algo.

—Lo era, le gustaba leer mucho, siempre me decía que tenía que leer pero nunca le hice caso —soltó un suspiro —. ¿Thea sabe que te vas?

—Le llamé, vendrá a verme, será la última vez que la vea —antes de coger otra prenda cogió mi muñeca enredando sus dedos.

—Te juro que en mi casa estarán bien, los tres.

—Bór —aparté la maleta y me senté a su lado —. Dime algo.

—Lo que sea.

—¿Tú sientes algo por mí? —temía su respuesta pero estaba dispuesta a escuchar la verdad cual sea que esta fuera —. Necesito que me digas la verdad, por favor. Necesito saber si sientes algo por mí para estar preparada antes de ir a tu casa.

—Te amo, sí, pero no de la manera que tú piensas o que piensan los demás. Es algo que no había sentido nunca, ni siquiera por ella. Es un amor limpio y puro, es sano sin una pizca de maldad. Sé que esto no llegará lejos porque tú siempre vas a amar a Caden y eso no va a cambiar nunca. Lo acepto y estoy bien con eso. Me conformo con estar a tu lado, cuidar de ti y ahora de tus hijos, me conformo con verte de lejos y saber que estás bien, enamorada de alguien más pero cerca. ¿Suena un poco enfermo, no? —me encogí de hombros.

—Todos tenemos una manera de amar, Bór. Gracias por ser sincero conmigo —le sonreí.

—Oddur será tan feliz por tenerte a ti y tus hijos en casa. Vamos a cuidar de los tres.

—Sé que lo harán —dejé un beso en su mejilla y me separé para seguir empacando —. ¿Me puedes ayudar a guardar los libros? Los más nuevos, los más usados los voy a dejar siento que se van a romper y no quiero eso.

Bór sonrió y me ayudó con los libros.

Por la tarde me encontraba sola con Camille porque los demás habían salido a hacer quien sabe qué a quien sabe donde. Estábamos en la cocina, ella del otro lado de la mesa picando la comida que apenas había probado, suponía que la sangre sabía mejor que una pasta y la carne.

—No tienes que estar aquí sino quieres —le dije y levantó la cabeza —. Puedes irte si quieres.

—No te voy a dejar sola —habló —. Tengo que cuidarte, mañana te vas y no sé cuando regreses.

—Vamos a estar bien —una diminuta sonrisa se formó en sus labios —. Podrás ir a verlos cuando quieras.

—Gracias.

—¿Por qué? —fruncí el ceño.

—Por dejar que me acerque a tus hijos cuando no soy una buena persona —dijo en un tono muy bajo, con pena.

¿Pena? La maravillosa Camille Callen siente pena, quien lo iba a decir.

—No te burles de mí —me señaló con la cuchara en alto.

—Tú no eres mala, Camille, mi tío es un demonio, su padre es un vampiro mitad demonio, su madre es una bruja demonio, ángel, un fenómeno. Su abuelo es un rey, así que no eres la peor de todos, no eres tan mala, yo no soy buena.

—Eres más buena que el pan, cariño —escuché a Thea y Curtis.

—Han llegado —las dos miramos hacia la puerta.

—Yo voy —Camille se adelantó y se puso de pie para abrir la puerta. Ellos no tardaron en llegar. Thea se fijó en mi vientre que se veía un poco más abultado y solo pude encogerme de hombros. Curtis cargaba a Boone, que alegría que lo habían traído.

—¡Oh por Dios! —chilló feliz. Me puse de pie y me abrazó —. ¿Por qué no me dijiste?

—Porque no lo sabía —regresé a mi lugar. Thea se sentó a mi lado y Curtis a su lado. Camille salió para dejarnos solos y así poder platicar a gusto —. Lo supe hoy y estoy igual de sorprendida que tú. Son dos, una niña y un niño —los dos estaban sorprendidos. Me llevé la mano al vientre y solté un suspiro.

—Que hermoso —Thea empezó a llorar —. Pero que triste que te vayas —deslizó su mano y cogió la mía —. Te voy a extrañar tanto —suspiró.

—Y yo a ustedes pero no me puedo quedar, ahora no solo debo pensar en mí sino en ellos —una tierna sonrisa se dibujó en los labios de Curtis y Thea —. Lo mejor es estar lejos de este lugar. No quiero irme, no los quiero dejar, yo pensaba morir aquí porque nací, pero Bibury está lleno de maldad y no quiero eso para ellos.

—Te entendemos —habló Curtis —. Por la casa no te preocupes, vamos a cuidar este lugar para que nadie entre. Cuidate mucho y cuida a tus hijos también.

—Gracias, Curtis. Solo te voy a pedir que cuides a Thea y a Boone —mi amiga me entregó al pequeño y lo cogí con mucho cuidado. Tenía unos grandes ojos de color avellana como los de su madre y el cabello castaño como su padre —. Boone Cyrus —pasé mi dedo por su pequeña nariz mientras lo bendecía al igual que sus padres para que ninguno de ellos sufriera la maldad que había en este mundo. Para que ninguno de ellos pasara penas por todo esto que había pasado días atrás —. Serás un hombre noble como lo son tus padres, llevarás una vida tranquila, llena de amor y bendiciones. Serás un lobito que cuidará a su familia, atento e inteligente. Boone, algún día nos vamos a ver de nuevo y espero que tu vida sea plena —dejé un beso en su frente y acaricié sus mejillas con mis dedos.

—Cuidate mucho, Bryony —Thea seguía llorando mojando sus mejillas, ojos rojos e hinchados —. No dejes de hablarme, quiero saber todo y no perder contacto, por favor —cogió mi mano y la apreté.

—Nunca, tú siempre serás mi mejor amiga y no te voy a olvidar. Además no iremos tan lejos pero no creo que regresemos pronto —sonrió con tristeza.

—A donde sea que vayas siempre seremos amigas y cuando decidas regresar estaremos para ti y para lo que sea que necesites —con mucho cuidado Thea tomó a su hijo entre sus brazos y lo pegó a su pecho.

Thea y Curtis se quedaron a comer con Camille y conmigo, los demás tardaron en regresar y fue mejor así ya que pude hablar con ellos dos y despedirnos bien. Los iba a extrañar tanto pero ahora me sentía mejor porque ellos y toda su descendencia estaban protegidos de cualquier mal que acechaba a Bibury, nada malo les iba a pasar y me podía ir en paz.


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No saben como voy a extrañar escribir esta historia :(

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