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Capítulo 17 🗡️

Belial

Al iba de un lado al otro, maldecía, se quejaba y lanzaba bolas de fuego contra la pared. Enterraba los dedos en las hebras de su cabello y tiraba de estos de vez en cuando con furia, con esa rabia que recorría sus venas cómo veneno, veneno ácido que lo estaba matando por dentro.

—La voy a matar, te juro que la voy a matar —se detuvo frente a mí.

—Tú no la vas a matar, sabes que no te dejaré —me miraba con ganas de querer quemar todo lo que tenía a su alrededor.

—Déjame hacerlo, padre. Ella mató a Aluca, tu hija —me recordó.

—Pero Bryony también es mi hija —le recordé ahora a él.

—Pero ella no te sigue cómo lo hacemos Aluca y yo, ella no acepta tus condiciones y desobedece. No sé porqué la quieres más a ella que a mi hermana o a mí —se dejó caer frente a mí con la voz rota.

—No se trata de cariño, Al —puse mis dedos bajo su barbilla para que me mirara —. Se trata de poder y Bryony tiene mucho de ese.

—Pero es una bastarda traidora, ¿cómo puedes estar así cuando ha hecho un pacto con Lucifer? Tu hermano, tu enemigo —sus cejas se juntaron. Al estaba molesto, hirviendo de rabia —. ¿Cómo es posible que todavía esté viva?

—Ahora ya se trata de algo personal, haré que olvide toda su vida y será la máquina perfecta para matar, sin recuerdos y sin sentimientos hará todo lo que yo diga y cuando ya no la necesite la mataré —chasqueé los dedos —. Va a desaparecer junto a todas las personas que la quieren —la sonrisa de Al se ensanchó y sonrió malévolamente.

Se puso de pie cuando sentimos a Lucifer cerca, ese hijo de perra me había traicionado y había pactado con mi hija a mis espaldas, lo iba a matar.

—Me dijo Leviathan que me estabas buscando —Al se apartó en el momento que me puse de pie con furia y ataqué a Lucifer con una bola de fuego que chocó contra la pared detrás de él, esquivo mi golpe cuando estuve frente a él pero el puñetazo en el estómago llegó a su lugar, se quejó pero se incorporó solo para recibir una patada en el rostro.

—Maldito bastardo —escupí. Use mis cadenas para inmovilizar sus manos pero sus movimientos fueron mucho más rápidos y las cogió con ambas manos —. Mil veces bastardo.

No se inmutó ante mis palabras.

Soltó las cadenas que chocaron contra el suelo y usó sus poderes para apretar mi cuello a la distancia, ni siquiera tenía que acercarse para apretar mi tráquea con demasiada fuerza.

—¿Qué pasa contigo, pequeño Belial? ¿Por qué estás de mal humor este día?

—Suéltame escoria —sonrió perversamente antes de hacerme volar por los aires y chocar contra la pared, mi espalda recibió todo el daño pero aquello fue cómo un rasguño nada más, podíamos pelear todo el día pero ninguno de los dos iba a resultar herido o con alguna lesión grave, éramos demonios, los reyes del infierno, nada nos podía lastimar —. Sabes perfectamente de qué hablo.

Me incorporé apoyando una rodilla en el suelo.

—Sí lo sé y no entiendo porqué te molestas, Bryony no quiere nada tuyo, absolutamente nada. Eres nadie en su vida, el asesino de su madre y lo único que ahora quiere es matarte, desterrarte para que nos sigas haciendo daño.

—Ella es mi hija no tuya. Tienes a Caine encerrado porque así lo quieres pero no te confundas, Lucifer, nunca serás su padre.

—Yo creo que sí —levantó un dedo —. Creo que seré mucho mejor padre de lo que has sido tú y con mi hijo no te metas, Caine no tiene nada que ver con esto.

Una risa burlona abandonó mis labios cuando me puse de pie.

—Haces esto porque no tienes un hijo, solo por eso y para joderme. Te vas a arrepentir de lo que has hecho, Lucifer, ella también se va a arrepentir. ¿Crees que no sé que está en Rumania buscando tu daga? —cada rastro de alegría se desvaneció de su rostro.

—No le hagas nada o no tendré piedad de ti —advirtió.

—No te tengo miedo, Luci —Al se acercó a mí y juntos desaparecimos de ese lugar.

Ya era hora de hacerle una visita a mi querida hija y aclarar algunos puntos para que supiera que conmigo no se juega.

Thea

Tenía miedo, claro que lo tenía. Estaba aterrada por lo que le dije a Bryony, quizá estaba embarazada y no quería decirle a Curtis, mucho menos a mis padres que quien sabe como se iban a tomar la noticia. A veces podían ser sobreprotectores conmigo y otras más un poco liberales pero eso no era justificación para lo que hice.

Me dejé llevar por el momento sin medir las consecuencias de lo que una sola vez podría traer: un hijo. Un hijo que claro que iba a amar pero no estaba segura si Curtis lo haría. Él era...Curtis era mucho más libre que yo, no tenía nadie quien le dijera que hacer ya que sus padres habían fallecido años atrás y la única familia que tenía era su tío George, el hermano de su padre, era un buen hombre de eso no me quejaba y le dio a Curtis todo el amor que un buen padre podía dar pero a veces lo descuidaba mucho y prácticamente Curtis se crio con su manada que le enseñó todo lo que sabía.

No era malo o un mal chico, al contrario, pero cómo fuera se portaba muy bien conmigo, me cuidaba y me trataba bien, me quería, lo veía en cada uno de sus actos y la manera que me lo decía a cada rato. Amaba a Curtis pero no sabía si él me amaba con la misma intensidad que yo.

—¿En qué tanto piensas, brujita? —su pregunta me sacó de mi ensimismamiento y parpadeé un par de veces.

—¿Cómo? Lo siento, estaba pensando en algo...—me quedé callada al recordar en qué estaba pensando y por supuesto él no podía saber.

—Te pregunté que en qué tanto piensas —le dio un sorbo a su malteada.

Habíamos decidido salir a caminar un rato ya que este era nuestro primer viaje juntos y queríamos aprovecharlo al máximo.

—En algo que me dijo Bry, pero no te puedo decir —esperaba que no hiciera más preguntas —. ¿Te está gustando este lugar? —miró su entorno y asintió con la cabeza.

—Es muy bonito, pero no más bonito que tú —regresó la mirada hacia mí. Sentí las mejillas rojas y el rostro caliente.

—Eres tan dulce —musité.

—Y tú eres tan hermosa —en definitiva, Curtis Cyrus era el amor de mi vida.

—¿Nunca quisiste tener hermanos? —mi pregunta lo tomó desprevenido —. Pregunto porque...

—La verdad es que sí, me hubiera gustado tener hermanos para cuidarlos —suspiró —. Pero mis padres fallecieron y el tío George jamás se casó así que nunca tuvo hijos tampoco.

—Sé que hubieras sido un buen hermano mayor —sonrió y deslizó su mano encima de la mesa para sostener mi mano.

—¿A ti te hubiera gustado tener hermanos?

—Sí, una hermana, pero mis padres ya no quisieron tener hijos. Por eso es que Bry es mi hermana, no solo de aquelarre sino de vida. La quiero tanto —solté un suspiro.

—Tienes miedo, ¿verdad? —asentí con un nudo en la garganta —. Que algo malo pase.

—Bry no es la misma y entiendo que sea así, ha pasado por mucho. Su mamá está muerta, su padre la mató pero algo ha cambiado en ella, hay algo muy malo creciendo dentro de ella y temo que se haga daño...

—O que le haga daño a alguien más —terminó él por mí y no pude negarlo porque era cierto.

—Quisiera ayudarla, hacer algo para que todo esto termine ya, no me gusta verla sufrir —un nudo se empezó a formar en mi garganta. No quería que se desatara o me iba a echar a llorar y lo que menos quería era arruinar este momento.

—No puedes hacer nada por ella, al menos no por ahora. Nos enfrentamos a uno de los príncipes del infierno, Thea, no estamos hablando de un simple demonio u otro ser sobrenatural. Es Belial y nos puede destruir en un chasquido si se lo propone.

—Lo sé —sonreí a medias —. Todo esto es un asco, ¿no? —negó —. ¿No?

—Nos hemos unido mucho más, ahora eres mi novia y quiero estar a tu lado siempre.

—Eres tan lindo, lobito —una linda sonrisa se dibujó en sus labios.

—Y tú eres perfecta, la más bella de todas.

—Me harás sonrojar —dije apenada.

—¿De cuando acá te sonrojas porque te digo estas cosas?

—Desde ahora —dije seria —. Y mejor guarda silencio antes de que te golpeé —le mostré mi puño y poco a poco soltó mi mano —. Pórtate bien, lobito, no quieres ver mi lado más perverso.

—Tú no tienes nada de perverso pero me gustaría verlo —le dio un largo sorbo a su malteada y juro que casi lo golpeo con la punta de mi zapato.

—Tonto —le mostré la lengua.

—Soy un tonto pero me amas.

—No sabes cuanto —murmuré y aquella declaración le arrancó una sonrisa de los labios.

Claro que lo amaba y mucho. Curtis fue mi primer amor y siempre estuve enamorada de él, nadie lo iba a amar cómo yo a él y nadie me iba a amar cómo lo hacía él. Estábamos hechos el uno para el otro.

Caden

Estábamos solos en la habitación, los demás se habían ido. Camille con Morgan fueron a dar una vuelta cerca de la iglesia para ver cómo estaban las cosas ahí, Curtis y Thea andaban por ahí dando una vuelta, mientras que mi brujita y yo aprovechamos para estar solos y disfrutar de la compañía del otro.

—Ese tal Haniel fue de gran ayuda —asintió a mis palabras.

Fue dejando un camino de besos que empezó por mi cuello y terminó en mis labios.

—Espero que lo que me dio sirva para detener a mi padre —dejó más besos en mis labios, eran cortos y suaves.

—Estoy seguro que sí, todas esas armas sirven para combatir contra los demonios y detenerlos. Nos van a servir de mucho —estaba sentada a horcajadas arriba de mí.

—Tú sabes mucho de esto, ¿no? —asentí.

Mis manos se mantenían en su delgada cintura y mis dedos se hundían en su piel de porcelana.

—Tantos años han ayudado mucho —con su dedo índice empezó a trazar círculos sobre la piel desnuda de mi pecho —. ¿Algún día me vas a decir todo?

—¿Todo de qué? —le pregunté metiendo una mano bajo mi nuca.

—Toda tu vida, desde que te convertiste en vampiro y el proceso. Siento que tú sabes todo de mí y yo no sé nada de ti —hizo un puchero.

—Sé todo de ti, pequeño demonio —sus labios se estiraron en una genuina sonrisa que me caló todos los huesos.

—Claro que sabes todo de mí, tramposo —me dio un golpe en el pecho.

—Tu color favorito es el rojo, amas las galletas con chispas de chocolate y el chocolate caliente, al igual que la pizza de pepperoni. Sé que a los ocho años mataste a un conejo porque querías saber si se veía igual de bonito por dentro que por fuera.

—¡Eso era privado! —me golpeó de nuevo.

Era, tú lo has dicho. Desde pequeña eres perversa —se encogió de hombros.

—Soy hija de una poderosa bruja y un demonio, ¿qué esperabas de mí? ¿Bondad? Para nada —respondió a su pregunta.

—Para nada, creo que tu lado malo te queda muy bien. Eres cómo una diosa oscura, me encantas —en un solo movimiento ella estaba debajo de mí y yo cubriendo su cuerpo con el mío.

—¿Qué vas a hacer, Caden Edevane? —gemí al escuchar mi nombre y apellido ser pronunciados por su hermosa boca.

—No me digas así que me enciendo más rápido que un incendio fuera de control —se rio echando la cabeza hacia atrás, instante que aproveche para besar su cuello y morder un poco —. ¿Qué pasaría si pruebo solo un poco de tu sangre? —Mis colmillos salieron filosos y los ojos me ardían.

—Hazlo —gimió en mis brazos.

Abrí la boca para tener mejor acceso de su cuello pero la sed se fue calmando poco a poco, ya no era una tormenta avasalladora, ahora era una leve brisa que moja mis mejillas y mece mis cabellos de un lado al otro. En lugar de enterrar mis colmillos en su piel fue mi lengua la que los sustituyó y lamió desde el inicio de su cuello hasta llegar a sus labios para dejar un húmedo y caliente beso que la hizo gemir de nuevo.

—No te puedes resistir a mis besos —mordí su labio inferior y tiré de este sin compasión —. Eres insaciable, pequeño demonio juguetón.

—Yo no tengo la culpa que seas más caliente que el sol en verano —se mordió el interior de la mejilla y de nuevo devoró mis labios que estaban deseosos de ella. Quería pasar mi lengua por cada centímetro de su piel, quería saborear cada rincón de su anatomía y saciar esta sed que tenía por ella. Su cuerpo era una adicción y quería satisfacer la necesidad que tenía por ella aunque no hubieran pasado ni veinticuatro horas desde que estuvimos juntos —. Caden —escuché mi nombre en medio de un jadeo.

—Dime —abrió la boca pero levantó un dedo y su mirada se fijó en la puerta. Enarqué una ceja cuando Camille tocó en la puerta y tuve que salir de enmedio de ella, me senté en la cama con mis manos cubriendo la evidente erección que tenía en medio.

—Voy —dijo Bryony y mejor me puse de pie para ir al baño, no quería que ellas me vieran así —. Pasen.

—Fuimos a dar una vuelta cerca del lugar que nos dijo Lucifer —habló Camille —. Es un lugar muy exclusivo aquí en Rumania. Hoy en la noche habrá una especie de evento especial al que solo pueden asistir pocas personas.

Escuchaba todo detrás de la puerta.

—Vamos, vamos —musité.

—¿Entonces? —le preguntó Bryony.

—Entonces he comprado seis boletos para entrar a ese lugar.

—¿No es peligroso? —preguntó de nuevo.

—Lo es —respondió Morgan —. Pero cuanto antes tengamos esa daga más pronto vamos a poder salir de este lugar.

—Lo haremos entonces —comentó Bryony.

—¿Y Caden? —inquirió Camille.

—Debe andar por ahí —respondió ella sin levantar sospechas de ningún tipo.

—Entonces ponte guapa, esta noche porque vamos a salir y matar algunos cazadores de ser necesario.

—Claro —las dos salieron de la habitación y al fin pude asomarme sin que hubiera preguntas de por medio.

Bryony sonrió y negó con la cabeza. Me acerqué a ella y puse mis manos en su delgada cintura.

—¿Ves lo que provocas en mí? Me tienes duro todo el tiempo.

—Tú me amas y me deseas, vampirito, no lo puedes negar —deslicé mis manos por su cintura para llegar a su trasero el cual apreté sin compasión alguna, mis dedos se hundieron en la tela de sus jeans y la levanté del suelo para que enredara sus piernas en mis caderas.

—No lo niego, demonio, me vuelves loco con tan solo respirar. Soy un patético enamorado que te besaría los pies si me lo pides —estrellé mi boca contra la suya en un hambriento beso que nos estaba matando a los dos. Nos necesitabamos tanto que las horas se convertían en nada para estar todo el día juntos.

La llevé a la primera pared que vi y su espalda acarició esta con cuidado. Besaba su cuello con desespero, metía mi lengua dentro de su exquisita boca y mi erección se apretaba a la tela de mi pantalones cómo una maldita tortura que me estaba matando por dentro. Mis manos apretaban su trasero sin piedad mientras ella gemía en mi boca, sus dedos se hundían en las hebras de mis cabellos de los cuales tiraba de vez en cuando.

—Caden —jadeó. No me separé de ella ni un centímetro.

—Dime —apreté mis labios a los suyos para callar lo que sea que ella iba a decir.

—Tienes que esperar, solo unas horas —murmuró sobre mis labios.

—Me vuelves loco.

—Lo entiendo —gimió —. Pero parecemos conejos, follamos cada que se puede.

—Y si por mí fuera te follaría todo el día.

—Eres un sucio vampiro follador —sonreí.

—¿Vampiro follador? —enarqué una ceja.

—Sabes a qué me refiero —solté un suspiro y me separé un poco de ella.

—Nunca es suficiente cuando se trata de ti —subí mi mano a su mejilla y la acuné con delicadeza —. Quisiera más horas en el reloj para pasarlas a tu lado. Esperé cien años para estar aquí contigo, cada día soñaba con tu hermoso rostro y era una tortura saber que algún día te iba a encontrar. Ahora que te tengo a mi lado no quiero dejarte ir. Soy un tonto, ¿no?

Con sus brazos rodeó mi cuello y me atrajo más a ella.

—No eres un tonto, Caden —con sus dedos apartó un mechón de mi cabello que caía en mi frente —. Eres el hombre más romántico, dulce y encantador que yo haya conocido y eso no te hace un tonto. Eso te hace especial y que te ame —no podía ser más dulce y tierna.

—Te amo —dejé un casto beso sobre sus labios y puse todo de mi parte para no rasgar la ropa que traía encima y dejarla desnuda frente a mí.

—Yo te amo a ti, vampirito.

La bajé con cuidado, dejándola en el suelo.

—Ya escuchaste a Camille, esta noche vamos a salir —se acercó a la maleta y empezó a buscar dentro.

—¿Tú quieres ir? —me senté a su lado en la cama.

—¡Claro! —dijo sin mirarme —. Es nuestra oportunidad para buscar esa daga.

—Si se llega a dar la oportunidad de matar a esos cazadores, ¿lo harás? —levantó la cabeza para verme a los ojos.

—Claro que sí, no lo voy a dudar ni un segundo —se mordió el labio —. Son ellos o nosotros, siempre seremos nosotros por encima de quien sea —siguió buscando dentro de la maleta.

No me preocupaba que dijera este tipo de cosas. No era la misma Bryony de antes y ahora matar no era una preocupación para ella o algo que la llenara de culpa. Además yo no podía decir nada cuando era peor que ella y mucho más sanguinario.

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