[ Ⅰ ]
La ilusión de transparencia es un término que se utiliza desde la psicología cognitiva para definir la predisposición que, en ocasiones, tenemos las personas de sobrestimar la capacidad que otros individuos poseen para captar nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y estados internos. A pesar de que el amor es uno de los sentimientos humanos más complejos, se han instalado varias premisas de comportamiento para evaluar su aparición entre dos sujetos prueba.
Ⅰ.- Solo toma 4 minutos juzgar si te gusta alguien.
Primeros treinta segundos.
Zoro retuerce los grandes músculos bronceados al inclinarse para asestar su duodécima lagartija, manos al piso, mirada al frente. Las armas enfundadas que cuelgan del cinturón han tenido que ser realineadas tras su torso y están haciendo un trabajo menos que deplorable al enterrarse con cada elevación entre el sitio de sus omoplatos. Es desgastante.
Zoro ha pagado este gimnasio por coacción de su pequeño pero confiable grupo de amigos y lo menos que puede hacer es aprovechar hasta el ultimo centavo que gastó desde su fondo para cerveza. No lleva una eternidad ejercitándose, su cuerpo puede soportarlo, solo que tres horas seguidas de entrenamiento luego del ajetreo escolar llegan a ser un poco demasiado. Esta apunto de terminar esta rutina exagerada cuando las sombras de dos figuras cortan la iluminación. Luffy le sonríe desde arriba, su muñeca anclando la palma de un desconocido que debió ser anclado como peso muerto.
-¡Oi, Zoro! ¡Deja eso! Quiero presentarte un nakama.
Nakama es una palabra extraña y simbólica que todo su exclusivo circulo de conocidos ubica con respeto. Zoro no tiene idea de que se trata o quien es el integrante y aún así desecha su posición, inclinando la cabeza hacia un costado mientras se endereza y aleja del suelo.
Hay un chico raro de pie junto a Luffy. Literalmente, parece haber sido enrollado por el cuerpo de su mejor amigo, obligado a moverse y arrastrado desde una especie de puesta en escena de teatro o maquillaje, porque es imposible que lo rizado de su ceja sea real. Esta vestido con un pantalón negro que es cualquier cosa menos deportivo y sus gemelos contienen peso alrededor en lo único que Zoro reconoce como familiar en el extraño sujeto: pesas de entrenamiento. Nunca había visto a alguien usarlas en las piernas.
-¿Hm? - murmura, sin estar en realidad seguro de si el tipo lo esta observando con indiferencia o molestia.
-Su nombre es Sanji, es el cocinero del que te hablé el otro día. Lo encontré aquí hace un tiempo y ahora es mi nakama, así que también es el tuyo.
La mirada de Zoro comienza a brillar en reconocimiento, mucho más interesado ahora en la premisa y dedicando por completo su atención. Ese tal Sanji y la postura de su fisiología gritan que esta incomodo, luchando por no alejarse de súbito de ellos. Hay una sutil frunción de su ceño al momento en que escucha la palabra nakama, como si estuviera rechazando la idea con cierto desdén. Si ese fuera el caso, Zoro le sacaría los intestinos por la boca. Un rápido chequeo de vista barre de arriba abajo al nuevo integrante de su banda -porque Luffy ya lo ha decidido y no hay poder humano que juegue contra eso.-, considerando los detalles. No es común. Los mocasines recién pulidos, la fina tela de su vestidura y los puños almidonados de la camisa cara son solo tres señales en grande de niño rico. La cuarta señal es el barrido despectivo que le están dando los ojos azules, intensos como el mar.
Zoro decide que no le agrada.
Primer minuto.
Sanji jamás volvería a despreciar la tranquilidad de la biblioteca en virtud de un par de horas fortaleciéndose. Ni siquiera tuvo tiempo de cambiarse su fachada habitual aunque no es como si usara ropa deportiva alguna vez, el resultado esperado no cambio en ningún caso. Los tendones de su forma fueron tan elásticos como siempre, tan flexibles como la goma y elegantes cual felino.
Debió volver a casa o a la cocina con Zeff en lugar de quedarse revoloteando alrededor de las maquinas. Apenas tuvo tiempo de respirar pasada su rutina antes de ser asediado por una mota hiperactiva de chaleco rojo que se abalanzó sobre él. Sanji había detenido su defensa al codificar que se trataba de Luffy, ese simpático loco con sombrero de paja que había peleado a su lado para defender el Baratie y se auto proclamó su capitán. Él solo dijo que iba a presentarle a alguien importante y de repente el chef fue acarreado voluntariamente a la fuerza hasta el espacio grande del gimnasio varios pisos abajo, frente a un individuo de curioso cabello verde.
Luffy se acerca con el buen humor que lo caracteriza por la eternidad, una bola de alegría al traerlo consigo. Lo llama cocinero y Sanji recibe de inmediato este tipo de cariño libre de manera melodiosa, contento de poder tener un amigo real por lo menos, lejos del interés en su dinero o de las garras de su detestable familia. Siendo sinceros, quizá no sea el escaso afecto genuino de amistad al que ha estado expuesto Sanji por su circulo social, sino la calidez natural del candor de Luffy. Es una especie de regalo del cielo con un corazón noble y se siente afortunado de ser su nakama. Tal vez por eso le sienta tan mal que este fulano fornido no luzca ni un mínimo de atento. Cielos, ¿Siempre tiene esa faceta de ignorar al mundo tatuada?
Después del llamado de Luffy, el varón se pone de pie, vuelve su rostro hacia un lado y le escanea, deteniéndose a la altura de su tibia y peroné. Oh, las pesas, claro. Olvidó quitarlas antes de ser secuestrado por el pelinegro. Como sea, no es algo de que preocuparse ahora. Esta intranquilo bajo los ojos grises verdosos que juzgan y no puede evitar arrugar la nariz al escuchar lo que dice el menor de ellos. En serio, ¿Esta persona es nakama de Luffy? ¡Tiene una expresión de fastidio desesperada! Bien, bien, podía manejar eso, ¿Verdad? No es nadie para opinar sobre el manifiesto de desinterés de otro ser humano.
Sanji intenta relajarse, ensayando el principio de un saludo cuando el hombre se yergue y le da al rubio uno de los más descarados arrastres visuales que ha recibido en su vida. Sanji detesta que hagan eso. Sus hermanos adoptaron el gesto desde su infancia y lo había soportado lo suficiente como para que un imbécil al que llevaba menos de cinco minutos de conocer lo usara en su contra. En situaciones como esta, solía dejar un bonito recuerdo de su desprecio con la suela de su zapato sin embargo, se contuvo. No quería agredir en físico a otro de los nakamas de Luffy, incluso si era un idiota. Eso no evita que devuelva el insulto con toda la saña posible.
Sanji detesta a este sujeto.
-¿Algún problema conmigo?
Minuto y medio.
Zoro se toma un segundo para gruñir y el siguiente para imaginarse la respingada nariz del riquillo chocando contra su puño. Mira a Luffy con más arrugas en la frente ante su enojo, interrogando en silencio porque demonios este engreído esta siendo adoptado en su lista. Luffy sonríe aún más duro, el tipo de sonrisa que premia la fortaleza de espíritu de sus aliados y que también indica que esta firme como una roca. No va a cambiar de opinión en esto. Zoro imagina por lo menos una decena de preguntas. Ninguna de ellas sale al aire, borradas por la directa duda del extraño. Por lo menos es conciso.
-Tú eres el problema, cejas de diana. Habiendo tantos estudiantes aquí y me toca hablar con un rubio podrido en billetes ¿Porque lo elegiste, Luffy?
El chico parpadea sorprendido una fracción casi imperceptible y, puede jurarlo, se tambalea un milímetro hacia atrás. En ese preciso instante, Zoro puede intuir que cualquier parte de su ultima oración le hizo daño. El bastardo lo merece. Luffy no parece estar de acuerdo. El sombrero se ha ajustado sobre su cabeza y advierte contundencia. Ellos son nakamas y no le teme a su amigo, pero es difícil ignorar que esta imagen es lo ultimo que han visto los antagonistas de Luffy. Se ve imponente, eso es todo.
-Sanji es nakama, Zoro. Por la misma razón que tú.
Zoro no lo entiende, ¡El tipo es desagradable! ¿Qué tiene de especial?
No bien puede pensar en replicar, un borrón negruzco cruza por completo en un arco perfecto, directo hacia su cara.
Dos minutos.
Lo acepta, eso pudo haber sido una especie de bofetada con guante blanco de parte de Zoro. Mentiría si dijera que no considero que lo tratarían así cuando decidió internarse en uno de los barrios de poder adquisitivo menor al suyo, esta es una realidad a la que estaba acostumbrado. Dolió de todas maneras. Sanji trastabilló en su lugar rememorando porque carajos todo se había caído en picada durante su presentación, por lo menos, hasta atrapar la considerada defensa de Luffy en su honor y el tal Zoro adoptando la expresión grosera de chupar el limón más ácido del mundo.
Oh, no, este sujeto no va a ponerse a enlistar los puntos malos que cree que Sanji tiene, ¡Ni siquiera se conocen!
En un rápido movimiento, su pierna se balancea por si sola, la trayectoria limpia de un ataque mortal en dirección al rostro. Está bien, no es mortal, aunque Sanji desearía hacerlo así. Luffy advierte lo suficiente para intentar jalar de ambos, pero el tirón ya ha sido dado y es imposible que lo detengan.
Sorprendentemente, su impacto no se produce. No donde debería.
Los ojos azules se crispan confundidos, evaluando la situación aún con su poderosa pierna suspendida en el aire. Los músculos tensos y morenos se sueltan también, impactados. Una mueca de la que se hubiera reído pasa por los rasgos de Zoro, pero Sanji está concentrando en entender dos cosas ahora. En primer lugar, de dónde demonios sacó dos espadas. En segundo lugar, ¿Cómo pudo detener su ataque?
Tragando una porción de su incredulidad, recupera la compostura con un empujón furioso de su pie contra el acero de las katanas cruzadas.
-¿A quien le importa una mierda tu opinión? Soy nakama de Luffy, ¡Supéralo, musgo de cuarta!
Dos minutos y medio.
Zoro está anonadado. Shisui y Kitetsu fueron sacadas de su funda tras la cintura por puro milagro de los reflejos inhumanos de Zoro, solo para detener lo que debía ser, ciertamente, una patada inhumana. La punta de sus dedos vibra por el espasmo genuino de dolor al forzar las empuñaduras contra el tacón de esos mocasines negros, que en ningún maldito universo deberían ser más que petulantes, pero lo eran. Peligrosos, ni más ni menos. Zoro vislumbra la sorpresa reflejarse en las pupilas marinas. A pesar de que sería delirante burlarse o enfurecerse por ser subestimado, su mente viaja de inmediato a su oponente, rascando lo poco que puede ver del estilo.
La tela negra abraza un muslo firme, extendiéndose alrededor de kilómetros de piernas que los modelos matarían por tener. Hay un leve hundimiento alrededor de la rodilla para dar forma delineada a la montadura de las pesas entrenadoras, por lo demás, es seda resistente cubriendo tejido que debe tener años de entrenamiento. La velocidad es buena, ¿Hasta donde llegaría su impulso?
Como si pudiera leer su pensamiento, el rubio carraspea y lo empuja, el ímpetu del pronunciamiento vibrando tras su asombro inicial. Zoro escucha su reto con una media sonrisa, cambiando en un giro la opinión que tenia del sujeto. Una boca de marinero y el brío de un peleador callejero no van demasiado con su concepto de bebé nacido en cuna de oro. No debería de ceder tan fácil, solo que la curiosidad rasguña con fervor. Sus katanas nunca antes habían sufrido para frenar un ataque.
-¿Practicas algo, cook?
Tres minutos.
Una sutil pizca de curiosidad picó en el interior del pecho de Sanji. Lo había llamado cocinero -a este punto, estamos claros de que hay una debilidad explicita en el asunto.- y, de hecho, fue un gesto amable que usara en especifico la ocupación que Sanji amaba, incluso si Zoro pudiese no tener idea de eso. Por esa razón, un tanto fofa, el rubio concedió a su interrogante, asintiendo en un empuje silencioso sin malicia.
-¿Porque no lo descubres?
Las extrañas combinaciones de tonos grisáceos y verdes en la pupila contraria se tornaron más oscuras, un bosquejo de diversión placentera empujando. No lo admitiría. Él también consideraba entretenida una buena pelea, siempre que los sujetos con quienes competía no fueran unos completos ineptos y le siguieran el paso. Casi no lo habían hecho. Sanji tenia un temperamento explosivo si de defender se trataba y, bueno, defendía un exceso de cosas. Los biceps moldeados de Zoro, cincelados bajo esa playera groseramente pegada como un anuncio de pasarela podían decirle que no se iba a decepcionar.
El hombre sopesó el peso un microsegundo y, antes de decir nada, desenfundó la tercera espada. Para sorpresa y regocijo oculto de Sanji, apuntó en un gesto obvio las piernas del rubio, retándolo. Estaba tomándoselo en serio. Quería medir su potencial.
Luffy sonríe, sentándose como un niño pequeño para apreciar la juguetona pelea a muerte entre sus nakamas. No puede creer lo bien que esto ha salido. Sanji le agradó desde el momento en que pudo conocerlo y Zoro es su mejor amigo en la existencia, así que esperaba de corazón que se tomaran cariño. Su presentación va mucho mejor de lo orquestado. Un personaje normal estaría en completo desacuerdo, considerando que todo lo que habían hecho los dos varones fue mirarse con disgusto, gritarse, empujarse y desafiarse en una pelea, todo en menos de cuatro minutos, pero a él no le importaban esas minoridades. El cerebro de Luffy maquinaba más allá de lo conocido así que, al mismo tiempo que hurgaba en sus bolsillos un trozo de pollo a la brasa, muchas posibilidades cruzaban por su cabeza. En todas ellas el resultado era un chico nuevo en la mesa del almuerzo y, con suerte, compañía amena equitativa para Zoro.
Sanji suelta los grilletes, una sonrisa satisfecha y fanfarrona por el sonido crepitante del metal al golpearse contra el piso. La cara del otro hombre permanece estoica pero se puede captar con rapidez el cambio de su postura a una defensiva oliendo la amenaza, con eso está satisfecho. Golpeando la punta de su calzado experimentado, el rubio balancea su propio peso entre ambas extremidades y sacude el chaleco fuera, emocionado por la pelea. No importa si no puede llevarse bien con el nakama de Luffy, por lo menos va a respetarlo. Ademas, es una oportunidad esplendida, ¿Tres malditas katanas?¡Solo lo ha visto en los libros de samurais!
Esta vez, sin menospreciar la habilidad contraria, mueve su cadera en un giro suelto flexible para nivelar la perdida de peso, más ligero, más rápido. Su pierna se estira como un borrón invisible y Sanji no espera, convencido de que ese loco de cabello verde no lo va a decepcionar.
Tres minutos y medio.
Footwork. No, ¡El infierno! ¿Savate? ¿Esa cosa no estaba, como, jodidamente extinta? Zoro puede ver lo que Luffy ha encontrado. De alguna manera el niño rico, que acaba de ganarse salir de ese apodo, es un peleador veloz y Zoro necesita saber si esta en lo cierto. Luffy era con creces el único que seguía y superaba el paso del espadachín en las batallas y, sin embargo, el puño castigador de su capitán era más bien entrenado por la calle y sus hermanos mayores. Tener cerca a alguien instruido en un arte de contacto era casi un deseo idilico. Sacudiendo el ardor adolorido de sus muñecas, sin descuidarse, escupe la pregunta, emocionado con la posibilidad haber encontrado otro tablero maestro marcial como él.
Sanji le muestra una sonrisa indulgente, negando a medias con la suavidad de un padre que observa como los monaguillos recitan mal sus canticos pero al menos lo intentan. Malnacido orgulloso y...¿Adorable? Balanceando su peso en perfecto equilibrio, su postura flexible regala una brecha de felicidad que se desborda. El sello de su disciplina se estampa por todos lados en la patada que es arrojada a continuación.
-Cerca, en verdad cerca. Mi viejo es francés y me entrenó en el savate, pero combino eso con un mordisco de capoeira, taekkyon, estilo libre y lo que sea que quiera agregar, ¿Por qué? ¿Sorprendido, marimo?
Si, por supuesto.
-Ni un poco, rizadito.
-Uh, tan bastardo como al inicio.- cortando su insulto, el cocinero cedió la fuerza, un desvió intencionado al metal empujando su suela.-; Debo conceder a tus neuronas verdosas por adivinarlo. Mi corte de pelea es casi tan raro como el tuyo. De todas formas, ¿Quién usa hoy en día el estilo de tres espadas? ¿Eres una especie de alma vieja? Nunca había visto un santoriu tan cerca.
Zoro casi resbala con la impresión. Mal dicho, claro, pero lo suficientemente cerca. Lo más cerca que nadie había estado. Esta seguro que su cara podría partirse de la sonrisa en este momento si no hubiese colocado a Wado entre los dientes, las carcajadas risueñas de la fiesta que celebra Luffy por lo que sea que este festejando no ayudan en absoluto. Se pregunta si Sanji se sintió así de halagado cuando Zoro pudo acertar un mínimo de su técnica de pelea tan extravagante. Era un reconocimiento tácito de reverencia que bien puede comprender ahora. Cálido.
-Santōryū, si. Y es normal que no lo conozcas...si todo lo que tienes es una danza de pies.
Todo rastro de relajación se pierde de nuevo, dando lugar a la postura experta de su arte en el punto. Sanji parece aceptar esto como un reto, esquivando por micras los cortes apasionados del espadachín para no sumar más rasgones a su pantalón negro. Zoro puede sentirse diferente, descubriendo al rubio perdido en sus propios ojos. Es una buena brecha de ataque. Una lastima que ambos se distrajeran lo suficiente para ser atrapados en la misma posición del primer choque, con las katanas bloqueando la planta del pie enfundada en cuero antes de caer contra el suelo. Idiotas.
Sanji choca la espalda contra el piso y la frente contra él, su furioso talón aún deteniendo el avance peligroso de las katanas desenfundadas de Zoro, jurando dolorosamente por todos y cada uno de sus antepasados. Es una locura. Zoro echa un vistazo a sus manos y nota el vigor de su fuerza maxima castigando las empuñaduras para mantener la batalla quieta, volviendo su mirada al contrincante. La mirada azulina serpentea, un furioso fuego extendiéndose en el interior de las pupilas marinas y crispándose como las brazas ardientes. Hay tantas cosas en esos ojos, y Zoro puede reconocer un increíble desafío que nadie más que Luffy le había lanzado. Es un sentimiento extraño con la adrenalina golpeándole a tope. Las atropelladas respiraciones de Sanji revelan que también esta extasiado y ninguno cede, ¡Es lo más divertido que ha tenido Zoro en su día! ¡En su estúpida semana o algo!
Sanji esta atrapado en la resolución de Zoro, el hambre de Zoro, la imponencia de Zoro. Todo en el tipo grita pelea y pruébame de una manera que confunde. Es inaudito. El cocinero puede registrar un calambre de dolor que emerge desde el sitio donde mantiene las afiladas cuchillas suspendidas por su patada y sus pensamientos se amontonan. Joder, ¡Por fin un compañero de batalla honorable, diablos! ¡Es tan incitador que tiene ganas de saltar! En lugar de eso, con sus mechones rubios alborotados y la boca seca, Sanji tira de su elegante lengua un insulto genuino y raspado. Dice algo como «lee mis labios» , articulando un bastardo marimo bastante visible. El medidor de Zoro estalla y sonríe con una mueca felina maniaca. Mutuamente, son lo más jodido y sensual que han visto en su vida.
Se consumen los cuatro minutos y la campana inexistente suena.
Felicidades. Usted ha sido atraído.
[ .❤. ]
So, espero que se entendiera la idea JAJAJA. Siempre he pensado que estos dos tienen una enorme atracción entre si, pero difícilmente se harían a la idea de que están enamorados del otro por sus personalidades. De alguna manera fingen no soportarse y se fastidian. Aun así procuran estar cerca uno del otro y se enorgullecen de sus logros. Zoro esta siguiendo a Sanji todo el tiempo y no hay periodos largos donde Sanji no este buscando a Zoro. No pueden evitarlo.
Otra cosa que me gusta mucho de ellos dos es su complementación mental. No solo son compatibles en conducta, ellos pueden entenderse sin la necesidad de palabras. En la mayoría de las ocasiones estoy segura de que se llevan a si mismos entre malos entendidos y no están cerca de leer la mente del otro (cuando ese otro esta seguro de que es obvio lo que esta pensando), empero, su entendimiento es tan grande que tienen la capacidad de interpretarse con éxito. Ponlos a pelear espalda contra espalda y ninguno de ellos estará en peligro, porque ha adaptado silenciosamente cada pequeño rasgo de la personalidad del otro para saber como es que va a moverse. Colócalos frente a una posición tensa importante y comprenderán porque el contrario actúa como actúa. Son...una representación magnifica de la capacidad humana para términos de conducta afectiva.
Me encanta fantasear de estos chicos con las cosas que leo en clases JAJAJA. Son hermosos. Tambien a veces siento que los ZoSan/SanZo tienden a ser un poco OC y quise minimizar eso lo mejor posible, porque me fascina su actitud habitual. Espero haber sacado bien esos malabares y no alejar demasiado sus personalidades de lo normal.
Por cierto lector, esto es parte de una dinámica para el cumpleaños de Sanji, #Sanjifest2021 , así que hay otras historias que deberías leer porque son geniales.
No me dedico a escribir y no hace mucho que empecé a intentarlo, así que si tienes un comentario o un consejo para que mejore, lo agradecería mucho.
Nos leemos.
-E.T.M
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