"Uno... Dos... Tres...

El dolor pasará.

Cuatro... Cinco... Seis...

Su mentira seguirá.

Siete... Ocho... Nueve...

La Ilusión quebrada está"

La vida y la muerte...
Para él, era casi lo mismo.
Si moría, reencarnaba.
Si vivía, debía ser en el bajo mundo escondido.
A pesar de lo que él mismo demostraba a los demás.
En su interior se arrepentía de muchas cosas.
Al principio lo tomó como algo pasajero, pero ese sentimiento aumentó con el tiempo.

Pensar en lo que podría haber sido de ellos, si solo él hubiera asumido las consecuencias. Después de todo, el que ellos terminaran como él, fue su culpa.
Culpa... Culpa... eso lo carcomía.

A veces se preguntaba

¿Si no hubiera nacido? ¿Si hubiera muerto en el parto?.
Tal vez eso podría haber sido mejor, y aunque reencarnara por lo menos no hubiera echo lo que hizo en su vida actual.
En Estraneo intentó muchas veces acabar con su infierno, pero siempre lo "revivían" de alguna manera.
Cuando se artó de ese calvario, fue que trató de cesar sus intentos de irse solo por proteger a esos dos niños que lo veían con cariño y gratitud.
Mas eso no impedía que a veces viera con cariño el filo de la que se volvió su arma característica.

Pero a pesar de tener en mente un plan que quería llevar a cabo.
No pudo evitar volver a recaer.
Para no preocuparlos, siempre colocaba una barrera para que no le oyeran u olieran lo que hacía.
El filo de su arma en esos momentos fue muy liberador.
Aunque después, mucho tiempo después, tuvo que cambiar por objetos más pequeños.
Ya que toda su vida había dado un giro inesperado tras lo que él hizo.

A pesar de ser perdonado, a pesar de que todos los que tuvo de enemigos se ganaron su confianza y él la de ellos.
A pesar de todo eso.

A pesar de tener una familia.
Ese sentimiento seguía tan latente como la
primera vez.

Todos estarían mejor sin él.

Por que su pasado nunca lo dejaría en paz.
Por que eso se instaló en su mente desde niño.
Por que nunca lo dijo, nunca dijo que necesitaba ayuda.
Por que todo era una ilusión que él mismo coloco sobre si para no dañar a los demás, más de lo que ya lo hizo.
Por que sabía que algún día todo se iba a desmoronar.
Lo único que quería y esperaba era que si ese día llegaba, nadie lo llorara.
Por que si ellos seguían y no lo extrañaban.
Él por fin podría descanzar en paz.