Aquel día nos reunimos en la heladería de siempre para hablar de lo que me contaste la semana anterior, no te vi por toda una semana, tenía llamadas perdidas y mensajes sin contestar tuyos en mi celular. Te esperaba sentada en una mesa de afuera, muy lejos de la que siempre escogíamos, te sentaste en frente de mí y hablaste.

No recuerdo mucho la historia, y tampoco quiero acordarme de algo así porque me destrozó el corazón, hablaste y hablaste durante unos 10 minutos hasta que terminaste de contarme todo. Tomaste mi mano sobre la mesa y susurraste un "Di algo por favor".
Te perdoné y creía que eso estaba mal, lo sigo pensando, pero me arriesgué, creí que cambiarías porque me lo prometiste, me prometiste que ibas a hacer todo en tus manos para cambiar la situación. Te levantaste, rodeaste la mesa y me abrazaste. Susurraste un "gracias" y besaste mi frente.