https://youtu.be/uuZE_IRwLNI

Un sábado por la mañana, varios días después de haber tenido aquella sesiónde belleza con Lucas, la melodía de mi móvil me despertó. De mala gana, me incorporé en la cama y estiré el brazo para cogerlo; alguien me estaba llamando. No vi quién era.

—¿Diga?

—Hola, Brian. —Al oír su voz, los restos del sueño desaparecieron de repente—. Espero no haberte despertado...

—No, tranquilo, estaba despierto—mentí.

Traté de levantarme de la cama, pero, olvidé que solía dormir sin las prótesis puestas. Al no tener un punto de apoyo, me caí hacia delante e impacté contra el suelo provocando un gran estruendo.

El móvil salió disparado de mis manos y podía oír la voz preocupada de Lucas. La puerta de mi habitación se abrió de golpe y mamá llegó corriendo.

—¡Brian! ¿Estás bien? —preguntó ella con gran preocupación.

—Creo que sí—respondí.

Divisé mi móvil debajo de la mesa y me arrastré por el suelo hasta recuperarlo. Me lo llevé a la oreja y le hablé a Lucas.

—Tranquilo, está todo bien. Fue una estúpida caída.

—Me alegro. Te llamaba para preguntarte si te apetece ir al parque de atracciones hoy.

—Sí, claro.

El parque de atracciones era de tamaño mediano y destacaba, por todo lo alto, la noria con cabinas acristaladas y asientos en su interior. Estaba nervioso ante la idea de pasar tiempo a solas con Lucas.

Mis expectativas se vieron un poco frustradas cuando vi, no solo a Lucas, sino a todo el grupo. Traté de disimular con una sonrisa y me acerqué a ellos. Debatían sobre las atracciones a las que quería ir cada uno. Nadie coincidía y no se ponían de acuerdo.

—Podemos dividirnos por parejas y quedar a una hora aquí mismo—sugerí.

Iván apoyó mi idea y, al final, todos estuvieron de acuerdo.

—Daphne y yo vamos a la montaña rusa y al tren del miedo—dijo Iván.

—Jack y yo al barco del amor y al tiovivo—anunció Daniel.

Nozomi iba con Clarissa a la adivina y a ver los puestos de artesanía.

—Lucas y yo vamos a la Casa de los Espejos y a la noria—informé.

Después de concretar la hora para volver a vernos, nos separamos y cada uno fue a su atracción favorita. Lucas sonreía y miraba todo con curiosidad. Me paré frente a él para decidir algo.

—¿A dónde vamos primero: a la Casa de los Espejos o a la noria? —pregunté.

—A la Casa de los Espejos, creo que hay menos cola—observó.

Cogí el mapa que nos dieron a la entrada y juntos encontramos el camino para llegar a nuestro destino. Después de esperar un poco a que llegara nuestro turno, entramos en la Casa de los Espejos. Un laberinto de espejos nos recibió a Lucas y a mí.

—Me recuerda a la canción Mirrors de Justin Timberlake—comentó Lucas mientras tratábamos de orientarnos en aquel lugar.

—Cierto—afirmé—. Veo que no soy el único que escucha música pasada de moda.

Tratamos de atravesar el laberinto mientras nos reíamos de los efectos que tenían los espejos. En unos parecía un enano y en otros Hulk. Lucas casi se choca en varias ocasiones con el espejo creyendo que era la salida y yo, literalmente, me estampé contra uno de ellos.

—¡Brian, mira! Parezco Tranformers—dijo el rubio desternillándose de risa.

Salimos de la Casa de los Espejos y nos entretuvimos en los puestos de comida y juegos. Había un juego donde ganabas premios si le dabas al objetivo. Quise probarlo y, después de varios intentos, conseguí un cerdito mediano de peluche y se lo regalé a Lucas.

—¡Me encanta! Gracias.

Lucas me invitó a una manzana de caramelo y fuimos camino a la noria saboreándolo. Nos encontramos a Nozomi y a Clarissa que acababan de salir de la Casa de la Adivina; estaban encantadas con las predicciones que les habían salido en las cartas del Tarot. De lejos vimos a Daphne tirando de Iván, que parecía que estaba un poco pálido. No había ni rastro de Daniel y Jack.

Estábamos a punto de llegar a la noria cuando alguien me llamó:

—¿Brian? —dijo una voz femenina.

Me giré y la vi. Era Vicky. No había vuelto a verla desde aquella noche que la vi y me gritó que huyera de un peligro aún desconocido para mí. Tampoco había pasado por clase desde entonces.

Parecía pálida y demacrada. Decían que faltaba a clases por enfermedad, pero estaba seguro de que había algo más. Algo peligroso y turbio.

—¡Hola Vicky! Qué coincidencia—saludé con una sonrisa.

La sonrisa se me borró de la cara cuando vi a su novio acercándose a nosotros. Era el que le había roto las gafas a Lucas. Sentí ira al ver su actitud chulesca y cómo rodeaba los hombros de su novia en un claro gesto posesivo.

—¡Negro! ¿Qué haces mirando a mi novia?

—Es una interacción habitual que hacen las personas cuando se saludan—respondí tratando de mantener la calma.

Lucas estaba detrás de mí. El tipo aún no se había dado cuenta de su presencia porque, gracias a mi alta estatura, lograba ocultarlo. Sabía que tarde o temprano lo vería.

—Es un compañero de clase — aclaró Vicky.

—Me da igual. No tiene derecho a mirarte...

Vicky fijó la vista en sus zapatos, como si hubiera encontrado algo muy interesante en ellos. El chico de la ceja partida me miraba con asco.

—Apártate de mi vista, me molestas...

—Hay más espacio en este parque para moverse —respondí. Me estaba empezando a sacar de mis casillas.

—Te crees muy listo, ¿eh? A lo mejor no te vendría mal una lección...

—Déjalo en paz, Chris...

Lucas salió de detrás de mí con una determinación en la mirada que no le había visto desde la fiesta en la que nos besamos. Lejos estaba el chico tímido y asustadizo que vi aquel día cuando lo atacaron.

—¡Vaya! Mira quién está aquí —dijo con una sonrisa socarrona—. El rarito blandengue que le hizo una mala jugada a mi primo...

—¿No dar las respuestas de un examen es una mala jugada? Más bien me pareció un movimiento poco inteligente el hecho de pedirlas...

—¿Estás llamando tonto a mi primo? —rugió Chris.

—No he sugerido tal cosa—dijo Lucas con cierto retintín.

El tal Chris apretó los puños y le lanzó una mirada amenazadora. La seguridad de Lucas no decayó ni un segundo.

Sentí miedo. No sabía qué iba a ocurrir a partir de ahora. Estábamos solos y nadie parecía dispuesto a defendernos; ni siquiera Vicky.