- Me voy una semana, ¿y ya no tienes pelo?

Eso fue lo primero que dijiste nada más entrar por la puerta del despacho de Charles. Caminaste con los tacones repiqueteando en el suelo de madera hasta colocarte en frente de su escritorio (donde dejaste tu maletín).

Charles levantó las comisuras de su boca por lo que dijiste. Dejó los papeles sobre su escritorio y te prestó toda su atención.

Rodeaste el escritorio y te sentaste sobre sus piernas y rodeaste su cuello con tus brazos.

- ¿Qué ocurrió? ¿El peluquero se pasó con las tijeras?

- No - se rió brevemente. Pasó sus manos por tu cintura. Su silla empezó a moverse por la sala y salir del despacho. - Fue un poco más complicado que eso.

Charles te miraba a los ojos, y lo viste:

Un hombre azul, con pinta de poderoso estaba tumbado sobre una piedra plana; a su lado estaba Charles. Charles no podía levantarse ni escapar.

Abriste los ojos como platos.

Más imágenes pasaban por tu mente: Aparecía Erik en muchas de ellas. Y también Raven a punto de morir. Y también como la escuela quedaba reducida a cenizas y que Alex Summers no resultó vivo.

Cerraste los ojos, queriendo huir de aquellas imágenes.

Todos esos sucesos desaparecieron de tu mente y se lo agradeciste a Charles.

- ¿Pero tenías que perder el pelo? - hiciste un puchero y él se rió.