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Capítulo 27 🗡️

Caine

Las Vegas no era muy grande, todo el espectáculo se concentraba en un solo lugar al que era fácil poder entrar y salir. Luces neón, letreros, casinos, bares, personas despilfarrando dinero a diestra y siniestra, mujeres y hombres a los que les daba igual perder cierta cantidad y bebían hasta perder el conocimiento.

Miraba el lugar de hito en hito, una pareja pasó a mi lado riendo, se veían felices, los perdí de vista cuando una multitud apareció de un momento al otro y regresé la mirada hacia el gran hotel que tenía frente a mí. Tuve que echar la cabeza hacia atrás para poder ver mejor el gran edificio de algunos pisos de altura.

Di un paso dentro del lugar y me dirigí hacia el casino que a estas horas estaba a reventar, odiaba a las personas y si por mí fuera me deshacía de todas y cada una de ellas solo para poder caminar sin que nadie me empujara y no tener que soportar a los ebrios que se habían quedado en bancarrota por jugar como si tuvieran toda la suerte del mundo.

—¿Dónde estás? —me detuve mirando a cada una de las personas que estaban ahí. No tenía muchas esperanzas de encontrar a mi madre en este lugar donde había muchas personas. Pero, cuando a lo lejos escuché un gritito seguido de una ronda de aplausos supe que bien se podía tratar de mi madre.

No dudé más y me acerqué a la mesa de la ruleta. En medio de aquel festejo había una chica de cabello ondulado y unos abismales luceros de color azul, era pequeña, reía y aventaba al cielo las fichas como si estas fueran dinero. Giró la cabeza hacia mí y cuando nuestras miradas se cruzaron lo vi y lo sentí, era ella mi madre.

—Leia —dejó lo que estaba haciendo, se dio paso entre las personas y cuando estuvo a mi altura subió sus manos a mis mejillas y pasó sus dedos por estas, trazó el contorno de mis labios y cejas, dibujó la figura de mi nariz, sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Caine? ¿Caine, eres tú? —subí las manos para ponerlas sobre las suyas y no pude evitar derramar un par de lágrimas —. ¡Caine! —gritó emocionada. Me abrazó a ella tan fuerte que sentí algunos huesos romperse dentro de mí.

—Mamá —dejé un beso en su cabeza y le devolví el abrazo.

—Estás aquí, hijo, ¿qué pasó? —nos separamos y nos miramos a los ojos.

—Hay mucho que platicar —se pasó el pulgar bajo los ojos para borrar el rastro de lágrimas que tenía en la piel.

—Espera —regresó hacia la mesa y empezó a tomar las fichas que había ganado —. Lo siento señores, pero esta reina se tiene que ir.

Se escuchó un ¡Bu! mientras mi madre cogía cada una de las fichas y hacía un puchero. Era una niña, quizá no tenía más de veintitrés años y yo no estaba acostumbrado a verla de esa edad, siempre fue una mujer madura que sabía lo que hacía, era inteligente y no dudaba que esta versión suya lo sea pero me preocupaba el hecho de no poder con ella y no saber como controlarla.

—Vamos —se enganchó a mi brazo y juntos empezamos a salir del casino —. Tienes que decirme todo lo que pasó para que pudieras salir de ese lugar. Tu padre...

—Lucifer no hizo nada —metí las manos en los bolsillos de mi pantalón. Su rostro lleno de decepción me lo dijo todo.

—¿Qué? —parpadeó.

—Lucifer no me sacó de ese lugar, no fue él —por más dolor que aquello le pudiera provocar le tenía que decir la verdad, no podía seguir esperando que el hombre al que ella tanto amaba cambiara un poco por más que lo deseara.

—Que maldito —espetó y seguimos caminando —. Sino fue él, ¿entonces quien te sacó del abismo?

—Belial —se detuvo de golpe y me puso frente a mí para poner sus pequeñas manos en mis brazos.

—No —jadeó con horror.

—¿No qué?

—Dime que no hiciste tratos con ese demonio corrupto —sus ojos se abrieron de par en par y podía escuchar como su corazón latía demasiado rápido —. Dime que no tienes una deuda con ese malnacido.

—Le prometí...—no pude terminar porque se mareó y casi cae al suelo solo porque la tomé con cuidado y la llevé a que se sentara.

—No, no, Caine —me tomó de las manos y me miró a los ojos fijamente —. No puedes hacer ningún trato con Belial, es un demonio.

—Yo también soy un demonio madre y tú lo eres —expliqué.

—La diferencia es que aunque seas un demonio tienes un poco de corazón y Belial no, es un ser perverso y malvado que mata todo lo que toca, lo convierte en polvo, destruye todo lo que es bueno.

—Lo sé.

—¿Y aún así hiciste tratos con él? —enarcó una ceja.

—Era el único demonio que me podía sacar de ese maldito lugar en el que pasé años, tú no sabes lo que significa vivir ahí, escuchando todo lo que pasa dentro y no poder salir.

—Me echas la culpa —de nuevo se puso a llorar —. Lo sé, yo sé que tengo la culpa de lo que pasó y no sabes como lamento no haber podido hacer nada para sacarte de ahí.

—¿Qué dices? Yo no te echo la culpa de nada, madre. No sabías que hacer y no tenías como sacarme —apreté sus manos con cuidado.

—Pero...—sus ojos estaban cristalinos.

—Madre, no pienso ayudar a Belial, lo iba a hacer pero ya no.

—¿Por qué? —le pasé un pañuelo para que se limpiara las lágrimas.

—Es algo difícil de explicar pero si Belial mata a Bryony mi vida será un desastre y no puedo permitir que eso pase —mamá no entendía muy bien lo que pasaba.

—Me tienes que explicar bien todo lo que pasa, Caine, lo único que yo sé es que Belial tiene una hija que conserva divinidad, no cómo tú o yo —asentí —. Tienes que matar a Belial —no dejaba de mirarme a los ojos —. Sino lo matas te va a cobrar de una u otra manera el que te haya sacado de ese lugar. Caine, prométeme que lo vas a matar, promételo.

—Te juro que lo mataré pero antes de eso tú y yo tenemos mucho de qué hablar. No puedo creer que seas una mujercita de veintitrés años —soltó una risita.

—Todo este tiempo anduve de un lado al otro, creé un mundo que yo misma destruí cuando me aburrí, he vivido tantas vidas, Caine pero no la que yo quería. Así que un día me desperté y me convertí en Leia Hawk, me queda bien, ¿no crees? —subía y bajaba las cejas.

—Tú siempre serás hermosa, no importa tu faceta, que piel lleves puesta, serás la mujer más hermosa que yo haya visto hasta ahora.

Hasta ahora porque en un futuro llegará una mujercita que me va a robar el corazón.

—Caine —arrastró cada una de las letras de mi nombre —. ¿Quién es ella?

—¿No te han dicho que es de mala educación escuchar los pensamientos ajenos? —enarqué una ceja.

—Como si me importara. Me tienes que hablar de ella —nos pusimos de pie.

—Un día te voy a hablar de ella pero antes de eso hay mucho más de qué platicar —me sonrió y le eché una mirada a la ciudad —. Quiero recuperar el tiempo que nos quitaron y ahora nadie nos va a separar —me abrazó.

—¿Lo prometes?

—Te juro que así será, nadie me va a alejar de tu lado de nuevo.

Ahora que estaba aquí no iba a desaprovechar esta oportunidad que se me había dado, quería recuperar el tiempo que no estuve con mi madre, platicar de tantas cosas y contarle los planes que tenía para los dos. Solo esperaba que entendiera lo que quería hacer, que no me juzgara y me apoyara ya que ella era la única familia que tenía en este mundo.

Bryony

Sentía una opresión en el pecho, como si algo malo estuviera a punto de pasar. Era una sensación asfixiante, me tenía preocupada y no dejaba de pensar en los acontecimientos recientes, habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, primero Belial, Lucifer y para terminar Caine que era un imbécil, un demonio tan poderoso que era capaz de matar a su propio padre con tal de conseguir lo que se propone. Estaba segura que aquel poder que me dejó ver ese día no era ni la mitad de lo que en realidad puede hacer, porque sí, el muy imbécil es tan fuerte que alguien como yo nunca podrá detenerlo.

Ahora más que nunca no podía dudar de lo que podía hacer, porque yo también era muy poderosa y el único demonio que podía matar a Belial, si lograba hacer eso y salir con vida ya tenía todo ganado, Caine era un asunto aparte.

Aquella noche me encontraba sola en la habitación, Camille y Caden habían salido a cenar, Morgan estaba en su habitación y de Bastian no sabía nada. Casi no había hablado con él, sentí que estaba muy encerrado en su mundo y nadie podía sacarlo de ahí. Él al igual que todos los demás había perdido a alguien, había perdido a mi madre pero tenía a Camille y ella lo tenía a él, aún así la tristeza era evidente en sus fanales.

Quería que esto terminara de una vez por todas, matar a Belial y deshacernos de Caine para siempre, y así poder regresar a la vida que teníamos antes de ellos. Quería casarme con Caden, vivir juntos y pasar el resto de nuestros días en una cabaña alejada de la ciudad, quería que me leyera cada noche uno de los tantos libros que tenía en ese estante, algunos de ellos contaban con más de trescientos años y él los tenía ahí cómo si fueran un tesoro y quizá lo eran.

Estaba viendo algunos vestidos por internet cuando escuché el ruido de las hojas rompiéndose, mi mirada viajó hacia el bosque oscuro que tenía a mi lado y alcancé a divisar las siluetas de Camille y Caden saliendo del bosque, los dos se veían felices. Cuando Caden levantó la mano le devolví el gesto y sonreímos. Seguí buscando vestidos de novias mientras ellos entraban a la casa y cada uno iba a su habitación. Caden caminaba hacia nuestra habitación, antes de que llegara a la puerta pude oler el metálico aroma de la sangre en él. Cuando cruzó la puerta el olor se hizo más fuerte, tenía algunas gotas de color carmín en el cuello y la camiseta blanca bajo la chaqueta negra.

—Hola —se quitó la chaqueta y la dejó encima del pequeño sofá. Se acostó a mi lado en la cama y se asomó para ver que estaba mirando —. ¿Qué miras?

Cerré el portátil rápidamente.

—Vestidos de novias —él fue más rápido que yo —. ¿Debería buscar trajes también?

—Nop —frunció el ceño.

—¿No? —inquirió.

—No, porque mi idea es que no lleves un traje sino algo más sencillo. Quiero que la boda sea sencilla en sí, ya sabes —encogí el hombro —. Solo van a asistir amigos y familia, nada más.

—Hablando de eso —se incorporó y de uno de los bolsillos de su pantalón sacó una diminuta caja aterciopelada, la abrió y dentro había un hermoso y brillante anillo de compromiso —. Le pedí a Curtis que me acompañara mientras tú y Thea platicaban —me llevé las manos a la boca —. Sé que pedirte matrimonio en un cementerio fue algo macabro pero yo te amo, Bryony, te amo tanto que no veo mi vida sin ti.

—Y yo te amo a ti, Caden —estiré el brazo hacia él y con cuidado sacó el anillo, dejó la cajita a un lado y tomó mi mano para deslizar el anillo en mi dedo.

—Se ve tan bonito en ti —el color de la piedra era rosa y lo demás de color plata.

—Tienes buenos gustos —sonrió.

—Curtis me ayudó un poco —musitó. Empezó a dejar besos en mi mano, nudillos, muñeca hasta subir a mi hombro —. Quiero que seas mi esposa, quiero amarte cada día, quiero darte la familia que mereces y hacerte feliz —se separó un poco, solo lo suficiente para que nuestras narices se rozaran.

—Tú me haces feliz con tan solo existir, vampirito —hundió su rostro en mi cuello y sentí su respiración caliente acariciar mi piel.

—Nunca tengo suficiente de ti, mi amor —en un segundo tiró de mis tobillos hacia abajo para quedar arriba de mí, su cuerpo cubriendo mi cuerpo. Ahora mismo me sentía tan pequeña a comparación de su estatura y tamaño.

Sin duda alguna Caden era un hombre en toda la extensión de la palabra. No cabía duda que con él me había sacado la lotería.

—Eres un pervertido insaciable —se mordió el labio dándome la razón.

—Soy el pervertido insaciable al que te gusta abrirle las piernas cada noche, pequeño demonio —ahora fui yo quien se mordió el labio —. No te preocupes mucho por el vestido que vas a llevar el día de nuestra boda porque en la noche te lo voy a romper hasta dejarte desnuda ante mí —terminó estrellando sus labios contra los míos en un beso voraz y lleno de pasión.

Cada día a su lado era como una nueva experiencia en la que aprendía algo nuevo que me hacía enamorarme de él cada vez más. Sentía que en este mundo no podría haber amor como el que sentía por él, así como el que él sentía por mí.

Te amo tanto que a veces se siente asfixiante, algo que no me deja respirar bien.

—Yo también te amo de esta manera —se acomodó y apoyó su cabeza en mi pecho —. Es un sentimiento que no puedo describir, me siento morir —expresó.

—Creo que nadie en este mundo te podrá amar de esta manera, sin ti yo no soy nada.

—Eres mucho, mi amor, eres fuerte, poderosa y valiente, no hay nadie como tú en este mundo y dudo mucho que llegue a existir alguien así. Sin mí sigues siendo poderosa y nadie lo va a cambiar nunca.

—No creo que pueda, Caden, si tú me dejas...—me interrumpió.

—Yo nunca te voy a dejar, de una u otra manera siempre estaré a tu lado —se incorporó y pude verlo a los ojos —. No te voy a dejar, brujita, nunca —dejó un mordisco en mi barbilla y me reí un poco.

Amaba estos momentos a su lado, amaba estos pequeños detalles que podían ser algo insignificante para los demás pero para mí lo eran todo en esta vida. No quería dejarlo, no quería que tuviera una vida sin mí y si así llegaba a pasar quería dejarle algo con lo que me pudiera recordar toda la vida pero ni eso tenía para él. Lo único que podía dejarle si es que llegaba a faltar eran los hermosos recuerdos que habíamos construido juntos, dejarle la imagen de una mujer que hizo todo lo que pudo por él y por las personas que amo, así que si un día llegaba a faltar no dudaba que Caden me recordara con todo el amor que sentía.

Sería su esposa el tiempo que la vida nos regalara y lo haría feliz cada día hasta que la batalla en contra de Belial llegara, ese día todo se iba definir y cada quien iba a seguir un camino. No pedía mucho, solo quería ser feliz después de tantas desgracias pero con todo lo que había pasado dudaba un poco en tener paz.


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¡Hola! 

Sé que el capítulo es más corto que los demás pero de ahora en adelante serán así ya que no veo mucho apoyo en esta historia y me desanimo un poco, no culpo a nadie pero entiendan que sin tanto apoyo uno no escribe igual. Espero les haya gustado el capítulo.

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