Capítulo 7
George
Mi mano baja deliberadamente y el abrigo vuelve hacia John.
- Te estuve buscando por todas partes; pensé, en qué lugar nunca se metería y en qué lugar sí, supuse entonces que por tu ligero vestido rosa con un pequeño desgarro atrás en la espalda...
¡¿Qué acaba de decir?!
Mis dedos buscan esa abertura desesperadamente.
- Y además lo rara y vulnerable que estabas antes, que hoy era el día de retos para ti. ¿A que soy lo más, chicos?
Miro al costado y sonrojada por la imagen de mí andando con un hueco para atrás, veo la gran sonrisa de George. Definitivamente, su seguridad a veces llega a abrumarme, más porque nada parece llegar a ponerlo nervioso del todo.
- ¡Bravo! Ahora que me lea a mí -dice Cyn aplaudiendo en su lugar
Los otros chicos cruzan los brazos con seriedad.
- Me encantaría, de verdad, pero Lay y yo tenemos cosas que hacer
- Pero George, yo...
- Pero nada, mira que eres problemática, cariño
- ¿Qué le dijo?
John y Stuart dijeron eso al mismo tiempo.
Aparto mi mirada y por un segundo, desearía no tener que afrontar esto. Quizás Tobías tenía razón y desaparecer no sea una mala idea después de todo. El dolor terminaría por irse.
- ¡Yo sabía que eran novios! -clama Cyn
Cierro los ojos y dejo que George lleve la situación, lo que sea para salir de aquí. Aunque me vea cobarde y aunque luzca frágil, no importa, siempre y cuando el dolor se vaya.
- Por cierto, John -George le llama y mi respiración se detiene -Algún día deberíamos salir juntos los cuatro, tu y Cyn; y yo y Lay. Juntos como dos parejas felices ¿No crees?
Vale, el dolor puede irse a la mierda.
- Deja de decir eso, sino mi mano va a tomar tu mejilla y no románticamente, George -le susurro amenazante.
George ríe
- Te extrañaba -el susurra también y me deja sin habla
- Lo siento, chicos. Lay ya se quiere ir, es algo celosa cuando se trata de mí. Posesiva diría yo.
Mi mano se extiende a su espalda y aprieta algo de piel sobre su polo.
- ¿No nos quieren acompañar a comer algo?
- Cyn -pronuncia John
- Gracias, pero tenemos cosas que hacer -le contesta George con la mejor de sus sonrisas.
- Adiós -digo y me suelto de George; ese adiós también iba para él.
Me alejo de todo y mi enojo crece a medida que las voces disminuyen. Lamentablemente y para mi mala suerte, la presencia de George es algo de lo que no podré librarme hoy.
- Solo era un juego, Lay. No te molestes.
- Hoy no es un buen día, George
Él se pone a mi costado y se contiene para mantener mis cortos pasos.
- ¿Pasó algo? ¿Se burlaron de ti?
- Fueron muy amables
- ¿Y cuáles son tus argumentos para decir que este es un mal día entonces?
Paro y él también lo hace. Nuestras miradas se encuentran otra vez y en ese momento siento la tentación de querer contarle todo a George, y que como siempre, el encuentre una solución; sin embargo, no podría contarle algo tan mío, si nunca lo he hecho, por qué iba a empezar ahora.
¿Por qué abrumarlo ahora?
- Cosas tontas de chicas
- No te creo
George me lleva una cabeza y algo más, es difícil observarlo y que no te duela el cuello en el proceso.
- Entonces, genio, dime qué me pasa
Él desvía su mirada y repentinamente suelta un suspiro, el mismo que yo solté en la clase, el de resignación y anhelo.
- Tú nunca te acercarías a un grupo como ese. No, la Layla que conozco jamás dejaría que un tipo como yo no la dejase hablar. Ella rápidamente me diría cállate y abordaría la situación. Esa chica que vi ahí junto a ellos fue una desconocida, alguien frágil -La última palabra fue dicha como su significado, con delicadeza y cierta curiosidad, como la de John hace un rato.
- A veces yo también me sorprendo conmigo misma, Couto decía en la clase que esta es la etapa en la que uno puede encontrarse a uno mismo, quizás yo esté en eso. ¿Te molesta que cambie? ¿Es eso?
George se acerca y me mira con detenimiento, como si buscara algo en mí.
- Me molesta que muestres esa parte y que otros se aprovechen.
- ¿La de tímida y frágil? ¿Es que ese es el gran secreto para tener novio?
Su mano toma la mía con fuerza y determinación
- No hagas ni digas tonterías -susurra
Él no suelta mi mano
- Tú dices conocerme tanto, pero tú no sabes nada, George. No conoces mis errores, ni mis virtudes, solo tienes en cuenta lo que yo te dejo ver. ¿Cómo una persona así puede afirmar conocer a otra entonces?
El sonríe seguro y pícaro, como siempre.
Lo odio
- Presto atención -responde
Las palabras de Couto resuenan en mi mente:
A veces las cosas que parecen más insignificantes en la vida de uno pueden ayudarte; más aún si logras poner atención
Sin embargo, y al mismo tiempo, su seguridad me abruma tanto que deseo ser esa persona que él define como "Lay".
- Por ahora, te acompañaré a tu casa -Su mano me suelta -No vaya a ser que por el camino te salga esa otra personalidad tuya y comiences a oler flores y suspirar como lo hacen en la clase de Couto.
- Ahora sí pareces mi novio -río
- Ya quisieras.
Nos reímos y seguimos el camino a casa.
No sé qué pase mañana ni tampoco el día después de mañana, lo que si sé es que me relaja la idea de que todo lo afrontaré junto a George, y que mientras el dolor esté ahí, yo seguiré viva y eso es lo importante.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro