Capítulo 3 🗡️
Bór
Yo no era el mejor de todos, no era un buen hombre, al contrario, era un monstruo sediento de sangre y poder. No me conformaba con menos y más de una vez estuve tentado a dejar esta vida de muertes para quedarme con alguien que me amara completamente. Pero aquella persona que podía amarme así cómo era, no era más que una enemiga, alguien que tenía que morir mil veces para que yo pudiera tener lo que tenía.
Nunca nadie me había atraído de esta manera desde que la conocí a ella y ahora me encontraba cautivado por una chiquilla de veinte años. Pero era más que una chiquilla, era mitad bruja, mitad demonio, cautivadora cómo letal, inteligente cómo audaz y lo peor de todo es que era mucho más peligrosa que yo.
Aquello era una traición hacia Caden, pero no pude evitar que no me gustara y entre más me decía que estaba mal, más me sentía atraído hacia ella. Sabía que si Caden se llegaba a enterar poco le iba a importar que yo fuera cómo un hijo para él, no iba a dudar en sacarme el corazón, y sus motivos tenía.
Bajé las escaleras con una bolsa de tibia y deliciosa sangre, para dársela a Caden, o a ese demonio. Al llegar frente a la reja me detuve y lo miré, estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas y con los ojos cerrados.
—Te he traído esto —abrió los ojos y se fijó en la bolsa de sangre haciendo una mueca de asco.
—Me gusta más beber del cuello de alguien —le arrojé la bolsa que atrapó con ambas manos. Las cadenas chocaron contra el suelo.
—No estás en condiciones de pedir nada —me senté en la vieja silla que yacía a un lado.
—Sabes que Caden te va a matar si lo sabe, ¿cierto? —con los colmillos rasgó la bolsa y empezó a beber.
—No sé de qué hablas —soltó la bolsa dejándola a un lado y sonrió mostrando sus dientes.
—Sabes bien de lo que hablo. La brujita te gusta, te gusta más de lo que finges y cuando Caden sepa eso te va a matar, te va a quitar las extremidades y lo que quede de ti lo va a arrojar al fuego para que no quede nada de tu miserable existencia —espetó.
—¿Esto te molesta a ti o a Caden? —frunció el ceño.
—Caden está sedado, no sabe nada, no se entera de nada y es mejor para ti, porque si se llega a enterar poco le va a importar que seas cómo su hijo. Nadie toca a su brujita. Nadie —repitió —. Mucho menos tú, que no eres digno de ella.
—¿Y quien sí lo es, Caden? —pregunté en tono de burla.
—Aunque no lo creas sí, los dos están hechos el uno para el otro —espetó cruzándose de brazos.
—Y eso a ti te molesta, ¿cierto?
—Claro que sí, desde que esa niña apareció me abandonó, dejó de hacer lo que le pido y solo se centra en ella, en cuidarla y hacerla feliz. No es el mismo Caden de antes...
—Y eso te jode —asintió —. No falta mucho para que Caden tome de nuevo el control, lo sabes.
—Al menos me queda saber que por ahora están separados, dudo mucho que ella perdone todo lo que él hizo —sonrió malévolamente.
—Lo que tú hiciste —lo señalé con un dedo —. Usaste su cuerpo cómo te dio la gana.
—Como sea —resopló —. No van a estar por siempre juntos —levanté una ceja. Mi confusión fue tal que él mismo se sorprendió.
—¿De qué hablas?
—No te voy a decir, tú mismo lo podrás ver —cogió la bolsa con sangre y empezó a beber —. Ahora si me permites, lárgate, no te quiero ver —con eso dijo todo.
Me puse de pie y salí de ese lugar. No tenía caso intentar hablar con él ya que era imposible hacerlo en este momento. Nunca pensé decir esto, pero Caden era mucho más agradable que este demonio y decir eso ya era mucho para mí.
Después de hacer ese ritual regresaría a Islandia y me iba a olvidar de toda esta mierda, no tenía caso pensar en todo esto. Ella era solo una insana obsesión que más que hacerme bien me hacía daño.
Al subir las escaleras me encontré con Oddur, al verme enarcó una ceja y miró detrás de mí.
—¿Ya le diste su ración diaria de sangre? —cerré la puerta detrás de mí.
—Sí.
—¿Y cómo está él? —se cruzó de brazos.
—Insoportable, cómo siempre —Oddur se rio y pellizcó el puente de su nariz.
—Veo que este Caden no te agrada —pase a su lado para ir a la sala. Oddur me siguió de cerca.
—No me agrada mucho que digamos, pero es más cruel y sangriento que Caden —cogí dos vasos y serví coñac en ellos.
—Y a ti te hubiera gustado que Caden fuese así hace años, ¿cierto? —asentí con la cabeza y me giré hacia Oddur para entregarle el vaso.
—No lo voy a negar, me hubiera gustado que fuese así pero sabemos bien que aquello no hubiera sido posible. Caden siempre se retrajo mucho y mira ahora —le di un sorbo al vaso —. Ahora ni siquiera puede controlar sus pensamientos.
Oddur repiqueteaba sus dedos en el cristal.
—Sabes que cuando Caden se una a ese demonio será mucho más poderoso que tú y es no te conviene en nada.
—¿A qué te refieres? —enarqué una ceja.
—Sabes perfectamente a qué me refiero, hijo —dijo con obviedad —. Esa niña te gusta y no tendría que ser así, si Caden lo sabe te va a matar y no va a dudar en hacerlo —comentó serio, hasta un poco preocupado.
—No tienes porqué preocuparte por eso, él puede ser mucho más fuerte pero mientras Bryony esté a su lado no corro peligro —le dije sereno.
—No cantes victoria antes de tiempo, Bór —me señaló —. No tientes a tu suerte, hijo —bufé y rodé los ojos.
—Ya no soy un niño, padre. No soy aquel tonto al que abandonaste por tantos años.
—No hablemos de esto, Bór —bebió lo último que tenía en su vaso y lo dejó a un lado.
Desapareció frente a mí, siempre evitaba hablar de esto, no quería enfrentar el hecho de que abandonó a su hijo solo para buscar a la mujer que tanto amaba. Que no lo diga no quiere decir que aquello no pasó, pero no tenía caso de hablar de algo que pasó cientos de años atrás.
Bryony
Llegué a la mansión ya que Morgan me mandó un mensaje pidiéndome que fuera porque tenía algo importante que decirme. A decir verdad yo no tenía muchas ganas de ir dados los acontecimientos que habían pasado, para empezar no quería ver a Caden o al demonio que ahora estaba ocupando su cuerpo y para terminar no quería ver a Bór, desde que Caden desapareció se había comportado extraño conmigo, pero ahora más que nunca lo hacía y aquello me hacía sentir incomoda en demasía.
Al entrar lo primero que hice fue mirar a mi alrededor, fijándome más que nada en la puerta que lleva a las calderas, suspiré y empecé a caminar hacia las escaleras que subí sin prisas. Recorrí el pasillo hasta llegar a la habitación de Morgan donde ella y Camille esperaban y no me sorprendió ver a Bór ahí también. Hubiera sido más raro no verlo ahí ya que él era el encargado de recitar el ritual que iba a traer de regreso a Caden.
—¿Qué pasa? —cerré la puerta detrás de mí. Bór estaba apoyado en el alféizar de la ventana mientras que Camille estaba sentada en una de las sillas y Morgan en la cama.
—Necesitamos hablar del ritual —Morgan me invitó a sentarme en la cama y lo hice con gusto. Dejé la mochila a un lado y me fije más que nada en Morgan y Camille, evitaba a toda costa la mirada de Bór.
—¿Y de qué debemos hablar? —le pregunté a la rubia.
—Ya tengo todo el ritual pero no sé si ya han hablado con la madre de Thea.
—Hoy mismo hablaré con ella —Morgan sonrió.
—Bien —se puso de pie para quedar en medio de la habitación —. Vamos a llevar a Caden al bosque, el otro día vi que hay un centro ceremonial con una piedra para sacrificios y esa vamos a usar para detener a Caden con las cadenas que ahora mismo cortan sus poderes.
—¿Y estas cadenas lo van a detener? —preguntó Bór pero yo no dejaba de ver a Morgan.
—Claro que sí, hasta ahorita han servido para contener sus poderes y que no los use en nuestra contra. Por eso mientras Adele, Thea y su madre recitan el hechizo y Bór se encarga de conjurar yo me voy a encargar de contener sus poderes —se acercó al closet y de ahí sacó una bolsita de color rojo.
—¿Qué es eso? —le pregunté llena de curiosidad.
—Estos polvos van a ayudar a que el demonio se debilite y Caden puede ocupar su cuerpo de nuevo, al final lo va a dejar noqueado y nos va a facilitar poder trasladarlo de regreso aquí. Será mejor que por unos días permanezca en esa celda —Morgan pudo ver la confusión en mi mirada —. Es lo mejor, Bryony.
—Temes que el hechizo no funcione, ¿verdad? —yo podía ver las dudas a través de ella, eran tan claras, no me podía mentir.
—Bryony...
—Dilo, Morgan, temes que este demonio esté tan dentro de él que Caden haya perdido la batalla y sea imposible traerlo de regreso —me puse de pie cogiendo la mochila.
—Bryony, espera —Camille me detuvo —. No es eso, Caden va a regresar.
—Yo veo más lejana esta posibilidad —los miré a los tres —. Todos sabemos que este demonio ha ocupado por mucho tiempo el cuerpo de Caden, han sido doscientos años donde lo ha estado reprimiendo y así aumentando su ira. ¿Quién nos dice que este ritual va a funcionar y que vamos a tener a Caden de regreso? —inquirí.
—Caden ha esperado cien años para estar a tu lado, Bryony —musitó Camille —. Yo sé y confío en que él hará lo que sea para regresar a ti, él no se va a dar por vencido.
Suspiré y sentía las lágrimas en la punta de mis ojos pero las retuve, no tenía caso llorar, esto no me llevaba a nada bueno y solo me metía en una espiral de tristeza de la que me era difícil poder salir. No ganaba nada con ser la Bryony débil, nunca gané nada siendo ella.
—Yo dudo que sea tan fácil —me encogí de hombros y salí de la habitación.
Bajé las escaleras pero esta vez me encontré con Bastian que iba saliendo de su despacho.
—Hola, Bryony —me observó de hito en hito —. ¿Pasa algo? —negué con la cabeza cogiendo una de las correas de mi mochila.
—Voy a hablar con la madre de Thea para que nos ayude con el ritual. Es la única bruja de todo el aquelarre en la que confío —Bastian sonrió.
—Si tú confías en ella está bien, Bryony, con cuidado y suerte —levantó la taza de café que sostenía con una mano.
Procedí a salir de la mansión y caminar rumbo a la casa de Thea y su madre. Tenía que decirle todo lo que estaba pasando y esperaba que ellos no me tacharan de loca y me negaran su ayuda, aunque por lo que me había dicho mi amiga ya había hablado con sus padres acerca de esto. Quiso empezar a decirles lo que pasaba para que cuando este día llegara no se sorprendieran tanto.
Al llegar a su casa me acomodé la sudadera que llevaba puesta y toqué a la puerta con los nudillos. Espere un par de segundos hasta que su padre fue quien abrió la puerta y sonrió al verme.
—¡Bryony! —expresó el hombre feliz —. Que bueno que estás aquí —se hizo a un lado para dejarme pasar.
—Gracias, Jacob —entré y me quedé a un lado de la puerta.
—Nos dijo Thea que ibas a venir porque quieres hablar de algo importante con Olivia —asentí con la cabeza.
—Así es, yo tengo algo que pedirle a tu esposa —pase saliva y sentí una horrible sensación en la boca.
—Pasa —me invitó a pasar a la sala donde ya esperaban Thea y Olivia, su madre. De camino aquí le mandé un mensaje a mi amiga para informarle que venía a su casa.
—Hola, Bryony —me saludó Olivia y tomé asiento en uno de los sofás.
—Hola, Olivia. Hola, Thea —mi amiga sonrió de oreja a oreja.
—Voy por un vaso con agua —dijo Jacob y salió de la sala.
—Dinos que pasa, Bryony —miré a Olivia.
Sabía que podía confiar en ella y su esposo pero temía que se negara en querer ayudarnos, no eran tan fácil lo que le iba a pedir, era peligroso más que nada porque estábamos hablando de un demonio, un hijo de Belial y nosotros siempre nos quisimos mantener lejos de este tipo de cosas. No éramos brujas que sirvan a Lucifer, nuestra madre era Hécate y estábamos bien con servirle a ella.
—Me estás preocupando —dijo Olivia ante el espeso silencio que yo estaba construyendo a nuestro alrededor.
—Te quiero pedir algo, sé que eres una bruja muy poderosa y necesito de tu ayuda —el padre de Thea apareció para entregarme un vaso con agua que recibí gustosa y sostuve junto a la servilleta.
—¿De qué se trata? —Jacob ocupó su lugar al lado de su esposa.
—Es un tema un poco delicado, tanto que por eso he decidido pedirte a ti esto y a nadie más del aquelarre —Olivia compartió una mirada con su esposo.
—¿Qué me quieres pedir?
—¿Recuerdan que hace poco llegaron tres vampiros al pueblo? —ambos asintieron con la cabeza —. Uno de ellos, el más joven...
—Y novio de Bryony —interrumpió Thea.
—Él fue maldecido hace muchos años llevando consigo a un demonio que no ha hecho más que arruinar su vida y provocar desastres a donde sea que vaya. Ahora queremos hacer un ritual para que ellos dos sean uno de ahora en adelante —musité esto último —. Para dicho ritual necesitamos a tres brujas y un brujo...—Jacob me interrumpió.
—¿Quieres que mi esposa te ayude con ese ritual? —de inmediato ella cogió la mano de Jacob.
—Así es.
—¿Por qué? —aproveché para beber agua y refrescar mi garganta —. Tú también eres una bruja.
—Por ahora mis poderes de bruja son muy débiles y no puedo ayudarles —me lamenté por esto porque nada más me hubiera gustado que ser parte de esto al cien por ciento.
—Yo les voy a ayudar —Thea se puso de pie y se sentó a mi lado —. Y Adele también —puso su mano encima de la mía —. Bryony es mi mejor amiga y no la voy a dejar sola con esto.
Sus padres se miraron horrorizados por lo que su hija les dijo. Pero Olivia parecía mucho más tranquila que su esposo.
—Thea nos ha dicho que eres hija de Belial, ¿es eso cierto? —asentí porque no tenía caso decir mentiras a esta altura, lo que necesitábamos eran aliados, no enemigos.
—Así es, mi padre es Belial y les juro que yo no les haré daño, yo no soy cómo él —los miré a ambos —. Por favor, Olivia, solo puedo confiar en ti para hacer esto si tú me dices que no entonces no sé a quien podría recurrir. Nadie va a querer enfrentarse a un demonio, nadie.
—Yo...—Olivia apretó los labios y por una fracción de segundos pude ver solo duda en su mirada. Esta me dijo que iba a decir que no, que no se iba a arriesgar a hacer esto, que no iba a ayudar porque esta pelea no era suya, sino mía nada más —. Está bien, Bryony, te voy a ayudar. Solo dime que tengo que hacer.
Una genuina sonrisa se dibujó en mis labios y retuve las lágrimas en las orillas de mis ojos. Pero esta vez estaba feliz porque Olivia aceptó ayudarnos y no lo pensó tanto.
—Muchas gracias —Jacob apretó las manos de su esposa.
—¿No vas a decir nada, papá? —le preguntó Thea.
—Yo apoyo lo que sea que tu mamá decida —se limitó a decir su padre.
—Dime que tengo que hacer entonces —insistió ella.
—Por ahora lo único que sé es que estamos esperando a que la luna esté en su punto más alto para poder realizar el ritual, ya que los poderes van a fluir sin problema alguno. Se hará un hechizo que nos va dar Morgan y junto a Bór, un brujo, vamos a hacer el ritual para traer a Caden de regreso.
—Bueno, le voy a pedir a nuestra madre Hécate que nos ayude en esto —Olivia sonrió.
—Muchas gracias, de verdad. No sé cómo te voy a pagar esto —Olivia negó con la cabeza.
—Nada de eso, somos cómo familia, yo aprecio mucho a tu madre ya que es una gran amiga y tú eres la mejor amiga de mi hija —Thea no dudó en abrazarme, abrazo que correspondí gustosa.
—¿Te quedas a comer, Bryony? —preguntó Jacob a lo que dije que sí. Mi madre no estaba a estas horas en la casa y no me gustaba comer sola, así que acepté con gusto comer con ellos.
—Claro que sí —Thea se puso de pie y gritó feliz.
—¡Yei! Vamos a poner la mesa.
La acompañé hasta la cocina para ayudarle a poner los platos, los vasos y la cubertería. Nos sentamos todos juntos en la mesa para comer y platicamos mucho acerca de mí y de Belial, era un tema que yo no quería tocar pero tal parece que ser hija de un demonio tan poderoso cómo él era sorprendente y fascinante a la vez, así que respondí todas las preguntas que pude y las que no solo las dejé en al aire.
Al final ayudé a Thea a lavar los platos ya que era lo menos que podía hacer ya que tan amablemente me habían invitado a comer con ellos y compartir la mesa y alimentos.
Thea me acompañó a la puerta mientras sus padres estaban en la sala.
—Te dije que mi madre iba a aceptar —se quedó bajo el umbral de la puerta.
—Ella es tan amable —sonrió.
—Al igual que tú —puso una mano en mi brazo.
—No es cierto, cada día siento la oscuridad más cerca, me roza las hebras y me tienta, Thea, me tienta tanto que temo caer en sus redes —la sonrisa que antes se dibujaba en sus labios ahora había desaparecido dando paso a una sonrisa triste y decaída.
—No digas eso —me abrazó —. Yo no voy a dejar que te consuma, no lo haré.
Quise decirle que sí, que estando ella conmigo era difícil que yo me arrodillara ante esta maldad que crecía más y más fuerte dentro de mí, pero aquello solo sería mantener una mentira que pronto se iba a caer.
Lo que era cierto es que cuando tocara la oscuridad ya no iba a haber salida para mí. Estaría condenada a arder.
—Te quiero mucho, Thea —nos separamos —. Te juro que haré lo que sea para no caer tan bajo.
—Te creo.
Ese siempre sería el problema, que ella siempre me iba a creer y yo siempre le diría mentiras para hacerla sentir mejor.
—Nos vemos mañana —dijo entrando a su casa.
—Nos vemos mañana, Thea —le dije adiós con la mano antes de darme la vuelta y caminar hacia mi casa.
Mi madre ya había llegado a esa hora y compartí con ella un té y unas galletas que había hecho el día anterior. Nos despedimos y cada una fue a su habitación. Esta noche intentaría dormir cómo lo había estado intentado las noches anteriores pero las pesadillas eran cada vez más reales y temía que estas se hicieran realidad. La verdad es que me encontraba metida en mi mundo sin ignorar que el verdadero peligro se acercaba como un animal salvaje que quiere acabar con cada presa que tiene frente a él.
Al final de cuentas mi padre me quería tener débil para poder mover las piezas a su antojo, con lo que nunca contó es que él tenía un enemigo más poderoso de lo que era yo y aquella ventaja siempre nos iba a beneficiar, aunque tenía que tomar una decisión, pero con tal de derrotar a Belial yo era capaz de cualquier cosa, hasta de venderle mi alma al diablo.
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