19. Beso bajo el muérdago
Todos apoyamos la idea encantados.
—Supongo que todos sabemos cómo se juega, ¿no? —preguntó Nozomi. Todos asentimos.
—Bien—prosiguió—, cojan papel y apunten sus preguntas y retos; no sean sosos.
Daphne cogió un puñado de bolis y un par de folios de una de las habitaciones y empezamos a escribir. Empecé por la pregunta: ¿Has copiado en algún examen? Me faltaba el reto y tuve que pensarlo durante un tiempo. Al final me decidí: pídele una cita a alguien del grupo (romántica o de amistad).
Cogimos sillas para sentarnos formando un círculo en medio del salón y metimos los papelitos doblados en dos cajitas, separando los retos y las preguntas. Daphne las agitó y dijo que ya podíamos empezar el juego.
—Espera, hay que decidir el castigo—avisó Nozomi.
Daniel negó con la cabeza.
—Ni gota de alcohol, nuestros padres fueron estrictos con el tema. Hay que improvisar con otra cosa...
—Quien se niegue a responder o no complete el reto, se tiene que quitar algo de ropa—dijo Clarissa—. Cuentan zapatos y accesorios así que no hace falta desnudarse, en principio...
Todos estuvimos de acuerdo y empezamos el juego.
—¿Quién quiere empezar? —preguntó Daphne.
—¡Yo! —dijo Patrick, el amigo de Clarissa.
—¿Verdad o reto?
—Verdad.
Daphne sacó un papel y leyó
—¿Has tenido sueños no aptos para menores con alguien del grupo?
Se oyeron risillas de fondo. La cosa empezaba fuerte.
—No—respondió. Lo miramos y parecía que decía la verdad.
Daniel cogió una botella vacía de refresco y la giró en el suelo. La botella apuntó a Julia.
—Julia, ¿verdad o reto? —preguntó Daphne.
—¡Reto!
—Canta la Macarena.
—Dale a tu cuerpo alegría Macarena, que...que...—Fue incapaz de acabar.
—¡Prenda! ¡Prenda! —coreamos todos.
Julia se quitó los zapatos de tacón. Lucas no paraba de reírse. Daniel volvió a girar la botella. Era el turno de Jack, el amigo de Daniel. Eligió verdad.
—¿Has copiado en algún examen? —Era mi pregunta.
—Sí. —Decía la verdad.
Llegó el turno de Clarissa. Eligió reto.
—Dile a la persona que tienes a tu derecha, qué piensas sobre ella.
Clarissa miró a Nozomi.
—Te conozco desde hace poco, pero me caes genial y espero que coincidamos con más frecuencia.
Nozomi sonrió y abrazó a Clarissa. La botella giró y le llegó el turno a Lucas.
—¡Lucas! ¿Verdad o reto?
—Verdad.
— ¡Oh! ¿Te gusta alguien del grupo? —preguntó Daphne con una sonrisa.
Lucas se quedó mudo durante unos segundos y parecía visiblemente nervioso. Al final, se quitó la chaqueta de cuero con la ayuda de su hermana. La gente sonrió y hubo algunos murmullos.
«¿Por qué no respondió? Me hubiera gustado saber si le gustaba alguien..., pensé. Sacudí la cabeza, seguía pensando en tonterías.
El siguiente fue el Daniel y eligió reto.
—Declárate a la persona que te gusta si está en el grupo y, si no, imagina que está.
El pelirrojo se echó a reír, se levantó de su asiento y se puso de rodillas frente a Jack.
—Jack, me gustas desde hace tiempo, ¿quieres ser mi novio?
—¡Que declaración más pobre! —dijo Jack entre risas—. Ya soy tu novio desde hace un tiempo, ¿no lo recuerdas?
Jack sujetó a Daniel por la nuca y lo besó apasionadamente. Todos nos reímos y las hermanas Scott intercambiaron entre ellas miradas de asombro. Parecía que no estaban al tanto de esta relación.
La siguiente en jugar fue Daphne que eligió verdad y confesó que había estado enamorada del personaje de una novela. La botella giró y apuntó a Iván. Eligió reto.
—Pídele una cita a alguien del grupo, puede ser romántica o de amistad—. Leyó la pelirroja.
Era mi reto. Traté de ocultar una sonrisa que amenazaba con salir de mis labios. Sabía que le gustaba Daphne desde hacía varios años, él mismo me lo había confesado. Iván era muy tímido, podía ver que estaba sufriendo.
Iván miró a la chica. Se quedó estático y parecía estar a punto de hiperventilar. Intentó formular alguna frase, pero las palabras le salían atropelladamente. Al final, se levantó y se quitó la camisa, revelando unos fuertes brazos y unos pectorales definidos. Hubo cuchicheos entre la gente.
Mi amigo cogió la guitarra y empezó a tocar mientras volvía a su asiento. Daphne estaba roja como su pelo y Nozomi hizo un comentario que provocó las risas de todos.
—¡Menudo show! Parece el sueño erótico de algunas chicas...
Daphne enrojeció aún más y mi amigo estaba centrado en su guitarra y era ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor. El juego continuó. Le tocó a Nozomi y eligió verdad.
—¿Has besado a alguien?
—Sí—respondió sin vacilar.
Luego volvió a tocarle a Julia y eligió verdad; confesó haber salido a la calle sin ropa interior. La siguiente fue Daphne, de nuevo, y eligió reto.
—Tócale la oreja a alguien del grupo.
Daphne le tocó la oreja a su hermana Clarissa. La botella volvió a girar y me apuntó a mí. Iván desvió la atención de su guitarra y la fijó en mí.
—Brian, te toca. ¿Verdad o reto?
—Reto—dije sin dudar.
Daphne sacó el papel y puso cara de sorpresa. Luego se rio.
—¡Esto sí que es un reto de verdad! —exclamó sin poder dejar de reírse.
—Venga ya, Daphne, lee el dichoso papel— rogó su hermana.
—Besa a Lucas bajo el muérdago.
Se hizo el silencio absoluto. Lucas se quedó boquiabierto y miró a Nozomi, que se reía abiertamente. Mi mente era un caos de emociones confusas y mi corazón latía desbocado, parecía que se me iba a salir del pecho.
Miré a Lucas y él me devolvió la mirada. Me pareció ver curiosidad en sus ojos azules, pero tal vez estaba equivocado. Hice ademán de llevarme las manos a la camiseta para quitármela y las volví a bajar. Estaba indeciso.
Nadie decía nada, supuse que todos los ojos estaban puestos en nosotros dos. Un suave acorde de guitarra invadió la estancia y logró distraer un poco a la gente. «Gracias Iván, te debo una», pensé.
Con una determinación que no sé de dónde salió, me incorporé del asiento y Lucas asintió con una sonrisa. Caminé hacia el umbral de la puerta del salón donde colgaba el muérdago y Lucas me siguió con su silla de ruedas eléctrica.
La música, la gente y todo lo que había a mi alrededor desapareció. Solo podía ver al chico que tenía ante mí y sentir las inmensas ganas que tenía de besarlo. Logré ponerme en cuclillas, y sin caerme, para quedarme a su altura:
—¿De verdad quieres hacer esto? —pregunté con cautela.
—Pues claro que sí—respondió con una seguridad que me sorprendió.
Sin más dilación, me acerqué a Lucas y, cuando nuestros rostros estaban a escasos centímetros, lo besé en los labios.
Fue apenas un roce de labios, breve y cálido, pero fue mágico y perfecto. Sentí como si hubiera caído en un hechizo del que no quería salir jamás.
Era la primera vez que besaba a un chico.
Había besado a Lucas.
AAAAAAAAHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!
Por fin llegué a esta escena. ¿Qué les ha parecido?
¿Han jugado a verdad o reto?
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