Capítulo 26 🗡️
Bryony
Estaba serio, molesto, no dejaba de hacerse mil preguntas y su cabeza era un caos. Estaba preocupado y temeroso por mí.
¿Qué hubiera pasado si Caine le hace daño? Estaba lejos y yo aquí. Si ese imbécil le hubiera hecho daño lo mato, juro que lo mato.
Repetía lo mismo y se culpaba por todo lo sucedido, cuando no tenía la culpa de absolutamente nada de lo que pasó. Todo se dio porque así tenía que pasar y nadie era culpable. Pude defenderme de Caine y salir viva de ese lugar pero si me hubiera quedado un poco más seguro que en este momento no estaría aquí. Belial me quería ver muerta después de cumplir con su misión y prefería estarlo antes de desatar una guerra que iba a traer muchas muertes. No podía permitir que eso pasara, no iba a dejar que me usara a su antojo y destruyera ambos reinos.
—Mañana vengo a verte —Caden se estaba despidiendo de Curtis y yo lo hacía de Thea —. No voy a dejar de repetir que te ves hermosa —sonrió. Pasé mi mano por su cabello —. Tu hijo será hermoso cómo tú.
—Ya lo quiero tener en mis brazos. Su habitación ya está terminada y Curtis fue quien se hizo cargo de todo —sonreía tan feliz —. Gracias por estar aquí, Bry, te extrañaba tanto.
—Yo también te extrañaba a ti, Thea —me acerqué para dejar un beso en su mejilla y me sonrió.
—Mañana que vengas te voy a mostrar todo.
—Estaré aquí para platicar —me puse de pie y me despedí de ella. Llegué a la puerta cuando Caden y Curtis se despedían, parece que se habían vuelto mejores amigos y eso me gustaba, un lobito y un vampiro siendo amigos era algo raro pero no imposible.
—Gracias por venir —Curtis se dirigió a mí —. Ella está feliz porque estás aquí —salimos de la casa.
—Yo estoy feliz por estar aquí —me sonrió —. Nos vemos mañana, Curtis —nos despedimos y caminamos hacia el auto —. ¿Estás molesto? —le pregunté.
—Me hubiera gustado que me dijeras todo —se escuchó molesto —. Creí que me tenías confianza.
—Sí cómo cuando tú me dijiste que tenías una ex novia tóxica —esperé que abriera las puertas y entré sin que él lo hiciera por mí —. Creí que me tenías confianza.
Subió del otro lado y arrancó para salir de aquí y regresar a casa. Quería dormir en mi cama a su lado pero creo que esta vez ambos estábamos un poco enojados y eso sería un poco difícil.
—Lamento no hablarte de Heike pero para mí ya no tiene importancia, no significa nada —explicó.
—Pues yo creo que para ella significas mucho sino no estaría aquí, ¿no crees? —me crucé de brazos y sus luceros fríos se quedaron fijos en los míos. No miraba el camino, no le importaba si chocaba.
—Heike no me importa, Bryony —masculló.
—¿Bryony? —espeté. Seguía cruzada de brazos —. ¿Ahora soy Bryony? —relajó el ceño.
—No...yo...
—No digas nada, Caden —dejé de mirarlo y él regresó la mirada hacia la carretera mientras yo miraba por la ventanilla.
Dentro del auto se podía sentir la tensión, la atmósfera era pesada, tanto que se podía cortar con un cuchillo.
—La relación con Heike era tormentosa, tóxica, un día estábamos bien y al otro nos gritábamos, discutíamos y nos mandábamos al diablo. Ella me gritaba y yo regresaba a ella sin dudarlo, fueron años muy duros para mí. Pensé que eso era amor —miré de reojo y sus manos se asieron al volante, sus nudillos se pusieron blancos —. Me equivoqué tanto. Cuando supe de ti todo cambió para mí, no te dejaba de pensar, te soñaba y en ese momento me dije que me iba a dedicar a ti nada más. Dejé a Heike a un lado, no regrese con ella y ahora está aquí.
—¿Por qué está aquí? —lo miré y encogió un hombro.
—No entiendo que hace aquí cuando le dejé en claro que no la quería ver.
—La voy a matar —espeté —. Lo haré si se acerca a ti —lo miré atenta y no movió ni un músculo.
—No tengo problema alguno con eso, amor.
¿Amor? Me has dicho amor.
—Sí, te he dicho amor —sonrió y cogió mi mano que tenía enlazada con mi brazo —. Bryony, no me gusta estar así, no me gusta discutir contigo. Estos meses han sido difíciles pero ahora estás aquí, ¿sí?
No pude resistirme a sus bellas palabras, solo él podía desarmarme en un segundo.
—A ti no te puedo decir que no, mi amor —una hermosa sonrisa se desplegó en sus labios y subió mi mano a la altura de su boca para besar mis labios.
—Te amo, demonio —murmuró.
—Y yo te amo a ti, vampirito —sonreí.
Al llegar a la mansión las luces de la casa ya estaban apagadas lo que nos hizo suponer que todos estaban dormidos, así que abrimos la puerta sin hacer mucho ruido pero nada más al cerrarla Caden se transformó en el demonio que era y me tomó de las muñecas levantando mis manos arriba de mi cabeza, estrellando mi espalda contra la pared a un lado de la puerta, con la mano que tenía libre acunó mi barbilla enterrando sus dedos en mis mejillas ejerciendo presión.
—Que rudo —comenté. Acercó su cuerpo al mío que estaba caliente.
—Tú me pones así —masculló cerca de mis labios —. No sabes cómo te he extrañado —tiró de mi labio con sus dientes y me sacó un poco de sangre que lamió con su lengua.
—No me excites —le pedí pero me ignoró por completo —. Por favor.
Sus ojos tomaron un color ámbar, un hermoso color ámbar que me gustaba en demasía.
—¿Qué harás? —hundió su rostro en mi cuello y empezó a lamer mi piel. Estaba tan necesitada por él que no iba a dudar en abrirle las piernas en un segundo, ni siquiera me lo tenía que pedir, yo lo haría con gusto —. Dime que no quieres y me aparto.
—Sí quiero, sí —me escuché necesitada y eso le divirtió.
Soltó mis manos, las suyas fueron a mi trasero para atraerme a él y levantarme del suelo, rodeé su cintura con mis piernas y subimos las escaleras entre besos, algunos tropezones y gemidos que esperaba no se escucharan en las otras habitaciones.
—¿Puedes insonorizar la habitación? —llegamos al pasillo y estrelló su espalda contra la pared —. Te voy a follar duro y sin compasión. No quiero que nadie escuche cuando gimas mi nombre.
—Que sucio hablas —mordí su labio.
En un parpadeó estábamos en nuestra habitación, la puerta cerrada, yo en la cama con las piernas abiertas apoyada en mis codos observando como Caden se quitaba la chaqueta, después la camisa dejando ver aquellos músculos que adornaban su cuerpo, era grandote, no delgado ni lo contrario, solo que era grande en comparación a todos los chicos, pero me encantaba.
—Creo que quien va a gemir mi nombre serás tú —se acercaba cómo el depredador que era —. Tú serás quien pida más, vampirito —gruñó y se me echó encima para besar mi vientre y hacerme cosquillas —. ¡Basta, basta! —le pedí.
Se apartó quedando a mi lado.
—Empieza a desnudarte —ordenó. Me puse de pie e hice lo que me pidió.
—Como tú digas, mi amor —empecé con la parte de arriba, lo hacía lento para alargar el momento de que me viera desnuda. Habían pasado tres meses sin mí, si lo conocía como lo hacía estaba segura que se moría por hacer el amor. Moría por estar dentro de mí, por devorarme como solía hacerlo y yo moría por estar con él y terminar de una vez con esta sed que me quemaba por dentro. Nunca antes estuve deseosa por estar con alguien así como moría por él.
—No me hagas esto —bufó. Me observaba desde la cama, de arriba abajo —. Hazlo rápido.
Se acercó para él mismo desnudarme y llevarme hacia la cama donde ya me tenía con las piernas abiertas para él. Se introdujo en mí con furia y dolor. Cada que lo hacíamos se sentía como la primera vez, creo que hasta mejor.
—Te amo —murmuró sobre mis labios —. Te amo tanto —sostenía mis caderas con sus grandes manos y sus dedos se enterraban en mi piel, sabía que eso me iba a dejar marcas pero amaba que me marcara de esta manera tan salvaje.
—Yo te amo a ti —puse mis manos en sus mejillas y con mis dedos acaricié su piel con mucho cuidado mientras me besaba y se enterraba en mí una y otra vez sin compasión.
Si moría en este momento lo haría feliz y a su lado.
****
Desperté un poco adolorida, ¿eso era posible? Era un demonio, no tenía porqué despertar con dolor en las piernas y el cuerpo, pero así fue. Todo se sentía tan nuevo para mí, era extraño despertar en mi cama, en nuestra habitación. Quería hacer tantas cosas antes de dejar esta vida y no sabía por donde empezar.
Me incorporé y bostecé frotándome los ojos con las manos. Miré hacia la ventana y el sol ya había salido por completo, miré a mi lado derecho y Caden no estaba a mi lado. Sentí un poco de decepción al no verlo aquí, mi corazón se hundió porque yo quería verlo despertar, ver cómo dormía.
La puerta se abrió de golpe y me cubrí los senos con las sábanas, Caden entró con una bandeja en las manos y dentro de esta había fruta, café, pan tostado, tocino. Un rico desayuno que él preparó para mí.
—Buenos días —se acercó y dejó la bandeja a un lado —. ¿Cómo dormiste? —estiró su brazo y apartó algunos mechones de mi cabello para descubrir mi rostro.
—Bien porque dormí a tu lado —cogí su mano y dejé algunos besos en sus nudillos.
—Te preparé el desayuno —musitó y miré todo lo que había dentro de la bandeja. Una rosa roja adornaba todo y la cogí entre mis manos, era apenas un botón pero cuando mis dedos pasaron por los pétalos estos se abrieron para que la rosa creciera más y más.
Los ojos de Caden se abrieron de par en par.
—Vaya.
—Lucifer me enseñó a hacer muchas cosas, es un buen maestro —una sutil sonrisa se dibujó en mis labios. Extrañaba a Luci y pasar tiempo a su lado, era un buen padre y un gran maestro. Esperaba que su ausencia no se alargara tanto y poder verlo pronto.
—Veo que te encariñaste mucho con él —asentí.
—No es un monstruo como todos dicen, es comprensivo y atento. Me protegió de su hermano y por eso me sacó de ese mundo para que Belial no me hiciera nada —levanté los ojos hacia mi vampirito y este sonrió.
Se veía tan hermoso así, más maduro, varonil, tan hombre sin ser un machito tóxico, todo en él me gustaba, desde su cabello, pasando por su bonitos ojos añil, su cuerpo, la manera en la que me trataba y como yo era su mundo completo.
—Lucifer hubiera sido un gran padre —le di la razón —. ¿Te hubiera gustado que él fuera tu padre?
—Sí —no dudé en responder —. No quiero a Belial como padre, lo odio y lo aborrezco, lo desprecio con todo mi ser y solo quiero que se muera, no pido más. Detesto la idea de saber que alguien como él me engendró —solté un suspiro y se acercó para abrazarme.
—Brujita —me abrazó entre sus brazos y me apretó fuerte a él —. Quiero que hoy me acompañes a un lugar.
—¿A dónde? —nos separamos unos centímetros.
—Después te digo —hice un puchero pero mis encantos no funcionaron en él.
—Caden —se puso de pie y negó con la cabeza.
—Nada de eso, pequeña bruja —se llevó las manos a la espalda.
—Tonto —acerqué la bandeja y empecé a desayunar ante su atenta mirada. No se movió de su lugar hasta que terminé de desayunar, así que me metí al baño y me puse algo cómodo para ir a donde sea que me iba a llevar Caden.
Salimos por la puerta principal de la casa y subimos al auto, todavía no me decía a dónde íbamos y eso me preocupaba un poco porque lo veía un poco nervioso y había bloqueado sus pensamientos para mí. No escuchaba nada de lo que pensaba o sentía, era un enigma para mí porque estaba acostumbrada a saberlo todo de él, ahora sentía solo un vacío en mi pecho. No sé que sería de mí si es que algo le llegaba a pasar a mi vampirito, me iba a volver loca, no podría con tanto dolor y sufrimiento.
Caden detuvo el auto y miré a través de la ventanilla. Fruncí el ceño al ver que estábamos en el antiguo cementerio de Bibury, ya no quedaba mucho de este apenas unos muros, el letrero dañado con algunas letras que se mantenían en pie como si se aferraran a un pasado que no querían dejar atrás. Aquí estaba casi todo el pasado de Bibury, desde brujas y hombres lobo hasta humanos que tuvieron la mala suerte de terminar aquí.
—¿Qué hacemos aquí? —le pregunté a la vez que me quitaba el cinturón y él apagaba el auto.
—Aquí está mi pasado, brujita —me regaló una sonrisa triste y abrió la puerta para salir. En un parpadeo lo tenía frente a mí abriendo la puerta, le agradecí con una sonrisa y me enganché a su brazo para cruzar la entrada que estaba llena de maleza, arbustos, árboles que se habían secado y se quedaron ahí como una vieja postal que se negaba a desaparecer. A su lado árboles nuevos habían crecido haciendo de este lugar algo sombrío y escabroso.
Recorrimos los largos pasillos del cementerio, a cada lado de estos había pasto tan largo que cubría las tumbas y estas apenas se alcanzaban a ver entre tanta maleza y arbustos. Había lápidas que estaban destrozadas, algunos de sus pedazos yacían a un lado, otras más estaban abiertas por completo, a un lado con ropa de fuera. Todo esto me hizo sentir un poco de miedo, nunca había venido aquí y no sabía que podría haber aquí que Caden tenía que venir.
Nos detuvimos de golpe frente a una lápida que ya no tenía una esquina, era sencilla y parecía ser muy antigua, estaba sucia y descuidada. Entre la maleza se alcanzaban a ver dos nombres.
—Enid y Corban Edevane —musité. Leí los nombres en la lápida desgastada por el paso de los años.
—Los nombres de mis padres, brujita —su voz se rompió en un susurro. Se escuchaba quebrada, rota, con melancolía.
—Son hermosos —apreté su mano. Lo miré y sus ojos estaban cristalinos, no dejaba de mirar la lápida con los nombres de sus padres incrustados en el sucio mármol —. ¿Cómo murieron?
—Se enfermaron y al ser tan pobres no pudimos hacer nada para que recibieran un tratamiento. Sufrieron mucho, los vi llorar y pedir la muerte más de una vez y eso me rompía cada vez más. No quería verlos sufrir, pero no pude quitarles la vida y solo dejé que la naturaleza hiciera lo suyo.
—¿Por qué no los convertiste?
—No pude hacerlo, no quería condenarlos a una vida así, llena de sorpresas y sufrimiento —pasó saliva —. Ellos merecían morir en paz de una vez por todas. Además no sabía como hacerlo, yo era un principiante apenas me estaba adaptando a esta nueva vida, esta confundido y temeroso. ¿Y si las cosas no salían bien? ¿Si en lugar de hacerles bien les hacía mal?
Negó y apoyé mi cabeza en su hombro soltando un suspiro.
Me dolía verlo así, tan roto y devastado, doscientos años llevando esta pena encima, sufriendo en silencio, pasando de una época a otra, tantos cambios, viendo morir a las personas que estaban a su alrededor, que vida había llevado antes de conocerme y todavía tenía que esperar a que el amor de vida llegara quien sabe cuando y quien sabe donde.
—No me puedo imaginar todo lo que has tenido que pasar —hablé —. Doscientos años y sigues en pie, tan fuerte y valiente.
—No soy nada de eso, pequeño demonio, solo he intentado sobrevivir para estar en este momento aquí, contigo, a tu lado para ser felices —se giró hacia mí —. El tiempo que resta.
Fruncí el ceño, algo confundida, sorprendida por sus palabras y extrañada.
—Te amo tanto —me puse de puntitas para dejar un casto beso sobre sus labios y abrazarlo tan fuerte como pude hacerlo —. Te amo tanto y te necesito a mi lado para siempre.
—Yo también te amo a ti, mi amor —me separó de él y puso sus manos en mis hombros, me miró fijamente y a veces no podía con esa intensa mirada suya.
Si pudiéramos tener hijos deseaba con toda mi alma que se parecieran a él, que sacaran su cabello negro y sus abismales ojos de color azul, quería que fueran así de valientes, fuertes y aguerridos, que tuvieran su humor, esa oscuridad y ese enigma. No quería nada más en la vida que tener hijos con Caden y darle la familia que había perdido hace tanto años.
—Quiero que seas mi esposa —habló tan apresuradamente que tuve que parpadear un par de veces para poder procesar esto. Era tan premeditado y me quedé plantada en mi lugar.
—¿Qué?
—Sé que es muy apresurado —cogió mis manos entre las suyas para darles un apretón y llevarlas a sus labios para besarlas —. Pero lo que más deseo en esta vida es hacerte mi esposa, Bryony Edevane —sonreí.
Se sentía raro estar en este lugar y hablar de una boda aquí, así que miré a mi alrededor y mi vampirito pareció entender todo porque me jaló con él y ambos salimos del cementerio. Al llegar al auto me abrió la puerta y entré, ahí dentro no hacía tanto frío como afuera. Caden entró del otro lado y cerró la puerta, se giró hacia mí.
—¿Qué dices? —enarcó una ceja.
—Suena tentador, ser tu esposa para el resto de nuestras vidas —pensé —. No sé —entornó los ojos.
—Brujita, por favor —me pidió. Quería hacerlo sufrir —. No me hagas esto.
—¡Claro que acepto, tonto! —me le eché a los brazos y besé su rostro una y otra vez —. Sí quiero ser tu esposa —acuné sus mejillas entre mis manos y dejé un tierno beso en sus labios —. Sí me quiero casar contigo.
—¿Puede ser mañana?
—¡No! No puede ser mañana, tengo que planear muchas cosas, quiero que sea algo hermoso, pequeño pero bonito, con nuestros amigos y familia, quiero muchas flores, además Thea todavía no tiene a Boone y quiero que ella sea mi dama de honor —me encogí de hombros.
—Te ves tan bonita cuando hablas así, con tanta ilusión.
—Me has pedido que sea tu esposa y he dicho que sí, no puedo ser más feliz y llena de ilusión que ahora mismo, mi amor.
Ya quiero ser tu esposa, Caden.
—Yo también quiero ser tu esposo, Bryony.
—Tenemos que ir con Thea, se va a poner muy contenta cuando le de la noticia —me aparté y no podía dejar de saltar e imaginar cómo sería la boda.
Caden arrancó y se dirigió a la casa de Thea donde esperaba ansiosa para que le platicara todo lo que había pasado en ese otro mundo a dónde Lucifer me llevó, pero ahora solo quería decirle todos los planes que tenía para la boda.
Al entrar a la casa Curtis fue quien nos recibió y llevó a la habitación del bebé donde mi amiga esperaba. La habitación era tan bonita, con paredes blancas y azules, nubes y un sol, la cuna era de madera, tenía un móvil de cuna con estrellas y una luna. Los cobertores eran de color blanco con azul también, había un mueble con algunos productos para el baño, pañales y otras cosas.
—¡Bry! —se acercó a mí y nos dimos un abrazo, lo hice con cuidado para no lastimarla —. Que bueno que estás aquí, amiga.
—No podía dejar pasar ni un minuto más sin verte —cogí sus manos.
—Creo que nosotros vamos a dar una vuelta —habló Caden fuera de la habitación —. ¿No es así, Curtis? —el lobito le dio la razón y puso una mano en su hombro.
—Las dejamos solas —los dos se dieron la vuelta al mismo tiempo y se alejaron ante mi mirada desconcertada.
—Ellos dos son grandes amigos ahora, ¿no? —le pregunté y me dirigí a Thea.
—No sabes todo lo que ha pasado en estos meses —terminó de doblar la cobija que tenía entre las manos y la puso dentro de la cuna —. Sin ti Caden se puso muy mal, no quería salir ni hablar con nadie, regresó a la universidad pero no era el mismo. Así que entre Morgan, Camille, Curtis y yo intentamos de todo para que saliera un poco, que se relacionara con alguien más que no fueran sus libros y su habitación.
—¿Así de mal lo pasó?
¿Qué será de ti el día que me vaya?
—Muy mal, sin ti es como si estuviera muerto en vida, como sino tuviera otro propósito que hacerte feliz y nada más. Ese hombre vive para ti —se giró hacia mí —. Tú eres todo su mundo y tú tienes que vencer a ese imbécil de Belial —su voz se rompió —. Tienes que matarlo para que tú y Caden sean felices, Bry, por favor.
Acorté con la distancia que nos separaba y la abracé.
—No te puedes dejar morir, te necesita, te necesitamos, amiga —me devolvió el abrazo.
—No lo haré, te juro que daré lo mejor de mí en esa batalla y saldremos victoriosos, más porque Caden y yo nos vamos a casar —me separó de ella y sus ojos estaban bien abiertos.
—¿Qué? —parpadeó igual que como yo lo hice —. ¡¿Qué?! —se emocionó tanto.
—Thea, con cuidado no se te vaya a salir el bebé —ambas reímos y la llevé hacia una pequeña banquita que había en la habitación.
—Como crees, Bry, Boone es muy fuerte cómo su padre...
—Y cómo su madre —la interrumpí.
—Bueno, bueno, repíteme eso, ¿cómo que se van a casar? ¿En qué momento si acabas de llegar?
—Bueno, me lo pidió en el cementerio —creo que eso no le gustó.
—¿En el cementerio? ¿Ustedes están bien? —me reí.
—Estamos bien y sí, en el cementerio. Me llevó a ver a sus padres, solo me lo preguntó y ya, le dije que sí quiero ser su esposa —mi amiga sonrió y yo con ella —. Quiero casarme con él, ser su esposa, llevar un vestido blanco, muchas flores, una fiesta pequeña, estar con mi familia y amigos.
—¿Vas a invitar a Eamon y Lucifer?
—¿Por qué me lo preguntas? —tomó mis manos.
—No eres tonta, Bry, sabes perfectamente que Eamon siente algo por ti y eso no le gusta a Caden, se pone celoso.
—Lo sé, pero Caden no tiene nada de qué preocuparse yo lo amo a él y seré suya para toda la eternidad —asintió —. Y sí, voy a invitar a Lucifer, él es ahora alguien muy importante para mí, me ha ayudado tanto y quiero que sea parte de esto también.
—Bien, bien, pero yo voy a ser la dama de honor principal. Nada más deja que me desinfle y que Boone nazca para que me ponga hermosa y pueda lucir un hermoso vestido —me señaló.
—Tú serás mi dama principal y todavía tienes tiempo para que Boone nazca —puse mi mano en su abultado vientre, Boone se movía mucho —. Ya quiere nacer —le dije.
—Pues que lo haga ya porque yo ya no puedo más —suspiró —. Me duelen los pies, se me entierra en la pelvis, patea y me da codazos, no puedo dormir bien. Ya basta por favor.
—No seas exagerada, Thea.
—No lo soy, Bry, es un pequeño lobito travieso y se mueve mucho —apoyó la espalda en la pared —. Además estoy fea, gorda y ya no me queda la ropa.
—Tú no te ves fea —aparté algunos mechones y los puse detrás de sus hombros —. Te ves más hermosa que nunca, radiante y lo de la ropa no importa.
—Cuando estés así me vas a dar la razón —entendió lo que había dicho y apretó los labios —. Bry, no quise decir eso.
—No te preocupes, Thea, sé perfectamente que no voy a tener hijos y estoy bien con eso, no te niego que me gustaría darle hijos a Caden.
—Unos vampiritos igual de hermosos como sus padres —quería llorar pero evité hacerlo y nada más pasé saliva para tragar el nudo que se había formado en mi garganta.
—No hablemos de eso —palmé su mano —. Tienes que ayudarme a planear la boda, quiero algo pequeño pero que sea inolvidable para todos, muchas flores blancas, luces, pétalos.
Me escuchaba tan ilusionada con esto, tenía la esperanza de que todo saliera bien al fin, ya habíamos pasado por mucho dolor y era justo que al menos una vez pudiéramos disfrutar y pasarlo bien al lado de nuestros amigos y familia. Quería que la boda fuera un suceso inolvidable en nuestras vidas, un momento para estar todos juntos.
—No te preocupes, Bry, te voy a ayudar en todo lo que sea. Mientras Boone me lo permita.
—Gracias, Thea, eres la mejor amiga que la vida me pudo dar.
🌺🌺🌺🌺
¡Hola!
Yo estoy muy emocionada porque últimamente no tenía muchos ánimos para escribir de esta historia pero ahora sí y ya quiero que lean todo lo que tengo en mente. Ya sabemos los nombres de los padres de Caden y si ustedes me siguen en Twitter se habrán dado cuenta que he estado dejando adelantos de el siguiente libro que llevará por titulo Eternity, cuando lleguemos al final aquí voy a subir la sinopsis y el reparto.
Twitter:
elena_santos92
Instagram:
elena_santos.92
librosdeelena
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro