¡Hola a todxs! ¡A ver que os parece esa nueva historia! Tiene varios saltos temporales indicados con tres asteriscos (***). Espero que se entienda y que la disfrutéis mucho :)

–Raúl, este pan está reservado para Nico –le dijo Noa, una joven panadera, a su hermano mayor, el cual se encargaba de la tienda y de las ventas.

–De acuerdo hermanita –asintió el treintañero, apartando el pan en cuestión para no mezclarlo con los demás.

Entonces, Noa volvió a la trastienda a seguir amasando y horneando el pan y los bollos en el único horno de leña del pueblo.

***

–Hola Nico –saludó Raúl a un joven moreno de veintisiete años cuando, como de costumbre, entró a la tienda a comprar el pan.

– ¡Hola Raúl! Dame un pan cualquiera –le respondió este sonriente–. ¿Qué tal?

–Bueno, bien, aunque últimamente no hay mucho movimiento en el pueblo. Como ya ha pasado el verano no quedamos más que cuatro gatos, así que no tenemos mucho trabajo. Y eso teniendo en cuenta que somos la única panadería de la zona, que si no... –le comentó Raúl mientras le daba su barra de pan.

Nico rió con esa alegría que producía un brillo especial en los ojos de Raúl.

***

Nico estaba en su casa comiéndose un plato de lentejas acompañado por su televisión, ya que vivía solo en una pequeña casa del pueblo. No le gustaba la vida en la gran ciudad, le parecía demasiado ajetreada y estresante, por lo que se mudó a las afueras y vivía en una de las cuatro casas de esa zona montañosa.

Mientras veía las noticias, cogió un trozo de pan y se lo llevó a la boca. Cuando lo mordió se dio cuenta de que había algo metido dentro. Lo sacó y vio que era un papel en el que había algo escrito con una caligrafía redonda y fácilmente entendible: "te lo he hecho especialmente para ti". El mensaje le pareció gracioso; una bonita iniciativa para sacarles una sonrisa a todos los compradores. "Que original eres Raúl" pensó, sin poder evitar un cosquilleo ante el recuerdo del joven.

***

–Me gusta la idea de los mensajes –le dijo al día siguiente Nico a Raúl mientras este último le servía el pan que Noa le había indicado una vez más–. Es muy original.

–Sí, a mí también me parece que está bien. Es muy práctico.

Nico le miró con cara de extrañeza "¿una nota metida en el pan es práctica?". Sin embargo, no le comentó nada al respecto.

–Bueno, pues gracias –le dijo Nico sonriente a la vez que le pagaba el pan, y salió de la tienda.

Raúl se quedó mirando la puerta, a la vez que pensaba divertido "¿y este? ¿Es que se acaba de comprar un teléfono y ha visto que puede mandar sms? ¡Qué tío! Ojalá pasáramos más tiempo juntos". En ese momento entró otro cliente, por lo que el joven tuvo que dejar de pensar en (el comentario de) Nico.

***

Al llegar a casa, Nico partió el pan por la mitad y sacó el papelito, para ver lo que ponía aquella vez: "Eres más bueno que el pan". El chico no pudo evitar una carcajada ante aquel juego de palabras. 

***

– ¿Nico te ha dicho algo... diferente? –le preguntó Noa a su hermano mientras recogían y se preparaban para cerrar la tienda.

– ¿Algo diferente? ¿A qué te refieres? –eso pilló por sorpresa a Raúl, que reaccionó de manera nerviosa.

–Pues... no sé... –ella sabía exactamente lo que quería decir. Quería saber si Nico la había mencionado, pero no se atrevió a preguntárselo–. Bah, da igual –desistió.

***

Otra vez, a la hora de comer, el chico sacó la nota de la hogaza. "Espero que este pan te guste tanto como tú a mí, Nico. PD: el pan lo tiene difícil ;) "

El joven puso cara de extrañeza en cuanto leyó su nombre y, seguidamente, se dio cuenta de lo que significaba.

***

Nico se acercó al mostrador de la panadería escondiendo sus manos temblorosas en los bolsillos.

– ¿Vienes a por lo de siempre? –le preguntó Raúl, pero en ese mismo momento se percató de la extraña actitud del chico.

–Si... bueno no... bueno si, pero no solo eso...

Raúl no entendía a que se debía su inquietud, mas le dejo hablar.

–Quería comentarte una cosa... –comenzó precipitadamente–. Es que desde hace tiempo tu... pero no sabía si... y luego vino lo de los mensajes que... bueno... al principio pensaba que era una iniciativa bonita sin más, pero luego vi que eran para mi... y me di cuenta de que entonces tu... y yo... podríamos...

–Espera, espera Nico, que no te estoy entendiendo nada.

–Entonces mejor si... –el joven se acercó al mostrador e inclinó su cuerpo hacia delante, a la vez que envolvía a Raúl con sus brazos en un rápido movimiento. Mirándole a los ojos acortó la distancia entre los dos y ambos se sumergieron en un inesperado pero intenso beso.

–Raúl esta es una nueva hornada pa... –la frase de Noa fue interrumpida por el estruendo que causó la bandeja que llevaba en las manos al caer.

La joven se quedó inmóvil, sin creerse o sin querer creerse lo que veía. Nico, el chico con el que había estado soñando durante tanto tiempo, se estaba besando con su hermano. Salió del lugar lo más rápido que pudo, dolida y confundida.

***

Raúl se separó de Nico, aun sorprendido, y tras susurrarle un "luego hablamos", fue en busca de su hermana.

La encontró en una esquina de la trastienda, al lado del horno, sentada y con la cara escondida entre las manos. El joven se acercó a ella, con cuidado, temiendo su reacción. La acarició a la vez que pronunciaba su nombre, lo que hizo que la chica rompiera a llorar. Aunque Raúl no tenía la certeza, sabía que su hermana estaba dolida por lo que acababa de pasar con Nico. Sin saber cómo empezar a hablar, prefirió esperar a que Noa se desahogara.

Al cabo de unos minutos, la joven respiró profundamente y miró a su hermano a los ojos.

–Yo... yo le quería –balbuceó.

Raúl abrió los ojos, sorprendido, a pesar de que había intuido por dónde podía ir la cosa.

–Lo siento mucho, Noa. Ahora mismo estoy hecho un lio... y creo que él también.

– ¿Sabes lo de las notas?

– ¿Qué?

–Lo de los mensajes. ¿Sabes algo? 

–Pues ahora que lo dices... Nico una vez comentó algo... pero no sabía a lo que se refería –Raúl se rasco la cabeza, más confundido aun.

Noa le contó lo ocurrido y fueron a hablar con Nico.

Salieron al mostrador y lo encontraron recostado sobre él, con aire confuso y pensativo.

–Nico –lo llamó Raúl, lo cual lo sacó de su ensimismamiento.

El joven se giró y cruzó la mirada con Noa, algo triste.

–Creo que todo ha sido un malentendido –comenzó la chica con tacto–. Los mensajes...eran míos.

Nico se sorprendió ante la declaración.

–Pues... yo pensaba que eran cosa de Raúl y... –miró fijamente al chico– y... pensé que sentía lo mismo que yo –bajó la mirada al suelo, notoriamente apenado.

Raúl sintió un hormigueo en el estómago, aunque intentó mantenerse en calma.

–Lo siento, Noa –continuó Nico–. Ojalá te lo hubiera dicho de otra manera, pero no me veo en una relación contigo.

–Ya, ya me he dado cuenta –le contesto ella irónicamente y con una sonrisa, sin mostrarse molesta–. No pasa nada –consiguió decir, aunque estuviera rompiéndose por dentro.

Tras unos segundos de incómodo silencio, Noa aparentó un tono de voz divertido y juguetón y, a la vez que le daba un codazo a su hermano, dijo:

– ¿Pues sabéis? Es uno de los besos más románticos que he visto –. Así que, Raúl, ¿por qué no le dices que sí de una vez?

Su hermano le miró confundido.

– ¿Lo sabías? ¿Sabías que me gusta?

–Bueno, saberlo saberlo no -le contestó su hermana–. Solo lo sospeché al ver cómo le correspondías, pero me lo acabas de confirmar –la chica les miró a los dos con una sonrisa traviesa.

Noa puso los sentimientos de los dos chicos por delante de los suyos, por mucho que le doliera, ya que quería verles felices, y más aún si era juntos.

–Venga, ¿a qué estáis esperando? ¡¡Besaos ya!!

Los dos chicos sonrieron por el comentario, pero no pusieron ninguna pega.

–Gracias Noa –dijo Nico con los ojos vidriosos.

La chica le miró con extrañeza.

–Gracias por entenderlo y por meter esas notas en el pan.

¿Qué os ha parecido? ¡Cualquier comentario es bienvenido!