2. Amazonicamente encantadora | Nico di Angelo |
IMAGINE #2: "Amazonicly charming"
Descripción: After the "Blood of Olympus" and change on Nico di Angelo and Kinzie never die.
Character Song: "My Demons" by Starset
👻
Habían pasado tres años desde la batalla contra Gaia y tu decimosexto cumpleaños se celebraba esa noche, aquella en la que tu madre amazona esperaba que fueses de mayor utilidad con tus hermanas. Pero había un ligero problema contigo...
Tú no eras como ellas: dura, fría y mucho menos dominante sobre el sexo masculino. Siempre eras como el payaso entre tus hermanas amazónicas, hicieras lo que hicieras para ser exactamente como ellas lo son, te veían como alguien no muy buena para tomar decisiones de poder o incluso tenerlo, eras un poco más bajita que el resto pero a eso le sacabas ventaja.
Por el contrario, eras atenta, dulce, caritativa y muy ágil, pero sobretodo, muy inteligente, claro que se debía a que eras la nieta de Atenea y poseías una velocidad aun mejor que cualquier guerrera amazónica en la historia pero nadie apreciaba eso si no eras dominante por lo que a escondidas de tu madre, irías a ver a la reina Hylla esa tarde para pedirle algo que podría darte la libertad o la muerte segura.
Llegaste a la sala del trono donde la reina de las amazonas descansaba sobre su trono de best-sellers hablando con Kinzie. Y fue una suerte que estuvieran solas, porque no querías que otras hermanas amazónicas escucharan tu débil petición y mucho menos, tu querida madre. Cuando repararon en ti sentiste que su mirada fría e intensa traladraba tu alma, pero te armaste de valor para llegar a ella.
―Mi reina.
―Y/N, pensé que estarías con tu madre por tu cumpleaños.
―He venido para que me permitas abandonar a las guerreras amazónicas.
Dijiste sin rodeos y esperaste a que la reina te acusara de traidora o te matara, pero nada de eso sucedió, en lugar de eso, Hylla simplemente te miró un poco divertida, después estalló en una gran carcajada lo que te desconcertó un poco.
―Ay pequeña, no creas que no me daba cuenta que ser amazona no era lo tuyo.
―¿Enserio?
―Claro ¿o no Kinzie?
Ambas se miraron divertidas lo que afirmó que tú eras patética como amazona.
―¿Entonces me dejarás ir?
Pero antes de que te respondiera enteraron dos guerreras amazonas escoltando a alguien. Al principio pensaste que era una sombra pero cuando lo enfocaste bien, viste que era un chico. Y no uno cualquiera, a simple vista percibías un gran poder lo que despertó un sentimiento de curiosidad en lo más oscuro de tu alma, ladeaste un poco la cabeza para verle bien. Iba vestido con unos tejanos oscuros, una camisa con una calavera, una chaqueta de aviador y la espada de hierro estigio sujeta a una cadena oscura a manera de cinturón.
Él parecía de tu edad, pero te llevaba por media cabeza, no parecía muy musculoso, odiabas eso, exceso de masa muscular, pero se veía que era fuerte.
Pero lo que te impresionó fue que él era más pálido que cualquiera hermana amazónica que hayas visto, aunque sus ojos oscuros fueron lo más cautivador del chico. No sabias el significado del repentino aceleramiento de tu corazón al sentir que sus fríos ojos llenos de sentimientos casi iguales a los tuyos, destruido e incomprendido te prestaron atención. Pero en ellos encontrabas una gran belleza que de inmediato te atrapó. Sacudiste la cabeza para sacarte esos estúpidos pensamientos para concentrarte.
Tus hermanas amazónicas al verte como un estorbo una de ellas te empujó hasta hacerte caer contra el suelo. No era la primera vez que te trataban como si fueras basura, desde que tenías ocho años siempre fueron rudas contigo y nunca podías hacer nada porque no poseías ni la destreza necesaria o la rapidez, no como ahora, pero el trato jamás cambió en esos años. Te trataban muy mal e Hylla no podía ayudarte para que no pensaran que era débil a pesar de que ella ha sido tu mentora y le agradaras.
El chico pareció molestarle que te trataran tan cruel. Una parte de él deseaba golpear a las guerreras por ser tan crueles con una chica que parecía estar hecha de cristal, pero se contuvo.
―Reina Hylla, este chico dice que quiere hablar con usted sobre su misión.
Hylla no dejaba de taladrar con la mirada al chico que al parecer era inmune a ella.
―¿Quién eres y para que estas aquí?
―Me llamo Nico di Angelo, soy hijo de Hades y vengo porque alguien de aquí me daría algo importante.
―Y/N vete -ordenó con voz severa, asentiste -, y sobre lo que estábamos hablando antes... Haz lo que creas correcto.
Saliste un poco confundida no sin antes mirar atrás y te topaste con la mirada de Nico sobre ti. Sentiste tu corazón latir más rápido que de costumbre así que saliste corriendo a tu habitación.
• • •
A la hora de la cena te habías entrado que el chico fue llevado a prisión por haber sido un grosero e insolente con la reina Hylla. Por los rumores de las dos escoltas del chico supiste que estaba en una misión por parte del Campamento Mestizo en busca de un antídoto que sanaría las eternas llamas de la oscuridad. Claro que ni le encontraron sentido así que lo metieron a la prisión con ayuda de esposas mágicas para que no escapara. Mañana en cuanto saliera el sol decidirían si dejarlo vivir para usarlo como su esclavo o matarlo.
Lo consideraste injusto así que harías algo por Nico. Sin importar que te llevaran a la muerte si algo salía mal y los atrapaban a los dos, harías lo correcto, seguirías por primera vez a tu corazón sin dejar que otras personas te dijeran qué hacer. Ya estabas harta de vivir de una manera muy dominante, dejarías en claro que valías algo y si esa prueba era tratando de liberar al hijo de Hades, lo harías. Así que determinada fuiste a tu habitación para empezar de cero el plan:
"Liberar a sombritas sin morir en el intento"
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Saliste de tu habitación a hurtadillas cuidando de no despertar a tu madre. Ibas vestida con unos tejanos azul oscuro, una camisa a cuadros negra con morado y un suéter de lana gris, encima una capa con gorra negra que usabas para esconderte. Sin dejar de lado tu fiel espada hecha de bronce celestial escondida bajo ésta.
Recorriste los oscuros pasillos con tu mochila de viajes colgada sobre tu hombro para llegar a la sección donde tenían a sus prisioneros. Ocultaste tu mochila mágica -que habías robado hace dos noches para escapar por si Hylla no te dejaba ir- detrás de unas cajas y te ajustaste la capa. Al entrar viste a una de las pocas guerreras amazónicas que no te trataba mal.
―No te preocupes, Hylla me dijo que yo tomaría el turno ―dijiste muy segura a la guerrera que se veía un poco cansada, asintió y se fue sin notar del todo como ibas vestida debido a su cansancio.
Cuando comprobaste que era seguro fuiste por tu mochila mágica de donde sacaste una espada de hierro estigio -habías sacado el arma del chico momentos atrás del almacén de armas confiscadas lo cual fue pan comido para una hija de Atenea que sabe robar, pensabas que tenías la bendición de Hermes y porque tu padre era un hijo de Hermes-, tomaste las llaves de la celda del chico, la abriste y entraste, pero no tenías las agallas suficientes para atreverte a perturbar su sueño. Nico estaba profundamente dormido. Se veía como un ángel del inframundo pero increíblemente tierno, te obligaste a despertar de tus pensamientos nada propios de ti, porque no tardarían en darse cuenta de que algo andaba mal, sobretodo cuando vean a la guerrera amazónica llegando treinta minutos antes de cambiar de turno. Lo sacudiste.
―Despierta, Nico no tenemos mucho tiempo ―susurraste él se removió.
―¿Qué? Ah, eres a la que trataron como si nada.... ¿Y/N?
Hiciste una mueca y lo liberaste de sus ataduras, él te miró sorprendido.
―¿Qué haces?
―Te ayudo a salir de estas paredes.
Le mostraste su espada y se la entregaste. A Nico le costó creer que una chica bonita como tú lo estuviera ayudando. No podía hacer viaje sombra porque después de su reunión con la reina lo sedaron con algo que desconocía así que se sintió muy tonto por haber ido sin compañía. Pero el verte ayudándolo con la posibilidad de que te maten y luego a él lo hacían sentirse responsable de lo que te llegara a pasar. Él tomó tus muñecas con fuerza para mirarte detenidamente en busca de una trampa, pero tus brillantes iris lo convencieron de confiar en ti. Una perfecta extraña que parecía tener más valor e ingenio que cualquier amazona en todo el edificio.
Susurró tu nombre―, ¿qué esperas conseguir de mí?
―Escuché que vienes de un lugar para personas diferentes ―dijiste esperanzada―, un lugar al que pudo ser yo misma sin necesitad de ser tan ruda o seguir estereotipos. Por favor llévame contigo.
Rogaste con tus enormes ojos brillantes, nunca habías rogado por algo, pero si él era tu boleto de salida, harías hasta lo imposible por convencerlo de que te dejara ir con él y ser libre. Nico suspiró.
―Pero antes tengo una condición...
• • •
Habían pasado ya gran tramo de toda la estructura y cuando llegaron a una parte de una bodega que ahora no estaba vigilada. Probablemente todo el mundo dormía mientras que dos adolescentes estaban a punto de robar algo que Nico necesitaba. No te reveló mucho de su misión, sólo necesitaba algo sobre un antídoto. Sabías donde transportaban esa clase de cosas a Hécate cuando pedía reservas o productos base de las Amazonas.
Tras un rato vigilando la puerta, regresó el chico ocultando su cara de desconcierto que no llegaste a definir por completo así que le restaste importancia. Caminaron directo a las escaleras. Pero entre los pasillos escuchaste a dos guerras llegando en su dirección, no había un lugar para los dos por dónde esconderse, sólo un laberinto de cajas con las inscripciones "Amazon.com". Actuaste rápido, te giraste rápidamente para luego empujar a Nico hacia atrás y caer sobre un colchón inflable que alguien había olvidado tapando su boca rápidamente así evitando que su impresión fuera lo que los delatara.
Aguantaste la respiración y te relajaste cuando ellas se fueron. Todo tu cuerpo se destensó por un momento, pero luego recordaste que estabas encima de Nico. Tu cabeza se había ocultado en el pecho del chico y cuando levantaste la mirada era todavía peor. El latir de tu corazón se aceleró repentinamente al ver que sus ojos oscuros se centraban completamente en ti además de que sus manos se aferraban a tus caderas. La forma en la que te miraba te hacia sentir la sensación de gravedad cerro y tu alma comenzó a entender algo que era irracional además de imposible en ti. ¿Era real lo que en tu corazón comenzó a despertar por este chico? ¿Por qué sentías sensaciones extrañas por todo tu cuerpo si apenas lo conocías pero te tocaba y sentías que morirías? ¿Qué era eso que se arremolinaba en tu pecho?
• • •
Escapaste por una puerta trasera del edificio principal, le diste la señal a Nico para que saliera contigo a las fritas calles lista para precisar tu nueva vida en un lugar partes semidioses como tú. Respiraste el fresco aire de la noche. Nico murmuró tu nombre.
―No creas que no mantengo mis promesas, así que llegaremos en unos minutos al Campamento Mestizo, es a donde quiero llevarte.
―Lo que digas ―sonreíste.
Nico se acercó hasta donde estabas y te tomó de la cintura para juntarte a él, no tardaste en sonrojarte. Y juntos se fundieron en las sombras.
DOS AÑOS DESPUÉS.
Estabas en el pórtico de la cabaña 13 en la espera de tu novio. Sí. Nico y tu habían comenzado a salir desde el verano pasado. A todos les sorprendió saber que ambos salían porque nadie pensaba que el hijo de Hades pudiera enamorarse y menos de una descendiente de Atenea. Pero ahí estabas esperando a que Nico terminara de hablar por mensaje iris con su padre. Cuando salió tomó tu mano con delicadeza y caminaron juntos hacia el bosque.
Desde que te reconoció tu abuela Atenea al principio eras vista de manera extraña por lo que te costó llevarte con los semidioses y ocultaste tu pasado de amazona para que nadie se alejara de ti. A pesar de eso todos al final se enteraron de lo que eras gracias a un combate que tuviste con un hijo de Ares que te pretendía pero trataba muy mal a tu mejor amigo. Aunque él le haya vencido en un par de ocasiones tu orgullo por que los demás no te tratan como si no tuvieras opinión llegó a tus límites. Tu rapidez y certeza sorprendió a los demás pero a Nico no, y fue así como todos supieron que eras una amazona, porque nadie del campamento mestizo eran tan rápido en ataques como lo eras tú.
―¿En qué piensas, amor? ―preguntó Nico deteniéndose a mitad de camino.
―En el día en que peleé por mi orgullo contra ese patán ―sonreíste y luego él se puso frente a ti cuando vio tu repentino cambio de humor―, ese día que nos conocimos, dijiste que buscabas un antídoto... ¿Lo encontraste?
Su mirada preocupada ser tornó en una avergonzada, sus mejillas se tornaron rojas lo que te robó una sonrisa. Respiró hondo y tomó tus manos con fuerza para mirarte con amor antes de decirte:
―La verdad es que nunca encontré el antídoto o eso creía yo hasta que te vi arriesgando el pellejo por mi. Cuando fui en busca del antídoto no encontré nada o eso creía. Lo que estaba buscando no era algo en sentido literal, hasta que comencé a conocerte, ver un alma como la tuya y la manera en la que me hacías sentir era como si fuera la cura para la oscuridad en mi corazón, eso era lo que significaba ese pedazo de profecía.
Estabas tan conmocionada por la manera tan llena de amor en su tono de voz que de no ser porque tenía sus manos entrelazadas con las tuyas, pensarías que es un sueño. Nico nunca era así de expresivo. Y podían ser contadas las veces en las que te hablaba de esa manera, aún le costaba acostumbrarse a ser abierto con la gente pero mucho más contigo, a pesar de fueran novios. Y el hecho que te haya confesado eso simplemente te hacía la mujer más feliz de todo el planeta.
Susurró tu nombre.―, eres amazónicamente encantadora y lo que más amo en este mundo.
Luego te besó como si no fuera a hacerlo mañana. Cómo adorabas el consejo que te había dicho Hylla hace unos dos años:
"Haz lo que creas correcto".
https://youtu.be/LSvOTw8UH6s
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