Capítulo 2 🗡️
Bryony
Las ganas de dormir eran una constante últimamente en mi vida pero así como aparecía así se esfumaba también. Quería por una sola noche poder dormir en paz sin que las pesadillas se hicieran presente y me atormentaran a tal punto de despertar muchas veces gritando, con la garganta seca y sudando por tales escenas que se me presentaban en mis sueños.
Él siempre estaba ahí, en cada escenario, en cada imagen, me atormentaba, se apoderaba de la poca bondad que todavía yacía en mi interior. Quería llevarme al límite, quería demostrar que siempre tuvo la razón y que yo no era buena, que cómo él lo dijo, había algo sucio pudriéndose dentro de mí. Belial era el causante de mi insomnio y de todo lo malo que estaba pasando en mi vida. Era un mentiroso corrupto que se las gastaba jugando sucio para conseguir lo que quería y ahora meterse en mi cabeza era divertido para él. Atormentarme para explotar, para que probara la oscuridad que tanto quería salir pero que muy firmemente detenía a cómo diera lugar. No quería probar ni una pizca de esta porque sabía que cuando lo hiciera no habría vuelta atrás.
Miré la ventana dándome cuenta que el viento soplaba sigiloso moviendo las ramas de los árboles, de un lado al otro, de un lado al otro. Al coger mi móvil y mirar la pantalla eran las tres de la mañana, en punto.
—Como todas las noches, padre —dejé el móvil en su lugar y resoplé. No tenía caso dormir de nuevo o siquiera intentarlo, era tan estúpido hacerlo cuando sabía perfectamente que si cerraba los ojos mis pesadillas iban a regresar con mucha más intensidad.
Salí de la cama y me puse un suéter ya que la noche era fría. Abrí la puerta de la habitación y miré el pasillo, a estas horas de la madrugada estaba solo y no había nadie fuera de sus habitaciones, hasta el desalmado de Bór dormía plácidamente en su cama. Avancé por el pasillo hasta bajar las escaleras y fui a la cocina, ahí busqué un vaso y me serví un poco de agua, tenía la garganta tan seca que el primer sorbo no me fue suficiente para calmar esta sed que me estaba consumiendo. Después de unos minutos dejé el vaso dentro del fregadero y salí de la cocina.
Al salir de la cocina miré mi entorno y seguí mis pasos, en ese momento no pensaba en lo que había pasado horas atrás, solo quería verlo, saber cómo estaba después de lo que pasó y lo que le hice, pero que bien merecido se tenía por hablarme de la manera en la que lo hizo. A veces podía llegar a ser un idiota y yo una malvada sin compasión.
Al llegar frente a la reja lo vi sentado arriba de la cama con las piernas cruzadas. Las cadenas apresaban sus piernas y sus manos, estas tenían un hechizo para que no pudiera usar sus poderes de vampiro, mucho menos de demonio, que eran hasta ahora mucho más letales que los de vampiro. Era más poderoso, tanto que pasamos un mes siguiendo sus pasos dando vueltas alrededor de él, le gustaba jugar con nosotros.
—Parece que te gusta sufrir —musitó sin mirarme a los ojos —. ¿Es que acaso eres sadomasoquista? —arrastró su fría mirada hasta mí —. ¿Es eso? —enarcó una ceja.
—¿Tú no duermes? —le pregunté ignorando su última pregunta.
—No tengo porqué hacerlo —regresó la mirada a sus manos.
—Yo...lamento lo que pasó hace rato —una sutil sonrisa burlona salió de su boca.
—No lo sientes, lo sabes.
—Es cierto —admití sin pena alguna.
—No tienes porque inventar tontas excusas para venir a verme. Si quieres estar aquí, conmigo, solo ven y ya. No vengas a decirme que lo sientes cuando sabes que no es cierto, lo vi en tus ojos, disfrutaste lastimarme.
—Es verdad, lo disfruté.
Sonrió de nuevo un poco más divertido.
—Podemos disfrutar mucho más —se puso de pie y las cadenas se estrellaron contra el suelo. Tan solo tuvo que dar un par de pasos hasta quedar frente a mí —. Sabemos que vienes aquí solo por verme —me quedé en mi lugar porque sí, había algo enfermo dentro de mí que me pedía acercarme a él y observar detenidamente hasta saciarme de él.
—Tú no eres él —le recordé. Con ambas manos cogió los barrotes.
—Ya sabemos eso, yo soy mucho mejor que él —ahora fui yo la que se rio de manera burlona y negué con la cabeza.
—Eso nunca, ni en tus mejores sueños.
—Mis sueños son sobre ti, debajo de mí —fruncí el ceño al escucharlo decir esto.
—No uses sus frases —espeté —. Tú no eres él y nunca serás él —dije seria.
—Vamos, brujita, ambos sabemos que estás aquí porque lo extrañas, quieres que regrese a tu lado porque sabes que nadie te ha dado mejor sexo cómo lo ha hecho él, pero nunca has estado conmigo.
—Y tampoco estaré contigo, jamás —mascullé. Esta conversación se estaba saliendo de contexto.
—Podemos divertirnos —sus mirada era oscura —. Mi cama está fría y tú puedes calentarla —su voz se escuchó dura y demandante.
—No sabes cómo voy a disfrutar cuando Caden se apodere de ti y no seas nada más que un vago recuerdo, una mala experiencia en su vida —se rio de lo que dije.
—No importa que hagan el estúpido ritual ese, yo siempre voy a ser parte de él. No me van a poder desterrar del todo de sí, porque habrá algo de mí en él y cada que lo veas te vas a acordar de todo lo que hice usando su cuerpo. Cada que lo mires tendrás presente la cantidad de personas a las que maté, la sangre que fue derramada por estas manos y te dará asco tocarlo —miré sus manos. Sus nudillos estaban blancos por la presión que ejercía —. No podrás vivir en paz sabiendo que él mató y más que nada que lo disfrutó.
—Cierra la boca sucio demonio —espeté.
—Sabes mejor que yo que este sucio demonio te atrae más de lo que te gustaría y te odias por eso, porque tú estás igual de enferma que yo. No eres buena, Bryony, ahí —con su dedo señaló en medio de mi pecho —. Ahí hay maldad y oscuridad, una oscuridad tan poderosa que mata todo lo que toca.
—No digas eso —dije seria.
—No te gusta que te diga la verdad porque es cierto. Tú matas todo lo que tocas, todo se muere a tu alrededor y el día que explotes todos van a arder contigo. No eres más que una mala semilla que está creciendo y cada día se hace más poderosa.
»No eres buena y siempre aparentas que sí cuando sabes que la maldad crece más y más, es fuerte, poderosa y puede arrasar con todo. Todos los que están a tu lado corren peligro, Caden más que nadie y aún así te empeñas en mantenerlo a tu lado ¿Por qué? No entiendo ese afán tuyo por quererlo junto a ti cuando sabes, perfectamente que vas a terminar por destruirlo.
—Cállate —mascullé. En este punto quería sofocarlo, matarlo, hacerlo callar. Pero si explotaba le estaría dando toda la razón y eso es lo que menos quería.
—¿No te gusta que te diga la verdad? —ladeó la cabeza —. Eres hierba mala.
—Puedes decir todo lo que quieras pero tienes las horas contadas, habla ahora que puedes porque en cuanto hagamos ese ritual dejarás de ser una molestia y pasarás a ser nada. Nadie se va a acordar de ti, no significas nada, para nadie —en sus labios se desplegó una sonrisa de lado.
—Para Caden siempre seré algo, aunque te molestes siempre habrá algo de mí dentro de él y ni tú ni nadie podrá borrar eso. Pero podemos hacer una excepción.
—No te voy a entregar nada de mí —acomodé el suéter sobre mis hombros —. Nunca te daré nada.
—Me has dado mucho, pequeña bruja. Nos has dado mucho.
—Tú no eres él —repetí molesta —. Tú no eres mi Caden.
—Bruja tonta, soy mucho mejor que él.
—Ni tú te crees esas palabras —me mofé de él —. Disfruta todo lo que puedas sucio demonio, tus horas están contadas.
Me di la vuelta sobre mis pies y empecé a caminar hacia la salida mientras él se reía de mí, de lo que había dicho y de cada palabra que salió de mi boca. Lo odiaba. Osaba mofarse de mí cuando sabía perfectamente que podía desterrarlo al infierno de donde había salido, pero no le iba a dar el gusto de verme sufrir, lo hice por tantos días cuando desapareció que me sumí en un agujero profundo del que no quería salir. Pero salí y aquí estaba, más fuerte que nunca, dispuesta a traer conmigo a Caden y desterrar a mi padre a las profundidades del averno donde nadie lo iba a recordar jamás.
Subí las escaleras y al empujar la puerta me topé de frente con Bór, quien al verme enarcó una ceja y miró detrás de mí.
—¿Qué haces aquí? —frunció el ceño.
—¿Qué haces tú aquí? —salí por completo y pasé a su lado.
—No, no, yo fui quien preguntó primero —se giró hacia mí.
—Vine a ver que todo estuviera bien —dije seria para que Bór me creyera. Ya tenía suficiente con bloquear mis pensamientos para él porque siempre podía saber lo que estaba pensando en ese momento —. ¿Y tú qué haces aquí?
—No confío en él y lo sabes. No quiero despertar y que no esté en su celda —me miró atentamente —. ¿Te dijo algo?
—Él siempre tiene algo que decir cuando se trata de mí —resoplé —. Pero ya no me importa lo que diga, sé que ese no es Caden y cuando él regrese todo va a estar bien —llevé mis dedos al collar que Caden me regaló.
—Si quieres hablar aquí estoy —sonrió de manera dulce. Por más que me decía que Bór no era tan malo algo dentro de mí sabía que me equivocaba, Bór era malo, destila maldad por cada poro, lo veía en su mirada, esta no me podía engañar.
—Gracias, Bór —le regalé una sonrisa —. Creo que lo mejor es que me vaya a dormir —asintió con la cabeza.
—¿Todo está bien allá abajo?
—Sí, él no podrá escapar, esta vez no —cerró la puerta.
—Entonces no tiene caso que baje —empecé a caminar hacia las escaleras y él me siguió de cerca —. Esas cadenas son muy fuertes y lo van a mantener sin sus poderes.
Bór venía detrás de mí.
—No sé cómo es que se nos pudo escapar —comenté —. No fue solo una vez, fueron varias veces que se nos escapó.
—Es un demonio, Bryony, es poderoso e inteligente, más que nada. Nos tuvo todo un mes detrás de él, solo jugando con nosotros —escuché una risa de su parte.
—Es cruel...—musité terminando de subir las escaleras.
—Y le gusta —terminó él.
—Hasta mañana, Bór —le sonreí antes de darme la vuelta e ir a la habitación.
—Hasta mañana, Bryony —escuché detrás de mí.
Entré a mi habitación y cerré la puerta, me deshice de mi suéter y me metí bajo los cobertores. Solté un gran suspiro y una sonrisa se dibujó en mis labios.
—Pronto vamos a estar juntos, lo juro —miré una última vez la ventana y cerré los ojos. Había sido un largo día, lleno de muchas emociones y mañana tenía que ir a la universidad. No podía dejar mis estudios de lado, mucho menos ahora. Caden iba a regresar pronto y quería que se sienta orgulloso de mí. Todo esto era por él, para tenerlo de nuevo con nosotros.
****
Al llegar a la universidad fui antes por un café, me había tomado uno antes de salir de la mansión pero la cantidad de cafeína no era la suficiente para mantenerme despierta y de pie.
—¡Bryony! —escuché una voz masculina, conocida. Al mirar a mi alrededor me fije en aquella figura, estaba vestido de negro, cómo siempre y agitaba el brazo para llamar mi atención. Fui hacia él y me quedé de frente.
—Eamon, ayer te fuiste sin decir nada —comenté.
—Tu padre me necesitaba, quería saber si ya habían atrapado a Caden.
—¿Qué le dijiste? —bebí de mi café.
—La verdad, que lo habían atrapado, nada más. Él no debe enterarse de sus planes, aunque siendo él creo que ya sabe lo que van a hacer.
—¿Dónde está él? ¿Aquí en la tierra? —Eamon negó con la cabeza.
—Ha tenido que ir al infierno, hay asuntos que tiene que resolver y creo que hay problemas allá abajo.
—¿Problemas? ¿Qué clase de problemas puede haber en el infierno? —pregunté.
—Hay demonios que se rebelan, no todos están conformes por cómo se llevan las cosas, no todos quieren a Lucifer al mando del infierno —se encogió de hombros.
—Me imagino que mi padre es uno de esos, ¿verdad?
—Así es, tu padre es quien menos quiere a Lucifer al mando y lo ha dicho no solo una vez sino varias veces. No está conforme que los nueve hermanos se hagan cargo cuando dice que uno puede hacerlo a la perfección —explicaba sereno.
—Es un bastardo —espeté. Una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios, no le vi la gracia así que fruncí el ceño ante su atenta mirada —. ¿Qué? —mascullé
—Es curioso que digas estas cosas de tu padre, cuando fue él quien te engendró —se mantenía de brazos cruzados.
—Él solo puso el esperma para que yo naciera pero todo lo demás lo ha hecho mi madre. No lo considero mi padre y el título le queda muy grande —encogí un hombro despreocupada.
—Bueno —suspiró él —. No ha sabido ser un buen padre ni aquí ni en el infierno.
—¿Qué estás queriendo decir? —Eamon miró su entorno y después sus ojos regresaron a mí —. Eamon, dime —le exigí en un tono de voz un poco más demandante.
—No te puedo decir estas cosas aquí —sé porqué lo decía. Miré la hora en mi móvil y suspiré.
—De todos modos llego tarde a la primera clase —me acomodé la mochila sobre el hombro —. Podemos ir a tomar un café, ¿te parece? —asintió encantado.
—Vamos —me empezó a seguir hasta que llegamos a una cafetería cerca de la universidad. Eamon pidió un café y unos panecillos mientras que yo solo pedí unas galletas.
—Ahora sí, dime todo lo que sepas de Belial —subí los codos a la mesa y esperé que Eamon hablara de una vez por todas. Imitó mi gesto y también subió los codos.
—No sé si sepas pero cada uno de los gobernantes del infierno tiene a su cargo varias legiones de demonios que les sirven y les son fiel, son capaces de lo que sea por su príncipe, lo que ellos nos pidan nosotros debemos obedecer. Si es necesario debemos dar nuestra vida para que nuestro gobernante salga vivo de las batallas.
»Cada uno de los príncipe nos creó con sus manos, así que somos suyos hasta que ellos decidan si les servimos o ya no. Si uno de nosotros desobedece nos pueden convertir en arcilla, que es de donde provenimos.
La joven que atiende nuestro pedido interrumpió para dejar frente a Eamon una humeante taza de café, sus panecillos y mis galletas. Al irse regresé la mirada hacia Eamon.
—¿Y qué pasa si se deshace de ti? —movía la cuchara dentro de la taza.
—Nada, solo dejamos de existir y ya, es cómo si nunca hubiéramos nacido.
—Pero tú eres diferente, ¿no es así? —entorné mis ojos en él.
—¿Por qué lo dices? —preguntó con curiosidad.
—Porque lo siento, no eres como Morgan, aunque ella sea humana en una parte. Tú...—lo señalé por completo —. No sé, no eres como los demás.
—Tu padre me creó para cuidar de ti, me hizo especialmente para protegerte. Soy su hijo pero puedo desobedecerle —aquello sí me sorprendió un poco.
—¿Ah sí? —levanté una ceja y asintió —. ¿Y por qué ibas a desobedecer a mi padre? ¿Con qué fin?
—Con el fin de protegerte, con el fin de que seas feliz y que tu padre no te haga nada.
Bebí de mi café ante su atenta mirada.
—¿Tú te atreverías a desobedecer a mi padre por mí? ¿Por mi seguridad?
—No solo por tu seguridad, por tu felicidad, Bryony —comentó serio —. Belial no es un ser con el que puedas negociar, de alguna u otra manera va a llevarte por el camino del mal y te lo digo yo: siempre consigue lo que quiere. Convenció a Lilith para dejar a Lucifer, se metió en su cabeza tan profundo que el amor de ella pasó a segundo termino. Lo dejó, se fue y desde hace años no sabemos nada de ella. Fue cómo si la tierra se la hubiera tragado.
—¿Por qué él hizo eso? —ladeé un poco la cabeza.
—Lilith es más que la primera esposa de Adán, también es la madre de los demonios y los brujos. Al ser tan poderosa corría el riesgo de reinar junto a Lucifer, por eso tu padre hizo todo lo que pudo para que ella se fuera. Cómo te dije, no sabemos nada de ella desde hace mucho.
—¿Y Lucifer no hizo nada en contra de Belial? —Eamon negó para después darle un sorbo a su café.
—No es seguro que haya sido él quien se metió en la cabeza de Lilith para que se vaya, son solo suposiciones, pero Lucifer no puede ir en contra de uno de sus hermanos por una mujer. A fin de cuentas si ella se hubiera querido quedar lo hubiese hecho, ¿o no? —inquirió.
—Pues sí, creo que tienes razón.
—Ahora ya sabes un poco más de Belial.
—Me gustaría saber cuál es su debilidad —reí nerviosa.
—No la tiene, es un demonio, Bryony —dijo algo que era más que obvio —. No lo puedes destruir, no puedes acabar con él. Recuerda que antes de ser un demonio era un arcángel y sea cual sea el arma que uses él siempre saldrá victorioso.
—Maldito hijo de Dios —espeté apretando los puños. Parece que a Eamon le hizo gracia lo que dije porque sonrió y negó con la cabeza.
—Nunca le digas eso a ninguno de ellos o son capaces de sacarte el corazón.
—Me imagino por qué —suspiré y de nuevo me llevé el vaso con café a los labios —. Entonces no hay nada con qué matar a mi padre —sorbí lento esperando alguna respuesta de Eamon.
—Que yo sepa no, o quizá sí lo haya pero no lo sabemos. No creo que alguno de ellos quieran que sepamos que hay un arma con la que los podamos matar. No van a dejar el infierno en manos extrañas, mucho menos en las de un demonio común y corriente —una de sus comisuras se elevó.
—Son tan egoístas, tacaños, llenos de avaricia.
—Son lo peor de la existencia, Bryony, se alimentan de los pecados. Son los dueños del caos y la destrucción, no hay cómo detenerlos.
Las palabras de Eamon se incrustaron en mi ser cómo una daga que se hace paso provocando daño, no dejaba de pensar en eso, en cada una de las palabras que dijo y cómo se expresó de Belial, aunque yo lo conocía, saber un poco más de él no era malo, al contrario. Todos ellos querían el pedazo más grande del pastel y si se podía un poco más era bienvenido. Ni uno de ellos iba a dejar a cargo del otro su pedazo del infierno y me imagino que con tal de obtener más eran capaces de matarse uno al otro. A fin de cuentas todos ellos eran lo mismo: demonios corruptos.
Eamon me acompañó de regreso a la universidad y se fue para ir con Belial, ya que cómo él dijo, no quería que sospechara que estaba de mi lado solo para obtener algo de información de su parte, aunque parecía que Belial no le tenía la confianza necesaria para platicarle cada cosa que iba a hacer.
Solo esperaba que ese hijo de Dios no descubra que Eamon me daba toda la información de lo que hacía, sino era capaz de convertirlo en arcilla y que su existencia fuera borrada para siempre.
Al llegar a la universidad me encontré con Curtis y Thea, al verme vinieron hacia mí para preguntarme donde me había metido todo este tiempo.
—Estuve hablando con Eamon, pensé que me iba a decir algo que nos sirva para destruir a Belial —ambos me miraron.
—¿Y? —preguntó Thea, curiosa.
—No hay nada, ni un arma mucho menos un hechizo para destruirlo —dije resignada.
—¿Cómo puedes destruir a un demonio que no se puede destruir? —preguntó Curtis para sí pero las dos lo pudimos escuchar.
Varios alumnos subían las escaleras a nuestro lado.
—Tiene que haber algo, me rehúso a pensar que ni siquiera Belial pueda ser destruido —comentó Thea —. Puede ser que no tenga una muerte cómo tal, pero sí una prisión, ¿cierto? —enarcó una ceja.
—¿Una prisión? —preguntó Curtis y lo miré.
—Sí, una prisión creada para él, para que no pueda escapar.
—¿Y quien sería capaz de hacer una prisión para un demonio tan poderoso? —Curtis parecía más confundido que yo.
—Quien más que el propio Lucifer —musité y ambos arrastraron la mirada hacia mí.
—¿Qué? —jadeó Thea —. No, nada de eso.
—Es el único con el suficiente poder cómo para crear un lugar así, si yo hablo con él...—mi amiga me detuvo antes de que dijera nada más.
—No, no y no, no puedes hacer tratos con Lucifer, te va a pedir algo a cambio y lo que sea que te pida no es nada bueno. Nada bueno —repitió exhausta por hablar tan rápido.
Miré a mi alrededor y centré mi mirada en ella.
—No podremos hacer esto solos, él tiene una legión de demonios que darían todo por él, ¿y nosotros? —musité —. Somos pocos a comparación de ellos, tenemos más que dos demonios de nuestro lado.
—¿Y Caden? —preguntó Curtis y lo único que pude hacer fue suspirar y sentir un gran vacío en mi pecho.
—No sé si para ese entonces podamos confiar en Caden, él está tan perdido y a veces temo que no regrese a mi lado —musité —. Y aunque él estuviera aquí, no somos suficientes para acabar con Belial.
—¿Y crees que aliarte con Lucifer será tu salvación? —Thea se cruzó de brazos y yo me encogí de hombros —. ¿Estás bien de la cabeza? —enarcó una ceja.
—Es la única solución que yo veo.
Mi amiga se acercó a mí y puso sus manos en mi hombros con una bonita sonrisa en los labios.
—No hagas nada hasta agotar todas las posibilidades, tiene que haber algo más que podamos hacer, ¿sí? Prométeme que vas a pensar las cosas y no te vas a dejar llevar por lo que está pasando —no le dije nada —. Bryony —insistió.
—Lo prometo —levanté mi mano en señal de promesa para ella.
—Ahora vamos a clases, ya tendremos tiempo para pensar las cosas —rodeó mis hombros con su brazo y entre los dos me llevaron a mi siguiente clase.
Tenía que olvidarme un poco de todo esto que estaba pasando pero era imposible no pensar en todo lo malo, a veces me quería dar por vencida y tirar la toalla, no le veía sentido a seguir haciendo esto cuando temía que mi futuro no fuera como yo lo quería. A veces pensaba que no iba a tener futuro.
⛧⛧⛧⛧
¡Hola!
Les dejo este capítulo, espero que la historia les esté gustando. En Twitter voy dejando adelantos de esta historia y las que tengo en proceso, síganme por ahí ;)
Twitter:
elena_santos92
Instagram:
elena_santos.92
librosdeelena
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro