8 | COFFEE AND FLOWERS
COFFE AND FLOWERS: Donde Draco descubre que la vida te da segundas oportunidades
La cafetería estaba llena. Aquella época del mes Londres Mágico se llenaba de clientes que acudían al callejón Diagon en busca de los materiales escolares para sus hijos, y paralelo a eso, quienes comenzaban sus jornadas laborales.
Pero así era tu rutina; trabajar, trabajar y trabajar. Desde la escuela, tu vida había dado un giro en ciento ochenta grados y ahora necesitabas de dos trabajos para llevar una vida decente. El periodo post segunda guerra Mágica había desencadenado un sentimiento de satisfacción y tranquilidad tan inmenso, que la adquisición de servicios había aumentando; todo era absolutamente caro y ganar unos buenos galeones era cada vez más difícil. Por suerte, te habías llevado muy bien con los demás empleados, y la vida en aquella pintoresca cafetería en el callejón Diagon era más llevadera de lo que parecía.
—¡t/n apresúrate!—Gritó Alice desde la caja registradora. Alice trabajaba en aquel café desde hacía mucho más tiempo que tu, y te había ayudado a adaptarte rápidamente. Desde su puesto sus ojos verdes te miraban con apuro.—¡Los clientes no se harán más jóvenes esperando!
—Ya voy—Gruñiste mientras terminabas de acomodar tu delantal. La jornada recién comenzaba y en las mañanas el café solía llenarse más.
—Buenos días bienvenidos a...—Comenzaste a decir sin siquiera prestar atención a los clientes de la mesa.—Bienvenidos a la cafetería del mago, mi nombre es t/n y yo seré su....—Agregaste a tu habitual discurso. Sin embargo, al finalmente levantar tu vista, tu respiración se cortó.—Mesera
Frente a ti había una pareja, quizá la más elegante que habías visto alguna vez visitar el café. La mujer, castaña, alta y de piel de porcelana, digna de la mejor revista de brujas. Por otro lado, el hombre que la acompañaba no se quedaba atrás. Aún más alto que ella, de perfecto rubio platinado, una mandíbula marcada y un traje negro que gritaba ser de diseñador. Inconscientemente, presentías ya haberlo visto en alguna parte. Toda su presencia era imponente, aún cuando tenía su vista perdida en el periódico en sus manos.
— ¿Qué desea ordenar?—Preguntaste desconcertada.
—Yo pediré un café—Dijo el rubio sin siquiera mirarte.—Sin azúcar—Agregó.—Y para mi esposa...
—No me siento bien, querido—Comentó la mujer.—Prefiero no comer nada
—Amor ya no hablamos de esto—Bufó frustrado. Te sentías completamente incómoda y fuera de lugar entre medio de aquella discusión matrimonial.—Necesitas comer
Entonces, el rubio dirigió tu mirada a ti. Tus piernas flaquearon y el calor en tus mejillas inundó tu rostro. Su mirada de acero era completamente intimidante. Por unos segundos, sentiste que podía juzgarte y desarmarte con la mirada, pero luego aquello cambió. Viste el pedido de ayuda en sus ojos y una sonrisa sincera.
—Disculpa, mi esposa no se ha sentido muy bien últimamente—Comentó.—¿Qué nos recomiendas para desayunar? Algo suave
—Uhm, bueno—Comenzaste a decir.—Es algo muggle, pero el té de jazmín es realmente bueno para aliviar las tensiones musculares y del estómago, también el estrés.—Explicaste.—En general las infusiones de hierbas muggles son bastante sutiles
—Suena convincente—La mujer sonrió para ti dulcemente, y recién allí notaste cierto cansancio en sus ojos. Parecía que toda esa perfección escondía algo detrás.
—Entonces un té de jazmín para mi esposa—Agregó el rubio. Su mano encontró la de la mujer sobre la mesa y la tomó delicadamente. Internamente, tu mente se derretía ante la caballerosidad de él. Tan atento, tan preocupado.—¿Deseas algo más, Amor?
—Y agrega una ensalada de frutas, porfavor—Añadió su esposa.
—Enseguida se los traigo—Anunciaste mientras anotabas su pedido en tu pequeño cuaderno y caminabas de regreso a la cocina para dejar la orden.
—No puede ser—Dijo Alice con la voz ahogada mientras rodeabas la caja registradora y te encargabas de preparar el té y el café.
—¿Qué pasa?—Preguntaste confundida.—¿Viste un fantasma?
—¿No te das cuenta?—Alice te miraba con los completamente abiertos, y procurando que nadie lo notara, susurró hacia ti llena de emoción mientras te tomaba por los hombros.—¡Acabas de atender al mismísimo Draco Malfoy!
Entonces, tu mente hizo click. Aquel presentimiento de reconocer al hombre cobraba sentido. Primero que todo, no era un hombre, sólo te llevaba cinco años más, pero era su aspecto elegante el que le sumaba un poco más de edad. Segundo, era el mago que más portadas había estado llenando alrededor del mundo mágico debido a su nuevo trabajo en el Ministerio de Magia.
—Oh, así que él es Malfoy—Dijiste.—Y su esposa
—Astoria—Completó Alice completamente obvia.—¡Son la pareja del momento!
—Ajá—Dijiste divertida mientras tratabas de concentrar tu mente en preparar la cafetera.
—Dicen que los padres de Draco no estaban de acuerdo con que se casaran—Divagó Alice.—¡Pero él estaba tan enamorado que no le importó!—Alice batió sus pestañas mientras llevaba su diestra a su pecho soltando un suspiro.—Que romántico
—Si como no—Dijiste.—Ahora, déjame terminar este café el señor romántico
—¿Y el azúcar?—Preguntó Alice al ver que tu bandeja no llevaba ningún acompañamiento para endulza.
—Lo pidió amargo—Explicaste encogiéndote de hombros.
—Wow, Draco es extraño—Dijo Alice arrugando su nariz.
—Ni que lo digas—Susurraste.—¿Quién se viste así teniendo apenas veinticinco años? Realmente parece mucho más viejo de lo que es
—¡Oye!—Se quejó tu compañera.—Se ve realmente guapo
—No he dicho lo contrario—Debatiste guiñándole un ojo.
Entonces, cuando terminaste de preparar el café y el té, pasaste de regreso a la cocina a recoger la ensalada de frutas. Con el pedido listo, volviste a la mesa de los Malfoy a entregarles su comida.
—Tengan, disfruten y cualquier cosa que necesiten estaré cerca—Dijiste en una amplia sonrisa antes de alejarte de la mesa.
—Muchas gracias—Dijo Astoria.—Esta chica es ecantadora
—Coincido contigo—Dijo Draco en voz baja al ver como te alejabas.
[...]
Tu segundo trabajo era un poco menos agotador. La cafetería te mantenía ocupada de lunes a viernes, pero el trabajo en la Floristería a era mucho más agradable para tus tardes de fin de semana. Magic and Delicacy era la floristería más conocida del mundo mágico, pero que mantenía un aspecto rústico, con arreglos florales para cada ocasión, desde un simple regalo hasta grandes eventos. ¿Lo mejor de sus productos? Flores encantadas para durar por más tiempo y hechizos que asombran a quienes las reciben.
Desde una esquina, mientras acomodabas unas cuantas rosas en un florero, viste de espaldas a un joven caminar de un lado a otro frente a los arreglos, evidentemente indeciso. Tu trabajo consistía en orientar y acompañar a los clientes en su compra, así que no lo pensaste dos veces antes de ir a ayudarle.
—¿Indeciso o no sabe nada de flores?—Preguntaste tranquila. Sin embargo, cuando el cuerpo del hombro se volteó, tu tranquilidad se esfumó, transformándose en un nerviosismo puro. Frente a ti, Draco Malfoy pasaba su mirada por tu rostro confundido.—Oh
—¿Nos hemos visto antes?—Preguntó. Entonces, sus ojos se abrieron.—Claro, eres la chica de la cafetería, t/n—Preguntó.—¿Qué haces aquí?
—Algunos no tenemos una gran herencia y necesitamos dos trabajos de medio tiempo para subsistir—Dijiste completamente obvia. Draco parpadeó varias veces y recién entonces notaste lo inoportuno que había sido tu comentario.
—Oh—Apenas soltó Draco.
—¿Flores para su esposa?—Preguntaste fingiendo tu mejor sonrisa y esperando cambiar de tema.
—Así es—Dijo.—Es nuestro aniversario—Explicó.—Pero realmente soy pésimo con los regalos
—Déjemelo a mi—Dijiste segura de ti.
—Puedes tutearme—Corrigió Draco.—No soy tan viejo
—Si tu lo dices—Bromeaste. No podías creer la confianza que te estabas adjudicando. Durante la semana no habías podido evitar investigar acerca de él. Draco Malfoy tenía todo un historial desde sus años en Hogwarts, su tiempo como mortífago y luego al terminar la escuela. Era alguien temido y respetado en el mundo mágico y tu estabas allí bromeando con su edad.
—Bien—Comenzaste a decir pasando tu vista por las flores en el lugar.—¿Color favorito de su esposa?
—Amarillo—Respondió Draco.
—Wow, no lo hubiese pensado así—Susurraste. A decir verdad, por el aspecto de Astoria habrías pensado en un verde esmeralda o un blanco.
—¿Por qué lo dices?—Preguntó Draco confundido.
—Por nada—Dijiste evitando mirarlo.
—Bien, amarillo—Recordaste.—¿Le gustan las fragancias o preferirá unas flores más delicadas?
—Quiero algo grande, es una fecha importante—Explicó Draco.
—Bien, creo que lo tengo—Entonces, tomaste tu varita y apuntando hacia la zona de f lores amarillas, tu hechizo encantó un grupo de flores que viajaron por el aire hasta ustedes.—Un gran ramo de trescientos sesenta y cinco tulipanes amarillos—Explicaste.—Uno por cada día de su matrimonio—Draco estaba boquiabierto.—Está encantado, debería durar para siempre
—Increíble—Dijo Draco anonadado.
—Y lo mejor, es que podemos agregarle algo más—Dijiste emocionada.—Puede añadirle un recuerdo y cada vez que su esposa olfatee la fragancia, ella verá el mismo recuerdo
—Wow, es asombroso—La sonrisa de Draco era completamente genuina. Se veía más que satisfecho.
—El pensadero está por allá y mi compañera le ayudará a encantar su recuerdo en el ramo—Dijiste apuntando el fondo de la tienda
Draco asintió y antes de retirarse a la zona indicada, te dedicó otra sonrisa llena de agradecimiento. No podías creer el hombre que tenía esa tal Astoria a su lado. Atento, preocupado, encantador, alto, guapo...
Bien, suficiente t/n. Es un hombre casado.
Pasados unos minutos, Draco regresó hasta ti con el amplio ramo de tulipanes en sus manos.
—Muchísimas gracias—Dijo.—Ten
Entonces, recibiste una bolsa de seda llena de galeones, probablemente el doble de lo que costaba el ramo de tulipanes.
—Oh pero, esto es mucho más de lo que cuesta el ramo—Dijiste con la voz entrecortada.
—Tómalo como un agradecimiento—Pidió Draco.—Realmente me ayudaste muchísimo
—Gracias, en serio—Aquel dinero extra te ayudaba mucho en tus ahorros.—Suerte con tu esposa
—Gracias a ti, verdad—Insistió él.—Nos vemos, definitivamente volveré
—Nos vemos
Y un cosquille inundó tu estómago ante la idea de volver a verlo.
[...]
Y fiel a su palabra, Draco continuó asistiendo a la floristería, y no sólo eso, sino que creó el hábito de ir martes y jueves a la cafetería. A veces acompañado de Astoria, y en otras ocasiones solo. Cuando estaba su esposa, tratabas de mantener la distancia. La mujer se veía cansada, y cada vez sonreía menos. Temías estar siendo un estorbo e incluso a veces intentabas no demorarte mucho en atenderlos. Sin embargo, cuando Astoria no estaba, no podías evitar charlar un poco más con Draco. Por suerte, él no se quedaba atrás, y podías asegurar que cada vez eran más que simples conocidos.
—¿Pensando en el chico rubio?—Preguntó Alice por tu espalda mientras llenabas una taza de café.
—En lo absoluto—Negaste.
—t/n, llevas toda la mañana mirando la mesa en la que se sienta siempre—Debatió Alice.—Estás completamente flechada.
—No digas tonterías—Dijiste arrugando tu nariz.—De todas formas, hoy es martes, debe venir
—¿Y te quedarás ahí esperando?—Interrogó tu compañera.
—Uhm no, yo solo..—Tartamudeaste.
—¡Si te gusta!—Anunció Alice.
—No me gusta!—Defendiste.—Es guapo y todo....—Suspiraste.—Pero está casado
—Existe el divorcio ¿Sabías?—Alice te miraba completamente obvia.
—No me voy a entrometer—Explicaste.—Él es agradable pero realmente está enamorado de Astoria—Añadiste algo decepcionada.—Si tan sólo vieras como le brillan los ojos cuando habla de ella
—Bueno, lo que digas—Bufó Alice.
—Además, ¡Sólo míralo!—Tu mente comenzaba a frustrarse.—Es Draco Malfoy, tu misma lo dijiste, todas las brujas van detrás de él—Lamentaste.—¿Por qué se fijaría en una chica que tiene que trabajar en dos lugares para subsistir?
—Te subestimas demasiado—Alice te miró mal.
—Sólo, cambiemos de tema
[...]
Pero para tu mala suerte, con las semanas Draco dejó su hábito de asistir a la cafetería, y a la floristería también. De vez cuando llegaban pedidos a su nombre, pero siempre eran entregas que llegaban automáticamente por correspondencia mágica.
—Hey t/n—Alice sonaba preocupada.
—¿Mmm?
—Sobre Malfoy...—Empezó a decir.
—Te dije que olvidáramos el tema—Pediste. Ya en varias ocasiones Alice había insistido en que tu ánimo había cambiado drásticamente al dejar de ver a Draco, y simplemente no querías admitir lo mucho que eso te había afectado.
—No es eso exactamente—Dijo.
Entonces, tu compañera posó la portada de El Profeta de aquella mañana.
"La maldición a la sangre que terminó lentamente con la vida de Astoria Malfoy el pasado fin de semana. Todo los detalles en la página 2"
—Oh—Estabas completamente perpleja con la noticia. Tus sospechas acerca del estado Astoria eran completamente equivocadas. Ella había enfermado lenta y dolorosamente frente a tus ojos.
—Quizás por eso dejó de venir—Explicó Alice.—Astoria enfermó y bueno—Añadió con la voz apenada.—Él está de duelo
—Es una pena
[...]
Y así como Draco desapareció de la Cafetería y la Florístería, desapareció a su vez del ojo público por muchos años. Incluso cinco años después seguías trabajando en el café, pero al menos con un mejor salario que te había permitido dejar la Floristería y tener los fines de semana para descansar.
De Draco no sabías mucho. Habías preferido hacer oídos sordos a cualquier noticia que supieses de él y olvidarlo por completo, dejándolo como una atracción que nunca debió ser.
Pero parece ser que el destino siempre junta a quienes deben encontrarse.
Draco llegó a la cafetería después de mucho tiempo. No notaste cuando llegó, estabas demasiado ocupada en otras tareas, y no te inmutaste cuando entró acompañado de un pequeño niño tan rubio como él.
—Scorpius—Llamó la atención del pequeño.—¿Puedes tratar de sentarte más derecho?
Nuevamente como años atrás, tu mente estaba nublada y no te fijaste en quienes atendías.
—Buenos días—Hablaste.—Bienvenidos a...
Y ocurrió lo mismo que aquella primera vez, pero multiplicado por mil. El tiempo y todas las personas que podían rodearlos, se vieron detenidos. Sus ojos grises conectaron con los tuyos y tu pulso se aceleró. Se veía exactamente igual de bien, y a pesar de los años, aún podía quitarte el aliento con sólo mirarte.
—Draco...—Soltaste.
—t/n...—Sonrió.—Ha pasado tiempo
—Mucho—Contestaste. El pequeño niño frente a él los miraba confundido mientras arrugaba sus cejas.—Y él es
—Scorpius.—Habló Draco.—Mi hijo
—Oh—Dijiste.—Debí suponerlo, es idéntico
—¿Cómo has estado?—Preguntó con plena honestidad.
—Igual que siempre, trabajando todo el día—Dijiste encogiendo tus hombros.—¿Qué van a ordenar?
—Uhm—Draco divagó unos segundos con la mirada perdida. Entonces entendiste, que Scorpius estaba sentado en el mismo lugar donde tantas veces se sentó Astoria.—Quiero un té de jazmín
—Claro—Sonreíste tomando nota. Tu vista se fijó en Scorpius, quien permanecía cabizbajo.
—¿Scorpius?—Preguntó Draco.
—No tengo hambre—Refunfuñó.
—Debes comer—Sentenció Draco.
—Pero no tengo hambre—Dijo mirando a su padre con enojo.
—Scorpius, sólo escoge algo del menú y listo—Draco habló con la voz más firme y el pequeño bufó, girándose hacia la ventana y dándole la espalda a su padre.
Tu incomodidad creció. Si el reencuentro con Draco ya era algo que no habías previsto, la situación con su hijo lo hacía aún peor. Tu corazón se encogió al ver cómo Draco cerraba sus ojos con frustración y pasaba sus dedos por su frente. No creías que fuese posible imaginar lo difícil que habría sido criar a Scorpius sin Astoria y lidiar con momentos como aquellos.
—Veamos—Dijiste en un suspiro.—El menú es realmente frío para los niños, no creo que leyéndolo pueda encontrar lo que busca—Tranquilizante en un tono de voz suave. Inclinaste un poco tu cuerpo y tocaste el hombro de Scorpius captando su atención.—¿Qué tal si te traigo algo y te sorprendo?
Scorpius te miró pensativo y asintió.
—Está bien—Dijo.
—¿Estás bien con eso?—Preguntaste a Draco buscando su aprobación.
—Confío en tu criterio—Respondió Draco. Después de todo, años atrás había descubierto tu habilidad para acertar en las necesidades de tus clientes.
Pará tu suerte, Alice no trabajaba ese día. De haber sido así, en el momento en que tocaste el bar ella habría chillando producto de tu encuentro con Draco. Rápidamente, preparaste el té de Draco y fuiste a la cocina a pedir algo del menú de niños que sabías cambiaría el humor de Scorpius.
Armándote de valor y esperando que tu plan funcionase, llevaste la bandeja con el pedido para los Malfoy.
—Un té de jazmín—Dijiste dejando la taza frente a Draco, y tratando de no derretirte cuando te sonrió y agradeció.—Y un plato de hotcakes explosivos para ti Scorpius—Anuciaste dejando el plato frente a él. Un postre de pequeños hotcakes de colores hechizados y cubiertos de golosinas y jarabe dulce.—Debes ir descifrando cual será el siguiente en explotar y comértelo antes de que suceda
—Wow—Scorpius miraba con asombro como un hotcake comenzaba a temblar y explotaba frente a sus ojos, revelando su masa llena de color, miel y azúcar.—Es genial
Draco sonrió al ver a su hijo feliz y comer con emoción. Tu trabajo estaba hecho, lo habías conseguido.
—Disfruten su comida—Dijiste antes de alejarte de la mesa.
Con la ausencia de Alice debías encargarte también de la caja registradora, y así pasó cerca de una hora antes de que Draco interrumpiera tu trabajo.
—Vengo a pagar—Anunció tomándote por sorpresa.
—Claro, dame un momento—Nerviosa, acomodaste tu delantal y cabellos desordenados producto del arduo trabajo. Mientras tanto, Draco te miraba con una amplia sonrisa y no entendías por qué.—¿Qué pasa?
—Gracias de nuevo—Dijo encogiéndose de hombros y dedicándole una mirada rápida a su hijo que lo esperaba en la entrada.—No veía a Scorpius comer tan alegre desde, ya sabes...
—Lo lamento mucho, por cierto—Dijiste en voz baja.
—Gracias—Draco asintió apretando sus labios, mientras que dejaba los galeones en el mostrador.—Esta vez si cumpliré mi promesa de venir más a menudo—Anunció.—Después de todo, creo que a Scorpius le gustaron mucho esas cosas
—Entre nosotros—Dijiste susurrando.—Esos hotcakes son mis preferidos
—¿Te gusta el menú infantil?—Cuestionó Draco.
—Soy más joven, recuerda—Respondiste orgullosa,
—Oh si, deja de hacerme sentir como un viejo—Defendió Draco antes de irse.—Nos vemos
[...]
Los días pasaron, y las semanas también, pero esta vez Draco cumplió su promesa. Asistía a menudo al café junto a Scorpius, casi todos los días. Parecía una ironía como estaban conociéndose de nuevo después de los años siendo tu simplemente la mesera y él tu cliente. Pero las cosas iban mejor de lo pensado. Draco se veía más alegre, Scorpius también, y tu comenzaba a encariñarte de nuevo con Draco.
Alice insistía que tu relación con él no era simplemente amistosa. Te llenaba de elogios, miradas, y más de una vez Draco tartamudeaba un poco al hablarte.
—Entiéndelo, ¡Ya no sabe coquetear!—Decía Alice a menudo cuando Draco dejaba el café.—El pobre lleva solo demasiado tiempo
Pero en el fondo tratabas de no hacerte ilusiones. No de nuevo.
Aquella mañana la campanilla de la Cafetería sonó y al levantar tu mirada, notaste cómo Scorpius entraba a sentarse en la mesa habitual frente a la ventana.
—¡Scorpius!—Saludaste.—¿Qué haces aquí solo?
—Papá está comprando algo en la otra calle, vendrá pronto—Explicó dejándote confundida.
—Oh bien—Dijiste.—Entonces, ¿lo mismo de siempre?
—¡Hotcakes explosivos!—Exclamó Scorpius con emoción.
—Por supuesto, los traeré en seguida—Dijiste riendo por su reacción.
Cuando estabas por girarte hacia la cocina, una mano en tu hombro llamó tu atención. Al voltearte, Draco sonreía frente a ti con su típico traje negro, que se veía contrastado por un delicado ramo de margaritas en su mano.
—¿t/n?—Preguntó.
—¿Qué haces con eso?—Preguntaste de regreso, desconcertada por las flores que llevaba. ¿Acaso iba a una cita?
—Y-yo—Draco carraspeó nervioso.—Uhm
—Papá, como lo ensayamos—Susurró Scorpius entredientes desde su lugar.
—Shh—Regañó Draco. Le tomó unos segundos tomar una bocanada de aire y extender las flores hacia ti.—t/n—Habló.—¿Te gustaría ir a cenar conmigo hoy por la noche?
¿Estabas soñando? ¿Te estabas volviendo loca? ¿El mísmisimo Draco Malfoy acababa de invitarte a una cita?
—Uhm—Trataste de decir mientras recibías las delicadas flores.—Hoy tengo un turno largo, no creo que pueda
—Ya lo arreglé—Soltó sin más.
—¡Papá compró la cafetería!—Anunció Scorpius en una amplia sonrisa.
—¿Hiciste qué?—Preguntaste incrédula.
—Lo siento—Draco tenía una sonrisa avergonzada y rascaba su nuca con nerviosismo.—Me apresuré demasiado y lo mejor que pensé para que tuvieses permiso en el trabajo fue...—Miró por unos segundos la cafetería.—Comprar este lugar
—Eres pésimo ligando chicas—Bromeaste. Definitivamente no había nada más acorde a su personalidad que haber comprado la maldita cafetería. Digno de un Malfoy, resolverlo con dinero.—Pero sí, si me gustaría ir a cenar contigo—Dijiste emocionada.—¿No va en contra de las reglas? Relaciones laborales
—Mi lugar, mis reglas—Dijo Draco. Internamente, el rubio saltaba en un pie. Había estado divagando por semanas sobre sí invitarte o no, pero lo habría conseguido.
—¿Eso significa que me quedaré con el Tío Theo y el Tío Blaise?—Preguntó Scorpius.
—Si Scorpius—Respondió Draco.
—¡Genial!
—Entonces, te recojo luego—Propuso Draco.
—Claro
[...]
Tan sólo un par de horas más tardes, otro atuendo y un poco de perfume, habías llegado junto a Draco a un lujoso restaurante, donde tenían una mesa reservada en el último piso, en una amplia terraza a la luz de las estrellas.
Draco había insistido en que llevases el ramo de flores contigo, y al tomar asiento te miró intrigado.
—¿Notaste algo en las flores?—Preguntó.
—Uhm no—Entonces, como un balde de agua fría, recordaste los secretos y trucos de tu tiempo trabajando en la Floristería. En una respiración, la suave fragancia de las margaritas inundó tus fosas nasales y de pronto, tu mente se nubló. Por unos segundos, todo era blanco, y luego, una imagen muy clara regresó a ti; una serie de recuerdos de cuando conociste a Draco, cuando iba a la cafetería o a la Floristería.
Pronto, el efecto del hechizo cesó y miraste a Draco sorprendida.
—¿Y esto?—Preguntaste.
—Después de que Astoria falleció me sentí muy perdido—Comenzó a decir.—Y me cegué mucho a pensar que el amor no era para mi—Lamentó cabizbajo. Draco suspiró y tomó valor para sostener tu mano sobre la mesa.—Pero creo que conocerte no fue coincidencia—Declaró.—Y realmente me gustas
Tu respiración se cortó.
—Tu también me gustas—Dijiste inconscientemente, sintiendo como aquel peso sobre tus hombros se esfumaba al revelar aquello.
—¿En serio?—Preguntó Draco abriendo sus ojos como platos.
—Si claro ¿Por qué te sorprendes?—Preguntaste.
—No lo sé—Draco miró un punto fijo.—Hombre viudo, con un hijo
—Te subestimas—Declaraste, y diste un delicado apretón a su mano.—Tienes un gran corazón y eres un gran padre
—Gracias—Dijo Draco con sinceridad.—Creo que después de todo la vida da segundas oportunidades
[...]
¡El viudo Draco Malfoy fotografiado con una chica en Londres!
¿Quién es la bruja que capturó el corazón del viudo más coidicado del mundo mágico?
—Vaya—Alice te miraba con una sonrisa llena de satisfacción mientras colocaba el periódico sobre el mostrador. Algún periodista de El Profeta había conseguido imágenes inéditas de tu cuarta con Draco la noche anterior, y ahora un beso de Draco y tu rondaba por todo el mundo Mágico.—Siempre tuve razón—Dijo orgullosa.—Debí haber apostado algunos galeones
—Shhh—Dijiste. Alice hablaba demasiado alto y no querías que algún cliente de la cafetería te reconociera.
—¡Ni siquiera sé para que sigues trabajando aquí!—Cuestionó levantando sus brazos.—¡El tipo es millonario!
—Ni siquiera estamos saliendo, su dinero es completamente suyo—Debatiste.
Entonces, la puerta de la cafetería se abrió, y la ya conocida fragancia de Draco inundó tus narices. Por tercera vez esa semana, te visitaba con un ramo de flores en la mano, dispuesto a pedir un té y luego invitarte a pasear.
—Uy, mira quien llegó—Dijo Alice divertida mientras caminaba hacia la cocina.—El cliente del mes—Alice te miró alentándote a ir hacia Draco.—Vamos t/n, ¿No dejarás esperando a tu novio?
—¡Alice!—Regañaste ya que los clientes podían escuchar.
Luego, caminaste hacia Draco con su habitual taza de té, ya ni siquiera debías preguntarle que quería pues se había hecho costumbre que asistía a la cafetería sólo a verte, y bueno, a asegurarse que todo estuviera en orden. Después de todo, haber comprado el lugar lo convertía en el jefe.
—Me gusta como suena—Dijo Draco.
—¿Qué dices?—Preguntaste.
—Novio—Soltó Draco sin vergüenza alguna.—Ya sabes, ¿Quieres ser mi?—Entonces, Draco se dió cuenta que habían pasado más de diez años desde la última vez que le había pedido a alguien salir con él; y contigo era diferente. Quería hacer las cosas bien. no apresurarse ni hacerte sentir incómoda o menos querida. No quería que te compararas con Astoria o sintieras inferior.—Digo, ¿Te gustaría que?—Mirabas a Draco divertida producto de su inseguridad. Draco carraspeó yy aclarando su garganta terminó por decir:—Quiero decir, ¿Puedo ser tu novio?
—Por supuesto que puedes—Dijiste con suavidad. Tu mirada dió un vistazo rápido al café. No habían tantos clientes. Draco notó aquello y se paró de su asiento para atraer tu cintura hacia a él y besarte ansioso. A pesar de que se habían visto la noche anterior, ya extrañaba la sensación de tus labios sobre los suyos.
—¿Y Scorpius? ¿Por qué no vino contigo?—Preguntaste de pronto, completamente extrañada de no ver al pequeño. Con el tiempo tu cariño hacia Scorpius había crecido al igual que tu amor por Draco.
—Uhm bueno, pensaba que podríamos salir un rato—Propuso Draco.
—¿Tengo permiso para salir de mi jornada, jefe?—Preguntaste agarrando el cuello de su camisa entre tus dedos.
—Déjame pensarlo—Las manos de Draco recorrieron tu espalda sin pudo alguno. Una de ellas acomodó un mechón de tu cabello con cariño, pero la otra no tardó en posarse en tu trasero.—Creo que por hoy tienes permiso—Afirmó con malicia.
—Gracias—Respondiste.—¿Qué hay de un aumento?
Soltando una carcajada, Draco negó con su cabeza.
—No tienes que ni pedirlo, debiste revisar tu bóveda de Gringotts—Dijo Draco guiñándote el ojo.—Me encargué de eso hace unos días
—No debiste hacerlo—Te quejaste.—No quiero que pienses que estoy contigo por dinero
—Se que no es así—Draco llevó tu mano izquierda a sus labios para besar tus nudillos.—Pero me gusta consentirte
Pero lo que importaba no era el dinero. Draco podría haber sido completamente pobre y habría captado tu atención por igual, porque el destino quería unirlos. Después de tanto dolor, sufrimiento y pérdida, Draco entendía poco a poco que podía permitirse amar una segunda vez, y contigo volvía a sentirse como un adolescente enamorado.
Y Astoria, desde donde sea que estuviese, probablemente sonreía al saber que Draco estaba en buenas manos.
--holi¡! ¡después de mucho por fin un one shot largo!
bueno pregunta del día, si pudieran ser brujas en el universo de harry potter, pero con la condición de que sería en la actualidad, donde el trío de oro y todos tienen más de 40 años, ¿aceptarían?
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