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6. Dulce Compañía | Frank Zhang |

IMAGINE #6: "Sweet Company" Frank Zhang.

DESCRIPCIÓN: Alternative Ending of the realtioship of Frazel, and Frank becomes so shy with girls. The Trails of Apollo SPOILER.

CHARACTER SONG: "Hall of Fame" by The Scrpit ft. Will I.am.


Tarde.

Esa palabra resonaba en las paredes de tu cabeza mientras corrías hacia tu casa. Resulta que en la Universidad, las cosas eran muy estrictas y extrañas para una chica campirana. A pesar de que ya llevabas un año en la famosa escuela de veterinarios en Montanna. También comenzaste a vivir en una pequeña reserva para pocos estudiantes de vida salvaje en el Parque Nacional de los Glaciares.

Tu don natural al cuidar de los animales y la naturaleza, te dio un gran reconocimiento entre tus colegas veterinarios practicantes. Tanto que hasta en un incidente con un oso negro pudiste controlar la situación.

➡⭕➡

Un día que estabas observando a una camada de pequeños linces, cuatro cachorros en total esperando por su madre; escuchaste las pisadas de alguien más, o en este caso, de un oso grizzli adulto. Te quedaste quieta rezando porque el animal no te oliera. Y no lo hizo, de hecho, se pasó de largo en dirección al área residencial en la que te alojabas junto con tus compañeros.

Lo siguiente que pasó fue que seguiste al oso, que se balanceaba de un lado a otro. Esos eran síntomas claros de que estaba bajo los efectos de un narcótico poderoso. El oso destruyó parte de la cabaña de una de tus amigas y el oso comenzó a reaccionar de manera agresiva. Tus amigos y compañeros, asustados, se encerraron en las cabañas. Eras la única afuera, junto con el gran animal. Sabías que esa clase de osos no eran tan agresivos, sólo cuando atacabas a sus cachorros, defendía su territorio o fuese provocado. Escondida, lo estudiaste por unos largos minutos.

Notaste que el oso llevaba algo en el cuello: un dardo con una mínima cantidad de narcóticos. A unos metros e ti, estaban unos dos hombres armados con un fusil y un arma llena de dardos para dormir hasta un elefante ¡Iban a cazar al oso!

―Maten a todos, el jefe no quiere testigos ―dijo uno de los hombres al recibir una orden a través de la radio.

Y comenzaron a matar a todos los residentes de la villa mientras que otros dos cazadores jóvenes trataban de acabar con el oso. La violencia fue tan cruda como un balde de agua fría cayendo en tu cuerpo mientras dormías. Tu mundo se tiñó de rojo de un instante a otro. Estas personas eran cazadores Furtivos que invadieron una reserva natural.

Estabas en estado de shock hasta que el oso te miró.

Pensabas que los ojos de los animales eran los más expresivos de todo el mundo. Y los de aquel mamífero superaban a los demás. En ellos viste un atisbo de miedo humano, sí, humano. Tu corazón se encogió.

Tomaste una rama del tamaño de un bastón a manera de arma y saliste a combatir. Tus esfuerzos fueron inútiles. Uno de los cazadores logró golpearte por la espalda y te dejó en un estado de vulnerabilidad. No te rendiste a pesar del dolor, te volviste a levantar pero uno de los rufianes te atacó con cuchilla en mano y te regaló un buen corte en tu estómago. Caíste frente al oso moribunda.

La magnífica bestia pareció compadecerse de lo miserable que fuiste al tratar de defenderlo. Algo te inyectaron en el antebrazo que te dejó desorientada, casi peor que una persona dopada por horas. Todo daba vueltas.

Parpadeaste.

Un chico fornido peleando contra los cazadores.

Parpadeaste de nuevo.

Un león dando zarpazos de advertencia. Te estaba protegiendo.

Parpadeo.

Otra vez el chico, pero esta vez no viste a ningún cazador, sólo sus penetrantes ojos marrones. Se veía preocupado, mirando por todo tu cuerpo. Oliste el hedor de tu propia sangre.

Parpadeo.

Un suave pelaje al que te aferraste como si tuvieras miedo a morir si volvías a dormir. Escuchaste un suave "Duerme " por parte del animal.

¿Eso era posible, un lobo podía hablar?

Parpadeo.

Un cálido fuego frente a ti, y una fuerte espalda bloqueando la luz.

➡⭕➡

Cuando abriste los ojos de nueva cuenta, el canto de los pájaros resonaba por toda la cabaña. Tu cuerpo pesaba como nunca. Examinaste el cuarto con cuidado. Una manta realmente delgada cubría tu frágil cuerpo. Solo llevabas puesto una camisa extra grande hasta tus muslos y un par de vendajes en los tobillos, uno enorme en la cabeza y otro más en la muñeca izquierda.

Nerviosa, te pusiste de pie en dirección a la puerta. La luz de la mañana aturdió un poco tu sentido de la vista, por lo que usaste la mano como visera. Notaste que estabas en otro lado. El prado lleno de flores de variados y vivaces colores. Todo rodeado de una inmensa mata de árboles predominantes de la región canadiense. Reconociste los árboles gracias a tu buen sentido de conexión con la naturaleza.

— ¿Cómo terminé en Canadá? —te cuestionaste, una punzada de dolor en la cabeza asaltó tu estado de tranquilidad.

—Cuidado —dijo alguien sujetándote para evitar que cayeras—. Estuviste bajo los efectos de la droga por cinco días y todavía no te recuperas, la dosis fue muy fuerte. Los cazadores pensaban matarte con uno de los tranquilizantes para elefante. Suerte que eres una semidiosa y aguantaste los efectos de la ambrosía y el néctar.

Mientras te explicaba, el misterioso chico te llevó de nuevo a la improvisada cama hecha de cobertores y almohadas gastadas.

— ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí? ¿Quién eres? —avasallaste al chico de inmediato.

—Me llamó Frank —te tendió la mano, un poco dudosa aceptaste—. Es una historia larga.

—Tengo tiempo.

Y así, supiste que Frank, era el oso al que los cazadores seguían. En realidad no eran contrabandistas comunes, eran miembros de una empresa privada como "Triunvirato ", que todo esto conllevó a una verdad que jamás creíste: Los dioses de las mitologías griegas y romanas, son reales. Y tú eras uno de ellos. Ahora sabías porque tu madre desapareció una vez al darte a luz.

Ese día Frank de la pasó respondiendo a todo lo que no podías hallarle una respuesta lógica. Ese día formaron una amistad extraña y muy dulce.

➡⭕➡

—Si eres alguien importante en tu hogar ¿Que haces aquí en Canadá?

Preguntaste una vez que Frank estaba cambiando los vendajes de tus tobillos. Estos ya se encontraban mejor, solo un poco adormecidos por no haber caminado en dos semanas desde él último cambio de vendajes. Frank había sido muy atento contigo, incluso su nivel de sobre protección te resultaba un tanto irritante.

El chico de ojos marrones te miró dubitativo.

—Me salió mal una confesión. Esa chica me dijo que no quería arruinar nuestra amustad, así que vine a mi tierra natal para pensar.

—Eso sonó un poco cobarde viniendo de un chico que puede transformarse en animales.

Frank bajó la cabeza apenado. Verlo de esa manera te resultó muy tierno.

➡⭕➡

Diez meses han pasado desde que Frank y tu han iniciado una vida simple en aquella derruida cabaña en medio del bosque canadiense. Tu comenzaste a despertar tus poderes: influenciar a las plantas. Creaste un verdadero Edén para los dos. Se aislaron del mundo. Se alimentaban de todos los frutos y vegetales que crecían cerca de su cabaña. Frank cazaba de vez en cuando para no perder los nutrimentos de la carne, también iban al río a unos minutos de la cabaña donde normalmente lavaban sus ropas y se bañaban, como Frank era muy pudoroso dejaba que tú fueras primero, porque no se sentía muy seguro de su cuerpo y mucho menos mostrarlo a alguien más, algo a lo que no le encontrabas sentido, en repetidas ocasiones lo habías visto sin camisa. Tenía muy buen físico.

➡⭕➡

Frank de vez en cuando iba a un pueblo a unos 10 kilómetros de la cabaña para ir por cosas indispensables de aseo personal y ropa que les donaban las mujeres mayores del pueblo.

Vivir de la caridad si llegó a uncomodarte al principio, tu orgullo no te dejaba dormir sabiendo que podías hacer algo para traer dinero a su cabaña, por lo que Frank y tu decidieron comenzar a vender plantas medicinales y hortalizas de su huerto.

➡⭕➡

— ¡¿Qué acabas de hacer?! —Preguntó el chico realmente alarmado.

—Besarte, obvio —respondiste molesta—. Te dije que me gustabas y no era broma.

—Es que...

Lo callaste de nuevo con otro corto beso. Tal vez el hijo de Marte lo disimulada con su sonrojo pero le había gustado que lo besaras. Él había desarrollado sentimientos hacia tí, pero era tan tímido que le costaba decirlo en voz alta. Así que te sentaste en su regazo, pasando tus brazos alrededor de su cuello, acariciando su nuca. Tus brillantes ojos le resultaban realmente intensos a los ojos del semidiós.

—Te quiero Frank, aunque tu no lo sepas, te diré que eres una persona muy valerosa, tierna, comprensiva. Lo que tienes de hermoso nunca superará a lo que eres de humilde y deseo que me aceptes para que te haga Feliz.

—Yo no soy hermoso —dijo realmente apenado, le jalaste tiernamente la oreja.

—Lo eres para mí tonto.

Y antes de que te objetara algo le besaste con mucho cariño. Frank estaba realmente sorprendido que le costó seguirte el ritmo. Hasta que después de que el fuego de su improvisada chimenea se extinguió, los besos y caricias entre los dos comenzaban a despertar el deseo más profundo del otro.

—Lo siento — murmuró cuando se dio cuenta de que había metido sus manos debajo de tu suéter, estaba nervioso. A pesar de que deseara estar contigo de esa forma le costaba—. Es mi primera vez, así que no tengo idea de comenzar esto.

—También la mía —admitiste un poco apenada—, pero confío en ti.

—Es que me da un poco de miedo que esto no resulte.

—Frank —reíste antes de besar su nariz—. Sé que eres alguien muy inseguro de ti mismo, que no ves lo valioso que eres. No me importa los años que tengan que pasar para que dejes de menospreciarte, haré que abandones ese caparazón de inseguridades sí o sí.

Tus palabras llegaron al corazón del chico que esa noche. Entre caricias torpes y momentos de pena por ambos lados, fueron realmente pacientes para comenzar a estimularse. Hasta que por fin entendieron lo que ambos deseaban y los gemidos de placer llenaron la cabaña, se entregaron el uno al otro en cuerpo y alma.

➡⭕➡

El sonido de voces fuera de tu cabaña te despertaron de tu sueño. No encontraste a Frank a tu lado, por lo que te extrañó. Ahora que estabas embarazada de dos meses aproximadamente, el semidiós no se despegaba de ti en ningún momento. Para ese entonces ya contabas con 22 años al igual que Frank. Llevaban juntos ya 3 años desde el incidente en la reserva natural. Así que te pusiste la chamarra que solías usar en esa temporada de invierno. Ibas a buscarlo.

Pero te detuviste antes de salir. Una voz de una chica hizo su entrada.

—De verdad nos preocupaste Zhang —dijo, te asomaste por la rindeja de la puerta. Era una chica de tez morena con una abundante cabellera arreglada en una trenza de lado. Y usaba una armadura.

Ella no estaba sola. A su lado derecho se hallaba otra chica más bajita que ella, de tez más oscura y ojos dorados. A su izquierda estaba un chico apuesto con la melena rubia, ojos azules y una pequeña cicatriz en una de las comisuras de sus labios. Los tres estaban vestidos con una camisa púrpura con las siglas de SPQR.

El campamento Júpiter.

—Lo siento —Frank se rascó la nuca.

—Mira Frank, lamento no poder corresponder tus sentimientos —intervino la chica de ojos dorados—, pero eso no te da el derecho de irte de esa manera, te buscamos por mucho tiempo, incluso pensamos que habías muerto. Estuve culpándome todo este tiempo.

—Así que ella te rompió el corazón —dijiste por lo bajo muy triste.

—No te preocupes Hazel —se apresuró a decir el hijo de Marte—. Siento haber hecho tal cobardía, pero estoy bien, lamento no haber escrito o mandado un mensaje iris en estos tres años pero no tenia noción del tiempo aquí.

—Frank —terció el rubio—. No debiste aislarte de esa forma,  sé que debió ser duro para ti este rechazo pero afrontarlo solo no es la solución.

—No estaba solo Jason, una linda chica se convirtió en mi mejor amiga y compañera de vida.

Los tres se quedaron sorprendidos.

— ¿Quién es? —Preguntó la chica con armadura

—Lo lamento Reyna, pero ella debe estar durmiendo, mañana la pueden conocer, está un poco delicada de salud.

—No hace falta Frank —dijiste al momento en que salías de la oscuridad de la cabaña a la luz de la luna.

—Debes descansar —te regañó tu novio llegando a tu lado y acariciar tu vientre.

—Sólo estoy embarazada no minusválida —le reprochaste.

Frank, un poco preocupado dudó de que estuvieras a esas horas fuera de su pequeña cama improvisada de muchas cobijas, le angustiaba que algo llegara a pasarte o al bebé. Hasta que le diste un beso en la mejilla se calmó.

— ¿No vas a presentarme a tus amigos?

—Lo siento amor —te tomó de la mano firmemente, ahora se veía mucho más seguro que antes—. Reyna, Jason, Hazel, ella es (T/N), el amor de mi vida

Y mi dulce compañía—.

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