Supervelocidad.

Clint se despertó ese día con ganas de entrenar. Nada más levantarse, empezó a hacer ejercicios para estirarse. Después se cambió de ropa y pasó un momento por la cocina para tomar algo.

Ya en la sala de entrenamiento, Clint estaba en frente de su amado altar. Cogió su arco y su carjac y se colocó en el centro de la sala. Apuntó a la diana, pero antes de disparar la flecha, se giró hacia la izquierda.

La flecha acabó delante de ti, casi rozándote el hombro.

-    ¿Así es como planeas matarme, Clint? – le preguntaste quitando la flecha del suelo. – Porque tendrás que ser mucho más rápido que yo para conseguirlo. Y eso es bastante difícil.

-    Me lo tomaré como un reto – dijo Clint con una sonrisa.

Corriste hacia él hasta quedar a su derecha.

-    Puedes intentarlo – te reíste. Él se giró, un poco desconcertado.

-    Provocas dolores de cabeza, ¿alguna vez te lo dijo alguien?

Te colocaste a su lado izquierdo.

-    ¿Además de ti? Nadie.

Clint empezó a disparar a la diana, y cuando se le acabó la docena de flechas, fuiste corriendo a por ellas y se las devolviste todas en décimas de segundo.

-    ¿Y qué haces tan temprano en la sala de entrenamiento? Sé que entrenar no es lo tuyo.

-    Solo quería ver a mi persona favorita – te encogiste de hombros y le sonreíste.

-    ¿Quieres entrenar? – te preguntó. Asentiste. – Entonces, intenta que las flechas no te alcancen.

Sonreíste mientras empezabas a correr por toda la sala.

Era una pequeña maratón ;)