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Fated tracks pt. 1



Así como nada es eterno, las coincidencias son sólo eso, coincidencias. La vida no da segundas oportunidades, aún cuando se tiene vida eterna. Repetir los hechos que hacen feliz a alguien es una treta más para las personas. Sin embargo, esa esencia, esa figura, ese cabello... todo es igual a como ella los portaba. Su sonrisa incluso es igual de detallada, los labios permanecen en ese lugar para resaltar sus facciones.

¿Cómo puede suceder esto? Es una simple y vil coincidencia...

-Oye, ¿qué haces? –la voz de otro hombre me sacó de mis pensamientos.

-Nada, vámonos.

-¿Nada? Pues es una nada bastante interesante, ¿no crees? Llevas media hora viendo lo que hace.

Tenía razón. Llevaba media hora observando sus caderas, su cintura, sus manos... Me atraía todo de ella, en todo momento. Sentía que si dejaba de verla, la perdería para siempre. Y en esta vida, sólo una persona me había hecho sentir así, pero ahora estaba muerta.

Bufé y me levanté de aquél lugar. Tenía el registro de su esencia en mi mente, podría buscarla después, porque si hacía algo ahora se vería extraño y acosador. Ni qué decir sobre ella, se asustaría. Creí que era suficiente, hasta que escuché su voz.

-Rayos, parece que estás bastante débil hoy –era idéntica. No... No podía ser ella.

-Perdona, ayer no dormí bien.

-Está bien, yo te ayudo.

La voz cesó cuando caminó más lejos, perdiéndose entre la muchedumbre. Me sentí un idiota por dejarla ir pero, no tenía pruebas aún.

-Tatsu, ¿estás bien?

-Sí, ¿por qué la pregunta?

-Te ves ansioso. Toma –un cigarrillo se me ofreció, a lo que acepté gustosamente. La nicotina quema la garganta cuando se encuentra ésta seca, pero era buena para olvidar los sucesos ocurridos en esos instantes.

Seguí caminando hasta el apartamento. Había sido un día difícil, extraño y agotador. Suspiré antes de tumbar mi cuerpo en la cama. Mis párpados repetían el rostro con una calidad tal que indudablemente, podía sentir que ella era esa mujer de hace unos momentos. El color de cabello era totalmente distinto pero, mantenía el mismo largo que recordaba. La ropa que usaba era lo más alejada posible a la que solía vestir la mujer de mis recuerdos, diría que no es tan mala pero es un estilo completamente distinto.

Jamás he creído en cosas como el destino. Eso es absurdo. Aún después de convertirme en lo que me he convertido, nunca pensé en la posibilidad de reencontrarme físicamente con la persona que amé. No es como si la vida me fuera a recompensar la pérdida.

Cerré los ojos, acomodando mi cuerpo en aquella cama, mis manos cruzadas bajo mi nuca, las piernas abiertas y los zapatos aún puestos. Recordé la esencia que desbordaba y mi garganta se secó a un nivel extremo. Gruñí por el ardor, necesitaba un poco de alcohol para calmarla. Levanté mi cuerpo nuevamente, dirigiéndome hacia la nevera donde la cerveza fría descansaba. Tomé una lata y la abrí, comenzando a beber el líquido burbujeante. Oh sí, la sed disminuía levemente pero ya no me hacía agonizar. Lo bueno de esto era poder reparar mis cuerdas vocales sin mucho esfuerzo. Así podía cantar grácilmente durante los ensayos y las presentaciones.

Tiré la lata al bote de la basura. Regresé a mis aposentos y tomé una hoja de papel, quería plasmar esa sensación vivida por la tarde con palabras. Después lo pondría en mi diario.



Aquella mirada nunca antes la había sentido. Era fría, calculadora y cálida a su vez. Parecía que me conocía de alguna parte, ¿quién sabe? Nunca volteé para encontrarme con ella. Si era de una mujer o de un hombre, jamás lo sabré. A pesar de incomodarme, no me moví. Me sentí una presa esperando que el análisis de su depredador terminara para huir.

Estar en casa me daba seguridad. Me protegía de diversas cosas y era reconfortante para días como este. Bebí agua en cuanto llegué, me sentía fatigada tras tanto trabajo. Abigail me ha ayudado desde siempre a organizarme y a conseguir mis provisiones. Hoy no había fallado, incluso ayudó a que terminara mi trabajo. Aunque la pobre estaba débil, no dormía bien hace una semana. Mandé un mensaje de que ya había llegado, preguntando por ella también y para saber si estaba ya descansando.

Sonreí ante una respuesta afirmativa. El trabajo era más pesado esta vez. Dibujar me encanta, escribir también, leer ni se diga pero me sentía más presionada que otras veces. La entrega de mis labores era para dos semanas más tarde y aún así, me preocupaba no cumplir las exigencias. Sin embargo, la música serviría para relajarme.

Generalmente escucho lo que me venga en gana, pero para concentrarme soy más selectiva. Ivan Torrent es un compositor que me ayuda a poner atención en mis trabajos de ilustración, así que necesitaba una buena dosis suya. Para dormir seguramente optaré por OLDCODEX, la voz de ese hombre es hipnotizante. Preparé una taza de té y me senté frente a mi restirador. La luz en mi estudio es vasta, suficiente para dibujar y trazar lo que necesite.

Si pudiera decidir mi destino, elegiría siempre el mismo. Me agrada mi vida así como es, con sus altibajos e incluso, con las dolorosas decepciones que ella trae consigo. Miré el reloj y continué con mi trabajo, necesitaba acabar pronto para no sentirme atrasada.

La puerta sonó por la mañana. Era Abigail, estaba más fresca que de costumbre y sonreí, seguramente había descansado por fin. La dejé entrar y se sentó donde siempre nos reuníamos a hablar.

-¿Sucedió algo? Te ves emocionada –dije con una sonrisa.

-¿Acaso no viste que OLDCODEX vendrá?

-No... -negué y me puse a buscar en cada página web que seguía. Ahí estaba todo, fechas, horarios, costos. Imposible... Un grito salió de mi garganta por la emoción. Ahora más que nunca debía terminar el trabajo lo más pronto posible.

Los boletos no eran nada caros. Mis ahorros alcanzaban para ello, sin embargo los accesorios no serían tan baratos. Sonreí ante el pensamiento de conocer a uno de mis ídolos-platónicos y fui por algo de agua. Eran cerca de las 9 de la mañana. Mi turno empezaba a las 11, estaba a tiempo para desayunar con ella.

-Por cierto, ¿no te diste cuenta que alguien te observaba ayer?

-Sí, pero no quise darle mucha importancia.

-No distinguí quién era, si no te habría dicho que voltearas.

Reí. En verdad me había sentido incomodada, pero ni siquiera me aparté hasta que la mirada desapareció y pude moverme entre las personas. Nunca sabré por qué.

Serví té a Abigail y me dispuse a ordenar mis papeles para llevar a la oficina. Una ilustración más y terminaría. Definitivamente iría a ese concierto.



Por segunda vez en un tiempo salía a dar una vuelta. Todas las mañanas es mi placer ir a caminar. Pero no es lo mismo cuando tu cabeza da vueltas buscando una solución concreta a un problema. La esencia aún perduraba en mi cabeza. Lo haría eternamente, hasta que la probara por mí mismo. Esa mujer no podía quedarse más tiempo en mi mente. El recuerdo quizás, pero no ella...

Si era una broma, se estaba haciendo bastante pesada. Ahí estaba ella nuevamente, ese aroma nunca se confundiría. No es que sea muy especial, pero tiene un distinguido toque dulce que pocas veces se puede encontrar, y se vuelve un tanto salado después de un tiempo, así que me atrae. Ella olía igual. Y esa risa... Demonios...

-¡Hey, espérame! –otra mujer se encuentra a su lado. La misma que ayer la acompañaba.

-Perdona, estoy bastante motivada hoy.

Así que su vida parece ir bien. Me siento identificado. Sonreí ante sus palabras. Nuevamente no me ha notado, estamos a una gran distancia entre ambas aceras. De esa manera es seguro observarla. No me gustaría que sucediera un accidente y mi control se esfumara.

La vida quiere cobrarse algo en definitiva. Verla sonreír es agradable... ni siquiera recordaba esa sensación de bienestar. Retomé mi camino, contrario al suyo. Aún no estoy listo para que suceda un encuentro cercano. Quiero conocerla más, aunque deba mirar de lejos. Mis manos viajan al interior de los bolsillos de mi chamarra, el ensayo estaba por comenzar y con las nuevas fechas de conciertos, debía esforzarme en conseguir las notas adecuadas.

Al entrar, papeles y notas llovieron sobre mí. Nuestro agente tenía nuevas noticias, su asistente traía consultas personales para cada uno de nosotros. Posiblemente, las citas para grabar las voces que me pedían se habían adelantado. Revisé cada una, mi semana terminaría muy ocupada gracias a eso. Y entonces Yorke se acercó:

-Hey, ¿cómo sigue lo de la ¨nada¨ de ayer? ¿Dejaste de pensar en ello?

-Nop, y para colmo la volví a ver de camino para acá.

-¿Bromeas? ¿No le preguntaste su nombre acaso?

-No... Simplemente la vi desde lejos.

-Qué curioso. –se llevó la mano a la barbilla y observó la ventana como si pensara profundamente. Ignoré el gesto aún leyendo mis trabajos pendientes. Gruñí cuando vi que no podría comer hasta la noche. La carne me encanta, así que no quería perderme un buen filete. Quizás en otra ocasión sería.

Pronto se hizo llamado a cada uno para afinar, calentar y empezar a ensayar. Como buen líder, di palabras de aliento a cada integrante, sé que son geniales pero pueden dar más. Las palabras de la pelirroja de antes hicieron eco en mí ¨estoy bastante motivada¨, eso dijo. Mis dientes formaron una mueca por el pensamiento. Y así dio inicio el ensayo. Más tarde seguro iría a cenar a un lugar interesante.

... Joder... ¿2 veces en un día? ¡Tienes que bromear! Allí viene ella, frente a mí. Sin siquiera darme cuenta me la he encontrado, vamos... ¡Es un país muy grande! No era necesario hacer que apareciera de la nada. Imposible, no puedo dejar que me vea... al menos no aún. Me muero por saber su nombre, su edad, si tiene pareja... Su música es un poco obvia de saberse, porta cierto anillo muy parecido al que regalé, y por el volumen de sus auriculares, esa canción es ¨Outsomnia¨... Sin embargo, la que inmediatamente le sigue a esa es ¨Haruhana¨... ¡Maldición!

Lejos de que simplemente la escuche, se está acercando más. Un choque accidental no suena mal. Y así es, lo hizo... Ha chocado conmigo mientras bailaba la canción que escuchaba.

-¡Lo siento! –su bendita voz....

Negué antes de que se sobresaltara. Seguí mi camino sin dirigir mi mirada a ella, pero mi mano ha tocado la suya. Ya no lo veo como coincidencia... si ella es a quien amé antes... no puedo dejarla ir así.



¿Qué fue eso? Fue como tener un dejá vu, como si nos conociéramos de antes. Quizás estaba totalmente absorta en la música que ni siquiera lo noté. Me alcé de hombros antes de continuar caminando. Nuestras manos chocaron en el momento que más me gusta de la canción, es gracioso. Quizás era algún conocido mío que no reparó en quedarse a platicar.

Entré a la cafetería de siempre, las chicas que lo atienden son muy agradables así que me encanta sentarme en la ventana para revisar mis trabajos mientras espero que alguna me traiga una malteada o un capuchino. El usuario de mis servicios pareció contento con el avance del encargo, tal como pensé.

Sin embargo, la última ilustración siempre es la más difícil para mí. Dar una impresión sobre lo que expresa un libro es complicado, la imagen puede interpretarse de muchas maneras si algo no está claro. Saqué mi libreta para escribir mis ideas respecto a ella. El hablar sobre destino a veces me genera dudas, y debido a que el libro habla de eso me causa más conflicto dibujar algo no visto antes. Rayos...

-¿Todo bien? –la voz de Hana me ha sacado de mis cavilaciones.

-Hola, sí. –sonreí a la joven mesera cuando me dejó el capuchino frío que suelo tomar.

-Pareces distraída y un tanto angustiada. ¿Algo va mal en el trabajo?

-Eh... Gracias. –dije cuando dejó la copa- Pues... Sí. Tengo que realizar una última ilustración de un libro y no sé cómo hacer que no se vea tan cliché. Pero las ideas se me agotan, je, je, je.

-Ohh, creo que podría ayudarte. ¿De qué va? –se sentó a mi lado y le extendí el resumen detallado del libro.- Ahh, el hilo rojo del destino, ¿eh?

-Así es. –reí antes de tomar un trago del café.

Hana se concentró en darme alguna idea. Respiré hondo ante la frustración que hervía en mí. Yo creo en eso, pero no de una manera tan típica. Es decir, el destino me parece irremediable pero no sé cómo describirlo... Va más allá de la leyenda del hilo rojo del destino o una mera reencarnación. A veces ni siquiera creo en coincidencias de ese tipo. Suspiré y volteé a la ventana, pensaba en lo sucedido de camino a casa la noche anterior, y lo de minutos atrás... No... No puede ser similar, ¿o sí?

Pasaron cerca de 10 minutos antes de que alguna de las dos hablara. Hana retomó la conversación, sacándome de mis pensamientos:

-Lo tengo... Piensa en aquella vez que conociste a alguna persona y nunca volviste a verla, y dicha persona te dejó pensando porque entendía mucho de ti sin conocerte en realidad. Más o menos así puedes darte una idea para el dibujo.

-Suena concreto. Lo haré, gracias. –sonreí y ella guiñó su ojo antes de regresar a su turno.

Viéndolo de ese modo, sólo una vez he sentido que estoy unida a alguien desde hace tiempo. Sólo una persona había suscitado tal sentimiento y ni siquiera me conocía. Toqué el anillo de calavera que descansaba en mi dedo medio, me recordaba a esa persona. Si bien todo indicaba que iría a verlo, la posibilidad de que tornara su mirada hacia la mía era prácticamente una niñería. Bebí un poco más del contenido de la copa fría antes de revisar mi celular, tenía unos mensajes sin responder y también, quería revisar lo que Tatsuhisa Suzuki había escrito en su diario.

Con todos los eventos del día anterior, había olvidado revisar si había actualizado. La última entrada era de hoy, pero había otras tres antes, de ayer. Leí las dos primeras con una sonrisa, a veces era gracioso ver sus preocupaciones sobre nimiedades y cosas por el estilo. La tercera me dejó un tanto pensativa. En ella relataba que no podía sacarse de la mente algo sobre cierta persona, que parecía haber vuelto el fantasma de la misma, por tanto se había dado cuenta de cuánto extrañaba su presencia. Hice una media sonrisa, seguramente era un ser querido... Una ex novia, también podía ser. Terminé de leer la última entrada y pagué la bebida antes de salir. Empezaba a anochecer, así que debía apurarme a llegar a casa.



Toqué mi mejilla con la mano que había acariciado el dorso de la suya. La textura era suave, inclusive, pude tocar una de sus venas sin mucho esfuerzo. Miré mi escritorio lleno de canciones nuevas y hojas sueltas sin acomodar. Me apresuré a hacer un espacio entre tanto desastre, quería escribir un poco al respecto de ese encuentro. Si la volvía a ver, me acercaría a ella a como diera lugar.

¨La hevisto de nuevo. Ella es... A quien recuerdo.¨ 

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