27. No estás solo
Lucas miraba impasible al otro, que dio unos pasos hacia nosotros. Vicky sujetó el brazo de su novio para alejarlo, pero este se zafó de su agarre. Yo me pegué más a Lucas, a modo de protección. Él me lo agradeció con un amago de sonrisa.
—¡Qué bonito! La princesa del cerdito necesita al negro para que lo defienda...—Se burló Chris.
Lucas suspiró exasperado y le contestó:
—Él tiene nombre y es Brian.
—Me da igual cómo se llama ese. Esto es algo entre tú y yo...
Chris me empujó y estuve a punto de caerme, pero, gracias a los entrenamientos de atletismo, logré mantener el equilibrio. Miré a mi alrededor y Chris siguió mi mirada. Se echó a reír burlonamente.
Clarissa y Nozomi estaban a unos metros viendo la escena que se desarrollaba entre nosotros. Al poco tiempo, aparecieron Daniel y Jack que interrogaron a las chicas con la mirada. El pelirrojo reconoció a Vicky y cogió su móvil, supuse que para llamar a su hermana.
—Menudo público tan patético tenemos.
—Si es algo entre tú y yo, agradecería que dejaras a mis amigos en paz.
—¿A esa gente los llamas amigos?—dijo con desprecio.
—Sí. Son mis amigos.
Nuestro grupo se acercó y se colocó cerca de nosotros, como muestra de apoyo.
—¿Qué problema tienes, Chris? —preguntó Jack.
—Ninguno que te importe—respondió con fiereza.
Jack, enfurecido, intentó acercarse, pero, Daniel entrelazó sus manos para evitar que se moviera. Chris miraba a Lucas con odio.
—Eres cruel, Lucas Hamilton. Todos los Hamilton lo son. Nos han arruinado la vida, a mí y a mi familia.
—No sé a qué te refieres...
—Lo sabes muy bien. Mi tío era policía y tu papaíto hizo que lo echaran del Cuerpo.
Lucas no parecía sorprendido con la información. Parecía como si confirmara algo que ya sospechaba. Mientras Chris seguía despotricando contra los Hamilton, Daphne llegó con Iván. Parecía bastante agitada y tenía la respiración entrecortada. Habían llegado corriendo.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó ella.
—¡Otra entrometida! —rugió Chris—. Mete las narices en tus asuntos...
—Yo te diré lo que está pasando—dijo Lucas—. Él y su primo llevan un año haciéndome la vida imposible. La última vez me agredieron y me rompieron las gafas...
Daphne y los demás exclamaron horrorizados.
—¡Eso es mentira! —gritó Chris—. Vicky, tú me conoces y sabes que yo nunca haría algo así.
Vicky permaneció en silencio y, tras mirar brevemente a Daphne con tristeza, respondió:
—Él no hace esas cosas...
La decepción se reflejaba en el rostro de Daphne.
—Yo estoy con Lucas en el instituto y sé lo que he visto—inquirió Nozomi—. Una vez me pasé horas buscando a mi amigo y lo encontré encerrado en el baño porque no podía salir... Fue Roy quien lo encerró. También me ha hecho bullying...
—Mi primo Roy no fue. Alguien lo incriminó, estoy seguro.
Vi a Lucas escribiendo con el móvil a toda prisa y se me ocurrió una idea. Era un poco arriesgada, pero, valía la pena intentarlo.
—Estaba en el parque cuando agredieron a Lucas. Vi cómo aplastabas sus gafas con el pie y cómo lo amenazaban entre los dos. Tengo una copia de la grabación...
Mi un atisbo de temor en la mirada de Chris.
—E-eso es mentira. N- no había nadie allí...
—Sí había alguien. Es una de las ventajas de haber estado en silla de ruedas; pude ocultarme tras una jardinera—refuté.
—Has dicho que no había nadie... Entonces, ¿admites haber estado allí? —preguntó Clarissa.
Vi que Iván le enseñaba el móvil a Nozomi y ella asentía con la cabeza. Luego mi amigo le dijo algo a Daphne al oído. Ella dio un paso al frente y miró a la pareja.
—¿También admiten que metieron droga en mi casa para incriminarnos a mí y a mi familia?
Antes de que pudiera responder, el móvil de Chris sonó. Lo cogió:
—Dime Roy.
—Ok.
—La abejita va con la miel a la colmena.
—¿Qué? —gritó— ¡Huye! ¡No dejes que te atrapen!
Lucas seguía con el móvil, ajeno a todo lo que ocurría. No entendía qué estaba haciendo. Chris colgó y cogió una mochila desgastada que tenía a sus pies.
—¡Hamilton! —lo llamó.
Lucas dejó lo que estaba haciendo y lo miró.
—Por suerte para ti, tengo que irme—dijo con una sonrisa socarrona—. Pero recuérdalo: esto no va a quedar así.
Con la amenaza flotando en el ambiente, se acercó a su novia y le acarició el pelo con cariño.
—Sabes que te quiero y que eres lo más importante para mí, ¿verdad?
Ella asintió y se acurrucó contra su pecho. Ella lo rodeó con sus brazos y, al hacerlo, dejó a la vista un pequeño tatuaje. Luego se besaron. Lucas soltó una maldición por lo bajo, que solo llegó a mis oídos. Lo miré con extrañeza.
—Esto pinta mal—me susurró.
No entendía a qué se refería. Luego todo sucedió a cámara rápida.
Chris le gritó a Vicky que corriera con la mochila en una dirección. Se la colgó al hombro y, antes de salir disparada, le dijo algo a Daphne, que acabó con lágrimas en los ojos.
—Lo siento mucho...
—¡Vicky! ¡Es una trampa! No vayas—gritó Lucas.
Vicky apenas lo oyó y corrió veloz, aferrando la mochila con todas sus fuerzas. Lucas, con una gélida mirada, se acercó a Chris:
—A partir de ahora, Roy y tú van a tener serios problemas—dijo Lucas con frialdad.
—Eso no te lo crees ni tú, perdedor—escupió Chris.
El ruido de las sirenas de los coches de la policía inundó la cacofonía del parque de atracciones y pronto estuvimos rodeados por policías.
—Christian Fisher, queda detenido por tráfico y venta de estupefacientes.
Mientras uno le leía sus derechos, dos policías se lanzaron sobre Chris y lo apresaron. Este no paraba de gritar.
—¡Yo no he hecho nada! Ha sido Victoria Veracruz.
Metieron a Chris en uno de los coches y se fueron.
De otro de los coches salió Gabriel Hamilton vestido de paisano y se acercó a su hijo.
—Lucas Hamilton, has sido un inconsciente, pero, ¡qué orgulloso estoy de ti! —El padre abrazó a su hijo.
El hombre nos miró a todos y nos tranquilizó. Dijo que tenían que hacernos unas preguntas sobre lo ocurrido y nos recomendó disfrutar del parque para olvidar el mal rato.
Uno de los policías uniformados se acercó a Gabriel y le comentó algo. El rostro del hombre se volvió pálido y miró a Daphne.
—Tu amiga ha desaparecido.
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