Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

023 - Steve Rogers !

A ver Baby_A_1 , ¿que no iba a ser capaz de escribirlo? JÁ.

Esto es la sorpresita que tenía para los 100 me gusta (llegué tarde, sorry, pero me costó escribirlo).

ADVERTENCIA:
- Primera vez que escribo sobre el sexo (ni siquiera sé si llamarlo así xd). Si alguien no quiere leerlo pues... Que no lo lea. Así que siento que sea una caquita.

Steve te apoyó delicadamente sobre la puerta, nada brusco ni con desesperación. Mantuvo tu cara atrapada con sus grandes manos para que no te escaparas del beso. Le agarraste las muñecas, ya que no sabías donde colocar tus manos. Finalmente Steve se separó de ti para que pudierais respirar. Apoyó su frente en la tuya mientras cogíais aire.

- Steve, tenemos que entrar - le dijiste entre suspiros.

Estabais en una cita. Fuisteis a cenar en un bonito restaurante, él llevaba camisa y chaqueta y tú un vestido blanco y corto. Llevabais seis meses saliendo, y nunca habíais dado el siguiente paso. Y una vocecita te decía que hoy era el día. Como el caballero que es, te acompañó hasta tu casa, pero el beso de despedida se volvió algo más, como si desatara algo que no se podrá parar.

Steve se separó de ti con un paso hacia atrás. Alargó la mano para enredarla en tu cintura y te acercó a él. Cogió las llaves que estabas sacando de tu bolso marrón y él mismo abrió la puerta.

Entraste tú primero, y cuando no oíste sus pasos te giraste para mirarle.

- Puedes entrar, - le dijiste. Steve dio tres pasos hasta entrar en tu casa y quedar a tu lado.

Le quitaste las llaves y tú misma cerraste la puerta y echaste la llave.

- Puedes quedarte a dormir – le hiciste saber.

Steve se acercó a ti y te volvió a besar con el mismo ímpetu. Te apoyaste sobre la puerta, con tus manos en su cuello y sus manos en tus caderas. Pasaste las manos desde su cara hasta sus pectorales, y sentías que te derretías por ello. Steve te agarró fuertemente de las caderas y os hizo cambiar: él ahora estaba apoyado sobre la pared y tú estabas, prácticamente, recostada sobre él.

Segundos antes de que os separarais del beso (que subía cada vez más y más) le mordiste el labio inferior. Él se pasó la lengua por su labio inferior, con una sonrisa y después volvió al ataque.

Se irguió, agarrándote más fuerte de las caderas para que no cayeras hacia atrás. Él empezó a dar pasos hacia tu habitación y tú ciegamente le seguiste, aún besándoos.

Tus piernas rozaron la cama, y para no caer te agarraste a su cuello. Os separasteis del beso y comenzaste a desabrocharle la camisa blanca, él hizo un camino de besos desde la clavícula hasta detrás de la oreja. Ya le habías desabrochado la camisa pero no conseguías quitársela. Necesitabas concentración y Steve besándote el cuello no ayudaba. Y aún menos cuando encontró ese punto detrás de la oreja que te hacía derretirte entre sus brazos. Dejaste las manos en sus pectorales, sin la camisa de por medio. La piel la tenía caliente, su corazón latía fuertemente y te mordiste el labio para evitar que saliera un gemido sin permiso. Steve hizo una marca de amor justamente en ese punto, y tus rodillas comenzaron a temblar; por no decir que toda tú. Steve se separó de tu cuello cuando estuvo satisfecho de la marca.

- Túmbate en la cama, - susurró. Y podías jurar que su voz se volvió más sexy de lo que ya en un principio era.

Tus piernas no pararon de temblar hasta que caíste en la cama. Tuviste que levantar la mirada para poder mirar a los ojos dilatados de Steve. Steve tenía los labios hinchados e incluso algo rojos. Su pecho subía y bajaba rápidamente. Y te costó demasiado despegar la mirada de su torso.

Steve se agachó hasta quedar en sus rodillas. Ahora, no tenías que mirar hacia arriba. Te cogió un pie y te quitó el tacón. Lo volvió a dejar en el suelo on cuidado e hizo lo mismo con el otro pie.

Volvió a besarte, esta vez te sujetó por detrás de la cabeza, y con la otra mano te agarró por debajo de la cintura y te llevó hasta el centro de la cama. Pegaste un gritito, que os hizo separar del beso. Él se rió y tú te sonrojaste. Te besó en la nariz y se quitó la camisa.

Estabas en el centro de la cama, tumbada y gozando de buenas vistas. Él estaba casi al pie de la cama, de rodillas. Mientras se quitaba la camiseta no dejó de hacer contacto visual contigo.

Aunque Steve fuera el más bueno, el más caballeroso, y el más "inocente"; sabía lo que su cuerpo te hacía sentir y lo utilizaba contra ti.

Te apoyaste sobre los codos y pasaste el dedo índice por sus abdominales hasta casi llegar a la línea del pantalón, mordiéndote el labio inferior. Steve te quitó el dedo sin fuerza. Tiró su camisa y chaqueta al suelo y, nuevamente, volvió al ataque.

No sabías por qué tenías tantas ganas de soltar gemidos, todavía no te había tocado (en ese sentido) como para perder la cordura. Y no, tampoco era tu primera vez, pero seguramente se sentiría como la primera.

Steve pasó una de sus manos por tu espalda, empujándote hacia arriba. Apoyaste las manos en el colchón mientras aún os seguíais dando el beso. Sus manos pulularon por tu espalda hasta el cierre de tu vestido. Pareció pensarse dos veces mejor el quitarte el vestido ya que se deshizo del beso y se quedó con las manos en la cremallera del vestido, inmóviles.

Descansó su frente en la tuya mientras ambos cogíais aire.

- No tienes por qué parar, - le dijiste entre respiros. Le diste un primer casto beso para que volviera a animarse y en el segundo beso empezaste a mordisquearle los labios.

Steve, finalmente, bajó la cremallera lentamente. Después colocó las manos en tus muslos y empezó a subirlas, llevándose consigo el vestido poco a poco. Steve te quitó el vestido lentamente, como si fuera un pecado el quitarte el vestido.

Dejó a un lado el vestido y te contempló sin parpadear. Volviste a tumbarte en la cama. Colocaste tus manos encima de la tripa por pudor. Si hubieras sabido que esta noche iba a ocurrir esto, no te habrías puesto un sujetador blanco sin tirantes y unas braguitas blancas. Tus mejillas se colorearon fuertemente.

- Eres la mujer más bonita del mundo, - admitió Steve de rodillas en la cama, aún sin parpadear por tanta piel blanca como la porcelana desvelada.

Steve apoyó una mano en el colchón y la otra la pasó por tu costado, sus largos dedos rozando tu piel. No pudiste evitarlo pero, te mordiste el dedo índice. Steve apoyó el codo para estar más cerca de ti.

- Podemos parar cuando quieras, - dijo Steve.

- Ese es el problema, - dijiste después de alejar el dedo de tu boca. – Que no quiero parar. ¿Y tú?

Tu corazón latió dolorosamente lento, no querías oír una negativa.

- No creo que pueda parar, - admitió. Y volvió a besarte. Si pudieras, literalmente, derretirte, eso sería lo que estarías haciendo ahora mismo.

Tu corazón volvió a latir normalmente, o incluso más rápido. Pasaste tus manos por sus brazos hasta llegar a sus hombros, donde colgaste los brazos. Steve estaba reteniendo parte de su peso, ya que no quería aplastarte. Pero a ti eso no te importaba.

Steve despegó vuestros labios para trasladarlos a tu cuello. Dejó un reguero de besos por todo tu cuello y siguió la línea de tu clavícula. Hizo otra marca de amor en tu hombro. Después volvió a tu cuello. Colocó las manos en tus caderas y las apretó. No pudiste retener el gritito. Steve se levanto de tu cuello y te miró con un ceño, después comprendió: Las cosquillas.

Susurró un perdón. Y antes de que volviera a tumbarse sobre ti, alargaste las manos hasta la cinturilla de sus pantalones. Steve se quedó quieto y eso te impulsó a avanzar. Le desabrochaste el botón, le bajaste la cremallera para enseñar un poco de sus bóxers negros. Querías olvidar el bulto que estaba ahí pero realmente era difícil.

Steve se levantó de la cama cuando vio que iba a ser una tarea imposible el quitarse los pantalones. Se los bajó lentamente, incluidos los calcetines. Juntaste las rodillas mientras mirabas el adonis frente a ti. Steve volvió a subir a la cama de rodillas. Colocó sus manos en tus rodillas y a continuación repartió besos en ellas. Cuando dejaste de hacer fuerza para mantenerlas cerradas, él lentamente las abrió y se colocó entre ellas. Se apoyó sobre sus codos y repartió besos por tu cuello, clavículas y hombros.

Paró de besarte para mirarte a los ojos. Ambos teníais sonrisas estúpidas en las caras y las pupilas dilatadas. Steve te besó la nariz, después la boca, la barbilla y siguió bajando por la garganta hasta llegar por encima de la tela del sujetador. Steve pasó sus manos por tu espalda para levantarte un poco. Con una te mantuvo levantada y con la otra intentó desabrocharte el sujetador.

Steve tenía la mirada de concentración, y tú más que estar vergonzosa, mirabas con atención su cara.

- Anda, espérate que lo hago yo, - dijiste cuando viste que Steve no lo iba a hacer solo. Quitaste tus manos de su cuello para luego colocarlas detrás de tu espalda y desabrocharlo en segundos. Volviste a colocar tus manos mientras él te dejaba en el colchón y te quitaba el sujetador.

Steve lo dejó en el suelo sin siquiera mirarlo. Se volvió a agachar para juntar vuestros labios, pasó los brazos por tu espalda baja para daros la vuelta. Quedaste apoya sobre el... Pecho con pecho. Acarició tu espalda, las subía desde entre tus omoplatos hasta la espalda baja. Tú tenías las manos colocadas en sus hombros. Despejasteis los labios, Steve continuó acariciando tu espalda mientras os mirabais a los ojos.

Le dejaste un pico en los labios y bajaste hasta su cuello. Tú también querías hacerle una marca de amor. Chupaste primero la piel y luego mordiste. Cuando te separaste, la piel donde habías mordido se tornó morada. Sonreíste con orgullo y volviste a mirar a los ojos a Steve.

Volvió a besarte lento, sin prisa, como si con un solo beso quisiera decirte algo. Volvisteis a cambiar de posiciones, quedando tú abajo. Bajaste las manos por sus costados. Tus manos recorriendo cada músculo hasta llegar a la cinturilla de sus bóxers negros. Las manos de Steve también estaban deambulando por tus caderas, a veces tocando la tela de tu ropa interior.

Steve dejó de besarte para apoyar su frente en tu hombro. Pasó sus manos por tus piernas hasta llegar a las caderas enganchando la ropa interior de paso. Tu corazón empezó a latir rápidamente. Steve comenzó a repartir besos donde podía mientras, lentamente, te quitaba la única prenda que te faltaba.

Dejó la ropa interior en el suelo, y se volvió a acercar a ti, empezando a besar una de tus caderas, después a la otra (dejando algunas marcas de amor), subiendo hasta el ombligo y de ahí línea recta hasta tu cuello. Tus manos estaban en sus bóxers tironeando de ellos hacia abajo pero sin conseguir que se quitaran del todo.

Steve pasó sus manos de tus caderas hacia donde estaban tus manos. Te ayudó a bajarle los bóxers, con una patada, Steve se quedó sin ropa. Steve te dejó un beso en la nariz para luego salir de la cama. Ibas a preguntarle qué habías hecho mal, pero cerraste la boca cuando viste que se agachó a por sus pantalones y de su bolsillo sacó un condón.

Steve te miró y se sonrojó.

- Siempre hay que estar preparado, - Steve te explicó en un susurro y tú te reíste. Steve volvió a subir a la cama. Dejó el sobrecito plateado a un lado y te besó en los labios por milésima vez en la noche.

Os separasteis del beso para miraros a los ojos. Él tenía los ojos dilatados y aunque no te veías sabías que debías tener las mejillas sonrojadas. Le acariciabas los brazos musculosos y él a ti las caderas. Cogiste el sobrecito y lo pusiste delante suya para que lo viera.

- Adelante capitán, - le animaste. Steve sonrió y te cogió el sobre de las manos. Lo rasgó y sacó el condón. Se despegó un poco de ti para colocárselo y después volvió como estaba antes.

Steve te colocó las piernas a ambos lados de sus caderas, tú las enrollaste sobre sus caderas. Agachó su cabeza para repartir besos por tus pechos, y volviste a morderte los labios fuertemente. Steve levantó su cabeza y te besó los dos párpados (ni siquiera te habías dado cuenta de que habías cerrado los ojos).

Con una mano suya guió su pene hasta la entrada de tu vagina.

Hincaste las uñas en los hombros de Steve por la anticipación. Aún tenías los ojos cerrados y te mordías el labio.

Steve entró de lleno y cerraste con más fuerza los ojos. Arañaste la espalda de Steve para encontrar un poco de consuelo. Steve pegó la boca a tu oreja, te susurraba cosas bonitas mientras el pequeño dolor iba desapareciendo poco a poco. Te besaba toda la cara y te acariciaba las caderas. Cuando le diste el asentimiento, él comenzó a mover las caderas.

Las caderas de Steve hicieron un vaivén que te sabía a gloria. Tú, mientras, acariciabas el nacimiento de cabello que tenía en la nuca, y otras veces, hincabas las uñas involuntariamente, arañando su espalda. Steve te mordisqueó la barbilla para que le prestaras atención a él. Abriste los ojos y le miraste directamente a los ojos.

Gemiste, sin poder evitarlo. Steve aprovechó que tenías la boca abierta para meter su lengua en ella. Os besasteis, esta vez con necesidad y desesperación. El ritmo de las caderas de Steve aumentó y te costaba mirar a Steve.

Steve te agarró de las caderas e incrementó más la velocidad. Rodaste los ojos hacia atrás mientras dejabas descansar tu cabeza en la almohada. Steve fue directo a la piel descubierta de tu cuello, dejando aún más marcas. Y, a veces, soltaba algún ronco gemido.

Pasaste las manos por su espalda, de arriba abajo hasta llegar a su trasero y agarrárselo, después volvías a sus hombros. Te habías dejado de morder el labio porque no querías rompértelo. Soltabas algunos "Steve" y también llamabas a dios.

Notabas que te quedaba poco, el orgasmo construyéndose poco a poco en tu interior. Cuando finalmente llegaste gritaste el nombre de Steve mientras cerrabas los ojos fuertemente. Steve, al oír su nombre, fue inhumanamente más rápido.

Dentro de la nube de éxtasis en la que te encontrabas ahora mismo, levantaste un poco la cara para poder morderle el lóbulo de la oreja. Le acariciaste los costados bañados en sudor, hasta que él también se corrió en el condón. Steve descansó la cara en tu hombre y cuando recuperó la cordura, lentamente salió. Se quitó el condón y se tumbó de espaldas en la cama, para recuperar el aliento. Te apoyaste en su pecho y él pasó su mano por tu cintura, dándole un leve apretón.

Ambos suspirasteis relajados, Steve te besó la frente y poco a poco caísteis en el sueño.

#TeamCap

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro