𝖕𝖗𝖔𝖑𝖔𝖌𝖔
Estoy de pie frente al espejo, el vapor lo ha cubierto por completo pero con mi mano lo limpio hasta poder ver mi rostro, ¿cómo podré salir de esto?
Mi cabello gotea sobre mi piel desnuda, mientras las lágrimas escurren mi rostro. Ligeramente volteo hacia la bañera y, en el borde, veo el contenedor de pastillas que conseguí de contrabando justo a un lado de la caja de jugo de naranja. Tal vez es lo que necesito, un par de ellas y todo acaba; no más muerte en vida, no más pretender que estoy bien cuando realmente no lo estoy.
Me encamino a la tina de baño y me recuesto nuevamente en ella, debo dejar de titubear y decidir de una buena vez; ya no quiero ser ella, no quiero ver sus ojos al despertar y antes de dormir, tan sólo quiero paz, deseo dejar de existir en esta pesadilla.
"¿Qué es lo que nos he hecho?" Me reprocho mientras miro el techo de la habitación. Todo esto ha sido un infierno, es un infierno y me han dicho que no se acabará jamás, pero yo tengo la decisión final, justo ahora.
Tomo dos tabletas de color negro y las trago junto con el jugo, el vendedor me prometió que pondrían fin a mi sufrimiento. Pero, incluso muerta me pesará lo que he realizado en esta vida.
Mi vista se nubla, como algo de niebla en un claroscuro tapiz; un sonido me llama la atención, reconozco ese silbido, ¿Jonnie?
Con un pesar en mi cuerpo que el medicamento comenzó a generar, giro mi cabeza hacia la izquierda y, junto a mí, está mi hermana parada.
Su cabellera rubia contorna su rostro, resaltando sus ojos verdes en ese vestido rosa. Aún tiene seis años, desde hace mucho tiempo; ella nunca envejecerá, no puede hacerlo. Ella me ve con tristeza y las lágrimas inundan mi rostro porque yo le hice eso, por mi culpa ella está así.
Ella toma el bote del fármaco y rasca la etiqueta, me da el frasco y yo termino de retirar el papel. En la superficie tiene escrito con rotulador permanente una frase que me cuesta unos segundos poder leer con nitidez: "Buen intento".
Malditos. Malditos. Malditos. ¿Por qué no pueden dejarme en paz? ¿Por qué no me dejan terminar con esto de una buena vez? Lanzo el contenedor hacia la pared y me hundo en la bañera, trato de no respirar y sólo duermo bajo el agua.
Siento que alguien me levanta, abro los ojos y mi hermana no está más, sólo veo a uno de los guardias cargándome hacia fuera del baño.
No ha funcionado, Jonbenét, intenté alcanzarte pero no ha funcionado.
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