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16. Maratón de Marvel y otras cosas

La fiesta acabó muy tarde y mamá y yo caímos rendidos en nuestras respectivas camas. Cuando nos levantamos era más tarde del mediodía y, como no teníamos ganas de cocinar, nos comimos un brunch en la cafetería que estaba cerca de casa.

—Me lo pasé muy bien anoche—dijo mamá.

—Yo también—admití—. Y hay que reconocer que Dimitri tiene buena mano para la cocina.

—Estoy de acuerdo. Podríamos ir algún día al restaurante. Seguro que tu tía se apunta...

Salimos del local y a mamá le sonó el móvil.

—¡Hola! ¿Ya estás recuperada de la fiesta de anoche? —preguntó entre risas.

Me gustaba verla feliz y relajada, siendo mucho más que una esposa trofeo y una madre preocupada por su hijo sin piernas. Hacía tiempo que no veía esa parte de ella y sabía que le había costado mucho esfuerzo llegar hasta este instante.

Mamá me pilló observándola y me puso muecas graciosas mientras hablaba por teléfono. Parecía que tenía planes con Laura, algo de ir de compras. Me preguntó si quería ir y me negué.

—Prefiero quedarme en casa, Mike me ha dado una buena paliza.

Ella asintió y siguió con la llamada:

—Mi hijo pasa de ir, así que cojo el coche y te voy a recoger a tu casa.


Mamá se acababa de marchar y yo me eché en el sofá con la intención de hacer una maratón de pelis de Marvel. Me puse la camiseta de Capitán América para la ocasión. Apenas había empezado la película, cuando Iván me escribió.

Iván: Hola, bro!

Brian: Hello!

Iván: Estoy aburrido...

Iván: Qué haces?

Brian: Estaba por hacer una maratón de Marvel...

Brian: Pero es aburrido verlo solo.

Iván: ¡ESPÉRAME!

Iván: Voy a tu casa con el kit indispensable de Marvel...

Brian: ¿Qué es eso?

Brian: 🤣🤣🤣🤣

Iván: Ya lo verás.

Brian: Ok. Te espero.

Mi amigo apareció a la media hora con varias bolsas del supermercado, una mochila repleta de cosas y forrado con un abrigo polar; hacía mucho frío y fuera llovía a cántaros.

Al despojarse del abrigo, dejó al descubierto su camiseta de Batman. Subí un poco la calefacción y nos acomodamos en el sofá. Iván sacó todas las golosinas que se le ocurrieron, nachos, bolsas de papas, bebidas y demás comestibles necesarios para una maratón de pelis.

—¡Te pasaste, tío!—exclamé—. Déjame pagarte la mitad.

—Vale, paga lo que quieras, pero te aseguro que aquí no va a sobrar nada—dijo bastante convencido.

—En el caso de que sobrara algo lo podemos llevar a la fiesta de Daphne—sugerí.

—De acuerdo, tú ganas. Voy a quitar algunas cosas...

Iván apartó algunas cosas y las guardó en la bolsa. Luego abrió la mochila y sacó varios accesorios de Marvel como una réplica del martillo de Thor, máscaras de Batman y Deadpool, vasos de Marvel y algunos platillos con la misma temática.

—Voilà! El kit de Marvel al completo—anunció mi amigo bastante orgulloso de sus adquisiciones.

Lo miré con asombro. Nunca había tenido una maratón de pelis tan temática como esta.

—¡Me encanta! —admití—. Oye Iván, ¿eres de Marvel o también de DC? —pregunté con curiosidad.

—¿Me tomas el pelo? Pues claro que soy de Marvel hasta la médula. —Luego me miró boquiabierto—: No me digas que tú...

—Sí, soy de los dos bandos—respondí.

Iván asintió y, tras encogerse de hombros, añadió:

—Bueno, no es tan extraño... Para gustos los colores.

Después de un rato intentando ponernos de acuerdo, decidimos ver en primer lugar la película Capitán América: el primer vengador para seguir la historia de Marvel desde sus inicios.

Después de dos películas y media, mamá llegó a casa cargada de bolsas y pusimos la peli en pausa para ayudarla a descargar; parecía que había saqueado medio centro comercial.

—Si esto te parece demasiado es porque no viste todo lo que se llevó Laura, y tu tía tampoco se contuvo—dijo al ver mi cara de estupefacción ante la enorme montaña de bolsas.

—¿Beth también se apuntó?

—Sí, también vino tu prima Simone y los Hamilton al completo, incluido Lucas.

Al oír esto último sentí una pequeña decepción. «Si lo hubiera sabido, a lo mejor...», pensé. Me sorprendí al reconocer que no me habría importado ir de compras si Lucas estaba presente.

Definitivamente algo pasaba en mi cabeza y cada vez era más fuerte. Me obsesionaba ese chico y no entendía por qué. Iván me devolvió a la realidad dándome un codazo en las costillas.

—Bueno, tío, ¿seguimos?—Al ver que no reaccionaba, me señaló la tele y entendí que quería seguir con la peli.

Cuando terminamos la cuarta película, mamá se asomó al salón.

—Iván, es muy tarde y el tiempo está muy malo. Si quieres, puedes quedarte a dormir esta noche en la habitación de Brian; tenemos una cama inflable muy cómoda...

—Muchas gracias, señora Perry, pero no quiero molestar...

—No molestas—afirmé—, además, así podemos seguir viendo pelis...

—Una más y luego a la cama—aclaró mamá.

Suspiré sonoramente y mamá me fulminó con la mirada.

—Vale, solo una más...

Con una sonrisa triunfal, mamá nos dejó y se fue a preparar la cama para mi amigo. Iván y yo no perdimos el tiempo y pusimos otra película.


A la mañana siguiente, después de desayunar, estábamos los dos frente a la televisión con ojeras pronunciadas y tratando de resolver el enigma que había ante nosotros: averiguar por qué no funcionaba mi PlayStation.

—Bro, creo que el cable está partido por diferentes sitios—dijo mi amigo.

—¿Tiene arreglo? —pregunté con cierta esperanza.

—No estoy seguro, pero en el caso de que no se pueda reparar el cable podríamos intentar sustituirlo por uno nuevo...—Iván se quedó pensativo durante unos segundos y añadió—: ¿Me la puedo llevar a mi casa y lo intento arreglar con mi hermano?

—Claro. ¿Se le dan bien estas cosas?

—Estudia ingeniería informática, pero es un friki de la robótica así que tiene algunos conocimientos.

—Suena interesante. ¿Qué te gustaría hacer en el futuro? —Yo todavía no lo tenía claro, pero después de todo lo que había vivido, tenía una ligera idea.

—Me gustaría dedicarme a la música y al cine, pero es muy difícil vivir de eso...—confesó.

—No sabía nada de tu faceta musical—admití.

—No lo sabe casi nadie, pero sí... Siempre que puedo, compongo canciones y las interpreto. La música me ayuda a expresarme. ¿Y tú qué quieres hacer?

—Algo relacionado con la salud. Después del accidente pasé mucho tiempo en hospitales y descubrí que me llamaba la atención todo lo que hacía el personal sanitario. —Mi amigo me escuchaba con atención—. Me gustaría ayudar a la gente que pasa por situaciones parecidas a la mía.

—Ojalá logremos nuestros sueños...—dijo Iván.

—¿Te refieres a tus expectativas laborales o a cierta pelirroja gritona? —pregunté con una ceja enarcada.

—Qué bien me conoces... Me refiero a ambas.

—¿Por qué no quedas con ella? Parece que se llevan bien últimamente. Invítala a tomar algo y hablan.

—No puedo, me bloqueo. Me siento como un completo idiota cuando se trata de hablar con ella...

Una idea cruzó por mi mente.

—¡Ya sé! Has dicho que la música te ayuda... ¿Por qué no le dedicas una canción?

Iván se quedó petrificado en el lugar. Luego miró su móvil y se levantó de un salto.

—¡Por el martillo de Thor! Brian, eres un genio. ¡Tengo que irme ya!

Desenchufó la PlayStation y la metió en su mochila junto con sus cosas.

—¡Ya tengo el regalo perfecto!

—¿Qué regalo? —pregunté bastante confundido.

—El del Amigo invisible.





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