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imaginación

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Martes, 6 de agosto de 2019, 11:31

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Kim Jongin lo sabía, y de alguna forma le encantaba saberlo.

Sabía que salía de su casa justo a las once y media. En momentos de retraso, diez minutos después de esa hora.

Sabía que siempre llevaba puesto esos lindos pantalones blancos, unos tenis del mismo color y una camiseta rosada con un tierno cupcake dibujado en el bolsillo.

Notaba que a veces llevaba un termo en forma de pingüino y a veces uno transparente, por lo que sabe que siempre está tomando una malteada de lo que parece ser fresa.

Nunca faltaban sus audífonos inalámbricos blancos, reproduciendo tal vez música de Akdong Musician, su dúo favorito en todo el mundo.

La mayoría de las veces se paraba en su buzón y tomaba lo que en él se encontraba, otras saludaba a los perros que pasaban con sus dueños y en muy raras ocasiones le deseaba un buen día a quienes iban caminando por la acera, pues aquel barrio no era muy concurrido.

Y aunque la rutina cambiara todos los días, lo que jamás de los jamases faltaba, era la sonrisa de Jongin que aparecía al ver la delgada figura del azabache. Se despertaba temprano y se alistaba temprano solamente para ver como su vecino salía de su hogar.

Desde que se mudó a casa hace un año y descubrió a su hermoso vecino, no paraba de verle. Se sentía mal por hacerlo, pero era demasiado débil ante los ojos brillantes y la sonrisa suave del chico. No se podía resistir a su ternura y buenas vibras, no podía decirle que no a todo aquello que provocaba a su corazón latir con fuerza.

No podía ser el fuerte alfa que era cuando se trataba del omega, no podía y no quería. Lo único que deseaba era poder acercarse y hablarle, tal vez invitarlo a salir por un helado de vainilla (ya que sabe que es el favorito del omega).

Al abrir sus ojos por la mañana, lo primero que pensaba era en Do Kyungsoo y desde ese momento el omega se mantenía en su mente todo lo que restaba del día.

En días, cuando su valentía era más que su cobardía, visitaba el local en el que trabajaba el mayor. Se deleitaba viéndole en la caja, atendiendo a todos con preciosas sonrisas. Sentía su lobo removerse con fuerza debido al aroma a algodón de azúcar que desprendía Kyungsoo.

Desde que descubrió su aroma, era su favorito en todo el mundo. Era gracioso, ya que el aroma a canela que, sabia que era el suyo, era muy diferente al del omega. No le importaba, después de todo, él estaba locamente enamorado del contrario.

Y esa mañana de martes, no fue distinto.

Se levantó, duchó y vistió con el fin de sentarse en su sala de estar, esperando. Constantemente, Jongin se sentaba ahí para poder verle. Hay una ventana en su oficina que da hacia la cocina de Kyungsoo y podría verle ahí, pero se sentía tremendamente mal con eso. Él no quería ir más allá, él respetaba la privacidad. Todo por el omega.

Por ello ahí se encontraba, y si tuviese cola lo más seguro es que estuviese meciéndose de un lado a otro por la emoción.

En el momento en que la pequeña figura apareció, su corazón retumbo.

Se ve tan bonito.

Kyungsoo se estiró un poco, tomó un sorbo de su termo, se colocó sus audífonos y tecleando algo en su celular, comenzó a caminar. Sólo fueron unos cuantos pasos, hasta que se detuvo en el buzón, abriéndolo.

-Oh, ahí va él de nuevo. Cada mañana es lo mismo-murmuró, perdiéndose en cómo el cuerpo contrario se mecía hacia adelante para sacar los papeles. Al terminar aquello y guardar en su bolso los documentos, retomó su caminar-. Caminas por mi casa, luciendo totalmente precioso a mis ojos y yo... quiero llamar a tu nombre. Quiero decirte lo hermoso que eres y que de donde estoy mirando, la luz sólo ayuda un poco a tu brillo natural. Me tienes pensando demasiado lo que podríamos ser, porque eres demasiado perfecto -un burbujeo en su pecho se presentó, subiendo por su garganta y saliendo en un murmuro con voz de mando-. Mío.

Su sorpresa fue demasiada cuando Kyungsoo dejó de caminar y tembló levemente en su lugar. Con confusión, el pelinegro miró hacia los lados. No encontró nada, y sin querer irse sin una respuesta del por qué acababa de sentirse tan sumiso, se quitó sus audífonos.

-Te tengo ganas, muchas ganas... No lo sabes, pero es cierto -siguió susurrando, experimentando sus sentimientos a flor de piel. El aroma a algodón de azúcar intensificándose-. No puedo hacer que mi boca diga las palabras que quiero decirte para poder tenerte... -un nuevo burbujeo, otro murmuro-: Mío.

Quiso levantarse de sorpresa en el tiempo en que miró a Kyungsoo dar un paso hacia atrás, como si estuviese poniéndose débil. El azabache volteó a los lados, tuvo que esconderse cuando su mirada se posó en su casa. Fueron dos segundos y se animó a ver otra vez por la ventana. Kyungsoo estaba a pasos de su hogar, con una mueca en su rostro.

Dios, hasta acá puedo sentir su aroma.

-Esto es típico de amor, no puedo esperar más, no esperaré, necesito decirte -su lobo se removió, estando completamente de acuerdo-. Cómo me siento y que cuando cierro mis ojos... nos veo juntos para siempre. Estás conmigo en mis sueños... Seremos todo lo que quiero que seamos. Y desde allí, ¿quién sabe? Tal vez esta sea la noche que nos besamos por primera vez -murmuró con anhelo-. ¿O sólo soy yo y mi imaginación? -nuevo burbujeo, otro susurro-: Mío.

Notó que la mueca en su rostro se intensificaba y una mano viajaba a su pecho, su mirada clavada en el hogar de Jongin. Aquello provocaba que el corazón del castaño se intensificara rápidamente.

-En mis pensamientos, caminamos, nos reímos, pasamos el tiempo caminando por la orilla del mar -musitó-, porque sé que te encanta el océano. En mi imaginación, nuestras manos están suavemente entrelazadas, y es un sentimiento que no puedo describir porque no ha pasado pero ese es mi sueño... Que pase -nuevo burbujeo, otro murmullo-: Mío.

Kyungsoo se retorció en su lugar y casi cae de rodillas al suelo. Su aroma estaba demasiado fuerte, como nunca antes. Jongin sentía que el suyo no estaba tan diferente al del omega.

-Y todo este tiempo que pasamos solos, pensando que podríamos no pertenecer al mundo del romance, a algo tan hermoso... Será recompensado, porque te trataré como te mereces, como el príncipe que eres... Tan hermoso por sí mismo -se levantó lentamente de donde estaba sentado-. Y voy a tener algo más que mi imaginación -dijo por último, dejando que el burbujeo se intensifique y que ahora diga en una voz de mando alta pero sin llegar a grito-: Mío.

Ahora Kyungsoo cayó de rodillas, agarrando su estómago y retorciéndose en el suelo. Jongin no lo dudo más y corrió hacia su puerta, abriéndola con el fin de ir hacia el mayor. Do subió su mirada, encontrándose con la alta figura del alfa que sólo hizo que su lobo se removiera con más fuerza.

-E-Eres tú -murmura.

-¿Yo? -cuestiona Jongin, arrodillándose junto con él-. ¿Yo qué?

No hubo aviso ni nada que le dijera a Jongin que Kyungsoo iba a tomarlo de la camisa y a colocar su nariz en su cuello, olfateándolo.

-T-Tú hueles a canela -espeta-. Tú me has puesto así -su ceño se frunce y se agarra de Kim con más fuerza cuando éste quiso apartarle-. Tú hazte cargo.


















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Como que ya estoy prometiendo muchas
segundas partes de muchas
songfics... pero buENO.



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