Capítulo 14 🗡️
Bryony
»—¿Cuánto tiempo? —le pregunté mientras íbamos de regreso a la casa.
—¿Cuánto tiempo? —repitió él y asentí —. No sé, unos días a lo mucho.
—¿Tengo unos días? —inquirí.
—Hace poco que dejaste salir a tu demonio así que sí, unos días. Pero entre más lo dejes pasar será más peligroso. Lo sabes —negué.
—Es que no lo puedo creer —musité trémula —. Es imposible.
—Eres un demonio, Bryony, ¿qué esperabas?
Sí, era un demonio y aquello demandaba alimentarme de las almas y los pecados de los demás. Sí, era un demonio y ahora más que nunca no quería serlo porque aquello me hacía peligrosa para todos los que me rodeaban, hasta para mí misma.«
Llegamos al pub Revenge, un lugar que estaba lleno de personas, afuera había unas cuantas que se veían un poco ebrias y quizá un poco más. Entramos al pub y miramos el lugar de hito en hito, la pista estaba a reventar de personas, entre hombres y mujeres que se dejaban llevar por sus instintos, los más salvajes que los consumían. Al final había una barra, detrás de ella atendían mujeres que iban de un extremo al otro para atender a los clientes que agitaban las manos y gritaban para llamar la atención de alguna de ellas.
Camille y Morgan se adelantaron mientras que Curtis y Thea iban detrás de ellas.
—A tu izquierda hay un vampiro —le dije a Caden cuando empezamos a caminar. Podía ver a través de aquellas luces rojas que oscurecían en lugar.
Caden miró al chico que sostenía una amena plática con un vampiro igual que él.
—¿Hay más? —miré el lugar y sin duda alguna casi todo estaba lleno de ellos.
—Sí —musité y apretó mis dedos entre los suyos. Avanzamos hasta llegar a la barra junto a los demás. Al vernos, Camille sonrió ignorando lo que había a su alrededor. Menos mal que el lugar no estaba lleno de cazadores.
—No pienses en eso —dijo acercándose a mi cuello donde dejó un húmedo beso que me estremeció por completo. Aquel acercamiento estaba derrumbando la poca fuerza de voluntad que tenía cuando estaba a mi lado o cuando se ponía de este modo tan intenso.
Quería esto más que a nada en este mundo. Demonios, cómo quería irme con él y perdernos en algún lugar lejos de todo y de todos, donde solo existamos él y yo. Quería un mundo donde nada nos hiciera daño pero eso no existía, esta era mi realidad y me tenía que enfrentar a ella.
Caden se apartó y sus ojos estaban inyectados en sangre y fuego, eran hermosos, los luceros más bonitos que tuve la dicha de ver alguna vez.
—No coman pan —dijo Camille a lo que todos se rieron.
Nos apartamos pero me cogió de la mano. Una de las chicas detrás de la barra se acercó y cada uno pidió algo para beber y una botana que no tardó en llegar a nosotros.
—En aquella parte hay una mesa disponible —sugirió la chica y fuimos hacia allí para beber las cervezas que pedimos y las botanas.
Cogí la botella que tenía unas gotas de agua que resbalaban por el vidrio y la acerqué a mis labios, cuando estos hicieron contacto no dudé en beber un largo trago, el alcohol recorrió mi garganta, lo sentí algo fuerte pero no tanto cómo para que me embriagara, no me podía embriagar por más alcohol que bebiera.
—Estaba pensando que mañana podemos dar una vuelta por el lugar para saber a qué nos enfrentamos —sugirió Curtis.
—Mañana será, ahora no hay que hablar de esto —dijo Camille cogiendo un pedazo de la botana —. Ya tengo suficiente con lidiar con estas cosas —masculló.
Caden puso una mano en mi pierna lo que me obligó a mirarlo.
—¿Estás bien? —asentí pero él no me creyó —. No te creo —apoyó su mejilla en su mano con la cabeza ladeada hacia mí.
—No sé —suspiré —. Me hace falta algo —su mano iba de arriba abajo sobre mi pierna.
Miré a mi alrededor y la garganta me empezó a arder, me quemaba. Todos aquí eran la presa, mis presas y yo estaba a nada de sacar ese lado salvaje que me estaba llamando y que muchas veces dejaba a un lado, pero aquella Bryony ya no existía y esta nueva quería saciarse ya.
Quise calmar aquellas ansias bebiendo y comiendo, a nadie se le hizo raro que yo pidiera una y otra cerveza ya que no me podía emborrachar, nadie en esta mesa podía hacerlo, algo que fue raro para la chica que nos servía las bebidas.
—¡Quiero bailar! —Camille se puso de pie cuando la canción cambió. Cogió a Morgan de las manos y la llevó con ella —. Vamos —nos arrastró a Thea y a mí con ellas a la pista de baile.
Yo no era de bailar, es más tenía dos pies izquierdos y era muy torpe pero esta noche dejé las desinhibiciones de lado y me dejé llevar por mis instintos y el calor del momento. No sentía pena por ser el foco de atención de más de uno porque entre ellos estaba mi vampirito que no me quitaba los ojos de encima. Me movía de un lado al otro, pasaba mis manos por mi cuerpo y su mirada estaba atenta a cada movimiento.
Entre todas aquellas personas divisé a un chico con muchos pecados que cargaba detrás de él, así que me detuve de golpe y empecé a caminar hacia las escaleras, subí cada escalón cómo si supiera a donde ir cuando nunca había estado en este lugar. Olisquee hasta que lo ví ahí, apoyado en la pared fumando un cigarrillo, me acerqué trémula, hasta quedar frente a él. No había nadie cerca, ni un alma que me pudiera ver. Me miró atento. Lo podía oler desde lejos, tenía muchos pecados encima los cuales tenían su alma condenada al infierno.
—¿Qué? —preguntó en su idioma.
No dije nada, me limité a poner mis manos en sus mejillas y acercar mi boca a la suya. Quiso forcejear pero era mucho más fuerte que él así que de nada sirvió que se retorciera porque empezó a desfallecer en pocos segundos. Su piel se puso seca y rasposa, su cuerpo se convirtió nada más que en un saco de huesos y ropa.
Solté su rostro y su cuerpo cayó al suelo con un sonido seco que me hizo apartarme de él.
—Ya estás empezando a matar —escuché a mi lado. En la otra pared estaba un chico rubio, de abismales ojos azules y un aura pura y blanca.
—¿Eres un...?
Él terminó por mí.
—Sí, lo soy —miró el cuerpo y suspiró —. Lucifer te lo advirtió y no le hiciste caso.
—Lo lamento —negó con la cabeza.
—No es cierto, no lo lamentas —se incorporó.
—¿Qué quieres? —me crucé de brazos.
—Alguien me ha mandado para darte algo, búscame mañana después de medio día. Cerca de tu hotel hay una pequeña cafetería, te veo ahí —me señaló —. No vayas a faltar —bajó la mano.
—¿Cuál es tu nombre? —le pregunté cuando se dio la vuelta.
—Haniel —dijo alejándose.
Al mirar al suelo el cuerpo de aquel sujeto ya no estaba ahí, simplemente desapareció.
—Genial —me alejé y regresé abajo pero las chicas ya no estaban en la pista. Me acerqué a la mesa donde estaban todos y Camille se puso la chaqueta sobre los hombros.
—¿Se van? —pregunté.
—Vamos a dar una vuelta por ahí.
—Nosotros regresamos al hotel —habló Thea.
—¿Quieres ir al hotel o dar una vuelta? —miré a Caden.
—Ahorita los alcanzamos —le dije a Thea. No tardaron en dejarnos solos, bebimos un par de cervezas más y decidimos regresar al hotel. Caden me ayudó a ponerme el abrigo y salimos del pub.
El hotel no estaba lejos, así que decidimos caminar de regreso. Ahora me sentía más llena de energía.
—¿Ya habías estado aquí, verdad? —iba enganchada de su brazo.
—Hace unos cincuenta años.
—¿Cincuenta años? —él asintió —. Vaya.
—Sí, no ha cambiado mucho, pero ahora hay cazadores y no sé cómo vamos a saber que lo son.
—Llevan tatuajes —le dije y me miró —. Dijo Lucifer que llevan un tatuaje en la mano izquierda.
—¿Que tipo de tatuaje? —preguntó curioso.
—Una cruz. No sé porqué una cruz pero eso dijo él.
—¿Nada más te dijo eso? —asentí ante su pregunta.
—Nada más eso.
Caden se detuvo de golpe y se giró hacia mí.
—¿Qué pasa? —me atrajo a él poniendo sus manos en mi cintura.
—¿Qué pasa de qué? —quería esquivar su mirada pero era tan penetrante que no podía dejar de verlo.
—No sé, dímelo tú. ¿No pasó nada más en ese bosque con Lucifer? ¿No te dijo nada más? —negué mordiendo mi labio.
—Nada más lo que les dije, él no dijo nada y yo tampoco quise preguntar. Tengo suficiente con todo lo que está pasando —suspiré.
Él pareció entender lo que dije porque ya no insistió, se limitó a abrazarme y dejar un beso en mi frente.
—Lo siento, es que siento que algo te pasa y no quiero que estés preocupada. Solo quiero que estés bien —me acurruque más en sus brazos olvidando todo, solo centrándome en nosotros dos.
—¿Podemos ir al hotel? —me separó de él y enarcó una ceja.
—Que impaciente eres, pequeño demonio —no pude negarlo, porque era cierto.
—Solo quiero hacerte feliz —encogí un hombro.
—¿Y hacerme feliz significa follar cómo dos desesperados?
—Significa que esta noche verás las estrellas a mi lado —murmuré cerca de sus labios. Estos se estiraron en una hermosa sonrisa, tan cautivadora que me dieron ganas de devorar su boca.
—Eso me gusta, me gusta mucho —subió su mano a mi mejilla y apartó un mechón de mi cabello.
—¿Te gusta más que yo? —me mordí el interior de mi labio.
—Nada me podrá gustar más que tú, eres única e irrepetible, eres una diosa en toda la extensión de la palabra. Jamás va a nacer nadie cómo tú, ni en mil años —me miraba a los ojos y yo sentía que me estaba quemando por ellas.
—Tenemos mil años para nosotros, ¿verdad? —asintió sin dudarlo.
—Una eternidad —su contacto era suave y delicado.
—Una eternidad juntos —apretó sus labios a los míos y un jadeo escapó de mi boca cuando su lengua se metió descarada reclamando lo que era suyo.
—O me follas de una vez o te puedes arrepentir —murmuró en mis labios.
—Vamos, vampirito desesperado —lo cogí de la mano y lo llevé conmigo al hotel.
Esta noche prometía mucho, más que nada porque no sabía que esperar de su parte. No era el mismo Caden de hace dos meses al que me entregué sin pudor, era obvio que este no era el Caden de antes pero aquello no importaba, yo tampoco era la misma Bryony de antes, era un demonio, uno muy intenso y apasionado.
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