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5. La Luz y la Oscuridad juntas | Will Solace |

IMAGINE #5: "Darkness and Light together"

Descripción: Will x Reader in action not smut or hot things, warnings: BLOOD!! is not pervert XD

Character song: "GOLD" by Owl City

🌞


Para una hija de Hades que apenas podía mantenerse alejada del peligro era difícil no ir en busca de varios. Desde que tu padre te rescató de los campos Asfódelos no parabas de buscar uno en cada piedra que se cruzaba en tu camino.

No recordabas lo que habías hecho para terminar ahí, pero por la mirada un poco incómoda de tu padre cuando te vio en aquellos parajes sabías que algo ocultaba.

Eras la segunda hija del dios del Inframundo que había salido de aquellos parajes. Nico, tu medio hermano había sacado a Hazel, tú media hermana, pero Hades en persona te sacó. Cuando lo viste por primera vez sentías un lazo especial, algo que te unía a él sin saber que eras su hija condenada a vagar debido a los crímenes que no podías recordar.

Ese día que Hades se topó contigo te recordó, eras su hija más preciosa, habías nacido en el siglo XV, pero habías cometido tantos crímenes con buenas intenciones que estabas a punto de ser condenada a los Campos de Castigo. Así que abogó por ti en tu juicio y fuiste condenada a olvidar tu vida como la mejor asesina de tu país, no sólo tenías la sangre del Inframundo corriendo por tus venas, tres generaciones antes de ti, hubo un hijo de Ares que embarazó a una jovencita conocida como tu gran-abuela. Es por eso que tus personalidades destructivas te sirvieron para sobrevivir al mundo rudo en el que viviste por dieciséis años.

Llorabas a un lado de un árbol podrido por no recordar nada, hasta que él te tendió la mano dándote una segunda oportunidad.Por ahora sólo estabas en el Campamento Mestizo como una adolescente no tan normal, ayudando a tu novio Will Solace en la enfermería.

Sí. Will Solace, el hijo de Apolo se convirtió en tu novio tres meses después de que llegaras en medio de la guerra contra Gaia. Ayudaste un montón, pero ahora él estaba empacando todo para un viaje contigo de rescate. Era tu primera misión y tenías que salvar a Percy, Annabeth, Jason, Piper, Hazel, Frank y a tu adorado hermanito Nico. Él era tu adoración y Will estaba dispuesto a hacer lo que sea para que volvieras a sonreír.

• • •

Leo los estaba esperando en la cubierta del nuevo y mejorado Argo II con mucho más trucos bajo sus aparejos. Los tres iban a rescatar a sus amigos que habían sido secuestrados por una banda mercenarios semidioses. Ellos al parecer tenían un arma secreta para capturar semidioses realmente poderosos. No querías ni saber qué era. Por lo pronto tendrían que viajar mucho tiempo por las aguas hacia las tierras antiguas. En una isla del Mediterráneo los esperaban, ellos querían tu poder y están usando a tu familia como carnada, pero ibas a vengarlos por haberles hecho pasar una tortura.

Hace dos noches mientras el campamento estaba preocupado por tu familia recibiste una amenaza del rey de los mercenarios, un hijo de Hécate. Cuando viste a tus amigos atados con cadenas de bronce celestial lastimándolos, tu ira comenzó a hervir, ellos te retaron para obtener tu poder, querían despertar una vieja bestia del Tártaro con tu ayuda pero te negaste. Ahora te encaminabas a un viaje del que posiblemente no regreses con vida.

En cuanto el barco zarpó no podías dejar de pensar en nuevas formas de tortura que ni sabías de dónde venían mientras Leo trazaba el curso hacia Cerdeña, Italia. Estabas tan absorta en tus pensamientos que no te diste cuenta de que Will llegó hasta tu lado para tomar con delicadeza tu mano.

―No te pongas así ―te regañó y con mayor razón.

Tu estado de salud dependía mucho de cómo era tu personalidad ya que tu poder es igual de fuerte que el de tu hermanito Nico, también igual o peor: muy agotador.

―Perdón amor es que... esos malditos van a matarlos si no llego a tiempo ―dijiste triste y te dejaste que Will te abrazara para darte apoyo.

El hijo de Apolo te dio un beso gentil en tu coronilla y sonreíste por lo atento que era contigo, adorabas a tu novio que morirías otra vez, sólo por él. Lo amabas. Su relación se estaba tornando más seria y que él te acompañara era una muestra de su amor hacia ti, él jamás te dejaría sola y mucho menos cuando tu ira se descontrolara.

Veías las olas moverse debajo del barco esperando a que nada apareciera debajo de él mientras te relajabas con sentir el aura de Will junto a la tuya.

―Vamos a recuperarlos ya verás ―prometió y sonreíste.

―Me pregunto qué mejoras les hizo Leo a mis armas ―dijiste después de un cómodo silencio.

―No lo sé, pero si con ellos ya dabas miedo cuando los blandiste por primera vez, no quisiera imaginarme qué tan letales son ahora.

Reíste y te giraste a besarlo. Will no se lo esperó por lo que tardó en corresponderte, pero te alejaste al sentir que tu estómago rugió. El chico de melena dorada como el sol sonrió travieso al ver que no habías comido bien últimamente, todo el asunto del secuestro te tenía tan molesta que no querías comer ni dormir si quiera.

―Vamos a tener una seria charla sobre la nutrición, cariño ―arqueó las cejas divertido y te le diste un leve empujón.

―Adelante doctor Solace, necesito que me diagnostique ―bromeaste, amabas decirle doctor aunque no lo fuera tan oficial, él parecía serio― ¿Qué?

―Ya sabes que yo hablo enserio sobre esto, me preocupo por ti. No sabes qué tanto mal te puede hacer el no comer varios días y esas ojeras no las tenías tan marcadas ―describió con esa mirada analítica cuando tenía a un paciente enfrente.

―Will, estoy bien, pero si de algo te sirve vamos a cenar ―dijiste entrelazando tus dedos con los de él.

―Esta semana vas a descansar bien, no quiero que en plena batalla te derribes por mala alimentación y falta de sueño y Nico venga para matarme ―rió.

Nico y Will eran mejores amigos pero cuando se trataba de ti él parecía ser el hermano mayor, así que adorabas a tu familia, chiquita y desigual, un poco loca pero era tuya y de nadie más.

• • •

El resto de la semana tal como Will lo dijo, estuviste descansando mientras Leo, Will y el entrenador Hedge -que casualmente no dejaría a una chica con dos semidioses alborotados sola- que te mantenía a salvo cuando había ataques de monstruos, pero dentro del viaje, Leo, te entregó tus mejorados látigos de oro imperial, estos ahora eran un mango que con sólo activar un botón, el cuerpo era de oro imperial trenzado con hilos de plata.

Agradecías a Leo por tus nuevas armas pero mientras te acercabas al punto de encuentro más te aterraba la idea de no salvar a los que amabas.

Habías tenido terribles pesadillas sobre las muertes que viste a través de otros ojos, no sabías cómo explicarlo pero de todas, la muerte de Will era la que te mantenía cerca de tu novio cada vez que despertabas sudorosa y llorando. Te refugiabas con él para que calmara los demonios que llevabas dentro. Sabías que antes de esta vida había otra, no tenías ni idea de lo que habías hecho pero seguramente suponías que era malo.

• • •

No te lo habías esperado. El gran castillo de los mercenarios era bajo tierra con un gran coliseo que daba una espectacular vista hacia el cielo despejado del día. Leo y el entrenador Hedge se quedaron en la nave en la espera de tu señal para sacarlos de ahí mientras que Will y tú serían los que rescatarían a todos.

Pero ahora te hallabas sujetada por dos escorias al igual que tu novio. Y al otro lado de la arena mirabas con profundo odio a un tipo que extrañamente lo habías visto en otro lado. Era un chico de por lo menos unos 22 años que parecía tener más edad debido a lo abatido que estaba, vestía como un bárbaro ostentando sus pieles de monstruo para presumir su machismo.

―Ya estoy aquí ¿Qué le has hecho a mi familia? ―espetaste.

―Y/N tan encantadora como siempre, no eres la única que se escapó a tiempo del Inframundo ―te extrañó pero de repente lo recordaste todo, tu vida pasada que creíste muerta.

No pudieron enterrarlo todo. Al parecer siempre estabas destinada a sufrir y ahora este tipo que era tu ex jefe que te convirtió en lo que eres, una asesina, venía para buscar venganza contra ti. Y el responsable de devolverte las memorias en el peor momento.

―Tú no deberías estar aquí, déjalos ir a todos o...

Una enorme pared de roca se giró para dejar a la vista a tus amigos y hermanos atados con las cadenas. Ellos eran tu talón de Aquiles porque era todo lo que tenías y no ibas a dejar que por culpa de una disputa entre tu ex jefe y tú, perjudicara a alguien. Pero verlos en un estado tan crítico te desgarró el alma. Caíste al suelo tiritando de impotencia y Will corrió a tu lado deshaciéndose de los que le sujetaban.

―Y/N

― ¿O qué? ¿Me matarás? Por favor... Yo te convertí en lo que eres, monstruo ―levantaste la mirada hacia Will.

Pareció leerte el pensamiento pues asintió y con suma discreción tensó una flecha en su arco.

―Juntos.

Asentiste lista para entrar en combate. Desplegaste tus látigos de oro imperial y eliminaste a los secuaces a tu alrededor de un solo golpe. Los dos avanzaron hacia adelante pero unas rejas se abrieron dejando el paso a una docena de dracanaes, no vacilaste y dejaste que Will te cubriera la espalda disparando flechas a las más cercanas a tus costados mientras avanzabas en línea recta matando a dracanaes que te impedían el paso hacia el que una vez vejó cada parte de tu cuerpo no sólo físicamente también emocionalmente.

Cuando el malnacido hijo de Hécate estuvo a metros de ti él se movió tan rápido que logró golpearte y lanzarte cerca de la pared en la que tu familia se hallaba prisionera, escupiste saliva con sangre y te volviste a levantar.

Corriste hacia él y lograste asestarle un buen latigazo en la cara que sólo logró hacerle un rasguño en la mejilla, pero él con magia te lanzó ladrillos de un tamaño considerable. Tus sentidos de semidiosa se activaron al 100% y con saltos y movimientos rápidos esquivaste por los pelos todos y cada uno de los bloques. El mercenario frunció el ceño y decidió usar su espada de oro imperial y arremetió hacia ti. Él era más fuerte eso se podía notar porque cada vez, te costaba esquivar sus ataques. En una oportunidad que tuvo se deshizo uno de tus látigos dejándote desprotegida además de que con un golpe te quitó el otro. Tomó tu cuello alzándote a centímetros del suelo.

Cuando te iba a enterrar la espada oíste que alguien gritaba tu nombre y una flecha atravesó la mano de tu ex jefe y te soltó. Will se acercaba con una espada que había robado pero el mercenario te arrojó hacia él. Will te atrapó, cayeron rodando por la arena que los dejó a mucha distancia, era más fuerte de lo que recordabas y te dio miedo.

―Will no podremos derrotarlo ―gemiste de dolor al sentir que un hueso de tus costillas se iba a romper.

―Nada de eso, vamos a lograrlo ―aseguró antes de darte un corto beso.

Ambos volvieron a la batalla y como si se leyeran las mentes, se dividieron para atacar de cada lado. Will le dio una estocada mientras que tú ibas a sujetar el brazo de tu enemigo pero él previno sus ataques y saltó hacia atrás describiendo un arco y cayó limpiamente. Will volvió a atacar pero él le dio una fuerte patada en el costado que lo mandó a volar al otro lado de la arena.

― ¡¿VAMOS Y/N, ESO ES LO MEJOR QUE TIENES?!

Gritaste furiosa dejando tu látigo de lado. Corriste con los puños en alto y comenzaste a dar golpes como nunca lo habías hecho, tu furia era tu principal motor por lo que tus golpes se volvieron más fuertes además de casi imparables.

Puñetazos a la cabeza, golpes a las espinillas, saltos con patadas voladoras, saltos mortales hacia atrás y continuos como los de un ágil conejo y maromas como antes solías hacerlas, tu sangre hervía en tus venas y ni siquiera tu ex jefe podría detenerte. Hasta que un descuido te golpeó tan fuerte en el vientre que chocaste contra la pared y se agrietó.

Estabas completamente desorientada pero con la vista borrosa lograste ver a Will corriendo con la espada en alto. Oh no.

― ¡WILL NO! ―gritaste ya demasiado tarde.

El hijo de Hécate golpeó con una porra que formó de repente lanzando al hijo de Apolo hacia el otro lado inconsciente, sentiste su aura desvanecerse con rapidez que activó un instinto primitivo tan profundo que fue la cusa por la que te apodaron la Oscuridad Asesina. El ver que de su frente emanó un hilo de sangre provocó tu ira, abandonaste toda tu misericordia para volver a ser la fría hija de Hades ansiosa de ver al que te hizo sufrir, romperse en pedazos, que te suplicara, pero ibas a darle una muerte lenta que saciaría tu venganza personal. Gritaste tan fuerte que hasta todos temieron que derrumbaras el lugar, pero avanzaste desplegando el látigo con rapidez para atacar con todo lo que tenías mientras que recogiste el otro con sólo ondear el cuerpo del instrumento en tus manos para que volviera hacia ti.

Eras letal, tanto que hasta pudiste derrotar al tipo partiéndolo por la mitad liberando toda la oscuridad de ese lugar. Las cadenas de tus amigos se rompieron dejándolos libres. No podías creer de lo que habías sido capaz, habías matado a sangre fría como en los viejos tiempos pero recordabas muy bien el dicho de tu padre: Hay muertes que no podemos evitar.

―Will ―susurraste y corriste hacia él.

El hijo de Apolo se hallaba tendido sobre el suelo. Te arrodillaste para intentar tocarlo pero te sentías tan sucia que lloraste abrazándote a ti misma, Nico y Hazel se acercaron a tu lado para tratar de consolarte pero estabas devastada.

―Will lo siento, me convertí en el monstruo que solía ser y no te protegí, lo lamento tanto, debería ir a los campos de castigo en este momento...

―No Y/N, fue mi culpa ―la voz ronca de tu novio hizo eco en tu cabeza que levantaste la mirada. Él se sentó con dificultad―, sabía que no debía limitarte y que tu pasado... no sabía que era tan malo. Hasta que Nico y Hades me lo contaron, por eso te protegía tanto, me daba tanto miedo de que te perdieras en el camino de la sangre que solías disfrutar, pero el ser una asesina te hace lo que eres y que no importa qué hiciste, siempre te voy a amar, me gusta cómo eres y verte tan vengativa me causó una impresión que no me alcanzan las palabras para decírtelo.

―Pero ya no soy más esa chica Will, me hicieron tantas cosas que no... ―tu voz se rompió y te refugiaste en los brazos de Will para llorar todo lo que callaste.

• • •

La isla se hacía cada vez más pequeña mientras observabas cómo el cielo se teñía de colores naranjas y rojos. Todos estaban a salvo en el barco contando una y otra vez cómo luchaste, también les sorprendió tu habilidad con el látigo, pero les costaba digerir cómo habías acabado con el hombre que destruyó tu cuerpo y alma para convertirte en una efectiva máquina de matar. Pero no te rechazaban, aunque querías estar sola para entender lo que te había pasado.

―Hola ―llegó Will a tu lado y te negaste a mirarlo―. Y/N no estoy enfadado contigo ni siento rechazo por lo que pasó.

―Deberías, soy una asquerosa asesina a sangre fría y por eso casi me voy a los campos de castigo, no debería estar viva ni...

Will te interrumpió estrechándote contra su pecho. Aceptaste con gusto su acto. Aspiraste el olor de su piel, era una especie de esencia a vainilla con algo más, nunca supiste qué pero adorabas ese olor, a él también.

―Olvida el pasado ¿ok? ―tomó tu rostro entre sus manos y viste que tenía una venda grande en su pecho pero estaba vivo.

―Lo que ordene el doctor ―dijiste con una sonrisa antes de enredar tus brazos en su cuello y besarlo.

Habías luchado como nunca y todo fue gracias a Will. Él ha sido tu motor desde el principio y te alegrabas de tenerlo cerca. Escuchaste que silbaron y a tu hermano mirando a tu novio amenazante, sabías que le molestaba que te besaras con alguien. Aún no se acostumbraba a que hubiera alguien más en tu vida, así que mejor decidiste abrazarlo y darle un millón de gracias a tu padre mentalmente por haberte dado una segunda oportunidad y una batalla contra aquel que merecía un buen castigo, de ahora en adelante el maldito no olvidaría tu nombre jamás ni el de Will.

La luz y la oscuridad habían luchado como una sola por amor.

https://youtu.be/lE3H58CtGbQ

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