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Aquella primera cita, me pediste salir contigo aunque ya nos encontráramos todos los días en esa heladería, te dije que si, tu sonreíste.
Recuerdo perfectamente el momento en que estacionaste tu auto enfrente de mi casa, tocaste la puerta y justo cuando iba a abrir mi papá me dijo "Yo abro", tu cara cuando lo viste fue épica y te tome una foto -no pude evitarlo-. Preguntaste por mí y mi papá empezó a preguntarte cosas y cosas, parecía un policía, lo tuve que detener le dije que se nos hacia tarde y nos fuimos con una advertencia de que debía estar en casa antes de las 1 am.
Hablábamos de tonterías, contábamos anécdotas y hablamos un poco de nuestra relación con nuestros padres, manejaste a un lugar fuera de la ciudad. Al llegar pusiste una venda en mis ojos, sentí como abrías la puerta del auto y bajabas para ayudarme a mi y caminar hasta el lugar donde estábamos.
Llegamos a un edificio con un cartel gigante que decía "clausurado" en rojo, me dijiste que eso no importaba, que podíamos entrar libremente. Entramos y había un salón con un espejo como una de las paredes, con el piso pulido, velas que iluminaban el lugar y unos altavoces conectados a un iPod. Te acercaste a los altavoces a poner una canción lenta la cual no pude reconocer, me preguntaste "¿Me concedes esta pieza?" sonreí y asentí, tu mano viajó a mi cintura mientras con la otra tomabas mi mano, comenzábamos a movernos de un lado a otro lentamente. Recuerdo que estuvimos bailando aún cuando se había acabado la canción, estábamos tan cerca que sentí que me ibas a besar pero te separaste y miraste tu reloj.
Cuando llegamos a mi casa, me tomaste la mano antes de bajarme del auto, me jalaste hacía ti y besaste mi mejilla.
-Nos vemos mañana. - Te sonreí y baje del auto para entrar a casa.
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