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7. ❝ Pequeñas Travesuras ❞ | Travis Stole |

IMAGINE #7 "TINY JOKES"

DESCRIPCIÓN: Travis se encuentra en nueva Roma, ya que no recuerdo con exactitud cuál de los hermanos Stole ingresó a la Universidad. 

Este imagina contiene el tema de la violencia intrafamiliar psicológica y baja autoestima.

Character song: "Shooting Star" by Owl City.

Travis llegó con exactitud a las dos de la tarde a Nueva Roma, por lo visto Percy no había mentido, era hermosa. Los aires distinguidos de la imponente ciudad le dieron una nueva perspectiva de esta nueva cultura.

La Universidad sería un gran cambio para él, ya que había dejado a su gemelo atrás, quien no se tomó nada bien al principio su decisión de irse solo a la universidad para estudiar pediatría. Le encantaban los niños tanto como sus amadas bromas. Muy en el fondo quería dedicarse a mejorar la condición de los niños que no recibían la atención médica adecuada, por lo que tuvo que pasar por todo un duelo consigo mismo para alcanzar sus sueños, que estsban muy ocultos. 

Al final, pudo elegir a su carrera. Connor se la pasó sin hablarle un mes hasta que terminó el campamento y aún continúa sin dirigirle la palabra, lo que le complicó a Travis su mudanza.

Las calles de la ciudad eran hermosas por su llamativo color salmón en el suelo, lo modernas que se veían las cafeterías y restaurantes en la zona central de la ciudad. Algunos edificios públicos conservaban el toque clásico de sus antepasados arquitectónicos. Las fuentes junto con la vegetación le daban más vida a Nueva Roma.

Dentro de una hora, debía tomar una orientación junto a Percy, quien también iba a entrar a la universidad con él. Travis no tenía idea de lo duro que iba a ser el cambio por el cual, decidió embarcarse. Tratar de amoldarse al estilo de vida romano, extrañaba tanto hacer bromas, pero sin Connor no era lo mismo. Además, no tenía un motivo muy claro en qué gastarlas.

O eso creyó hasta que se topó contigo.

Una linda romana con un legado de 5 generaciones proveniente de Apolo, pasaba por el campus de la universidad. Cargabas con una computadora portátil y tus audífonos en forma de grandes orejeras con el símbolo del dios, alrededor de tu cuello.

Travis se quedó estático.

Eras como una bella doncella de fantasía caminado por los Elíseos. Tu cabello ondeando al ritmo de la corriente de aire. La forma en la que tu nariz se arrugaba cuando te sentaste en la banca del parque donde otras familias pasaban el rato. Tus hermosos ojos brillantes resplandecían cuando comenzabas a escuchar tu música.

―Creo que me enamoré.

Y como un idiota.

Se dejó caer sobre su silla realmente rendido. No tenía salvación. Era su primer mes en la Universidad y ya había hecho una broma a uno de sus compañeros durante la bienvenida. Travis no tenía la intención de hacer una gran explosión en la gran fuente de ponche para llamar tu atención y que accidentalmente cayera sobre cinco soldados de la tercera cohorte. La paliza que le dieron fue la comidilla entre los diferentes grupos universitarios el resto de la semana.

―Bien hecho Stole ―se dijo a si mismo mientras se sostenía la bolsa de hielo en su pómulo izquierdo.

―Espera aquí, querido ―la amable enfermera tomó su ropa destrozada para irle a buscar nueva en objetos perdidos.

Travis bufó cansado. La noche no iba a como planeaba. El hijo de Hermes tenía en mente una velada perfecta para que ambos se conocieran, había conseguido un saquito de polvos explosivos, inofensivos, para ponerlos en tu bebida; esta en cuanto salpicara tu prenda, Travis iba a darte su chaqueta para llevarte a un lugar más tranquilo y hablar.

Sí. El plan era perfecto, pero el problema, fue que estabas muy pegada a una de tus amigas. Nunca alzaste la mirada y tus ojos parecían estar llenos de tristeza. Así que con tu amiga de por medio, nunca estabas ni un momento a solas para que Travis ejecutara sus planes para conquistarte. Y por andar embelesado contigo, ¡olvidó que traía el saquito abierto! Su contenido cayó en la fuente de ponche más cercana y ¡BOOM!

―Incluso en mi propio juego salgo perdiendo ―se lamentó Travis, cuando vio algo extraño.

Eras tú. Caminabas por los jardines frente a la enfermería. Siempre con la mirada gacha. Había algo en tu caminar que no parecía en orden, el chico se inquietó. Era extraño. Jamás en su vida se había tomado algo enserio, no hasta que te conoció. Deseaba atraer tu atención a como diera lugar, para eso tendría que gastar sus mejores bromas a ver si alguna de ellas haría que lo voltearas a ver.

Travis recapituló todos sus intentos de atraerte a lo largo del año:

El día siguiente a la fiesta de bienvenida, vio que fuiste enviada a hacer deberes hasta tarde en la facultad, así que él hizo un avión de papel con polvos de colores para sorprenderte, pero estos terminaron colándose a la práctica de los de la tercera cohorte. Veinte romanos corrieron tras Travis para darle una buena paliza. Suerte que él es el hijo de Hermes y logró despistarlos.

Él logró colarse al edificio donde vivías, listo para aparecer de la nada con un cartel que decía "Deberías conocerme lindura". Estaba muy ansioso por que te presentaras. Lo malo fue que al momento en que la puerta se abrió, lo hacía para el lado en el que se ocultaba el hijo de Hermes. Terminó aplastado mientras que tu mejor amiga reía a carcajadas exageradas de un chiste que escucharon, tú solo tapabas tu boca.

Travis al salir de la puerta con cartel en manos, fue mal momento para que la capitana del equipo de judo saliera envuelta en su bata de baño y al ver a un chico pensó lo peor de Travis. Lo derribó con una buena patada hacia su quijada.

Travis estaba tan falto de ideas, por lo que recurrió al internet para buscar frases románticas que servirían para atraer tu atención.

Se preparó toda la noche hasta que el día siguiente te buscó por todos lados, hasta ver a lo lejos, tu cabellera caer en cascada por tu espalda. Él tragó en seco mientras se volvía a peinar su desastre de cabello y acomodó su camisa. Respiró hondo y comenzó con los piropos más clichés que pudo haber encontrado.

Alguien olvidó cerrar la juguetería: se fugó una muñeca

Nada.

¿Crees en el amor a primera vista o tengo que volver a pasar?

Travis frunció el ceño un poco molesto.

Bendita sea la tuerca del tornillo de la llanta del camión que trajo el pavimento en el que estás parada... ¡MONUMENTO!

Sin respuesta.

Si estás buscando el tocador de damas, felicitaciones ¡soy yo!

Y en ese momento la persona frente a Travis se volvió.

Vaya cara de espanto que puso en hijo de Hermes al descubrir el gran error de su vida: ¡Confundió a un hombre contigo! Y fue una verdadera causa para que el chico quisiera enterrarse un vidrio en los ojos. Claro que aceptó la paliza que le dio el joven con el que Travis te confundió.

Aunque algo le alegró de esa paliza: Estabas sentada junto a tu amiga, en una banca frente a ellos. Tú mirabas la escena un poco divertida, tu amiga no paraba de limpiarse las lágrimas de risa que brotaban de sus ojos. Le sonreíste a Travis.

―Conocí el cielo ―dijo en voz baja una vez que las dos damas, se fueron.

Era un día lluvioso cuando las clases en la Universidad fueron canceladas debido a los fuertes vientos que azotaban contra el edificio, la lluvia torrencial junto con una oleada de granizo grueso, dejaron a todos los estudiantes varados en la Facultad hasta nuevo aviso. El chico suspiró de nuevo al ver que muchos de sus compañeros comenzaron a jugar retos un poco pesados. Incluso él ya no se reconocía al evitar dichos retos que jamás en su otra vida rechazaría. Sin dudas el estar centrado en conquistarte le habían hecho cambiar un poco sus hábitos que solía tener en el campamento.

Ese día, el hijo de Hermes no se encontraba en sus mejores ánimos. Ya pasó un mes desde que le sonreíste en el parque. Al siguiente día que Stole trató de hallarte no hubo rastro alguno de tu presencia. Estaban tan desesperado por conocerte, que fue hasta la oficina de control escolar para preguntar por la extraña chica que siempre lleva unos audífonos grandes con el símbolo de Apolo, más la secretaria de la coordinación se negó a darle respuestas debido a los acuerdos de confidencialidad que manejaba el instituto.

Frustrado se fue del lugar ganándose la compasión de la coordinadora.

Travis Stole se enamoró de ti y trató muchas de veces de probártelo, sólo que, al parecer, las diosas Niké y Némesis han amotinado en contra de su amor. Caminó por los pasillos un poco ajetreados de la universidad, muchos de los chicos que allí se hallaban, se la pasaban recordando los errores que ha cometido tratando de declararte su amor. El chico al sentirse acosado por las miradas, decidió entrar al último lugar que esperaba visitar: La biblioteca.

El lugar estaba prácticamente desierto, lo que le pareció perfecto para poder despejarse todos sus conflictos.

La biblioteca era en sí majestuosa. Los estantes estaban hechos de mármol blanquecino, lámparas artesanales con hermosos diseños de enredaderas plateadas y muchas inscripciones en latín. Los libros de variados colores como en vino, olivo, dorado, negro o azul cobalto, sus títulos y autores de los lomos estaban hechos con ornamentos en plata, cobre y oro. Los nombres de las secciones estaban escritos en tablillas de sostenidos por dos arcos de madera que debajo de cada sección, contenían una escena importante en la historia de la Antigua y la Nueva Roma, incluso la batalla contra Gea.

Travis paseaba por todo el recinto admirando el buen trabajo arquitectónico y acomodo de sus residentes empastados. Por primera vez entendía la euforia de un nerd o un hijo de Atenea por estos lugares.

Algo en el pasillo donde se hallaba la colección especial con todo lo referente a la música captó la atención del chico. Era un pequeño zumbido rítmico que atrapaba a cualquiera que lograra escucharlo. Completamente hipnotizado, se dirigió hacia el lugar donde procedía el sonido.

Al final del corredor, en una mesa de anillo de por lo menos 3 metros de diámetro. Una computadora dorada con el símbolo de Apolo, ocultaba a una hermosa chica de hebras desordenadas en un intento de coleta alta. Tus chispeantes iris danzaban por la pantalla mientras probabas diferentes pistas para la siguiente competencia que se haría en Nueva York. Componías canciones para tratar de triunfar en las grandes disqueras, sólo que no podías evadir a tus controladores tutores políticos.

Tus padres jamás se hubieran opuesto a ello, tu padre, era un legado de una musa, y tu madre de Apolo; el arte corría por tus venas. Tras ese fatídico accidente de auto del cual saliste casi con vida, pero perdiendo tus cuerdas vocales tras haber sido herida con un vidrio, tu mundo perdió color. Fue de verdad una suerte que ninguna arteria vital se perdiera aquel día. En su lugar, la suerte se llevó a tus padres y tu voz, tu arma principal. La única familia "empática" que tomaría el control de tu vida, fueron los hermanos políticos de tu madre. Un matrimonio bien posicionado dentro de Nueva Roma. Tenían buena casa y facilidades para la educación. Herramientas que se te impusieron sin darte tiempo a recuperarte de la gran pérdida que sufriste. Se olvidaron el ligero detalle sobre tu pérdida total del habla. A tan corta edad, aprendiste a valerte por ti misma para que los demás pudieran entenderte: El Lenguaje a Señas. Así te libraste del radar por un tiempo, hasta que la época de tu atardecer en la preparatoria aconteció lo inevitable: Tu futuro. Ellos esperaban que siguieras sus pasos para formar parte en las filas de las cohortes como un elemento político. Tu sueño, en cambio, marcaba hacia la música y el mundo artístico. Así que la audición para contratar escritores inéditos justo el día en que cumplías la mayoría de edad, pondría en favor una buena parte del juego. Por eso, el empeño que ponías a tus pistas era muy agotador. No hallabas el sentimiento adecuado para entregar al menos una canción completa. Había tantas cosas en tu cabeza que no hallabas el concepto adecuado competir contra otros.

"―Tal vez, deba descansar un poco..." Pensaste.

―Hola.

Levantaste la mirada hacia el dueño de tan hipnótico tono de voz. Un chico de hermoso porte similar al de un príncipe de cabello color caoba, ojos amables con un deje más travieso que el de un niño de siete años, brillante sonrisa y piel bronceada; apareció de entre los libreros.

Perfección.

Habías encontrado a tu musa. Desde que lo viste pasar por las calles de Nueva Roma, descubriste el paraíso con sólo mirarlo: Sus ojos eran brillantes, similares a un par de soles traviesos. La felicidad que destilaban hacían que cualquiera se sintiera atraído. Y en las contadas ocasiones donde cruzaron miradas, un pedazo de varias canciones salía de tu alma y se plasmaba en melodías. Por la misma razón de que ese muchacho era tu musa, su falta de presencia dejaba un vacío en tu corazón, seguido de tu primer bloqueo artístico. Odiabas a rabiar el no terminar una simple canción de menos de un minuto y medio debido a que tu fuente de inspiración jamás ha coincidido contigo. Vaya ayuda de parte de los dioses en enviártelo justo a tiempo. Ya que tu canción debía ser enviada dentro de unas horas antes de que el concurso cerrara por su plataforma en internet. Sonreíste enormemente, saltando de tu asiento, corriste hacia el chico para tomarlo de la mano y sentarlo a tu lado. Travis, por otra parte, estaba completamente nervioso por haber sido recibido de una manera tan eufóricamente positiva a como pensaba que reaccionarías. Ahora que tu musa se hallaba justo a tu lado, podías terminar la canción. Después de un rato mezclando melodías que sólo tú escuchabas a través de tus audífonos, incomodó a Travis.

―Perdona que interrumpa ―bajó las orejeras de tu canal auditivo y te concentraste en él―. Pero quisiera conocerte. Me tienes tan loco por ti desde hace meses, y si no hablamos, terminaré por volverme loco.

"― ¿A qué te refieres, mi adorada musa? " pensaste.

Abriste la boca, olvidando el detalle más importante entre ustedes dos. Bajaste la mirada realmente triste por mostrarle tu verdad.

"―Soy muda." Explicaste a base de lenguaje con señas.

No había que ser muy listo para entender el gesto de la chica hacia su garganta y negando rotundamente. Travis muy avergonzado de cometer tal atrevimiento intentó irse. Consciente de su acto, tomaste con fuerza de su brazo. Con tus ojitos brillantes, tratando de que no se alejara y negando la cabeza repetidas veces, querías hacerle entender que su presencia era bien recibida. Travis sonrió de lado y se quedó justo a un lado tuyo. Esa tarde le dedicaste toda tu atención, olvidando el plazo para entregar la canción.

"―Tal vez, para el siguiente año." Pensaste cuando una adorable sonrisa por parte del castaño, logró hacer que la música pasara a segundo plano.

Con el paso de los meses, ambos desarrollaron un fuerte vínculo, permitiendo conocerse a fondo. Se veían más seguido. Él te contaba miles de cosas divertidas a lo largo de su día. Sólo escuchabas atentamente a sus anécdotas, y a cambio le mostrabas pequeños fragmentos de música creada por tus ágiles dedos. Siempre pintabas al chico como el héroe de tus canciones, que rescataba a la marchita tú. Incluso los problemas familiares parecían desvanecerse. El efecto se borraba siempre que tus tíos políticos abrían la boca.

―Niña, la fiesta de la familia será este fin de semana, espero que traigas a un chico decente o de buena posición. No me gustaría tener que presumir de nuestro linaje y lo eches por la borda trayendo a un vagabundo cualquiera. De algo te debe servir estar en la más prestigiada universidad de todos los tiempos ―dijo la mujer con ciertos rasgos pertenecientes al lado materno de tu familia.

Tus tutores legales, les encantaban las fiestas de alta alcurnia sólo para presumir su poderío y patrimonio que llevan conservando desde hace 8 generaciones. Era como el SuperBowl para ellos.

"―Sí, señora. Prometo ser buena chica." expresaste con señas.

Una mueca de asco se formó en los labios de su esposo. La mujer rodó los ojos, claramente fastidiada, dejando caer los cubiertos de plata estrepitosamente contra el plato de porcelana, pegando un brinco, miraste hacia abajo realmente apenada.

―Por los dioses, deja de hacer tu burdo teatrito de manos. Sabes que odio ver a los lisiados, en esta casa debes negar o asentir ¿escuchaste bien? ―recriminó el hombre.

En esa casa, a sabiendas de que eras muda, al resto de tus parientes les importaba muy poco ese detalle. Desde la muerte de tus padres, hasta la fecha, tomaban a tu falta de voz como el pretexto necesario y encadenarte a su régimen. Aplastando tus sueños. Obligándote a seguir sus mismos pasos. Te estaban matando por dentro y nunca se tomaron el tiempo para preguntar si te sentías bien. Por años te diseñaron para jamás enfrentar a los demás. Criaron a una mujer que sería sumisa y moldeable. Algo que estaba comenzando a fastidiarte. Tu espíritu rebelde, creado por la música, estaba llegando a su límite con esta mierda de personas.

―Recuerda tus lecciones ―intervino nuevamente el hombre―. No hacer esa falta de respeto a la mesa, ni hoy ni nunca. Mucho menos, delante de los invitados. No queremos ser el ridículo en boca de todos por tener que presentar a una irrespetuosa minusválida como tú.

Asentiste.

Terminaste de cenar y ayudaste a dejar todo en orden.

Este evento acontece a la crema y nata de las familias romanas arrogantes. Algo muy exclusivo. Cuando menos, diez familias serían el centro de atención aquel día. Muchas de ellas eran iguales a la tuya: frías y egocéntricas. Aunque quisieras irte, no tendrías el corazón para hacerlo, son la única familia cercana que podría tener la paciencia para educarte, o esas eran la ideas que tus tutores legales habían metido en tu cabeza durante años. Sólo pensabas resistir hasta que lograras ejercer una carrera y poder independizarte, pero sin ninguna pasión en alguna de las licenciaturas que tu familia imponía, teniendo como única salvación a las más compleja de todas ellas para que te dejaran en paz mientras trazabas el plan para debutar en Nueva York, veías cada vez más lejos el punto final a tu problema. Necesitabas a tu musa tan desesperadamente que la espera por el día siguiente se convertía en toda una Odisea.

Travis salió de su cuarto ya cambiado, pero ni a Kathie o a Connor les gustaba lo mal abrochada que estaba su corbata, por lo que la chica se encargó de dejar realmente elegante a Travis, la ocasión no era un juego y él lo sabía. A pesar de que ambos fueron pareja en un principio, su relación no pudo proliferar a como deseaban, por lo que ser amigos fue el método por el cual, no se perderían el cariño fraternal existente entre ambos.

―Creo que voy a vomitar ―dijo el chico, tomando su pancita entre sus manos.

―Ni se te ocurra Stole, el traje tengo que devolverlo mañana en la noche antes de que mi padre se dé cuenta ―le amenazó Kathie―. Ahora, ve a la cena presenta lo básico sobre ti, como tu nombre, qué carrera estudias sin parecer un idiota con un historial muy largo por bromas pesadas ¿De acuerdo?

Asintió.

Travis se había esforzado mucho como para echarlo a perder lo que logró contigo.

Los murmullos acusatorios hacia ti eran demasiado. La mujer y dueña de la casa no paraba de taladrarte con la mirada. Sin mencionar que apenas estabas procesando la gran mancha de vino sobre los vestidos claros de las cuatro mujeres más influyentes de las familias romanas, las mejores amigas y sequito de tu tutora legal.

"—Fue un accidente." repetías en tu mente cada vez que mirabas al charco de vino, las mujeres y tu tutora.

—De todas las desgracias que hay en el mundo, tenía que criar a la peor de todas —siseó la mujer antes de tomar impulso y darte una buena bofetada que dejó helado a Travis y sonrientes a las brujas—. Te pedí que mantuvieras tu salvaje comportamiento a raya durante la noche de mi vida, maldita inválida de mierda. Te di techo, ropa, comida y educación ¡¿y cómo me pagas asquerosa mocosa?! Con tu indisciplina y falta de respeto hacia la familia. Ahora veo porque los dioses se llevaron a tus padres.

Ante su mención un clic de dolor se disparó en tu corazón.

—La ramera de tu madre te concibió en un cuatro de quinta clase con un infeliz bueno para nada; fuera del matrimonio con un hombre de mala calaña. Siempre tuvo debilidad por los inútiles vagabundos, siempre tan generosa. Jamás creí que eso implicaba ofrecer su cuerpo cual puta barata —dijo burlona, el mundo a tu alrededor fue tan abrumador que tus piernas fallaron y dejaste caer tu cuerpo, pegando la vista al sueño, lágrimas desbordaban de tus ojos hasta el suelo— ¿Amor? Por favor, Ese cuento de hadas en el que el vagabundo se quedaba con la maldita zorra de buena familia, hace que me sienta completamente enferma. Tu madre era una miserable ilusa al creer que un sentimiento irrelevante iba a mantenerla con vida. Toda la familia sabía que su decisión la iba a matar de hambre o una enfermedad. Solo me hice cargo de ti porque esperaba corregir lo que Margaret hizo. Pero veo que eres igual a ella. Inútil y una ofrecida perra en celo.

"— ¡Ya basta!" pensaste realmente enfadada.

Con un súper esfuerzo te levantaste y le devolviste un fuerte puñetazo directo a su cara. La mujer en estado de shock, no pudo controlar su postura, así que su trasero se estampó contra el suelo y frío suelo de mármol. Su esposo corrió hasta su lado, ayudándola a reincorporarse. De su comisura brotó un pequeño hilo de sangre. Llevaste tus manos a tu boca, sorprendiste a muchos, más a ti misma. Por haber tenido el valor de confrontarla. Al hacerlo, unas cadenas imaginarias comenzaban a resquebrajarse por todo tu cuerpo.

Al observar a los demás, sus miradas afiladas eran tan fuertes que obligaron a tu espíritu a retroceder, recomponiendo las cadenas de la sumisión. Saliste corriendo del gran salón hacia el enorme jardín-laberinto.

Travis salió de la lujosa estancia tras de ti. Eras más rápida de lo que él creía, pero no por mucho. Cuando llegaste al centro del laberinto Travis tomó tu brazo.

—Tranquila —murmuró una vez que te volviste.

"—No fue correcto lo que hice." contestaste con señas.

—Es lo menos que se merecen —refutó molesto hacia la casa lujosa que se cernía en lo alto de la colina.

"—Travis, tengo mucho miedo —"volviste a llamar su atención"—Ellos me alejarán de ti ahora que te han visto."

—No lo harán, lo prometo.

Antes de darte tiempo a contestar, haló de tu cuerpo para callarte con un tierno beso. Un simple roce, uno que nunca podría olvidar. La sensación de gravedad cero sobre tus tensos músculos permitió que llevaras tus manos hacia la nuca del chico después de que él se alejara. Sin habla mental, tu cuerpo pidió por más de él. Con toda la intención de besarlo una vez más, una explosión junto con los chillidos de mujeres atrajo la atención de ambos.

No podías ver con claridad las cosas hasta que unos binoculares fueron puestos en tus ojos. Travis sonrió triunfal cuando otros binoculares le mostraron su obra maestra. Con una posible humillación en potencia contra su amada, se infiltró a la enorme casa, plantando las mejores bombas de humo colorido, jalea de fresa y miel, y una caja oculta llena con sapos enormes de África que se abriría con un interruptor de bolsillo que oprimiste por accidente cuando ambos cuerpos se aproximaron al momento del beso.

Muchos de los invitados estaban cubiertos por colores chillones, pedazos del gran bufet que la familia ofreció esa noche, incluso la jalea y la miel se veían geniales arruinando la noche para esa bola de engreídos. También los sapos fueron las estrellas. Muchas mujeres huían despavoridas hacia algún lugar que no les permitiera a los anfibios tocarlas, mientras que sus esposos las calmaban o trataban de atrapar a los pequeños pantanosos. Tus tutores estaban en la gran entrada tratando de disculparse con sus invitados, más ellos huían molestos de ellos.

Miraste al Travis entre molesta y divertida. El semidiós se encogió de hombros, tal vez estaba un poco oxidado cuando comenzó a conquistarte, pero la crueldad de tu familia le dio las alas para despertar a su antiguo espíritu de las bromas.

Las cortinas automáticas se abrieron justo a las 8 de la mañana. La luz calentó un poco tu rostro antes de que el pequeño corgi de un año saltara desde el sofá de la habitación hasta la cama para darte lengüetazos. Con mucha pereza y alegría alejaste al animalito. Estiraste tus brazos antes de entrar a la ducha.

Una vez limpia y lista para el trabajo fuiste a la cocina. En la isla de cuarzo moteado ya había dos platos junto con unos vasos llenos de jugo y uno extra con agua. En la estufa, se hallaba un joven adulto vestido sólo en ropa interior y un delantal verde de ositos cocinando por lo que parecían ser unos extraños huevos revueltos. El recuerdo de la noche anterior llegó a tu mente. A pesar de que no era la primera vez, el sonrojo aún persistía cada mañana que despertaba luego de compartir largas horas de pasión junto a ese candente cuerpo que te servía el desayuno.

Te acercaste para besar el hombro bronceado de tu futuro esposo. Él sonrió ante tal gesto amoroso. Al servir sus alimentos intentó besarte, mas recibió un golpe en su estómago.

― ¿Ahora qué hice? ―preguntó claramente sorprendido.

Tu jalaste la bata de la parte del hombro. En dicha parte habían marcas de dientes un poco rojizas, incluso una superficie que estaba entre roja y morada se alojó en la clavícula izquierda. Travis sonrió victorioso. Llevó sus manos hasta tu cintura para juntarte a su cuerpo tibio. Aún con el gesto ligeramente fruncido, Travis logró besarte.

Era lento, cariñoso y lleno de deseo. Deshizo el mal humor por las marcas en tu cuerpo al envolverlo con tanto cariño y cuidado. Llevaste tus manos a la nuca del semidiós, acortando la mínima distancia que existía entre los dos. Oíste un gemido de Travis cuando tus manos frías bajaron hasta su espalda, donde también estaban las pequeñas heridas de tus uñas de la noche pasada. Una de tus piernas ascendió a lo largo del bien tonificado muslo de tu hombre. Al sentir su masculinidad comenzar a despertar, el calor en tu vientre comenzó a recorrer tu cuerpo entero. Cuando se separaron brevemente lograste notar una sonrisa traviesa en labios del hijo de Hermes.

―Creo que desayunaremos las cosas frías.  

Las cosas comenzaban a calentarse, no podías aguardar a volver a su cama para continuar lo que pasó en la noche anterior. Fueron a su habitación en medio de besos candentes y una que otra pausa para sentir sus cuerpos realmente juntos, sacándose gemidos el uno al otro hasta llegar al colchón blandito y continuar.

Si tu antigua yo de hace diez años, la que estaba oprimida por tu familia, le preguntaban si alguna vez se vería en una relación tan hermosa, con el trabajo que tanto deseaba, en la ciudad más maravillosa del mundo, seguramente pensarías que sería imposible. Pero Travis hizo todos tus sueños posibles. Él se encargó de demandar a tus tutores. Ganaron el juicio, junto con una pequeña compensación de ese matrimonio a cambio de no verlos jamás por esos lugares. A los pocos meses se te ofreció una oportunidad de ser la nueva compositora para grandes artistas del momento. Travis y tú se mudaron en cuanto tu primer salario llegó a tus manos a una zona muy agradable y económica en su primer año.

Iniciaron con un pequeño departamento en Queens, para después de un año, mudarse a la zona más cara de Nueva York. En donde residen actualmente junto a su pequeño corgi.

Sin embargo, no todo fue color rosa. Aun tenías secuelas de tus traumas de niña, despertando en muchas noches llorando. Gracias a un terapeuta y con mucha, mucha disciplina, la rehabilitación para mitigar los ataques de ansiedad o depresión ya son mínimamente un mal recuerdo. Algo que no hubiera sido posible sin el apoyo de tus amigos, tu novio y tu voluntad para dejar todo eso atrás.

Aún no estabas del todo bien, varios episodios del trauma aún persistían.

Mas Travis lograba que con pequeñas travesuras, el dolor pasara a segundo plano.

¡¡Holu mis pequeños semidioses!!

Les debía una enorme actualización por casi dos años de estar empolvándose.

Estoy cursando mi segundo año de carrera universitaria, que, desde finales de preparatoria, me ha consumido muchísimo tiempo. Con la mente en bloqueo por la infinita cantidad de proyectos en la escuela además de aquí y mi reciente entrada al fandom del K-POP, saturó mi cabeza.

Tuve un enorme problema para desatorar mi bloqueo de escritor. Pero enhorabuena, les tengo muy buenas noticias.

1. Cuatro imaginas largos, a parte de este, es mi manera de compensarlas. Si hay hombres leyendo esto, pues también va por ustedes.

2. Una enorme sorpresa les espera cuando Ethan Nakamura haga su entrada, o bueno, un capítulo después de Ethan.

3. Como lo han podido notar, comenzaré a escribir más escenas de encuentros sexuales, gracias a AlyssaCharming  quien me alentó a apurarme, (es ella la mayor parte de que haya finalmente desempolvado este proyecto), para variar las cosas.

Los amo tanto, que de verdad nunca pensé que iba a llegar a entretenerme con este pequeño proyecto. Tan solo ver sus comentarios me llenan de alegría. 

Y si, los leo todos, soy su lectora fantasma #1. Prometo que les traeré muchas aventuras, estoy trabajando actualmente en cuatro imaginas pendientes para la primera fase, muy pronto sabrán a lo que me refiero, mientras, disfruten.

Dedicación especial a:

Nico_Di_Angelo99

Gracias por tu apoyo mi pequeña semidiosa en tu libro de recomendaciones.

(Es mi primera vez en un libro de recomendaciones, jejejeje #tristemividha)

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