● Capítulo 11 ●
M.
Esta noche ha sido la más extraña de toda mi existencia, y vaya que he tenido noches muy inusuales. ¿De verdad la estúpida detective que ha estado arruinando mi vida, se encuentra a mi lado conduciendo en silencio? Todavía me parece desconcertante. Y sumando el hecho de que Francesco me ha traicionado, vuelve aun más inusual todo.
Sinceramente, no soy muy dada a la hora de hablar de los sentimientos y esas cosas que para mí son insignificantes y lo más cercano a la estupidez, pero he de admitir que me siento fuera de mis cabales respecto a lo que el viejo me ha hecho. Creí que me daría la oportunidad de acabar con Chaeyoung, para de dicha forma demostrarle que aun podía resguardar su confianza en mis habilidades.
¡Ni siquiera me dio la oportunidad de hacerlo! Y ahora estoy aquí, justo al lado de la desagradable mujer mientras mi pierna duele como un infierno.
Llevamos exactamente media hora en trayecto, sin embargo, he percibido el tiempo como una eternidad por la incomodidad, la tensión y la escasez de palabras. De vez en cuando, volteo y miro a Chaeyoung; ella se ve muy concentrada y seria en lo que está haciendo. Jamás pensé que estaríamos así, una al lado de la otra sin caernos a golpes hasta alguna terminar sin vida. Pero aunque ahora mismo no pueda acabar con ella, en algún momento lo haré... Esto no ha terminado.
—Estamos cerca, ¿no? —pregunta, con voz gélida.
—Lo estamos, gran detective —le digo, con burla y una sonrisa que lleva la misma. Aunque siento mucho dolor físico, no permito que esto me muestre como alguien vulnerable.
—No hables mucho, o podría acabar contigo ahora mismo —amenaza, mirándome de reojo con desprecio y rabia.
—¿Me estás amenazando? —río—. No deberías hacerlo, aún no sabes con quién estás hablando.
—Tú no sabes con quién estás hablando, pero pronto lo sabrás —asegura, como si de verdad estuviese convencida de que podrá conmigo.
Nuevamente vuelvo a reír para cortar la conversación. Aunque muero de ganas por matarla ahora mismo, sé qué hacer el mínimo intento me dejará a su completa merced, pues seguimos esposadas y yo herida; eso me pone en desventaja. Y no pienso poneme en riesgo de perder ante ella, eso jamás.
Finalmente estamos cerca de la casa de Salvatore, cuyo lugar secreto estoy a punto revelarle a la detective a mi lado. Sé que no es muy inteligente hacer esto, y probablemente Salvatore querrá matarme, pero no hay opciones, era esto o morir en manos de Francesco y sus matones. Y no, no puedo rendirme ante él, de ahora en adelante su nombre está en mi lista negra.
Poco a poco nos adentramos en aquel bosque que a cualquier persona podría aterrarle a tales horas. Chaeyoung sigue conduciendo en silencio, pero percibo su nerviosismo por la manera en la que mira con desconfianza los alrededores. Yo solo sonrío con la intachable burla hacia ella.
La casa se encuentra a la vista después de varios minutos conduciendo dentro del bosque. Por fuera el sitio luce como podría esperarse: totalmente horrible para evitar ser asemejado con lo que realmente es. Nos detenemos frente allí, y sé que el ruido del motor ha alertado a Salvatore dentro, incluso puedo ver su silueta esfumarse con rapidez desde una de las ventanas en la planta alta.
—Baja tu primero, iré detrás de ti para evitar que te lastimes más —dice ella, y señala que abra la puerta. Es allí cuando soy consciente de que todavía seguimos esposadas.
Hago lo que dice sin perder mi vista de los alrededores. Salgo intentando mantenerme en pie entre pesados suspiros que son claro indicio de mi dolor, ella sale después de mí y se detiene cerca, casi rozando mi brazo. Yo me alejo e intento caminar casi cojeando, nos detenemos frente a la enorme puerta y rebusco en el bolsillo mi llavero. Después de encontrarlo, me dispongo a abrir y entro en compañía de la detective.
El lugar se siente silencioso, pero sé que Salvatore está aquí y saldrá a enfrentarnos en cualquier momento. Esta casa es enorme y lujosa por dentro, todo lo contrario a la primera impresión del exterior. Chaeyoung observa todo con interés y suma desconfianza, esta última aumenta al escuchar pasos pesados bajando desde la escalera.
—¡¿Quién demonios eres tú?! —pregunta Salvatore, casi gritando al estar en el último escalón. Su mano sostiene un arma mientras nos apunta, pero su mirada está clavada en la detective.
—Calma, Salvatore —le digo—. Esta idiota de acá no hará nada aunque sea parte del puto FBI.
—¿Estás demente, Sharon? ¿Cómo te atreves a traer acá a una estúpida detective? ¡Imbécil!
—¡No había opción! ¡Era esto o morir!
—¿Ahora qué? ¿Nos vas a poner en peligro de morir a manos de ellos o terminar tras las rejas? ¡Esto es un error! ¡Ahora sabrán nuestro escondite!
—¡No tenía opción! —insisto—. Debo explicarte muchas cosas, pero si no quieres que muera desangrada, deberías ayudarme —le sugiero, señalando la herida en mi pierna.
Él finalmente nota que estoy herida, y aunque no es la primera vez que me ve así, se asombra un poco, ya que no es algo que me pase tan comúnmente. Sigue apuntando con el arma a Chaeyoung, ella solo lo mira con rabia y algo de rivalidad.
—¿Ella fue quién te causó esto? Con menos razón debiste traerla hasta acá.
—No ha sido ella, fue Francesco, tu querido jefe. —Le sonrío con ironía—. Me ha apuñalado por la espalda.
Mi revelación lo deja algo atónito. Sé que no lo cree del todo, porque para Francesco yo no era una de las mejores, sino la mejor asesina que ha tenido. De igual forma, sé que Salvatore es tan consciente como yo de que Francesco es capaz de hacer cosas así, incluso peores.
—Deberías buscar un botiquín para curar esto —le pido—. Luego pensaremos qué hacer.
Él asiente y, sin perder de vista a Chaeyoung, va en busca de algún botiquín. Yo me quedó allí de pie con la detective, la cual mantiene su rostro de indiferencia mientras observa cada pequeño rincón quizás deseando encontrar algo.
—Espero no hagas una estupidez estando aquí, o te mataremos sin compasión alguna —le advierto, antes de subir la mano hasta el pasador que se encuentra oculto sosteniendo mi cabello. Posteriormente, acerco el objeto hasta la cerradura de las esposas.
En solo cuestión de segundos, logro quitar aquello. Nos dejo libres a ambas por fin y, con disimulo, conservo las esposas dentro de uno de mis bolsillos. Camino con dificultad hasta uno de los sillones del lugar y tomo asiento sin perder de vista a la detective, la cual no mueve un solo músculo. Salvatore regresa con un botiquín y se acerca hacia mí sin dejar de vigilar a Chaeyoung tampoco.
Me acuesto en sillón y Salvatore quita el cinturón alrededor de mi herida, para así dedicarse a examinar lo poco que se alcanza a ver por el agujero en la ropa. No es la primera vez que hace algo así por mí, también he estado yo en su posición.
—La bala no entro, pero sí te ha rozado bastante —susurra, antes de ayudarme a quitar el pantalón con cuidado—. ¿Podrías explicarme qué aconteció?
—Fue una trampa que el viejo me puso para acabar conmigo —le digo, intentando reprimir los quejidos de dolor—. Se supone que iba a cumplir mi trabajo; la iba a matar a ella, pero sin previo aviso, nos esposaron y salió él, anunciando que me mataría —cuento, aún con rabia—. Francesco sí que ha cometido un grave error conmigo, y lo sabrá pronto.
—¿Y por qué traer a esta escoria hasta acá? —pregunta, y mira a la detective.
—Escapamos juntas, estábamos esposadas y yo herida. No creo que fuese seguro intentar escapar por cuenta propia, ellos nos intentaron seguir.
—Espero sepas lo que haces, Sharon —advierte—. Sino, esto nos costará la vida o la libertad a ambos; no sé cuál es peor.
—Primero muerta antes que pisar una asquerosa prisión.
—Ya veremos —desafía la detective, ganándose una mala mirada por parte de Salvatore y mía, por supuesto.
Aunque es verdad que la detective ahora se encuentra en desventaja por estar aquí sin compañía alguna y sin que nadie sepa de su paradero, si hay algo en lo que me caracterizo, es en no traicionar a los míos, por lo que si ella ha cumplido su palabra y me ha traído hasta aquí y no ha otro lugar, es porque al menos ha puesto una mínima pizca de confianza en mí, así que no me queda de otra más que pagarle con la misma moneda —aunque su comentario me haga reconsiderarlo—, no obstante, vigilaré cada movimiento que haga. No puedo confiar en nadie, nunca lo he hecho, a excepción de Salvatore, pero por ahora la situación ha ameritado un poco de mi inusual comportamiento pasivo, y habré de seguir así hasta que sepamos qué hacer.
—Cuida lo que dices, o me conocerás muy bien —la amenaza Salvatore.
Chaeyoung alza las manos como signo de paz, aunque su expresión deja en evidencia su clara burla hacia su comentario.
—Por ahora, Sharon —dice, cambiando de tema y fijando de nuevo su atención en mí—, vamos a curarte y luego hablaremos bien sobre esto.
—De acuerdo —menciono, tratando de mantener la calma, pues la herida comienza a doler cada vez más.
—Ven aquí —le dice Salvatore a Chaeyoung. Ella con pasos lentos y con desconfianza se acerca a nosotros—. Ayúdame con esto y sígueme. —Le señala el gran botiquín.
Me mira por unos instantes, dudosa en si hacerlo o no, aunque la comprendo, ni en pintura nos queremos bien y ayudar a la otra tampoco esta en los planes de cualquiera de las dos, aún así, es inevitable no notar como la moralidad de sus acciones sobrepasa inclusive su sed de venganza. La ética de su profesión y sus arraigados valores le hacen una mala jugada, pues ver mi pantalón empeñado de sangre y mi rostro pálido, la hacen al final asentir a las órdenes de Salvatore y tomar el botiquín.
—¿Qué haces? —pregunto, cuando Salvatore me toma entre sus brazos.
—Vamos a la mesa, necesito una zona estable y plana para curarte, además aquí en el sillón no tengo libre movilidad.
Asiento, a lo que él con seguridad me lleva hacia la mesa, por suerte no se encuentra muy lejos nuestro. Me deja reposar ahí con sumo cuidado, al mismo tiempo que acomoda mi pierna de forma que quede estirada. La detective se posa de frente a Salvatore, justo a mi izquierda y deja el botiquín en la mesa. Salvatore comienza a quitar mis botas, haciéndole una seña a Chaeyoung para que lo imite, no muy contenta, prefiere guardar silencio y ayudarlo.
—Ahora te quitaré el pantalón, ¿vale? —me avisa Salvatore, y asiento sin replicar, sin embargo, la detective se asombra ante esa revelación.
Primero me quita el cinturón y luego desabrocha el pantalón, con lentitud comienza a bajarlo, porque aunque la herida no es de vida o muerte, es prominente. Me quedo en bragas, exponiendo con mayor claridad la gravedad del asunto, pues si bien parecía una simple cortada, es grande y la sangre brota a mares. Salvatore le pide a Chaeyoung que le pase el botiquín y ella de inmediato lo hace, de allí él saca un par de guantes que no duda en ponerse, además de algodón y alcohol, sin meditarlo dos veces, deja caer el líquido sobre la herida y aunque no busco parecer afectada, mi mano por inercia va a parar sobre cualquier cosa que pueda presionar, sin querer, termina siendo el brazo de la detective, pues mi mano se aferra a su muñeca.
Intento soltarla, pero el algodón siendo pasado por mi piel abierta, evita ese hecho. No pienso gritar ni mostrarme débil, así que simplemente suspiro una y otra vez intentando mantener la cordura. Salvatore me avisa que ya la ha desinfectado, pero que viene la peor parte y deberé aguantar un poco más este sufrimiento, pues debe coser la herida y no me puede suministrar anestesia ni algún tipo de gel que evite sentir esa específica parte de mi cuerpo, porque no contamos con ninguno de los dos. Paso mi mano por mi rostro y asiento, al final de cuentas tampoco hay muchas opciones y no puedo seguir desangrándome por más tiempo.
—Adelante, hazlo, puedo soportarlo —sentencio. Él me da una última mirada confirmando mi aceptación, pero no hay más qué decir, solo dejo caer mi cabeza y cierro los ojos.
No necesito un aviso de parte de él para saber que ha comenzado con la laboriosa tarea, pues en cuanto la aguja atraviesa mi piel siento una corriente eléctrica que atraviesa con velocidad y fuerza todo mi cuerpo, frunzo el ceño y presiono con más fuerza la muñeca de la detective. Aunque me arrepienta después, por ahora me tocará dejar aún lado mi riña contra ella.
Abro los ojos y miro el candelabro sobre mi cabeza, me concentro en sus diferentes detalles mientras rememoro lo que ha pasado tiempo atrás sobre la traición de Francesco. De vez en cuando el dolor me hace querer gritar, pero me sumerjo al mismo tiempo en mis propios pensamientos, evitando que el dolor gane esta batalla, además, debo hacerle la tarea más fácil a Salvatore, sin embargo, confío bien en él, este trabajo no solo nos enseñó a matar, sino también a ser nuestros propios doctores, a curarnos con lo que tenemos y a cómo podemos, así que me toca ser una paciente silenciosa y serena, a como siempre lo he sido.
Miro a Salvatore cuando no siento más punzadas en mi piel y lo encuentro con ayuda de Chaeyoung, cubriendo mi herida con gasas y vendas. Con un pañuelo remojado en alcohol limpia la sangre que se ha quedado pegada a mi pierna y luego arroja todos los deshechos a la basura. Aunque parece sumergido en la tarea de curarme, sus ojos no se alejan de Chaeyoung. Ahora su arma la ha guardado, pero no le tomará ni un segundo ponerla en acción contra ella, además, a diferencia de mí, Salvatore no tiene ninguna deuda con ella y viceversa, así que un simple gesto de parte de la detective que lo haga desconfiar y le volará la cabeza sin problemas.
—Hemos terminado, por ahora será mejor que descanses, pero antes de eso, debemos hablar —exclama Salvatore. Es obvio que se preocupa por mi salud, pero la idea de que la detective esté en nuestro lugar seguro lo mantiene alerta y necesita respuesta o una solución, para que al menos pueda estar más tranquilo.
Yo asiento ante su demanda, y suspiro con cansancio, aunque con gran alivio. Mi herida sanará, y todo es gracias a Salvatore.
—Grazie, Salvatore... —susurro, en su idioma natal, refiriéndome a la herida. Él asiente y me dice:
—Tú me has ayudado igual muchas veces. —Y tiene razón—, pero si quieres agradecerme, de verdad necesito una explicación.
Mi mirada va a parar hacia la detective, quién ahora se encuentra mirando nuestra interacción mientras mantiene su espalda recargada en la pared.
—¿Le apetece un poco de Fernet, detective? —le pregunto, al mismo tiempo que me levanto lentamente de la mesa, incorporándome. De reojo miro cómo se cruza de brazos.
—¿Qué rayos es eso? —cuestiona seria.
Yo me limito a rodar los ojos al darme cuenta de que seguro nunca ha probado un licor tan bueno como el Fernet, el cuál es originario de Italia.
—Lo sabrá cuando me ayude a explicarle a mi camarada lo que ha pasado.
—No me voy a arriesgar a que vuelvas a drogarme —réplica, y tanto para mí como para Salvatore nos es imposible no soltar una risita, burlandonos de ella.
Reconozco que haberla drogado en esa cena fue una buena jugada, pero ahora —sin duda—, no es el momento para repetir algo así, y menos en el estado en el que me encuentro.
—No es mi culpa que hayas caído en mis encantos —digo, tratando de ponerme de pie cuidadosamente—. Debo admitir que fuiste muy imbécil.
Pude haberme evitado muchas desgracias, ahora que lo pienso, ¿por qué no lo hice? Vaya, quizás Francesco tenía razón cuando me dijo que estaba siendo descuidada.
La detective no dice nada ante mis burlas, supongo que quiere mantenerse al margen y no descuidarse de nosotros. Realmente no me preocupa su estancia aquí. Ella no me matará, su objetivo es llevarme a prisión cuando todo se calme y estemos a salvo, algo que no pasará, obviamente, puesto que esto no se acaba hasta que Francesco o yo, ya no estemos en este plano terrenal. Además, la detective es consciente de que si llama a sus compañeritos nos descubrirán y darán con nuestro paradero de inmediato. Es mejor mantener un perfil bajo.
Un rato más tarde, mientras le explicamos a Salvatore toda la situación, él se mantiene expectante. Después de unos minutos, cuando terminamos de ponerlo al tanto, lleva sus manos a su rostro con frustración.
—Maldito viejo... —susurra—. Te juro que yo no sabía nada de esto, Sharon. Tú sabes que si me lo hubiera dicho, ya estuvieras en un lugar muy lejos de él.
—Lo sé —suspiro, con evidente agotamiento—. ¿Qué sugieres?
—En definitiva tienes que irte de aquí —me dice—, y pronto, no sabemos cuándo podrán encontrarte.
—¿En cuánto tiempo creés que todo esté listo para partir? —pregunto, apresurada por un escape seguro.
—Esperen, esperen —nos interrumpe la detective, levantándose de su silla—. ¿Qué rayos están planeando? ¿Un escape del país?
—¿Tienes alguna otra idea, Nancy Drew? —exclama Salvatore sarcástico, mientras se levanta igual y se acerca a ella para encararla—. ¿O acaso vas a sugerir que tus amiguitos del FBI protejan Sharon? ¡El FBI es terriblemente corrupto!
—¡Mira, estúpido, no sé quién te has creído, pero exijo que me tengas un poco de respeto! —le grita a Salvatore.
Lo único que puedo hacer es abrir los ojos sorprendida ante su valentía para hablarle así a un hombre armado, al cuál la ira rápidamente lo consume, por lo tanto saca su arma y la amenaza con ella, sin embargo, la detective no le teme.
Qué telenovela tan más entretenida.
—¡Puedo matarte ahora mismo, maldita! —grita él, y le apunta a la cabeza—. Yo no le tengo miedo a la policía.
—Ni yo a un cabrón traficante de drogas-
—¡Basta! —les grito, al mismo tiempo que golpeo con fuerza la mesa—. Por dios, ustedes harán que nos encuentren... —susurro para mí misma—. Salvatore, baja el arma.
Él me mira de reojo, sé que está furioso, así que debo contenerlo antes de que haga una estupidez, ¿quién sabe? Tal vez podamos usar a esta detective cómo carnada si hace falta. Pero Dios, ella es muy imprudente, no nos teme cómo debería, al contrario, nos enfrenta creyendo que es capaz de acabarnos. Odio que tenga tanta confianza en sí misma como para amenazarnos.
Finalmente Salvatore aleja el arma de la cabeza de Chaeyoung y se devuelve a su silla sin quitarle ni un segundo la mirada a la detective, quién hace lo mismo.
—Necesito que me saques de aquí, Salvatore —le pido, no obstante, él no me mira al aceptar.
—Dalo por hecho, Sharon.
—Y bueno, detective... —me dirijo a ella, mientras me pongo de pie—, si quiere salir de aquí con vida, es mejor que no nos saque de quicio —amenazo—. Me ha hecho un favor al traerme hasta aquí y se lo he de pagar, pero Salvatore no le debe nada —digo, caminando hasta las escaleras—. Los cabrones traficantes de drogas cómo nosotros, no dudamos en volar las cabezas de detectives entrometidos como ustedes.
Ella me mira con furia y yo le sonrío antes de subir al segundo piso, y así poder descansar un poco de este día de mierda.
Por ahora no pienso pelear más con ella ni mucho menos lidiar por más tiempo con Salvatore, sé que él arreglara esto, le dirá unas cuantas cosas a esa detective y las reglas para estar bajo el mismo techo que nosotros, así que, si es una mujer inteligente sabrá elegir lo correcto: se queda aquí, a la espera de buscar el momento adecuado para huir o se va esta misma noche, evitando así que la vinculen con nosotros, sin embargo, corre el riesgo de no vivir por mucho tiempo. Por ahora, la adrenalina que habitaba en mi cuerpo se ha ido y mi energía se ha vaciado por completo, necesito una noche de profundo descanso y no he de demorar en tenerla, como sea, mañana en la mañana sabré la respuesta de su decisión.
Recuerden votar y seguirme, se los agradecería mucho. Besos.
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