Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10. Historia del pasado

Lo había traído a casa y ya no sabía cómo continuar.

Lucas, aun sin gafas, trataba de observar todo lo que había a su alrededor hasta que sus ojos se posaron en mí. Me di cuenta de que él me miraba esperando algún tipo de reacción por mi parte.

No podía apartar la mirada de sus ojos. Era como mirar un cielo azul despejado y brillante que me hacía querer perderme en ellos. Nunca me había sentido tan hipnotizado por unos ojos.

Él no apartaba la mirada. Yo tampoco. Era una batalla en la que ninguno de los dos estaba dispuesto a rendirse. Nuestro íntimo juego de miradas continuó durante un tiempo hasta que vi su mejilla y volví a la realidad.

—Tu mejilla necesita algo frío, ven conmigo...

Él me siguió hasta la cocina y, tras revolver en el congelador, di con una bolsa de verduras lo bastante fría para hacer su función.

—A falta de algo mejor, esto debería ser suficiente—dije mientras le acercaba la bolsa.

—Está bien, pero... —empezó a decir— necesito que me ayudes a sostener la bolsa en mi mejilla...

—Claro, no hay problema.

Cogí la bolsa y la coloqué sobre su mejilla, presionando un poco. Lucas se quejó un poco por el dolor, pero no dijo nada. Estábamos en una situación extraña, uno al lado del otro en la mesa de la cocina y yo tocándole una mejilla, pero ninguno de los dos parecía incómodo.

—L-lo siento...

—¿Por qué? —pregunté sorprendido.

—Por meterte en este jaleo...

Lo miré fijamente.

—No te disculpes porque esto no fue culpa tuya...

Lucas suspiró y trató de mover la cara, pero se lo impedí.

—¡Quédate quieto! Si te mueves no voy a poder presionar bien esto— dije señalando las verduras, que estaban empezando a perder el frío.

Iba a protestar, pero decidió quedarse quieto y en silencio. Silencio que no duró demasiado tiempo.

—No sé qué hacer...—dijo casi susurrando.

—Hablar con alguien. No puedes dejar pasar lo que ha pasado.

—No es tan fácil.

—Lo sé, yo también pasé por ahí.

Lucas me miró asombrado. No se esperaba mi repentina confesión. Retiré la bolsa de verduras de su mejilla y la volví a meter en el congelador. Se había calentado y ya no servía de mucho. Había que enfriarla otra vez y aplicarla de nuevo en un rato.

—Cuando empecé el instituto, había un grupo de chicos y chicas que se burlaban de mí y me hacían bromas de mal gusto todo el tiempo por mi color de piel. De las bromas pasaron a los empujones. Lo pasé mal y nunca dije nada.

» Desde que era pequeño jugaba al baloncesto y quería meterme en el equipo del instituto. Cuando jugaba sentía que todos los problemas desaparecían a mi alrededor y me sentía fuerte. El capitán del equipo era uno de los que más me molestaban y no me puso las cosas nada fáciles. A medida que iba mejorando en el terreno del juego, el acoso era cada vez mayor hasta que un día me harté y le dije varias cosas a la cara delante del entrenador.

Para mi sorpresa, los demás miembros del equipo me apoyaron y algunos se atrevieron a alzar la voz como víctimas. El entrenador tuvo una larga charla con el chico y su familia y nos proporcionó ayuda para recuperarnos del acoso que habíamos sufrido.

—Tuviste un buen apoyo—dijo Lucas.

—Sí—afirmé. —Y gracias a eso, gané confianza y aprendí a detectar a los abusones y a no callarme. Por eso te digo que hables con alguien y busques apoyo, no tienes que soportar esto tú solo.

Él asintió con la cabeza y me miró.

—No sabía que jugabas al baloncesto...

Asentí. Era hora de hablar de ello.

—Poco a poco fui adquiriendo popularidad y ganando partidos con el baloncesto. La gente pasó de despreciarme a admirarme. Todos querían ser mis amigos e invitarme a fiestas. Las chicas más guapas peleaban por salir conmigo. Conseguí que me ficharan en un equipo nacional y vi mi sueño hecho realidad.

Lucas me escuchaba con atención.

—El día de la firma del contrato con el equipo nacional, mis amigos organizaron una fiesta sorpresa de despedida porque unos días después tenía que mudarme lejos. La fiesta estuvo muy bien, pero acabó fatal: discutí con mi novia Amber, estaba celosa.

—¿Se te acercaban muchas chicas? —indagó Lucas.

—No desde que salía con Amber—aclaré. —Estaba celosa porque en ese momento ella no era el centro de atención. Le encantaba la popularidad y hacía todo lo posible para que la gente la admirara. Decidió beber mucho y le sentó fatal. La persuadí de llamar a alguien para que la llevara a casa, aunque yo estaba sobrio no tenía carnet de conducir.

Nunca había hablado de ello, no me atrevía. Pero ahora, en la cocina y con Lucas como espectador, sentía la confianza y la fuerza que necesitaba para contar la historia sin dejar ningún detalle atrás.

—No sé cómo ocurrió, pero, de pronto Amber había echado a correr y, antes de que alguien pudiera reaccionar, se subió a su coche y lo puso en marcha. Algunos intentamos que apagara el motor y prometió hacerlo si yo entraba y hablábamos.

» ¡Qué tonto fui! Realmente creí que ella cumpliría con su palabra. Nada más subirme al coche, aceleró y salió a la carretera. Estaba muy ebria e hice todo lo posible para que parara. Estuvimos a punto de chocar con otro coche, pero conseguí controlar el volante desde el asiento del copiloto. Forcejeamos durante unos segundos, tiempo suficiente para que perdiéramos el control del coche y nos estampáramos contra un enorme árbol que había a un lado de la carretera.

—¡Qué horrible! —exclamó Lucas.

—Mi novia perdió la vida en el hospital y yo me quedé sin piernas.

Verbalizar esta frase me había dejado exhausto y, a la vez, sentía como si me hubiera quitado un peso de encima.

Había admitido que Amber había muerto.


Ya era de noche. Había convencido a Lucas para que hablara con alguien. Sospechaba que iba a recurrir a su hermana Julia. Sabía que ella era la indicada para estos casos y sabría que hacer.

Estaba en la cama tratando de dormirme, pero tenía muchas cosas en la cabeza. Mi móvil vibró y sonreí.

Lucas: ¿Estás durmiendo?

Brian: No.

Lucas: Yo tampoco. Tengo muchas cosas que pensar...

Brian: Yo también...

Lucas: El finde voy a hablar con Julia.

Brian: Me alegro de que me hagas caso.

Lucas: Gracias por todo.

Brian: Gracias a ti por escucharme...

Lucas: Lo siento por haber sido tan pesado con el tema del club y los deportes. Entiendo que no quieras saber nada del tema...

Brian: No te preocupes. No lo sabías...

Lucas: Bueno, me voy a dormir ya. No quiero que mi bello rostro acabe con unas espantosas ojeras.

Brian: JAJAJAJA

Lucas: ¡No te rías!

Brian: No lo he hecho.

Lucas: ¿Y ese jajajaja qué?

Brian: Se me fue el dedo...

Lucas: Igual que con los corazones....

Brian: Eso fue un accidente.

Lucas: Ajá.

Brian: ...

Brian: Te libraste del hematoma, pero de las ojeras lo veo difícil...

Lucas: Estoy durmiendo.

Brian: Ya veo, ya.

Brian: Tu sonambulismo hace que me escribas a altas horas de la noche...

Lucas: Como sigas escribiendo, me vas a tener que hacer una rutina de skincare.

Brian: OMG! Noooo

Brian: JAJAJA

Brian: ¡Buenas noches!

(Lucas ha enviado un video tutorial de cómo hacer una rutina de skincare)


Me eché a reír y dejé el teléfono. Era muy tarde.

Me sentía aliviado y, por primera vez en mucho tiempo, creía que las cosas podían mejorar y salir bien. Habíamos logrado estar en buenos términos.








Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro