-    Steve para por favor. – te quejaste mientras rodabas por la cama.

-    ¿Es que no puedo besar a mi esposa por la mañana? – Steve enganchó sus brazos en tu cintura y tiró de ti, para acercarte de vuelta a él.

-    Claro que puedes, pero llevas así media hora. Tengo que levantarme y ver como está Shelene, además de preparar el desayuno.

-    Yo puedo hacer el desayuno, - dijo mientras te besaba las clavículas.

-    Steve, solo sabes poner el microondas. Eso no es el desayuno.

Steve se rió.

-    Creo que hoy deberías despertar tú a Shelene. Y yo voy preparando el desayuno, - hablaste.

-    Cada vez que me acerco a ella me siento tonto. – admitió, apoyando su frente en tu hombro.

-    ¿Y eso? – te reíste. Empezaste a acariciar su cabeza.

-    Porque habla de tecnología y yo no sé nada de eso, - hizo un puchero.

-    Por supuesto que no eres tonto. – le animaste, pinchándole su mejilla. – Solo eres como el abuelo pero mucho más joven. Y guapo.

Steve se rió.

Plantaste un beso en sus labios para después conseguir salir de la cama. Te colocaste tu bata blanca y le hiciste cosquillas a Steve en los pies porque parecía que no se iba a levantar. Finalmente, Steve se levantó con pereza. Te dejó un beso en los labios y salió de la habitación para ir a la de Shelene, vuestra hija.

Antes de dirigirte a la cocina te quedaste en el marco de la puerta de la habitación de vuestra hija. Viste como Steve le acariciaba suavemente y le apartaba el pelo de la cara. Sonreíste con amor al ver la acción.  Te alejaste del marco de la puerta para entrar a la cocina, y empezar a preparar el desayuno de un nuevo día: Crepes con sirope y chocolate.

-    ¡Mami! – dijo Shelene en la entrada de la cocina. Steve había tenido que llevar a Shelene a la cocina porque quería ver a su mami.

Te giraste para ver a Shelene en los brazos de Steve. Te alejaste de la vitrocerámica para darle un achuchón a tu hija, y ya de paso darle otro beso a Steve.

-    Papi me ha despertado, - te contó Shelene, como si no lo supieras.

-    ¿En serio? – dijiste asombrada. Steve rió por tu actuación. – Iros al salón que ya termino de hacer las crepes.

-    ¡Crepes! – gritó Shelene feliz.

Steve se llevó a Shelene a ver los dibujos animados que ella tanto amaba. Tú continuaste cocinando sin interrupciones. Terminaste de hacer todas las Crepes, saliste al salón a poner el mantel de la mesa de comedor y después llevaste las crepes y los platos. Steve colocó a Shelene en su silla y te ayudó a llevar los siropes al salón.

-    Mami, - habló Shelene, esparciendo el sirope de chocolate por su crepe.

-    Dime mi amor, - le miraste.

-    Quería ver la tele pero papá no me ha dejado porque no sabe como se enciende. – te cuenta como si fuera un secreto. - ¡Pero yo sí sabía como encenderla!

Steve se sonrojó mientras partía su crepe. Acariciaste su brazo y apoyaste tu cabeza en su hombro para reírte.

-    Steve ya te dije que había que pulsar el botón de color rojo para encender la televisión. – le recordaste. Shelene gritó que ella también se lo había dicho.

-    Para que lo sepas, ya había teles en mis tiempos, - gruñó sonrojado. – Le di al botón pero la pantalla seguía de color negro.

-    ¿Y encendiste el plus?

Steve se quedó callado y se sonrojó aún más. Shelene se rió, con toda la cara llena de chocolate.

-    No - susurró. – Ni siquiera sé qué es eso.

Shelene se restregó la mano por la cara de la indignación, y eso solo hizo que el chocolate se esparciera por su cara y por su mano. Eso provocó que tanto Steve como tú os rierais.

Gracias por los 10k me gustas. Y por eso haré una gran maratón (no sé cuantos OS serán, pero serán unos cuantos, espero que os guste :D