29. Charla con la policía
Al día siguiente de la visita al parque de atracciones nos reunimos todos en la sala de hockey del club deportivo. La policía, es decir, Gabriel Hamilton y su equipo, creían que podíamos tener una charla informal en un lugar familiar y sin distracciones.
La policía se había encargado de hablar con los padres de los menores de edad y pedir las correspondientes autorizaciones para poder hacer esto; todos lo habían autorizado e, incluso, algunos quisieron estar presentes en la charla como Laura y los padres de los Scott. A pesar de yo que era mayor de edad, le había pedido a mamá que acudiera.
—Como les he adelantado por teléfono, les hemos reunido aquí para hablar sobre Victoria Veracruz y aclarar algunas cosas que han sucedido en estas últimas semanas—dijo el padre de Lucas.
Su rol como policía era intimidante y no tenía nada que ver con el hombre que le daba de comer a escondidas a su perra por debajo de la mesa. Nos miró uno a uno como si quisiera arrancarnos la verdad con una sola mirada.
—Tu padre da miedo, Luc—dijo Nozomi por lo bajini.
Se oyeron algunas risas de fondo.
—¿Quién conocía a Victoria? —preguntó.
Casi todos levantamos la mano, excepto Julia.
Admitió que solo había oído hablar de ella, pero no la conocía físicamente ni había tenido contacto con ella hasta que la vio en el parque de atracciones. Una compañera de Gabriel le preguntó.
—¿Podría decirme si la ha visto por la facultad de veterinaria?
—Diría que no, pero no lo puedo asegurar; en mi facultad pasa mucha gente—respondió Julia.
La policía tomó nota de su respuesta. Nozomi levantó la mano, como si estuviéramos en una clase, y Gabriel le indicó con un gesto que hablara.
—Yo no sabía quién era Vicky físicamente hasta que la vi en el parque de atracciones—aclaró la chica asiática—. Estoy segura de haberla visto muchas veces.
—¿Dónde la has visto y en qué circunstancias, señorita Tanaka?
—Delante de mi instituto; venía por la mañana temprano o después de que terminaran las clases y hablaba con el abusón de mi clase, Roy. A veces venía acompañada de un chico que tenía una cicatriz en la ceja. El mismo que detuvieron en el parque.
Gabriel asintió y le pidió que le describiera que hacían cuando se encontraban.
—Se saludaban, charlaban un rato y luego ella le decía algo y le daba una bolsa de deportes. Roy cogía la bolsa y se iba. Ella, antes de marcharse por su lado, se quedaba unos segundos más y hacía una llamada que no duraba mucho.
Todos guardamos silencio durante unos minutos. Los policías tomaban nota y podía ver que pensaban con gesto concentrado, como si trataran de resolver un puzle tridimensional bastante difícil.
—Y tú, Lucas, ¿has visto algo similar en tu instituto? —le preguntó su padre.
—Sí, lo mismo que ha contado Nozomi. También he visto a Roy con dos mochilas en el instituto, una con el material escolar y en la otra no sabía qué llevaba hasta que lo vi varias veces haciendo intercambios con otros estudiantes...
—¿Qué intercambios?
—Él daba cualquier objeto pequeño y recibía dinero.
Daniel parecía sorprendido al oír esto último y alzó la mano.
—Eso también lo he visto en mi instituto—afirmó. Jack lo corroboró y añadió:
—Cierto. Chris y más gente vendían cosas feas y baratas y recibían un montón de pasta...
Gabriel hizo una pausa y se acercó a sus compañeros para debatir algo. Ellos consultaron sus notas y le dieron varias fotografías. Luego volvió con nosotros.
—Los que conocían a Victoria Veracruz, ¿cómo la describirían?
Todas las miradas se posaron en Daphne. La chica suspiró y empezó a hablar.
—Conozco a Vicky de toda la vida. Siempre fue mi mejor amiga y nos contábamos todo; no había secretos entre nosotras, pero en los últimos años ella cambió mucho y me ocultaba cosas. Luego empezó a salir con Chris y todo fue a peor...
La familia Scott asintió, debían conocer bien a la chica después de tantos años siendo amiga de la pelirroja.
—Mi amiga solía ser la estudiosa y yo la rebelde, pero después de estar con su novio empezó a desatender los estudios y se saltaba clases con frecuencia...
—¿A qué crees que se debía el cambio? —preguntó el policía.
—Su novio influía mucho sobre ella —observó Iván.
—Así es—afirmé—. Nunca la dejaba quedarse mucho tiempo con nosotros cuando hacíamos los trabajos grupales para clase.
—Eso es cierto—admitió Daphne—, pero había algo más... Ella tenía una obsesión por la madre que la abandonó cuando tenía varios meses de vida. Prácticamente la crió su padre y, más tarde, también su madrastra; con quien no se llevaba nada bien.
Por las caras de la gente, puede deducir que muy pocos sabían esta información. Daphne continuó:
—Poco antes de empezar a salir con Chris, hace casi dos años, me dijo que estaba tras la pista de su madre; quería conocerla y averiguar por qué la había abandonado; su padre nunca quiso responderle... Meses más tarde me contó que había descubierto que a su madre le encantaban las abejas y quería tatuarse una en su memoria...
—¿Lo llegó a hacer? —preguntó la policía que tomaba notas.
Mi amiga asintió con la cabeza y Gabriel se acercó a ella y le mostró una de las fotografías.
—Mira este tatuaje atentamente y dime si es el que se tatuó Victoria.
Daphne negó rotundamente y respondió:
—Ese tatuaje es el que tenía su novio y otra gente que he visto por la calle —afirmó ella sin ningún atisbo de duda—. El de Vicky era bastante diferente.
—Si trajera a algún dibujante, ¿podrías describir detalladamente cómo era el tatuaje para que lo dibuje? —preguntó el policía.
—No será necesario, el tatuaje lo diseñé yo misma y siempre guardo una copia de mis diseños.
El policía le pidió a Daphne que buscara el diseño para quedarse con una copia. Ella asintió y dijo que había hecho una foto. Cogió su móvil y empezó a buscarla. Iván se ofreció a ayudarla.
—Mientras buscan el diseño, ¿el resto tiene algo más que añadir sobre Victoria Veracruz?
Los padres de Daphne decidieron intervenir y contar recuerdos y anécdotas de Vicky. Al parecer, le gustaba mucho leer e interpretar personajes y no se le daba nada mal. Daniel y Clarissa también tuvieron algo que añadir.
Daphne interrumpió la búsqueda un momento y miró al policía.
—Una vez se me echó a llorar porque había roto con un novio anterior a Chris. Estuve consolándola y a los diez minutos se echó a reír; era una broma, quería ver mi reacción para ver si era creíble o no. —Daphne sonrió y añadió —: era un ejercicio que tenía que hacer para el grupo de teatro del instituto.
—Una vez se me echó a llorar porque había roto con un novio anterior a Chris. Estuve consolándola y a los diez minutos se echó a reír; era una broma, quería ver mi reacción para ver si era creíble o no. —Daphne sonrió y añadió —: era un ejercicio que tenía que hacer para el grupo de teatro del instituto.
Los policías intercambiaron miradas indescriptibles y yo no sabía cómo sentirme al respecto. Juraría que la chica no me había visto antes de encontrarla y que realmente estaba llorando, pero ya no tenía nada claro.
Tenía mil dudas y no sabía qué hacer. Vicky me había hecho prometerle que no diría nada de aquel día y ella me había salvado de un supuesto peligro cuya naturaleza todavía desconocía. Y por eso me había gritado que corriera.
Y ahora ella estaba desaparecida. Me debatía entre contar lo que sabía o no hacerlo; tenía la mente hecha un lío y, en estos casos, mamá era toda una experta en desenredar mi cabeza.
Miré a mamá y ella se acercó a Gabriel.
—Me gustaría hablar un momento con mi hijo a solas.
—Por supuesto. Pueden salir de esta sala.
Mamá le agradeció y salimos al pasillo.
—¿Qué pasa, Brian? —preguntó directamente.
—¿Qué harías si supieras algo de una persona, pero te ha hecho prometer no decir nada y ahora esa persona no está?
Mamá lo pensó durante unos segundos y me miró con una sonrisa triste.
—¡Oh, dios mío, Brian! —Mamá me abrazó y añadió—: Si esa persona está desaparecida, cualquier información que tengas puede ser útil para encontrarla porque su vida puede estar en peligro.
Asentí y volvimos a la sala. Los policías estaban enseñando fotografías a mis amigos para ver si reconocían algo. Respiré hondo y me acerqué a Gabriel, que estaba al fondo de la sala hablando con el grupo de padres.
—Señor Hamilton—lo llamé—, me gustaría hablar con usted a solas. Tengo información que le puede interesar.
—Ya te he dicho que me digas Gabriel—dijo con una sonrisa—. Además, mi intuición de padre me dice que te veremos con más frecuencia...
Lo miré con asombro y el hombre se rio.
—Claro que podemos hablar. De hecho, seguro que prefieres hablar mientras comemos en mi casa con mi familia y tu madre, si es algo que ellos pueden oír...
—Perfecto—respondí—. No hay problema con que oigan la información que tengo.
Me dijo que la reunión estaba terminando y que pronto podíamos ir a su casa.
Estaba decidido, ahora más que nunca, a contar lo que había visto aquella noche.
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