● Capítulo 14 ●
M.
Han pasado varios días desde que escapamos de Francesco y sus hombres, en los cuales no he parado de entrenar. Aunque mi cuerpo se sienta cansado en ocasiones, no me detengo. Quiero estar lista para cualquier cosa, no sé cuándo serán capaces de encontrarme. Conozco a esta gente, he sido testigo e incluso he estado implicada en muchas atrocidades que han hecho. Son imbéciles, pero al igual que a mí, les pagan por matar a quién sea que les ordenen. Sin réplicas o quejas. Son cómo ovejas que siguen obedientes al pastor que les da de comer. Pero no son inteligentes.
Soy más capaz que ellos en todo. Quizás por eso era la favorita de Francesco. Yo era fiel, cielo santo, ¡el viejo me dejaba vivir en su casa! Nunca lo traicioné ni le robé su preciado dinero. Fue un imbécil al dejarme ir, porque ahora, su preciada arma, la que él ordenó que crearán, lo va a matar sin siquiera dudarlo por su traición. Su error le va a costar muy caro.
He estado entrenando por esa razón, quiero que cada gota de sudor valga la pena para cuando mi navaja corté su garganta.
Además, Salvatore y yo hablamos en privado. Me ha dicho que Francesco nos busca por todos lados, incluso debajo de las piedras. Es cuestión de tiempo para que venga a buscarme aquí, así que tengo que irme pronto, necesito salir del país de forma discreta. Lo único que espero ahora es que Salvatore tenga todo listo, por lo que lo único que puedo hacer ahora es entrenar.
Pero hay algo que me ha estado distrayendo.
He notado cómo la detective siempre me mira entrenar. Siento su mirada intensa en mi nuca todo el tiempo. Me mira y suspira. Sé que está tratando de aprender de mí. Ella cree que no noto cómo estudia cada uno de mis movimientos. Sabe que soy mejor que ella, y yo me he empeñado en demostrárselo.
Cada día me esfuerzo más al entrenar, pero no porque quiera hacerle daño. Solo quiero que mire lo fuerte que soy, quiero que sepa que no puede contra mí. No hay nadie que pueda, pero por ahora, quiero hacer las paces con ella.
Está avergonzada porque la vencí con un simple golpe hace unos días, puedo sentir cómo se tensa cada vez que estoy a un par de pasos cerca de ella. Siento que de alguna manera me ha evitado un poco, lo cuál es gracioso, pero no tengo intenciones de lastimarla, y quiero dejárselo claro, a pesar de que ya se lo haya dicho.
Así que, me levanto temprano, igual que todos los días que he estado aquí, y me dirijo a la cocina para preparar café mientras espero a que despierte. No tengo que esperar demasiado, puesto que en menos de diez minutos, puedo escuchar cómo baja por las escaleras. Es silenciosa, pero desconfiar de todo y de todos me ha enseñado a desarrollar una muy buena audición. En segundos soy capaz de sentir su presencia en la habitación, por cuál pregunto sin mirarla:
—¿Café?
Escucho como se para en seco, la he asustado, no esperaba encontrarme aquí. Lentamente me volteo con una sonrisa en los labios y le ofrezco una taza vacía para que se sirva aquella bebida energizante.
—Me has asustado... —susurra, casi colapsando por la impresión—. Creí que estarías entrenando.
—¿Me estás evitando? —Sonrío con burla.
—No te creas tan importante.
—¿Así que no estás avergonzada porque te derrote en nuestra pelea de menos de dos minutos?
—Claro que no —dice ella, evitando mi mirada.
—Entonces supongo que no te negarás a acompañarme a caminar. —Sonrío mientras camino a la puerta puerta para salir al patio trasero—. Te espero afuera, detective.
Puedo ver su cara de pánico, y noto cómo comienza a temblar.
—No te haré daño —le aclaro, y puedo notar cómo sus facciones se relajan. Estoy diciendo la verdad, pero es raro que confíe en mí—. De verdad solo quiero caminar, Nancy Drew, necesito recuperar más fuerza en la pierna. Termina tu café, estaré afuera.
—De acuerdo —susurra—. No tardo.
Seguidamente salgo y para así poder esperar afuera, sitio del cual partiremos para recorrer parte de aquel bosque. Sé que le parece un tanto extraña mi invitación, pero solo estoy intentando minimizar lo más posible la tensión existente entre ambas.
Al transcurrir un par de minutos, ella sale con un par de zapatos puestos y así ambas comenzamos a caminar sin decir palabra alguna, solo con nuestras miradas recorriendo los alrededores y los sonidos de la naturaleza impactando nuestra audición.
—¿Y bien? —pregunta Chaeyoung, de repente.
—¿Qué? —contesto, confundida.
—¿De verdad me trajiste aquí solo para caminar? —cuestiona, con el ceño fruncido—. Creí que querías hablar sobre por qué te estaba evitando.
—¿Lo estás admitiendo? —La veo brevemente y ella aparta la mirada.
—Solo me sentí...
—Poco preparada —completo su oración—. ¿Has aprendido observándome?
Parece que la pregunta la toma de sorpresa, pero extrañamente no niega que me ha estado mirando entrenando.
—Eres muy fuerte y rápida.
Yo sonrío y paro de caminar para tomarme un momento.
—Tú también podrías serlo —digo, al mismo tiempo que meto mi mano en la bolsa de mi chaqueta y rebusco el paquete de cigarrillos que le robé a Salvatore—. Con el entrenamiento adecuado, claro. Pero no creo que el gobierno quiera capacitar tanto a sus oficiales.
Ella suspira, parece que ha pensando mucho en sus capacidades.
—¿Quieres? —pregunto, extendiendo hacia ella la caja de cigarrillos, no obstante, ella niega de inmediato.
—No sabía que fumaras, jamás te había visto hacerlo —dice ella, a su vez yo enciendo un cigarrillo.
—Hago muchas cosas. —Sonrío de forma pícara, pero ella parece no notarlo, me pregunto si siquiera entiende a lo que me refiero.
Posiciono el cigarrillo en mis labios, cierro los ojos y le doy una calada con lentitud, siento el humo entrar en mis pulmones, lo dejo ahí por un par de segundos para luego sacarlo por la boca. La sensación de tranquilidad es terriblemente placentera, tanto que mi piel se eriza. Finalmente abro los ojos, aún disfrutando de la sensación y me encuentro con su mirada atenta sobre mí. Siempre me mira así, todo el tiempo me estudia.
No sé en qué momento, pero me fue inevitable no desviar mi mirada hacia sus labios por unos segundos. Son rojos en tono carmesí, y tiene un lunar bajo su labio inferior.
Ella no hace nada. No se mueve, solo estudia mis movimientos. Me tomo el atrevimiento de acercarme más a ella, con lentitud, mientras le doy otra calada al cigarrillo. No retrocede. Estamos frente a frente. Lo único que hago es mirarla fijamente a los ojos, antes de expulsar el humo directamente en sus labios.
—Hago muchas cosas que podrían interesarte, detective... —repito, atrevidamente.
Sus ojos se mantienen sin expresar otra cosa que no sea sorpresa. Puedo sentir su pesada respiración chocar con mi piel. Sus cejas se han tensionado un poco y su mirada vacila entre mis ojos y mis labios. Podría quedarme mucho más tiempo en esta posición, solo esperando para ver qué sería capaz ella de hacer, pero en vez de eso, opto por separarme y seguir caminando como si nada.
—Debo admitir que realza aún más mi ego el hecho de que digas lo buena y rápida que soy —retomo la conversación—. No cualquier detective lo admitiría.
Un silencio parece reinar por largos segundos en los cuales yo solo sonrío aún dándole la espalda a ella, la cual se ha quedado en el mismo lugar donde ocurrió el acercamiento. Lo sé, sé que he logrado tomarla por sorpresa e influir un poco en sus sensaciones. ¿No es eso lo que todos hacen al verme? Quiero ver cuan fácil es que esta mujer caiga por mí.
Volteo a verla y me encuentro con su mirada clavada en mí, justo como he notado que me observa cuando estoy entrenando arduamente. Puedo sentir gran tensión, y la verdad eso solo me causa una extraña mezcla de diversión y excitación. Le sonrío y comienzo a recorrerla, como sé que ella sabe que lo hago casi siempre, mientras sigo fumando aquel cigarrillo. Ella aclara su garganta y comienza a caminar hacia mí para así seguir el camino antes planeado.
—También me es difícil admitirlo, pero supongo que no hay manera de negarlo —concluye ella.
Puedo notar el cambio en su voz, como si se estuviera esforzando por no mostrar indicio de nerviosismo en ésta, pero sé que aún sigue pensando en ello, pues su mirada perdida, sus manos tocándose entre sí y su aun pesada respiración son la clara prueba. ¡Por Dios! Son Chaeyoung es hermosa de pies a cabeza, y aunque a cualquiera podría parecerle una locura, he comenzado a sentir atracción física por ella.
Doy la última calada al cigarrillo antes de tirar la colilla y pisarla. Respiro profundamente antes de expulsar la última ráfaga de humo y sentir el placentero sabor de la nicotina. Ambas seguimos caminando una al lado de la otra, puedo escuchar como las hojas secas crujen bajo nuestros zapatos. Aunque sea un bosque nada concurrido, es un sitio que genera algo de paz y tranquilidad, tales sentires que necesito sostener antes de poder marcharme de acá.
Es divertido jugar con la detective, pero eso no me desenfoca de lo verdaderamente importante. Las razones por las que entreno tanto, llevan la venganza como prioridad. Quiero probarle a todos que nadie puede ni podrá conmigo, especialmente quiero hacérselo notar aún más a la mujer a mi lado. Por ahora, puedo esforzarme en seguir puliendo mis habilidades, y tal vez retar a Chaeyoung pueda beneficiarme en el entrenamiento.
Me detengo bruscamente antes de sonreír y mirarla fijamente. Ella corresponde mi mirada, con la confusión como siempre presente. Tiene un rostro hermoso; grandes ojos, cejas oscuras, labios carnosos, piel blanquecina y con apariencia suave. Es muy delicada, pero me genera curiosidad conocer su faceta provocativa y ruda.
¿Será que algún día podré comprobarlo?
—Atrápame —le pido. Ella me mira aun sin entender.
—¿Qué?
—Que me atrapes, detective —repito nuevamente. Ella aun con su expresión extrañada, extiende sus manos intentando ejecutar la acción antes pedida, pero yo la esquivo con facilidad—. Oh, ¿ni siquiera eso puedes hacer?
Y es así que ella parece entender lo que le estoy pidiendo; la estoy retando. Por lo que vuelve a aproximarse hacia mí para atraparme, pero vuelvo a esquivarla con agilidad. Su rostro da asilo a la frustración y yo solo río sonoramente antes de empezar a correr, ella comienza a perseguirme sin dudar. Evidentemente la supero en velocidad, y solo escucho su respiración cansada detrás mío y como intenta esforzarse por alcanzarme.
Pobrecita, debería dejarla ganar para que no se sienta mal, así como le hacen a los niños.
Después de un par de minutos, ella se detiene lentamente e intenta recuperar el aire. Sus manos están en sus rodillas mientras su pecho se levanta repetidas veces. Yo me detengo y también intento normalizar mi respiración, pero claro, no estoy así de cansada como ella.
—Vaya, hay que trabajar en esa resistencia, gran detective —me burlo—. ¿Qué harás si te toca ir detrás de un ladrón de McDonald's? Ya sabes, gente realmente peligrosa.
—Cállate, idiota —articula, con su respiración un poco más estable.
Yo sigo observándola entre risas. Me genera placer saber que es tan fácil ganarle.
—Ya, en serio, ¿qué clase de entrenamiento te dieron antes de ser parte del FBI? —pregunto—. ¿Peleas con maniquíes? No puedes ser tan débil.
—Algún día te demostraré lo contrario, Sharon —me amenaza, con voz grave y decidida.
Yo solo sonrío provocativa, debo admitir que sus amenazas despiertan emoción en mí.
—¿Por qué no lo haces ahora, Chaeyoung? —replico, cruzando los brazos.
Ante lo dicho, ella vuelve a correr hacia mí, yo me quedo paralizada, solo haciéndola creer que podrá atraparme. Cuando está tan solo a un par de centímetros, la ataco sosteniendo sus brazos en el aire y dándole un fuerte empujón que la hace retroceder y casi caer de espaldas contra el suelo, seguidamente corro. Puedo escuchar como gruñe frustrada al escuchar mi risa victoriosa y burlona.
—¡Sigue intentándolo, detective! —sentencio, para por fin volver a la idea principal, continuar el camino.
No me detengo, ni mucho menos la espero, simplemente sigo mi rumbo hacia el sendero conocido frente a mis ojos.
Si todo sale bien, estaremos cruzando el bosque en media hora y llegando al final de un precipicio, que da como resultado una vista especular. Es por ello que siempre que estoy aquí, me gusta salir a caminar, más bien como una excursión, por eso siempre voy con ropa deportiva y una mochila con suministros, en caso de que algo pase, entrar a un bosque aún conociéndolo como la palma de tu mano, no te asegura siempre poder volver por donde viniste, a veces una mala orientación te podría fácilmente perder, o un encuentro desastroso con algún animal salvaje también podría llegar a suceder.
Aunque me encuentro en paz, mi mente sigue divagando en la situación con Francesco. Gracias a todo este problema tendré que irme del país y aunque no estoy del toda molesta por eso, lo que sí hace que me hierva la sangre, es que no podré volver a Italia. En definitiva poner un pie ahí podría ser una sentencia de muerte segura. Aún así, mi venganza hacia Francesco tarde o temprano llegará, y aunque quede como objetivo principal de la mafia italiana, he de saciar mi sed de venganza. El juego contra él todavía comienza.
Me detengo momentáneamente cuando ante un paso pierdo el equilibrio, por suerte me repongo velozmente; bajo la mirada y noto que una de mis agujetas se encuentra desatada —y que de hecho, a eso se debe el tropiezo—, así que me agacho y rápidamente me ato las agujetas, con un doble nudo para reforzar el amarre. Vuelvo a ponerme de pie y de repente soy consciente de que no he vuelto a escuchar la voz de Chaeyoung y tampoco recuerdo haber escuchado sus pasos seguirme, si algo tengo, es que soy muy buena escuchando, algo así no pasaría de desapercibido para mí, no obstante, las preocupaciones rondando mi cabeza me hicieron mantener la guardia baja.
Me giro lentamente y confirmo que sí, Chaeyoung ya no me sigue, ¿pero por qué? ¿Acaso se habrá molestado y por lo mismo, ha regresado a la mansión? Imposible, llevamos bastante camino recorrido, sería muy tonto de su parte volver sola, más en un bosque y aunque aún hay claridad, no hay forma de que ella sepa como volver sin siquiera desviarse del camino. Tal vez está jugando a desaparecer para poder vengarse y que así yo la busque o quizás escapo, aunque sinceramente opto más por la primera opción.
—¿Chaeyoung? —exclamo, tanto como en grito, como en duda—. Hey, ¿acaso te estás vengando porque no me atrapaste? Acéptalo, te gane, no puedes contra mí.
No recibo respuesta, pero mi mente me dice que a lo mejor escapo, puesto que aún es una opción, sin embargo, andar en un bosque por cuenta propia y sin haber siquiera un camino fijado que transcurrir, podría traerle graves consecuencias.
—¡Chaeyoung! Si no contestas me voy a ir —menciono, por última vez.
Nuevamente no recibo respuestas.
No tengo ninguna obligación con su persona, quizás el único hecho sería de que —quiera admitirlo o no—, me salvo, sino fuera por ella muy seguramente Francesco ya me habría cortado en pedacitos y me habría tirado hacia los perros para que me comieran, así que, ciertamente me siento en deuda con ella. El darle alojo en mi hogar fue simplemente porque necesitaba que me trajera aquí, así que no lo siento como una cuenta saldada. De alguna u otra manera, nunca me ha gustado no pagar mis deudas y con ella tengo una grande, no obstante, quizás que se haya ido es una buena forma de deshacerme de ella sin siquiera hacer algo.
Sonrío levemente y continúo mi camino, alegre de que al menos me deshice de su presencia y que lo más probable es que no pueda encontrar la salida de este bosque con vida, sin embargo, dar un paso tras otro me cuesta cada vez más. No soy una mujer que tenga resentimientos, pero tampoco soy tan miserable. Doy un último paso y me doy la vuelta, dispuesta para volver y tratar de buscarla, aunque si logro llegar de nuevo a la mansión y no la encuentro, haré como si nunca hubiéramos dado ese paseo.
—Ay, de verdad, ¿cómo puede ser tan tonta? —digo, con extrema pesadez—. Qué flojera tener que regresar... —Me detengo tan pronto escucho un sonido extraño.
De inmediato mi mano va a parar a mi bolsillo trasero; oculto por mi mochila, mi arma sale a relucir cuando un sonoro crujido suena a mi lado derecho. Antes de meditarlo por un segundo más, saco mi arma y quito el seguro. Bien podría ser que en realidad los hombres de Francesco me hayan encontrado y que, accidentalmente dieran primero con Chaeyoung, he de ahí de su ausencia.
—Más te vale que te muestres, o juro que te llenaré el cuerpo de plomo —digo, con carente sensatez. El sonido ahora se escucha a mi lado izquierdo, confundida fijo mi posición de defensa hacia esa dirección—. ¡No juegues, y actúa ya!
Ni siquiera soy consciente de lo que pasa a mi alrededor, simplemente una silueta se posa a un costado mío y de un simple golpe me quita el arma de mis manos, una patada en la pierna me desestabiliza y sus manos en mi brazo sirven para que mi cuerpo caiga hacia el suelo y la persona quede sobre mí, inmovilizandome por completo. Ante el impacto cierro sin querer los ojos, pero es la voz de mi atacante la que me hace abrirlos de inmediato.
—Te atrape —exclama Chaeyoung, con voz victoriosa.
Aún exaltada y evidentemente anonadada, me quedo en el suelo, mientras la observo sobre mí con una sonrisa retadora. Parece que al final de todo, no es tan mala detective como parece. Cuando quiere, puede llegar a sorprenderme con sus habilidades. Y he de decir que esta vista le favorece, pues sus grandes y expresivos ojos cafés, se muestran hipnotizantes con el cielo azul de fondo.
—Perdiste —dice, quitándose de encima mío y brindándome una mano. Me cuesta seguirle el paso, pero con una rápida recuperación, tomo su mano y me pongo de pie.
—Vaya forma tan sucia de jugar —pronuncio, mientras sacudo mi ropa y voy por mi arma, que se encuentra a varios metros de donde estaba.
—Mira quién lo dice —me dice, sarcástica—. Mejor recordemos esto: "Acéptalo, te gane, no puedes contra mí" —repite, diciendo aquellas palabras que pensaba que no contarían con una respuesta.
Yo río, aunque es inevitable no sentirme ofendida por lo que pasó, pero no puedo negar que de hecho actuó bien y supo lograr distraerme para poder acercarse a mí sin siquiera yo poder notarlo.
—De acuerdo, al menos yo sí soy sincera y lo acepto. Ahora ya debes estar feliz, gran detective.
—Ni te imaginas. —Me sonríe en burla.
Aunque el momento agitado nos causa gracia a las dos, debo decir que el hombro me duele un poco. Supongo que usó todas sus fuerzas para poder hacerme caer, porque de otra forma podría haber revertido la situación y ser ella quien terminaba en el suelo y no yo, no obstante, me ha servido de entrenamiento ese pequeño encuentro que comenzó siendo un simple juego, así que ahora me toca aprender de esa nueva técnica.
Gracias por eso, Chaeyoung.
Ambas decidimos regresar a la mansión, parece que tanta diversión combinada con adrenalina nos ha hecho terminar exhuastas. De regreso las pláticas entre las dos parecen tornarse un poco más relajadas, pues expresarle mi asombro por su movimiento sirve para que ella me relate cómo logro confundirme con los ruidos, parece que haber hecho notar mi habilidad de gran audición, sirvió para que ella lo usará en mi contra y así lograr alertarme y confundirme a la vez.
Al menos parece que ambas ya estamos aprendiendo de las habilidades de la otra y de hecho no me parece tan mala idea. Veamos cómo termina la semana, podría ser que aprenda un poco más de ella, pues al final de cuentas, no pierdo nada con eso. De todas formas ya no me espera una vida aquí, al menos podría disfrutar un poco mis últimos días en este lugar y quizás la presencia de esa entrometida detective, podría distraerme un rato. Por ahora, simplemente asiento a lo que me dice, mientras la miro de reojo, al mismo tiempo que pienso lo lindo que sería haberle vuelto a ganar.
Recuerden votar y seguirme, se los agradecería mucho. Besos.
Bueno, hasta aquí llegaron los capítulos, reitero que esto es un borrador, por ende no hay continuación, mucho menos una posible. Bye, bye.
-MigadePan
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