
12 | BREATHIN
BREATHIN | Dónde Draco se compromete a ayudarte con tu ansiedad
Draco debería tener la cabeza llena de preocupaciones; los reproches de su padre, sus calificaciones, los entrenamientos de Quidditch a los que no ha asistido. Pero a pesar de eso, sólo una cosa ronda en su cabeza; tú.
Ya llevas más de un mes con aquellos escalofríos, y ese temblor en tu mano que aparece de forma inesperada. Más de una vez Draco ha dormido contigo a causa de tus pesadillas, y se le ha hecho costumbre ayudarte a mantener la respiración cuando no puedes manejarlo por tu cuenta.
Está preocupado, realmente lo está. Le preocupa lo rápido que corren los pensamientos en tu mente, las preocupaciones e inseguridades, y cómo esa maldita ansiedad te limita cada día.
Pero eso no lo detiene a ser tu novio. Al contrario. Draco entiende perfectamente como te sientes, y se ha prometido a si mismo no dejarte sola en ningún momento.
Aún si tú no estás de acuerdo.
—Señor Malfoy—Madame Pince llama la atención de Draco. Lleva bastante tiempo en la Biblioteca leyendo sobre psicología Muggle, y no se ha dado cuenta de que es hora de la cena.—Debe retirarse
—Claro—Draco bufa. Preferiría quedarse leyendo, aprender un poco. Sabe que esos libros no son la solución, para nada, pero le gusta informarse, estar al tanto y prevenir como ayudarte aunque sea en lo más mínimo.
Draco se para de aquella mesa que lo ha acogido durante la tarde y extiende el libro hacia la mujer.
—Me lo llevo
—¿Psicología Muggle?—Murmura Madame Pince de reojo, mientras su timbre estampa la primera página del libro, autorizando que Draco pueda llevárselo.—Es la tercera vez este mes
—Me ha gustado, es...—Draco encoge sus hombros.—Interesante
Sin más que decir, Draco esconde aquel libro en su túnica y se dirige al Gran Comedor. Espera verte allí, cenar contigo y disfrutar una charla. Adora pasar las cenas contigo, y a pesar de que comes mas lento que él, su pasatiempo favorito es verte indecisa por cuál postre escoger.
Quizá, lo más correcto es decir que su cosa favorita es pasar tiempo contigo.
Draco continúa su camino. Está ansioso de verte. Pero algo lo interrumpe.
Alguien muy molesto.
—¡Malfoy!—La voz de Harry lo aturde.—¡Malfoy espera!
—Lo último que quiero es hablar contigo Potter, fuera de mi vista—Suelta Draco sin detener sus pasos. No quiere distracciones, no quiere que algo interrumpa su camino para verte. En otra ocasión, no le molestaría detenerse un segundo a molestar a Potter. Pero ahora no tiene ánimos.
—Es sobre ella—Suelta Harry cansado. Lo que Draco no sabía, es que Potter lo buscaba por Hogwarts hacía bastante rato.—Es t/n
Draco se detiene en seco.
—¿Qué pasa con t/n?—Pregunta.
—E-ella...—Apenas dice Harry.—La oí en el último piso. Estaba agitada y..
—¿¡Y la dejaste sola allí arriba?!—Interroga Draco abrumado por la estupidez de Potter.
—¡T-traté se ayudarla pero no supe qué más hacer!—Excusó Harry.—Vine de inmediato a buscarte
—Largo de mi camino—Gruñe Draco empujando al pelinegro.
Sus pasos son rápidos, torpes y su visión se concentra en llegar pronto al último piso. Jamás odió tanto los escalones de Hogwarts como en ese momento.
—¿¡t/n?!—Pregunta al llegar. Hay varios salones, y Draco no está seguro de en cuál te hallabas.
Pero entonces su corazón se detiene.
Tus sollozos se oyen al final del pasillo, en lo que parece ser un salón abandonado. Draco no tardar en correr y encontrarte allí, sentaba en el suelo, abrazando tus rodillas con un brazo y con la otra en tu pecho.
—Oh, cielo...—Murmura Draco. Inmediatamente, está de cuclillas junto a ti, tratando de suavizar el sonido de su voz y tratando de que lo mires.—Hey, t/n ¿Puedes mirarme? Porfavor
—Me duele—Sueltas entre sollozos apuntando a tu pecho.
—Lo sé Amor, necesitas respirar más despacio—Trata de tranquilizar Draco.
—Siento que voy a desmayarme Draco porfavor no quiero...—Comienzas a hablar con desesperación, atragantando tus palabras entre lágrimas y espasmos.
—Nada te va a pasar, tranquila—Aseguró Draco conectando sus profundos ojos grises con los tuyos.—Estoy aquí, y no voy a dejar que nada te pase—Promete.—Necesito que te concentres en mi respiración ¿Si? Hemos hecho esto varias veces, tú me lo enseñaste
Y pronto, Draco está guiando el ritmo de tu respiración, ayudándote a calmar tus sollozos y el dolor en tu pecho.
—¿Cómo sigues?—Pregunta Draco.—¿Puedes decirme que puedes oír?
—T-tu voz—Murmuras.—Y la clase del salón de abajo
—Perfecto—Felicita Draco, reconociendo que de a poco vuelves a tus cinco sentidos.—¿Cuántas ventanas hay aquí? ¿Quieres contarlas? ¿Puedes?
Te toma un rato, pero contar siempre ayuda a despejar la mente y Draco sabe eso.
—Siete—Respondes sin más.
—Genial—Dice Draco.—¿Quieres que vayamos el baño? ¿O te acompaño a tu cuarto?
—¿Podemos salir?—Pides casi en una súplica.—Aún siento el aire pesado
—Claro—Y en cosa de segundos, Draco está de pie, extendiendo tu mano hacia ti para ayudarte a levantarte. Y aún cuando afuera está helando, Draco sabe que necesitas salir. Sin pensarlo dos veces, se quita su túnica y la extiende sobre tus hombros aún temblorosos.—Vamos
La mano de Draco encuentra la tuya. Sus dedos entrelazan los tuyos. No es una unión perfecta. Su mano es mucho más grande que las tuyas, dedos más largos. Realmente cualquiera pensaría que quedan mal juntas. Pero para Draco la perfección no es que sean iguales, sino la manera en que su mano acoge la tuya, cubriéndola casi por completo.
Caminan en silencio, lento y tranquilo. Draco está seguro de que al llegar al primer piso la cena ya ha acabado.
Salen a los jardines. No hay ni un sólo fantasma a aquellas horas de la noche, y sólo se escucha la brisa agitar los árboles.
—¿Quieres hablar?—Pregunta Draco. No quiere presionarte, pero le causa demasiada intriga saber qué es lo que ha causado tu crisis hace un rato.—Si no quieres está bien, pero sabes que si hay algo en lo que pueda ayudarte sólo tienes que..
—Estaba pensando en nosotros—Comienzas a explicar con la mirada perdida en el césped.—Yo, he estado pensando demasiado en nosotros, sobre todo en ti—Agregas, y a Draco no le agrada en lo absoluto el tono de tu voz.—Y creo que esto ya no es justo para ti
—¿A qué te refieres?—Pregunta sin comprender.
—No es justo que tengas que lidiar conmigo—Explicas con la voz temblorosa.—No me gusta ver que te pierdes la cena por mi, que pierdes los entrenamientos, ver cómo has desplazado todo por cuidarme a mi
—No digas eso—Draco siente su corazón encogerse. Jamás pensó que tu ansiedad te llevaría a este punto ¿Dudar de su relación?.—Yo no estoy desplazando nada
—Pero te vas a hundir conmigo en esto Draco, mírame—Sollozas.—No puedo pasar una semana sin tener una crisis, me la paso llorando, hay días que apenas puedo levantarme de la cama y...—Suspiras.—Tu mereces una relación normal
—Lo mismo te dije a ti hace un tiempo—Recuerda Draco.—Cuando mi vida se hundía y Voldemort me convertía en oscuridad pura—Lamentó mientras tomaba tu rostro entre sus manos.—Pero aún así no te alejaste de mi
—Eso fue distinto
—Ni tanto—Niega Draco.—t/n, no sé que te estará diciendo tu cabeza en estos momentos, pero te ruego que le ignores—Suplica Draco acercándose a ti.—Quiero cuidarte, no eres una carga en lo absoluto, y aún cuando no puedo curar el miedo y dolor que sientes, trataré de ayudarte en lo que esté en mis manos
—Me da miedo que te canses de unir mis piezas rotas—Confiesas, arrugando tus ojos y dejando que unas lágrimas caigan.
—Te recuerdo que yo también estuve hecho pedazos—El pulgar de Draco recoge cada lágrima, y pronto sus labios están unidos en tu frente depositando suaves y cortos besos.—Y supimos unir tus piezas con las mías—Recuerda.—Sólo debemos armar este rompecabezas una vez más ¿Vale? Y todas las veces que sean necesarias
—Está bien—Asientes, y por primera vez en mucho tiempo, sientes una luz de esperanza. Las palabras de Draco son reconfortantes, y aún cuando no sabes como, crees que podrás salir de aquella oscuridad en la que tu mente te ha hundido.
—Te amo t/n, y sólo quiero que estés bien—Asegura Draco, y sin más, une sus labios a los tuyos, en un beso suave, que no busca nada más que calmar tus miedos.
—También te amo—Respondes.—Gracias, y lo siento
—No debes disculparte—Asegura Draco.—Ven, deberías comer algo
[...]
La semana pasa rápido, aunque para ti, cada día pareciera ser más pesado y lento que el anterior. Pero sigues, de a pasos cortos, pero sigues. Quizás menos ansiosa, pero algo más cansada.
—Hey, ¿Cómo estás?—Draco te sorprende aquella mañana, interceptándote en el pasillo antes de tu clase de Pociones.
—Bien, dormí mejor anoche—Comentas en una sonrisa llena de complicidad, y es que Draco lleva varias noches cuidándote hasta que logras quedarte dormida.
—Tengo una sorpresa para ti—Dice de pronto en una amplia sonrisa.
—¿Qué pasa?—Preguntas y pronto tus ojos se abren con miedo.—No me digas que olvidé una fecha importante
—No, tranquila—Ríe Draco. Se da cuenta de que el pasillo está lleno, y que hablar allí no es lo más apropiado, así que de forma cautelosa, toma tu mano y te dirige hasta un lugar más privado.—Ayer fui al despacho de McGonagall y le pedí un favor—Comenta mientras caminan.—Y creo que te será de mucha ayuda
—¿Qué clase de favor?—Preguntas con curiosidad.
—Ya verás
Es un rato, Draco te ha guiado al salón donde McGonagall dará su siguiente clase. Por suerte, está vacía, y por la sonrisa en su rostro sabes que te ha estado esperando.
—Señorita t/a—Saluda la mujer.—Que alegría me da verla—Asegura, aclarando su garganta y acomodando sus manos delante de sí.—El joven Malfoy me comentó que, ha estado pasando por momentos....complicados
Tu cuerpo se llena de vergüenza en ese momento.
—No me dió detalles, no se preocupe, el Joven Malfoy fue bastante discreto, pero lo suficiente como para hacerme entender que, necesitamos cambios aquí en Hogwarts—Comenta, llena de convicción.—Sé que llevar los estudios no es sencillo, mucho menos si no se ha sentido bien—Explica.—Y bueno, el joven aquí tuvo una grandiosa idea
—¿Qué idea?—Preguntas aún confundida.
—El señor Malfoy sugirió que necesitamos personal para apoyar a los estudiantes en sus vidas personales—Explicó Minerva.—Estuve hablando con unos contactos, y sería bueno incorporar ya sabe, de aquellos doctores muggles para la mente
—¿Habla de los Psicólogos?—Corriges levantando una ceja.
—¡De eso hablo!—Exclama McGonagall.—Bueno, además, se que no es la única que debe estar pasando por una situación similar, y es hora de que en Hogwarts nos preocupemos un poco más de nuestros estudiantes
Y entonces, la mirada de Minerva se vuelve más dulce.
—Lo que trato de decirle, Señorita t/a, es que podrá contar con un terapeuta para lo que sea que la atormente—Promete McGonagall.—Usted y cualquier otro estudiante—Agrega.—Y quiero que sepa que estoy aquí para lo que sea que necesite
—Muchas gracias, en serio—Declaras en una genuina sonrisa.
—Agradézcale al joven Malfoy—Dice McGonagall, y su voz va acompañada del sonido del timbre, anunciando la llegada de los estudiantes.
Sonriente, te acercas a abrazar a Draco y puedes oír la voz de Minerva gritar:—¡Nada de besos en la escuela!
—¿Y bien?—Pregunta Draco una vez que se encuentran fuera del salón.—Temía que te fueses a molestar, quizá debí preguntarte primero
—Me encantó la idea—Aseguras.
—Yo no puedo curar el como te sientes t/n—Explica Draco.—Pero quizás esto de una terapia te ayude—Comenta.—Y no tengas dudas de que estaré aquí durante todo el proceso
—Gracias—Y tus brazos rodean el cuello de Draco con fuerza, prometiéndote jamás volver a pensar en dejar a este chico que tanto ha hecho por ti.
—Es lo mínimo que mereces—Susurra Draco.—Recuerda, no te librarás de mi tan fácil
—Me agrada oír eso
--hola¡! wow, hace mucho no escribía, se sintió raro, pero bonito ¡les extrañaba!
decidí escribir este one shot porque he recibido muchos mensajes de chicas que no lo están pasando bien, y quería aprovechar de recordarles que no están solas y que eventualmente todo mejora, quizás tarda, pero lo bueno tarda en llegar ¿no? les mando mucho amor, y creo que me verán actualizando más seguido de nuevo
-sofía
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