
Cap. 13...
Despertaron cuando la mañana llegaba a su fin, se sentían completamente descansados, a pesar de que había sido de las peores noches y habían dormido de manera entrecortada, habían recuperado la energía gastada de dos días completos sin dormir.
Aún sus cuerpos eran testigos de la tensión de anoche, y el miedo aun moraba en sus mentes, nunca habían visto una bestia semejante, su figura había quedado impresa en la retina de sus ojos, no podían sacarse aquella horrenda imagen de sus pensamientos, habían despertado varias veces pensando a cada momento que Crhag los sorprendería. Nunca habían sentido tanto miedo. De apoco sintieron flaquear aquella tensión que los inmovilizaba por momentos.
Desayunaron con las frutas traídas de la casa del hada, ninguno de los tres se animaron a nombrar o describir lo que habían visto sus ojos, temiendo sólo nombrarlo, sólo su recuerdo los atemorizaba.
El desayuno fue silencioso hasta que Flogh rompió con esa incomoda tranquilidad silenciosa:
― ¡Ya no podemos ignorarlo más!, ¡Crhag es real!, y tarde o temprano nos enfrentaremos con ella, y debemos estar preparados, no sucumbir ante el miedo.
― Nunca en mi vida había sentido miedo, nunca vi una bestia igual― decía Dharek admitiendo vergonzosamente que anoche el miedo lo invadió.
― Creo que deberíamos...― comenzó a decir Imhara mientras se levantaba del suelo, respiro profundamente y terminó la frase lenta y melancólica, mientras la abrumaba la resignación ― ...volver a la aldea, no...
― ¿Qué?― la interrumpió Dharek estupefacto, mientras Flogh la miraba asombrado.
― No puedo permitir que ustedes mueran por mi culpa― terminó la frase Imhara mirando al suelo tristemente ― ¡No tenemos oportunidad ante Crhag!
― ¡No digas eso!― dijo Dharek levantándose él también del suelo para tomar los hombros de Imhara, en un agarre dulce y consolador, pero sin dejar de ser fuerte― El miedo... está bien tener miedo, pero que no te haga rendirte. No llegamos tan lejos para volver ahora.
― No me importa el recorrido que tuvimos que pasar, las pruebas que superamos, estoy convencida que debemos volver. No cambiare de opinión― dijo Imhara sosteniendo su mirada duramente, quería parecer fuerte y decidida.
Dharek la miró un segundo silenciosamente comprendiendo que ella no cambiaria de opinión, pero igual lo intentó, presionó sus brazos tiernamente continuando con sus palabras de aliento― Escapamos de la cárcel de los elfos de Fhederor, que por poco casi nos matan, luego de buscar encontramos la casa de un hada, su antigua mascota nos guio hasta la druida, sin mencionar que la leyenda dientes de sable, Skholl, casi me devora, y no dejaré que abandones ahora, después de todas los peligros superados, y mas estando tan cerca de tu objetivo― Dharek soltó los brazos de Imhara lentamente.
― No sé porque, pero siento que estamos sólo a la mitad del camino, y se pondrá cada vez más difícil, no quiero perder a Skhariber, no quiero perder a Flogh, que tan importantes son para mí― respiró lentamente agarrando las manos de Dharek tiernamente entre las de ellas, le confesó mirándolo a los ojos― No quiero perderte.
Dharek sintió ternura por sus palabras, pero no se dejaría doblegar, no regresaría ahora, estando tan cerca, comprendió que Imhara se negaba a continuar el viaje, no paraba de negar con la cabeza, no habría forma de hacerla cambiar de opinión.
― Debemos volver, ya no quiero saber quiénes son mis padres, te tengo a ti, no necesito nada más― Dharek escuchó sus palabras pensando que todo se echaría a perder, temía perderla a ella ― No quiero perderte― le repitió Imhara la frase anterior sosteniendo tiernamente sus manos.
Dharek sabía que concretar este viaje era indispensable, una guerra se avecinaba, y la vida de los humanos apeligraba. Era consciente de los peligros de este viaje, pero sabía también que él era lo suficiente fuerte para protegerse a él mismo y a Imhara, y no dejaría que nada le pasara a ella, pero si la guerra detonaba, él sabía que ella sería la primera en morir, nadie quería una mestiza en medio de una guerra de razas, y él no se podía permitir perderla en esta guerra ni en ninguna otra.
Se soltó del agarre de Imhara y le habló bruscamente, ocultando en una máscara cualquier sentimiento o expresión de angustia y desesperación:
― No lo harás― sintió tristeza al decirle eso tan rudamente, pero sabía que debía hacerlo ― Esto no se trata sólo de ti, una guerra se acerca, que amenaza con extinguir la existencia de todos los humanos― sabía que estas palabras la herirían, pero no tenía opción, al herirla no se negaría de continuar el viaje, tenía un orgullo inquebrantable, y esa era la única forma de protegerla, protegerla de la guerra, aun que ella lo odiara― Eres una persona egoísta― decir estas palabras, a Dharek le rasgaban el corazón de par en par, sentía que su pecho era punzado por una daga filosa, clavando en él, un dolor del cual nunca podría superar ― Eres una persona ¡Egoísta!― repitió haciendo énfasis en la última palabra mientras su estomago se anudaba violentamente. Imhara lo interrumpió.
― ¡No soy una persona egoísta!, sólo intento salvar a la persona que amo, no quiero perderte ― intentó volver a tomar sus manos pero Dharek esquivó sus dedos dolorosamente mientras le evadía la vista, no podía mirarla a los ojos con lo que estaba por decirle, iba a mentirle desgarradamente.
― No sentimos lo mismo. Siento que te hayas ilusionado, yo sólo quiero terminar con esta absurda guerra, sé que en la aldea dije que debíamos atacar a los elfos pero también sé que no tenemos esperanza contra ellos, todo este tiempo interpretaste mal las cosas― Dharek tragó el nudo de lágrimas de su garganta, no lo dejaría salir, debía parecer duro e insensible, aun que por dentro su alma se quebrantaba toda.
― Yo pensé que nosotros...
― Pensaste mal― la interrumpió antes que pudiera decir algo más.
― Entonces debo continuar el viaje sola― Dharek la volvió a mirar, se sorprendió, pensó una respuesta.
― Estoy de acuerdo, ya no podemos continuar el viaje juntos― estas palabras lo mataban, nunca se había sentido tan mal, sentía que era una basura, pero sabía que era la única forma de convencerla, ella se negaba a continuar el viaje por que lo amaba, pero si se sentía rechazada no tendría ninguna escusa para no poder reanudar su viaje, solo esperaba que ella algún día lo perdonara.
Los ojos de Imhara se llenaron de lágrimas, los intentó mantener detrás de sus ojos, pero el dolor que sentía era insoportable. No pudo contener el llanto, el cual comenzó muy lentamente, le dolía el pecho, le costaba respirar, su pobre corazón se había partido en mil pedazos como la frágil porcelana cuando golpea contra el suelo, su mente era una nube, no podía pensar en nada razonable.
Imhara cerró sus ojos, presionando sus parpados con mucha fuerza por la ira que sentía.
Con voz entrecortada le preguntó aun que le atemorizaba escuchar la respuesta:
― ¿Todo este tiempo estuviste fingiendo?, porque el coqueteo no lo imaginé, al igual que las dulces palabras, ¿Quiere decir que me mentiste?, ¿Qué me utilizaste?
― Muy tarde te diste cuenta― en ese momento Imhara sintió otra puñalada en su corazón, la única reacción que tuvo fue lanzar una bofetada al rostro de Dharek haciéndolo retroceder de dolor mientras llevaba una mano a la zona golpeada. Imhara proyectó así todo su dolor, toda su ira y toda su vergüenza en la mejilla del joven, pero eso no la hizo sentirse mejor, sino que las lágrimas caían con más dolor humedeciendo la piel de su rostro.
Dharek se quedó estupefacto, no se la esperaba, pero sabía que se la merecía, después de todo lo que le había dicho. Tomó el poco coraje que le quedaba para devolverle la mirada sin doblegarse a una mueca triste, sino que fingió un hundimiento de cejas de indiferencia y burla al mismo tiempo. Lo único que hizo a continuación fue marcharse sin decirle nada más.
Salió por la entrada de la cueva sin mirar a atrás, aun que tenía un impulso enorme por salir corriendo tirarse a sus pies pidiéndole disculpas, rogándole su perdón, deseando besarla y abrazarla para compensar esas palabras, aun que sabía que incluso eso no podría ser suficiente para remediar la herida que se abría paso en su corazón, creía que nunca podría perdonarlo por lo sucedido. Ese pensamiento, de que no lo perdonaría nunca, le carcomía la mente y le sofocaba el alma de dolor. Que nunca más le dirigiera una palabra o una mirada, y si lo hacía seguramente sería con desprecio.
Se fue con la frente en alto, pero al desaparecer de la vista de Imhara su ceño se entristeció, quería llorar pero sabía que el llanto no solucionaría nada.
Dharek sentía como su pecho era apuñalado una y otra vez por la culpa, las palabras que le dijo, que tanto la hirieron, no dejaban de repetirse en su mente, trayéndole el recuerdo del rostro dolido de Imhara.
Deseaba nunca haber dicho esas cosas, causarle ese dolor, pero sabía muy bien que tenía que hacerlo, para protegerla. Prefería que ella lo odiara a cambio de su seguridad.
Ya todo estaba hecho, ahora se había retirado de su camino para que Imhara pudiera continuar con su destino. No quería, pero era lo único que podía hacer, alejarse de su vida. Al retirarse de su camino Imhara continuaría con su viaje, esa era la única forma de prevenir la guerra, y acabar con el odio entre los humanos y los elfos.
Dharek tenía la sensación que los elfos estaban buscándolos para matarlos, la habían llamado engendro, monstruo y aberración, ¿Cómo la podían considerar de esa forma?, ella era una persona al igual que todos, incluso aun más especial que cualquiera. Era única.
Le dolía admitirlo, pero Dharek sabía muy bien que esta guerra podría acabar con la vida de la aldea entera, y aun peor, con la de Imhara, sería rechazada tanto por los elfos como por los humanos, cuando pertenecía a ambos lados.
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