Capítulo 20 🗡️
Caden
Bryony se metió a bañar mientras esperaba sentado en la cama, tenía las manos en la orilla del colchón, miraba el suelo esperando que esto fuera nada más una pesadilla, no quería que se fuera, no quería quedarme solo de nuevo. Con ella me sentía tan bien, completo y podía ser yo sin temor a ser juzgado o que alguien me mirara mal. Ahora entendía porque era mi alma gemela, podía ser tan cruel cómo lo era yo. La amaba por eso y más, era el amor de mi vida y sin ella...sin ella yo no era nada, no era nadie.
—Ya estoy lista —salió del baño ya cambiada.
—No quiero que te vayas —me puse de pie y cogí la mochila antes de que ella lo hiciera.
—No será por mucho tiempo —musitó. Se acercó peligrosamente y me besó, lo hizo sin piedad ni compasión, me estaba matando. Metía su lengua en mi boca sin pudor, lamía y mordía mis labios. Jadeé y nos separamos. Me estaba torturando.
—No sigas sino no te voy a dejar ir —acomodé la mochila sobre mi hombro y sonrió perversamente.
—Vampirito —una sonrisa de lado se dibujó en sus labios.
—Sexy y aterradora demonio —se pasó la lengua por los labios.
—Piensa en mí —le di un toquecito en la frente con mi dedo índice.
—Cada noche y cada día —dejó un beso en la punta de mi nariz y se encaminó hacia la puerta, la abrió y salió de la habitación.
La seguí de cerca y bajamos las escaleras, la puerta estaba abierta y afuera estaban Morgan, Camille y Bastian. Salí detrás de Bryony y me detuve cuando vi a Lucifer en medio del patio, tenía los brazos cruzados y esperaba impaciente a su sobrina.
En aquel momento Thea y Curtis aparecieron en la casa, la pelirroja corrió hacia su mejor amiga. No dijeron nada, solo se abrazaron y fue Thea quien se echó a llorar al ver que su amiga se iba.
—Yo le llame —admití y se separaron —. Lo siento —me encogí de hombros.
—Gracias —dijo Bryony.
—Te voy a extrañar —le dijo Thea —. Te voy a extrañar mucho —suspiró y siguió llorando.
—Y yo a ti —cogió sus manos —. Thea, felicidades, serás mamá de un hermoso niño —le dijo Bryony a Thea en su cabeza.
Los ojos marrones de Thea se abrieron grandes y derramó un par de lágrimas.
—¿En serio?
—Sí —sonrió mi brujita.
Se separaron y Bryony miró a todos.
—Lo cuidan, eh —les dijo a Bastian, Morgan y Camille.
—No dudes eso —dijo Camille que tenía abrazada a Morgan.
Se giró hacia mí y le entregué la mochila que se acomodó en los hombros.
—Cada día que pase sin ti será una tortura —mi voz salió en un hilo.
—Te voy a recompensar por eso —se puso de puntitas para dejar un casto beso sobre mis labios. Al separarse sentí el abandono en todo mi ser, se sentía frío y desolado.
—Cuídate mucho —le pidió a Thea —. Cuidala mucho, lobito —lo señaló —. Por favor.
—Nunca dudes eso, Bryony. Cuídate tú también —le sonrió.
Se giró hacia Lucifer y caminó hacia él, en ese momento abrió una especie de portal de color rojo, eran cómo chispas que giraban cómo las manecillas del reloj. Bryony lo miró con duda, temerosa de lo que pudiera encontrar del otro lado.
—Todo es seguro —le dijo Lucifer. Me miró por encima de su hombro y sonrió por última vez, dio un paso dentro y desapareció ante mis ojos. Lucifer hizo un asentimiento y entró a ese portal para desaparecer también. El portal se cerró y solté un suspiro.
—Todo va a estar bien, hijo —Bastian apretó mi brazo y entró a la casa.
—No te vamos a dejar solo, Caden —Morgan y Camille pasaron a mi lado.
Era grandioso que ellos estuvieran aquí para mí, pero lo que yo quería en este momento era estar solo y no saber nada de nadie, ni siquiera pensaba en asistir a la universidad si ella no estaba aquí. Dependía de ella para poder vivir.
Bryony
Al cruzar el portal que Lucifer había abierto todo fue de color negro, era cómo un gran agujero negro que me estaba tragando por completo. Después todo pasó a ser luz solamente, salí de aquel lugar y me detuve de golpe cuando frente a mí vi a dos grandes perros negros, con orejas puntiagudas.
—Dios —jadeé al analizar bien a los dos animales. Nunca había visto una raza así de grande, eran cómo dos doberman pero mucho más grandes y completamente negros. Tenían grandes y filosos colmillos que podía desgarrar lo que sea.
—Black, Sirius —dijo Lucifer detrás de mí —. Calma —los dos perros se sentaron y Lucifer pasó a su lado —. No te van a hacer nada, Bryony —se giró hacia mí.
Miré detrás de él y todo el lugar era hermoso, árboles gigantes por todo los alrededores, un gran río con agua transparente, a los lejos se podían ver las montañas cubiertas de nieve, todo era de color verde. Más cerca alcancé a ver una pequeña cabaña de madera, era de dos pisos.
—¿Qué es este lugar? —Lucifer se giró y empezó a caminar con Black y Sirius a cada lado —. ¿Estamos en la tierra?
—No, no estamos en la tierra. Este es un nuevo mundo que yo creé hace mucho. Hace cientos de años.
—¿Tú solo creaste esto? —miraba el lugar estupefacta. Todo aquí era perfecto.
—Así es. No solo mi padre tiene el poder de crear a su imagen y semejanza.
"A su imagen y semejanza" Aquellas palabras se quedaron grabadas en mi cabeza.
—¿Y cuánto tiempo te tomó crear este mundo?
—Meses, es más complicado de lo que parece pero mira este lugar —me miró de reojo. Iba un poco alejada de él ya que uno de sus perros iba a su lado y temía que me fuera a morder una mano.
—Es hermoso, casi perfecto —Lucifer me dio la razón.
—Sí, casi perfecto —seguimos caminando.
Subió los dos escalones y se detuvo frente a la puerta que abrió, se hizo a un lado para que pasara. Al entrar miré la cabaña que era mucho más grande por dentro, a mi lado izquierdo había una sala, en medio unas escaleras y a mi lado derecho estaba la cocina y el comedor.
—Bienvenida, Bryony —cerró la puerta y los dos canes fueron a la sala, uno en cada sofá.
—Gracias —me quité la mochila y la dejé al lado de las escaleras.
—Esto es lo que debes saber de este lugar: no hay energía eléctrica pero la magia nos ayuda con eso, no hay televisión, wifi ni nada de eso. Sé que te puedes aburrir pero te aseguro que con las palizas que te voy a dar cada día vas a caer tan cansada que ni cuenta te vas a dar de que no puedes ver series o películas.
—Gracias por ser tan sincero —ironicé y sonrió. Fue una dulce sonrisa, la de un padre hacia su hija. Me hubiera gustado más que Lucifer fuera mi padre y no Belial.
—Al salir de aquí serás más fuerte, poderosa, astuta y valiente, más valiente de lo que ya eres. Te prometo que tu estancia en este lugar no será una pérdida de tiempo, valdrá la pena cada segundo, lo juro —aseguró y le creí —. Puedes preguntarme lo que sea —fuimos hacia la cocina.
—¿Hay más mundos cómo este? Una vez me dijiste que existe el Pandemonium —asintió.
—Hay más mundos cómo este —jaló una silla y esperó que me sentara para ir hacia el otro lado y coger asiento también —. Algunos así, otros peores, otros mucho mejor —eso me sorprendió —. No sé si mis hermanos han creado más mundos pero no dudo que sea así.
—¿Algún día me vas a llevar al infierno? —subí mis manos a la mesa.
—¿Quieres ir? —asentí —. ¿Por qué?
—Me gustaría conocerlo pero no quedarme ahí —Lucifer sonrió divertido.
—Te puedo llevar cómo una proyección porque no podemos ir a ese lugar, alguien te puede ver y aquello no será bueno. Alguien le puede decir a Belial y ahí sí podemos tener problemas.
—Me parece perfecto —sonreí.
—¿Algo más que quieras saber? —me quedé pensando y sí, tenía muchas preguntas pero no sabía por donde empezar —. Vamos, yo sé que tienes muchas preguntas.
—¿Tienes hijos? No me refiero a hijos demonios, hijos cómo yo, creados por la pasión carnal y el deseo.
—Sí, tengo un hijo. Su nombre es Caine...
—Espera —lo detuve —. ¿Tu hijo se llama Caine? —parpadeé —. ¿Quien le pone a su hijo Caine? Es parecido a Caín.
—Caín era mi hijo —me fui para atrás cuando dijo aquellas palabras.
—¿¡Qué!? No.Lo.Puedo.Creer —me acerqué a la mesa para subir mis codos de nuevo.
—Pues créelo porque es cierto, Caín era mi hijo.
—¿Pero cómo? —enarcó una ceja.
—¿En serio quieres saber cómo? —ladeó la cabeza.
—Sí sé cómo pero no entiendo...Caín y Abel eran mellizos, no sé —moví las manos frente a mí, exagerando el gesto —. ¿Cómo?
—Lilith tuvo relaciones sexuales conmigo, después fue con el estúpido de Adán y folló con él, un hijo mío y otro de ese bastardo, el hijo casi favorito de mi padre —espetó y rodó los ojos.
—No entiendo algo, ¿si Caine es tu hijo por qué está en el infierno? ¿No se merecía algo mejor por ser el hijo de Lucifer? —enarqué una ceja.
—Es el ciclo de la vida, Bryony, haces cosas buenas y vas al cielo, haces cosas malas y vas al infierno.
—Pero es tu hijo, tu hijo —insistí.
—Él no está en el infierno como tal —enarqué una ceja —. Sí, también me vas a preguntar de eso —suspiró y se dejó caer en el respaldo de la silla —. Eres muy curiosa, niña.
—Tendrás que lidiar con eso, Lucifer —me crucé de brazos y una sonrisa traviesa surcó sus labios.
—Caine no puede estar en el infierno, su poder es mucho. Es hijo de dos demonios muy poderosos, siempre fue muy inestable y por ende hacía todo lo que quería. Él destruyó todo un mundo porque así lo quiso, mató a muchos seres sobrenaturales y mi padre me dio una advertencia, o lo destruía para siempre o lo encerraba en algún lugar donde no hiciera daño.
—Hiciste lo segundo. Claro, no ibas a destruir a tu único hijo —él asintió.
—Mi único hijo, Bryony, tenía que protegerlo de él —suspiró —. Por eso Lilith se fue, me odia y la entiendo.
—¿Y dónde está ella?
—No sé, hace mucho que se fue y no sé nada de ella. No sé si está en la tierra o creó un mundo donde ella es la reina, pero conociéndola cómo la conozco supongo que sí, es la reina de su propio mundo.
Una sonrisa triste surcó sus labios, cómo si se hubiera acordado de algo en aquel momento.
—¿Y dónde está Caine? —pregunté con curiosidad.
—En el abismo —enarqué una ceja ante su declaración —. Después te voy a decir cómo es ese lugar —se formó un silencio entre los dos donde solo podíamos escuchar nuestras respiraciones y el viento chocando contra las paredes de madera de la casa.
—¿Hay algo más que me quieras decir?
—Muchas cosas, pero por ahora seré mejor no agobiarte con tanta información —me acerqué a la mesa y puse mis manos encima de la madera —. Lo que sea que me vayas a preguntar hazlo ahora.
—¿Por qué haces esto? ¿Por qué parece que me conoces de hace mucho cuando nos hemos visto tan pocas veces?
—Me recuerdas tanto a Caine, él tampoco entendía sus poderes, toda la destrucción que estos podían dejar atrás. Caine también tuvo que lidiar con el hecho de no saber mucho de sí, cometió error tras error pero cuando supo cual era todo su potencial explotó. Se convirtió en un asesino a sangre fría, mataba por placer y destruyó todo un mundo lleno de especies magníficas —suspiró —. Lo que no pude hacer por él lo quiero hacer por ti.
»Te conozco más de lo que tú crees, te he vigilado desde el momento que Belial me dijo que sería padre. Me hubiera gustado acercarme a ti antes pero no sabía cómo podía reaccionar tu madre. Pero aquí estoy, Bryony, para ayudarte a entender este gran poder que yace en tus manos.
Sus palabras eran sinceras y llegaron a lo más profundo de mi ser.
—Gracias, Lucifer, por todo.
—De nada, Bryony.
Escuché que la puerta se abrió y miré hacia esta, al girar la cabeza mis labios se ensancharon en una sonrisa y me puse de pie para abrazar a Eamon que me devolvió el abrazo de inmediato.
—Eamon —casi me echo a llorar —. Estás aquí, ¿cómo es que estás aquí?
—Eamon es mi infiltrado con tu padre —eso explicaba muchas cosas —. Desde hace mucho trabaja para mí y me dice todo lo que Belial hace.
Me separé de él.
—¿Por qué no me dijiste nada? —inquirí.
—No podía hacerlo, Lucifer me advirtió que lo mejor es que no supieras nada —se encogió de hombros —. Lo siento —cogió mis manos entre las suyas.
—No te preocupes —sonreí feliz al saber que no me encontraba tan sola.
—Me imagino que Belial ya se dio cuenta que ya no estás de su lado —Eamon suspiró. Soltó mis manos y me giré hacia Lucifer que seguía sentado en la silla.
—Va a querer matarme —dijo con miedo —. Pero no me importa —me miró de reojo —. No me importa nada.
Lucifer se puso de pie.
—Hay muchas cosas que hacer —nos dijo a ambos —. Tú tienes que ayudar a Bryony, eres el único que puede soportar todo el dolor que ella pueda ejercer en ti —Eamon asintió —. Llévala a la que será su habitación.
Ordenó e Eamon obedeció sin rechistar.
Fue hacia las escaleras donde había dejado la mochila, la cogió y empezó a subir, lo seguí de cerca mirando por última vez a Lucifer que de nuevo se dejaba caer en la silla.
—¿Dónde estabas? —terminamos de subir. Eamon giró hacia la derecha y seguí sus pasos.
—Fui a dar una vuelta, Lucifer dijo que lo mejor era que no estuviera aquí cuando llegaras —asentí sin decir nada.
Al final del pasillo había una puerta donde Eamon se detuvo, empujó esta y se hizo a un lado para dejarme pasar. La habitación era pequeña, solo había una cama, una mesa al lado y enfrente un closet, en una esquina otra puerta que me imagino era el baño.
—Tú sabías todo esto y no me dijiste nada —me sentía dolida —. ¿Por qué?
—Era lo mejor —entró a la habitación y dejó la mochila encima de la cama —. No podías saber nada de esto. Belial no puede saber de este mundo sino hará cualquier cosa para destruirlo y esto es lo único que Lucifer tiene que es suyo.
Pasé saliva.
—Entiendo —me dejé caer en la cama —. Me hubiera gustado que Caden esté aquí —sentí un dolor ya conocido que me atenazaba la piel.
—Lo mejor es que no, no sabemos que tanto daño puedas hacer. Lo que Lucifer quiere es que saques todo lo malo que hay dentro de ti y sea un balance perfecto con la divinidad que hay en ti.
—¿Divinidad? ¿Crees que todavía tengo aunque sea un pizca de eso? —Eamon se sentó a mi lado.
—Lucifer cree que sí y si él dice que sí es por algo —levantó un dedo —. Creo que te tiene cariño y no solo porque eres la hija de su hermano, te ha visto crecer. Ha estado detrás de ti desde que supo de tu existencia.
—¿Te digo algo? —asintió —. Me hubiera gustado más que Lucifer sea mi padre que Belial, él solo ha traído desgracia a mi vida, dolor y maldad.
Eamon puso una mano encima de la mía.
—No es tu padre de sangre pero puede serlo, él también está dolido por lo de su hijo.
—Sí, eso pude notar —suspiré —. ¿Y cómo es este lugar? —quise cambiar de tema porque el ambiente ya era de por sí deprimente.
—Tienes que verlo, te va a gustar. Todo lo que hay aquí es impresionante.
Se puso de pie y miró por la ventana.
—Que bueno que estás aquí, Bryony —dijo genuino.
Una parte de mí también estaba feliz por estar aquí pero otra solo quería regresar a casa con él. Estar en este momento a su lado y olvidarnos de todo lo que había pasado últimamente. Quería que los últimos días de mi existencia fueran a su lado, para amarlo como él se merecía pero tenía que hacer esto para estar juntos de nuevo. Aunque solo fuera por un periodo corto.
Camille
Era tan deprimente ver a Caden así. Bryony se había ido apenas horas atrás y él no quería hacer nada, no quería salir, ni siquiera quería salir de su habitación. Nunca lo había visto así, tan decaído y triste. Pero era entendible ya que para él Bryony era todo lo que tenía. Esperó por ella cien años y ahora no sabía cuando la iba a ver.
La noche había caído y Bastian no estaba, me imagino que rondaba la casa de su amada Adele, la única mujer a la que ha amado tan intensamente que su muerte dejó un gran vacío en él.
Esto era una mierda total, todo se estaba cayendo a pedazos y no sabíamos cómo resolver todo esto, lo único que podíamos hacer era esperar y yo odiaba eso.
—¿En qué tanto piensas? —Morgan estaba a mi lado, me tenía abrazada a ella y joder, cómo amaba estar así las dos.
Nos olvidábamos de todo lo que pasaba afuera y nos concentrabamos nada más en lo que sentíamos por la otra. La amaba, la amaba tanto que a veces dolía la manera en que se sentía esto. Era un amor fuerte y pasional, pero también era lo más real que yo tenía desde hace mucho.
—En Caden y Bastian —bajé la mirada hacia mi pequeña rubia. Sus hermosos y grandes ojos no dejaban de mirarme, sus labios se encontraban entreabiertos y su cabello rubio estaba desparramado por toda la almohada. La televisión estaba encendida pero solo ella la estaba mirando ya que yo me encontraba ensimismada en mis pensamientos.
—Los dos están mal —asentí. Ella tenía razón —. No me gusta verlos así, pero pronto se les va a pasar.
—Espero que tengas razón, pequeña rubia —en sus labios se desplegó una bonita sonrisa y no pude evitar mirarla más de la cuenta.
¿Qué demonios me había hecho que me tenía embrujada?
—¿Por qué bloqueas tus pensamientos de mí? —se separó y se acostó boca abajo, frunció el ceño —. ¿Qué tanto piensas que no quieres que sepa?
—Si supieras todo lo que pienso de ti te daría miedo —me acerqué más a ella —. Recuerda que yo soy la cazadora y tú mi pequeña presa, a la que puedo devorar cuando yo quiera.
Se pasó la lengua por los labios en un tentador movimiento que me caló los huesos y la piel.
—No hagas eso —le pedí pero ella hizo caso omiso a mis advertencias. Se acercó más, tanto que nuestros labios se rozaban.
—¿Sino qué? —estaba jugando con fuego —. ¿Qué me harás Camille?
Puse dos dedos bajo su bonita y comestible barbilla.
—Te haré gemir y gritar mi nombre —no lo dudé tanto y apreté mis labios a los suyos en un voraz beso que me estaba quemando por dentro.
Joder. Cómo amaba besarla, sus labios y boca tenían un rico sabor a cerezas, su piel olía a frutas y toda ella era un manjar que no me cansaba de probar. Metí mi lengua en su boca y mordí sus labios más de una vez haciéndola sangrar. Lamí la sangre de sus labios limpiando cada gota de esta.
—¿Me amas? —preguntó sobre mis labios, sintiendo el rico cosquilleo que dejaban sus palabras.
—Te amo tanto que no podría vivir sin ti —escuché una tierna sonrisa brotar de su garganta.
—Entonces follame cómo solo tú sabes —no tuvo que decir más porque en menos de un parpadeo la tenía debajo de mí y yo a horcajadas sobre su delgado y bien formado cuerpo.
Mis manos bajaron por sus senos hasta llegar a sus costillas, con los dedos tiré de la blusa que llevaba puesta, arrojé el pedazo de tela al suelo y me deleité mirando sus bonitos senos, sus pezones eran un poco rozados, suaves y pequeños. Llevé mi boca hasta ellos y mis labios se asieron a estos, los chupé, lamí y succioné. Mi lengua se paseaba de un lado al otro de arriba abajo. Eran perfectos, del tamaño adecuado para que mi mano los amasara y mis dedos pellizcaban sin hacerle daño. Morgan jadeó y se llevó los cobertores entre sus dedos largos.
—Joder —se mordió el labio.
Empecé a bajar por el valle de sus senos, me detenía por ratos para dejar marcas visibles en su pálida piel. Seguí bajando hasta llegar a su ombligo que acaricie con la yema de mi dedo índice, avancé hasta llegar a la tela de los jeans que cubrían sus piernas, con calma le quité el botón y bajé la cremallera. Ella mantenía los ojos cerrados mientras tiraba de la tela dejando al descubierto sus bonitas piernas. Flexione sus rodillas y fui dejando besos cortos por toda su piel, lamí sus muslos, los mordí y enterraba mis dedos en su carne. Al llegar a su intimidad me tomé el tiempo para con mis dedos acariciar alrededor, estaba bien depilada. Mi dedo pulgar presiona su clítoris mientras con mi lengua lamía sus labios.
—Camille —jadeó mi nombre entre dientes —. Me estás matando —me incorporé y fui al closet a buscar uno de los consoladores que teníamos ahí y con los que jugábamos las dos.
Regresé a la posición anterior pero esta vez jalé sus tobillos hasta que su culo quedó en la orilla del colchón. Puse la punta del consolodor en su entrada y lo deslicé dentro para empezar a abrir sus paredes, me incorporé y con mi mano amase uno de sus senos que no dudé en lamer y morder.
—Sabes tan bien —sentía la lubricación de Morgan mojar mis dedos cuando metía más el consolador y lo movía dentro de ella. Lo sacaba solo lo necesario para que la punta quedara dentro y lo volvía a meter lo más que podía, arqueaba la espalda, se mordía los labios y echaba la cabeza hacia atrás.
—Me gusta más tu boca —admitió y dejé al lado el pedazo de plástico para con mi boca atacar su intimidad que estaba húmeda y caliente. Abría sus labios con mis dedos y mi lengua se deslizaba de arriba abajo, de un lado al otro —. Así, joder —gimió.
Me puse de pie y esta vez fueron mis dedos los que entraron en ella mientras la besaba sin compasión y pellizcaba sus pezones con mis dedos.
—Mírame Morgan —le exigí —. Quiero que me mires cuando te corras.
Abrió los ojos y puso sus manos en mis brazos enterrando sus dedos en mi piel.
Hundía mis dedos en su intimidad sin piedad y los movía dentro sin hacerle daño.
—Joder, joder —jadeó y se apretó en torno a mis dedos —. Ah —gimió mordiéndose el labio sin dejar de mirarme.
Se corrió en mis dedos, estaba caliente y pegajoso. Sus piernas parecían gelatina, las dejó caer y se estremeció bajo de mi cuerpo. Me gustaba verla así, tan vulnerable, con sus mejillas rosadas, el cabello esparcido por toda la cama, su pecho subía y bajaba.
—Te amo —apreté mis labios a los suyos y metí mi lengua en su boca mientras salía de su interior.
—Tú me das los mejores orgasmos de todos —admitió.
—Sabes que solo yo lo puedo hacer —me separé de ella y fui al baño.
—No sé que diría mi madre si sabe que tengo sexo con un vampiro —me lavé las manos y las sequé con la toalla que estaba al lado del fregadero.
—Que puede decir. Mejor que no diga nada, tú eres feliz y eso es lo único que importa —al salir del baño Morgan se estaba poniendo la blusa y debajo no había nada, alcancé a ver sus senos.
—No creo que se enoje pero no se lo espera —me acerqué a la cama y me acosté a su lado. De la parte de abajo no tenía nada puesto y eso era tentador para mí.
—No importa lo que digan los demás —cogí su mano —. Solo importa lo que sentimos tú y yo —asintió y dejó un beso sobre mis labios —. Besas tan bien —sonrió con pena.
—Me encantas, Camille Callen —se puso a horcajadas encima de mí —. Me gusta todo de ti, me vuelves loca —se acercó para besarme pero esta vez de una manera más salvaje y pasional —. No quiero una vida sin ti.
Se quiso acercar de nuevo pero la detuve levantando la mano a la altura de su bonito rostro. Morgan frunció el ceño a la vez que yo miraba hacia la puerta de la habitación, la quité de encima y cayó a un lado.
—Vístete —cogí sus bragas y los jeans, los dejé encima de la cama.
—¿Qué pasa? —salió de la cama y se empezó a vestir de la parte de abajo.
—Esa maldita perra alemana —espeté.
—Camille, ¿qué pasa? ¿De quién hablas? —me giré hacia ella.
Se vestía rápidamente.
—Heike —estaba confundida.
—¿Heike? ¿Quién es esa?
—Una ex novia de Caden. Maldita sea.
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