Capítulo 21 🗡️
Camille
Bajé las escaleras rápidamente, Morgan venía detrás pero antes de bajar el último peldaño me quedé helada en mi lugar al ver que Caden había abierto la puerta y se encontró con Heike, la castaña hipócrita que sonrió al verlo. Lo observó de arriba abajo y antes de decir algo ella ya tenía un pie dentro de la casa.
Te odio, te odio mil veces.
Mi rostro era la clara muestra del enojo y las ganas que me corrían por las venas de querer matarla, quería arrancar su corazón.
—¿Heike? —Caden cerró la puerta detrás de él. La mirada de Heike se quedó en Morgan y en mí.
—¿Qué demonios haces aquí? —le pregunté pero ella me ignoró por completo.
Sabía bien que no la soportaba y que la odiaba más que a nadie en esta vida. Era la peor, peor que yo. Ella nunca me gustó para Caden, sé que nadie me gustaba para él, al principio ni siquiera Bryony se me hacía suficiente para él, porque sabía que si ella llegaba a su vida sería su perdición. Pero al final lo acepté, respeté su decisión y me terminé encariñando con Bryony, pero a Heike no la aceptaba y no la iba a aceptar nunca.
—Eres tan predecible, Caden —se giró hacia él y a mí me ignoró cómo si fuera solo un pedazo de basura a un lado de la calle —. Sabía que ibas a regresar al lugar donde todo empezó —se acercó demasiado a él. Tanto que podía jurar, Caden sentía el frío que el cuerpo de Heike emanaba.
¡No lo toques, no lo toques!
No te atrevas a poner tus sucias manos encima de él.
—Vete de aquí —terminé de bajar el peldaño y detrás lo hizo Morgan —. No eres bienvenida en este pueblo, mucho menos en esta casa —zanjé y me acerqué a la puerta para abrirla. La invité a salir de la casa de la manera más atenta pero esperaba no me sacara de mis casillas porque aquí mismo le iba a sacar el corazón a esta bastarda.
—Que eso me lo diga Caden, no tú, Camille —espetó y se cruzó de brazos. Me miró por encima del hombro de Caden quién no se movía de su lugar.
—Vete, Heike, por favor —se hizo a un lado para dejarla pasar pero ella no se movió ni un ápice.
—Lárgate antes de que mate —mascullé —. ¡Ahora! —no se inmutó ante mi voz demandante y tal parecía que lo estaba haciendo todo a propósito para hacerme rabiar y quedar mal con Caden.
Vamos estúpida, provócame y te saco el corazón. Hazlo, hazlo.
La mirada que le echó a Caden fue la de un perrito atropellado que necesitaba ayuda cuanto antes. Esperaba que esta vez Caden no le fuera a creer cada una de sus malditas palabras y la echara de la casa cómo la sarnosa que era.
—Caden —su voz se escuchó rota y dolida.
—Lo siento, Heike...
—No tienes porque disculparte con esta sanguijuela, ella ya no es nadie en tu vida. Nunca fue nadie en tu vida —le recordé y esperaba que entendiera que ahora estaba Bryony para él y que debía esperarla el tiempo que fuera necesario.
—¿Hay alguien más? —sus cejas negras se hundieron.
¡Sí y mucho mejor que tú, basura!
—Siempre hay alguien más —respondí yo —. Y es mejor que te largues por donde viniste porque si ella llega y tú estás aquí te va a matar. No va a tener compasión de ti.
—Es mejor que hagas lo que Camille te dice —Caden señaló la puerta y la invitó a irse de una manera amable, yo la hubiera cogido de los cabellos y sacado de una patada en el culo.
La mirada que me echó Heike fue de desagrado, bufó antes de caminar y desaparecer detrás de la puerta.
—Me voy de la casa pero no de Bibury, tú y yo tenemos que hablar —se dio la vuelta y se dirigió a Caden. Antes de que siguiera diciendo estupideces cerré la puerta y dejé salir un sonoro bufido.
No regreses estúpida. Ni se te ocurra.
—Maldita —espeté.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó Morgan, confundida. Nos miraba a mí y a Caden, esperando que alguno de los dos hablara de una vez.
Caden caminó hacia la sala donde fue directamente a la cantina que ahí había, se sirvió un poco de vodka y lo bebió de golpe. Me senté en uno de los sofás y Morgan lo hizo a mi lado.
—Heike es una antigua novia, es una vampiresa —aclaró.
—Pensé que le habías sido fiel a Bryony —Morgan lució un poco molesta, decepcionada tal vez.
—Y lo soy —respondió sereno —. Desde el momento que supe la existencia de Bryony no pude estar con nadie más porque era traicionarla y jamás haría eso.
—Le ha sido fiel hasta con el pensamiento —añadí yo. Y era cierto. Jamás vi a alguien serle fiel a una persona que no conocía, pero Caden sí. Caden era un maldito romántico que amaba con locura a Bryony y eso me preocupaba porque sabía que no dudaría en sacrificarlo todo por ella.
—En ese momento no estaba con nadie más ya había terminado con Heike.
—De nuevo —me dio la razón.
—Cierto. Nuestra relación era tóxica, dependíamos el uno del otro para todo, éramos dañinos y no nos dábamos cuenta. Camille siempre me decía que aquello no iba a terminar bien y nunca le creí porque pensaba que era normal que las parejas discutan así, cómo lo hacíamos nosotros.
»Si había una pelea Heike simplemente se iba, bebía y se metía con el primero que veía. Después me hacía sentir mal por lo pasado y el ciclo se repetía. Era dañina para mí pero estaba cómo idiotizado por ella.
Mi pobre, pobre Cadensito.
—Vaya —el rostro de Morgan lo dijo todo.
—Y esa es la historia de Heike y yo. Terminamos y cada quién siguió con su vida. No la había visto desde hace cómo setenta años.
—¿La viste después de terminar? —preguntó Morgan.
—Un par de veces pero no pasó nada —se encogió de hombros.
—Menos mal que no pasó nada, porque Heike tenía la maldita costumbre de convencer a Caden de lo que fuera. Era buena en eso y lo odio.
—Tú odias a todo mundo —añadió Caden desde su lugar. Se sirvió más vodka.
—Pero a ella más. De todas las novias que has tenido ella es a la que más aborrezco.
—¿Y Bryony? —enarcó una ceja.
Cierra la boca o te golpeo tonto vampiro/demonio.
—Ella me está empezando a agradar, pero Heike no, nunca me va a agradar —me crucé de brazos —. Espero que cuando llegue Bryony no siga aquí porque será su muerte —me regocijé en cada una de las palabras que dije.
—Eres perversa —dijo Caden y asentí.
Escuchamos la puerta abrirse y Bastian no tardó en entrar a la sala.
—Creo que vi mal pero, ¿esa era Heike? —Bastian estaba confundido.
—Era Heike —respondimos Caden y yo al mismo tiempo.
—¿Qué hace aquí? —se quitó su chaqueta y la dejó a un lado.
—Que más puede hacer, molestar nada más —me quejé.
—¿Qué dijo? —se cruzó de brazos.
—No dejamos que dijera nada, es lo mejor —Caden suspiró y dejó a un lado el vaso.
—Menos mal, recuerdo que tenía un gran poder de convencimiento —miró a Caden y yo lo hice con Morgan diciéndole: "Te lo dije"
—No va a pasar nada, se los aseguro. Yo solo amo a Bryony, y nada más.
Me alegraba escuchar esas palabras. Esperaba que Heike siguiera su camino así cómo lo hizo hace años y que dejara en paz a Caden, no la quería cerca de él.
Morgan y Caden prepararon la cena y los cuatro nos sentamos a comer. Era agradable estar con ellos y aunque hacía falta la ñoña de Bryony debía admitir que la extrañaba un poco. Al terminar ayudé a mi rubia a lavar los platos, algo que no me gustaba pero para estar a su lado podía hacer lo que sea. Me tenía hipnotizada. Estaba enamorada de ella.
Estúpida Camille, te has enamorado hasta la médula.
Morgan se fue a dormir temprano, mientras que yo fui a ver a Caden para saber como se sentía. Bryony se había ido por la mañana y a él no se le veía nada bien.
Entré a su habitación ya que la puerta estaba abierta. Al entrar Caden estaba sentado en el alféizar de la ventana con un libro en las manos.
—¿Cómo estás? —cerró el libro y giró la cabeza para verme.
—Bien, en lo que cabe —suspiró.
—Pues no te ves nada bien —me senté en la orilla de la cama.
—La extraño, sí, sé que es estúpido que la extrañe si se fue por la mañana pero la amo, Camille la amo tanto que no puedo vivir sin ella.
Dejó el libro a un lado. Caden amaba leer, era un sabiondo.
—No te voy a juzgar ni decir nada malo de lo que sientes por ella.
—Me he vuelto dependiente de ella.
—Pero sabes que es lo mejor —asintió triste —. Ella no quiere ser un monstruo y eso está bien. Tiene que aprender a usar sus poderes para matar a su padre, es la única salvación para nosotros.
—Lo sé, lo sé —se giró para sentarse frente a mí y pasó sus manos por su cabello corto —. Esto es una pesadilla. Jamás pensé que algún día nos vamos a tener que enfrentar a uno de los demonios que gobiernan el infierno.
—No, pero lo vamos a tener que hacer y lo mejor es estar preparados para cuando ese día llegue. Tenemos que proteger este pueblo y a sus habitantes.
—Ya le estás cogiendo cariño a Bibury —hice una mueca —. Yo sé que sí.
—No insistas —zanjé y levantó las manos en señal de paz —. ¿Mañana que harás?
—Lo único que puedo hacer ahora, ir a la universidad y fingir que soy humano —de nuevo cogió el libro.
—Vas a tener la compañía de Thea y Curtis —asintió con la cabeza y abrió el libro para seguir leyendo —. Al menos no vas a estar tan solo en ese lugar.
—Al menos —repitió él.
—Bueno —me puse de pie —. Yo me voy a dormir —Caden enarcó una ceja. No me creyó nada.
—¿Dormir o follar con la rubia que duerme en tu cama?
—Yo no te dije nada de que ayer por la noche ustedes dos tuvieron su despedida —lo señalé —. Así que no digas nada de que aprovecho todo mi tiempo para estar a su lado.
Caminé hacia la puerta.
—Lindos sueños, Camille —le mostré el dedo medio mientras salía de su habitación.
Yo también te quiero, Caden.
Caden podía ser insoportable a veces, pero era mi hermano, no de sangre pero sí de palabra y eso valía mucho más.
Al entrar a la habitación Morgan ya se había quitado la ropa y ahora traía un hermoso vestido para dormir que le llegaba más arriba de la mitad de las piernas. Mi rubia era sexy. Cerré la puerta y le puse seguro por si las dudas.
—¿Ya vas a dormir? —enarcó una ceja y se acercó a la orilla del colchón. Quedó de rodillas frente a mí.
—Yo estaba pensando en hacer otras cosas, no precisamente dormir —mis dedos acariciaban la tersa piel de sus brazos.
—Ahora me toca a mí hacerte feliz.
Sonreí ante estas palabras porque ya sabía el significado que había detrás. En definitiva Morgan era lo mejor que me pudo pasar en estos cientos de años y estaba agradecida porque llegó a mi vida.
Por ella podía dar mi vida si era necesario.
Caden
Extrañaba a Bryony y se había ido un día atrás. Me sentía como un tonto por extrañala tanto y sentirme así de vacío sin ella, pero la amaba tanto que mi devoción por ella era tan gande que la necesitaba hasta para respirar. Desde que la conocí se convirtió en mi motivo para vivir y seguir adelante, se convirtió en el más grande de mis tesoros y por ella yo podía hacer cualquier cosa, lo que sea con tal de verla feliz.
Ahora no estaba aquí pero tenía que seguir sin ella y esperar su regreso que anhelaba no fuera demasiado sino podía morir sin su presencia.
La presencia de Heike me tenía ya sin cuidado, no me importaba si ella estaba aquí o no, ya no sentía nada si la tenía cerca o lejos, desde hace mucho que ella dejó de importarme y mi vida ya no giraba a su alrededor. Desde el momento que supe de la existencia de Bryony todo giró en torno a ella y nada más. Ni siquiera la conocía pero la amé desde el primer instante. Eso fue amor por parte de mí desde que supe que sería el amor de mi vida.
Al llegar a la universidad miré a mi alrededor y se me hizo raro que mi pequeña bruja no estuviera aquí. Suspiré y empecé a caminar hacia donde se encontraban Thea y Curtis, quería saber cómo estaba ella después de lo que le dijo Bryony y si él ya sabía que iban a tener un hijo. Un pequeño producto del gran amor que ambos se tenían.
Un lobito.
Yo anhelaba una vida así con Bryony, tener hijos y una vida normal o lo más normal que se pudiera tener ya que siendo seres sobrenaturales siempre había peligro, pero quería eso para nosotros. Una vida plena a su lado.
Al llegar a donde estaban Thea y Curtis fue él el primero que miró en mi dirección, me imagino que se le hacía raro verme aquí, quizá pensaba que ya no iba a regresar a estudiar.
—¿Caden? —Thea frunció el ceño y giró la cabeza para verme.
—¡Caden! —agitó la mano llamando la atención de unos cuantos que estaban cerca en el patio central. Me acerqué a ellos y me senté a su lado, Thea me saludó gustosa con un beso en la mejilla mientras que Curtis solo hizo un asentimiento de cabeza —. ¿Cómo estás? ¿Todo bien? ¿Necesitas algo?
Me daba ternura la preocupación de Thea, no por nada era la mejor amiga de mi brujita, casi mi amiga.
—Estoy bien, Thea —me quité la mochila y la dejé en el suelo —. ¿Tú cómo estás?
Ella dejó salir un largo y sonoro suspiro que respondió a mi pregunta.
—Más o menos —miró a Curtis —. La verdad extraño a Bryony —sus ojos se llenaron de lágrimas —. Pero sé que ella estará bien —asentí porque tenía razón, Bryony estaría bien y regresaría más poderosa que nunca.
—Yo también la extraño.
Espero que regreses pronto, mi amor.
—¿Quieres un café? —no me dejó responder —. ¿Puedes ir por un café y un té? —le preguntó a Curtis.
La miró raro pero terminó cediendo a sus peticiones.
—¿Qué tipo de café? —me preguntó y se puso de pie.
—Negro está bien —el lobo se empezó a alejar y cuando Thea se cersioró que estaba lo suficientemente lejos se giró hacia mí.
—Sé que escuchaste lo que me dijo Bry, pero no le digas nada a Curtis, no por ahora —dijo con miedo.
—¿Por qué? Sabes que tarde o temprano se va a dar cuenta de lo que pasa, no le vas a poder ocultar esto por mucho tiempo —suspiró —. Pronto se va a notar que estás embarazada, Thea —levantó la mirada hacia mí y se mordió el labio.
—Lo sé —murmuró trémula.
—¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de lo que pueda decir Curtis? —negó.
—Tengo miedo de lo que puedan decir mis padres —de nuevo sus ojos se llenaron de lágrimas —. Tengo que hablar con ellos también.
—Yo voy a estar contigo, eres la mejor amiga de Bryony, eres mi amiga también —cogí sus manos y las apreté con delicadeza —. Aquí voy a estar para ti.
—Gracias Caden. Eres tan dulce, ahora entiendo porque mi amiga te ama tanto —sonreí feliz.
—Solo quiero verte bien, Thea. ¿Ya pensaste que nombre le quieres poner? Será niño —se limpió debajo de los ojos.
—Aún no, me gustaría hablar esto con Curtis. No puedo creer que será un niño.
—Pero lo será —asintió —. Y tienes que hablar con Curtis, tendrán un lobito —le di un golpecito en la punta de la nariz la cual arrugó.
—Ya sé —sonrió un poco más feliz.
—Ahí viene —me erguí y solté las manos de Thea que intentó parecer cómo si nada estuviera pasando.
—Té para ti —le entregó su vaso con té a Thea —. Y café negro para ti —Curtis me entregó el vaso que acepté gustoso. Se sentó al lado de Thea y nos miró a ambos —. ¿Qué pasa?
Este hombre era muy perceptivo y nada se le escapaba.
—No pasa nada, lobito —se deslizó para dejar un casto beso sobre sus labios —. Cuando terminen las clases podemos ir por una hamburguesa, se me antoja una con mucho queso y papas —hasta a mí se me hizo agua la boca.
—Por mí sí —les dije.
—Lo que tú quieras, amor —respondió Curtis.
Que envidia.
Pero era envidia de la buena, los dos se veían tan bien juntos que sentía un poco de tristeza por estar solo.
El día se me pasó tan lento cómo jamás me había sucedido, se sintió pesado, triste y gris. Al mediodía el sol se metió y las nubes grises le dieron paso, quizá iba a llover o solo estaría nublado todo el día.
No presté atención a casi nada de lo que dijeron los profesores, solo podía imaginar a Bryony andando por ahí con esa bonita sonrisa en los labios. La veía en todos lados pero ella no estaba en ninguno de ellos. Me sentía estúpido por encontrarme en esta patética situación, tenía que hacer más soportable el hecho de que ella no iba a regresar pronto, lo haría pero no ahora.
Cuando las clases terminaron fuimos a un pequeño restaurante que quedaba cerca de la universidad, Thea estaba ansiosa por comer una gran hamburguesa, eran los antojos del embarazo. Así que cuando llegamos pidió su hamburguesa, una malteada, papas y jugo.
—Yo sé que cuando Bry regrese será cómo una diosa —me echó una papa frita a la boca.
—Thea —le pidió Curtis, su mirada le pedía ya no hablar de su mejor amiga.
—¿Qué? ¿No quieres que hable de Bry? —me preguntó.
—Hazlo, a mí me gusta escuchar todo lo que tiene que ver con ella —sonreí.
—Eres tan dulce —puso una mano en mi brazo.
—Bueno, Bry siempre ha sido diferente, me refiero a las brujas. A veces decía que había algo dentro de ella que no era normal, decía que no pertenecía aquí, ahora sé a que se refería —la mirada de Thea se quedó fija en un punto sobre la mesa —. Yo siempre la quise así cómo era, diferente, rara a la vez. Es mi mejor amiga.
Levantó la cabeza y frunció el ceño. Curtis y yo seguimos la dirección a la que miraba.
—¿Quién es ella? —preguntó Thea —. Ella no es buena.
Maldita sea, Heike.
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