Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitolo 20

ORLENA

 No pasó demasiado tiempo hasta que decidí ir a donde los dos rehenes, que graciosamente uno de ellos era el dueño del dueño.

—Mientras os libero os voy contando las novedades —ellos dicen sí con la mirada y yo procedo a contarles todo —. La pareja que os han metido aquí están muertos —digo sin rodeos —. Alguno de los francotiradores han sido abatidos igualmente, otros han huido. El quid de la cuestión ahora es que seguramente hayan informado esto a Isacco y Davide; por lo tanto, lo más seguro es que manden refuerzos.

—¿Y nos hemos perdido toda la acción? —se queja Valerio mientras se incorpora —¡Vaya mierda!

—Ahora déjame acabar, os tengo que poner al día —le reprendo como si fuera una madre y el fuera mi hijo.

Valerio asiente alegremente sin dejar de lado su lado gracioso, por lo contrario Cesare se mantiene demasiado silencioso; ¿qué le ocurrirá?

—¿Te sientes bien? —mi hermano también se encontraba ya de pie, pero algo apartado, con la mirada perdida. Sus ojos deambulan por toda la habitación hasta posarse en los míos.

—Sí —me contesta con un monosílabo; por ahora se lo iba a pasar. Más tarde cuando estemos libres de algún peligro hablaría con él.

—En fin —aparto la mirada de él negando con la cabeza y centrándome en Valerio —. Cada uno de los chicos está llevando a cabo una tarea en específico. No hay tiempo que perder, tenemos que irnos cuanto antes. Vosotros dos —les señalo —, recoged todas las armas, nos las llevamos —tenía un plan para ellas.

—¿No dijiste que no servían y que había que tirarlas? —interviene Valerio.

—Sí, ya no sirven. Lo que haremos será quemarlas en una hoguera que haremos cuando lleguemos a nuestro nuevo destino. Recogedlas todas y llevarlas a la entrada.

Esta lista para salir de la habitación y poder seguir con lo que teníamos planeado; desafortunadamente un pinchazo en la boca del estómago hizo que fuera directa hacia mi hermano, pasara mis brazos por detrás de su cuello y le diera un a brazo que duró varios minutos.

—Gracias Orlena —me agradece —, necesitaba este abrazo.

—Soy consciente de que entre los dos soy la pequeña. Sin embargo, cuentas conmigo para lo que sea.

Soy plenamente consciente de que para mi hermano esta situación en la que nos hemos involucrado todos —él incluido —no le es fácil. Ha pasado de ser el sucesor de los Lepori desde que nació, para que ahora sea otro repudiado más de la familia; acompañándome en ese proceso a mí.

Yo llevo veintitrés años sin el respaldo de la familia, estoy mentalmente preparada para esto. Todo lo que tengo ahora —desde el día que me escapé —lo he logrado con sudor y lágrimas; nadie me ayudó hasta que conocí a mi familia; a la que elegí en esta vida. Cesare por el contrario ha tenido siempre el lujo de vivir en una cuna de oro, como bien se dice, nunca le ha faltado nada. Eso no quiere decir, que pueda lograrlo. La clínica que tiene ahora es suya y la ha construido el solo, no con ayuda de Isacco ni Davide.

Aunque sigo teniendo mis dudas de cuando las cosas —en un momento determinado —se tuerzan quiera llamar al abuelo para que nos proporcione ayuda o lleguemos a un trato con él.

Cesare lo que debe entender que Isacco y Davide y los que le rodean son el enemigo. Nadie sabe mi plan al completo, solo partes de él. Lo que necesitamos ahora es información sobre la otra mitad de la familia perdida del abuelo, ese tema va a estar demasiado jugoso; con eso tendremos algo de ventaja sobre él, hasta podríamos chantajearle con alguna cosa.

Los Lepori habían sacado mi lado vengativo a la luz y no lo iba a desperdiciar por nada del mundo; ellos lo buscan, ellos lo encuentran.

Me separe un poco de él, dejando un espacio entre los dos para que pudiese mirarme a los ojos, como yo lo estaba haciendo con él y le hablé:

—Cuando pienses y sientas que tu mundo este entrando a un agujero sin fondo; háblame, no te juzgaré —mis manos en ese momento ya estaban cada una en sus mejillas.

—Gracias Orlena, de corazón te lo digo —si es que en realidad es un trozo de pan Cesare. Es un niño pequeño atrapado en un cuerpo de hombre ya desarrollado.

Después de eso, me separé por completo de él y salí por la puerta dirección al pasillo donde daba a la salida del piso.

—Chicos —los llame a todos. Todos rápidamente se acercaron. En ese punto, yo me encontraba con las piernas casi juntas y mis brazos cruzados; con el semblante serio. Les iba a comunicar que las princesas estaban bien, sin ningún rasguño —. Valerio y Cesare están sin ningún rasguño. Ahora se encuentran recogiendo las armas que se encuentran en la habitación en la que les tuvieron de rehenes para quemarlas.

Giotto —como me lo había imaginado —pasa por mi lado dándome fuertemente en mi brazo malo, haciendo que al instante una mueca se instale en mi rostro. Este chico cada día es más tonto.

—¿Todo en orden chicos? —ellos en vez de responderme se abalanzaron hasta mí y nos fundimos en un abrazo grupal.

No era novedad que los había extrañado y no solo un poco. No sé en qué momento pensé en que podía dejarlos atrás sin tener comunicación con ellos por tiempo indefinido; estaba realmente mal de la cabeza si hacía eso.

Debería estar resentida con cada uno de ellos, todos sabían de qué familia venía y todos se callaron al saber mi verdadero apellido. En el mundo hay miles de personas con apellidos iguales y que no son familia; eso lo sabemos todos. No es mi caso, yo si vengo de una de las familias más influyentes de todo el mundo.

—Esto va a ser duro, ¿estáis realmente seguros? —era una pregunta un tanto absurda, teniendo en cuenta que nosotros nos movíamos en manada, ninguno dejaba tirado a otro del grupo.

—¿Realmente estas preguntando eso? —negué con la cabeza, mejor no decir nada a quedar como una estúpida.

—Orlena —Niccolo intenta que le mire, cosa que en este momento desisto a hacerlo —, mírame leona. Ya sabemos que nos ibas a apartar para no inmiscuir a más personas en este tema. Pobre de tu ingenuidad por creer que te íbamos a dejar a la deriva a ti sola. Nosotros vamos contigo, digas lo que digas. Afrontamos esto como un equipo o no se hace.

—Giotto no sabe demasiado, Se encuentra reacio a tu mera presencia —no me sorprende lo que me comenta Battista.

—Os iré contando poco a poco sobre o que tengo pensado hacer a la larga. Hoy por hoy, tenemos que salir pitando de aquí, ¿tenéis todo preparado?

—Claro, en la puerta del apartamento —me indica Idara con el dedo.

—Lo que voy a necesitar ahora va a ser un ordenador a mano para cuando estemos en el vehículo.

—¿Para qué lo quieres?

—Vamos contra reloj Andreas. Necesitamos con urgencia un sitio donde quedarnos hoy y coger un vuelo a otro país antes de aterrizar a nuestro destino programado —las cosas no son fáciles cuando las tienes que forzar y nosotros lo tenemos que hacer, porque no hay más remedio.

Por sea caso, en el piso han colocado cámaras o micrófonos para escuchar las conversaciones que mantenemos, no he dicho a donde iremos ni mucho menos. Además, antes de nada tenemos que investigar más sobre la familia perdida en Noruega, nuestro destino elegido casi indudable.

Todos nos movemos a la puerta para esperar al trio que no sé qué hacen en esa habitación encerrados.

—¡Hey chicos, dejad el trio para otro día! —les grita Donato —Por aquí la Leona se está desesperando.

Desesperada no sería la palabra adecuada para describir mi estado de ánimo. Toda yo era un remolino de sensaciones indescriptibles.

Por una parte, quería que todo esto terminase de una vez, el estar huyendo todo el día de alguien era agotador y más si sabías que eras inocente, la única culpa que tuve era haber nacido en una familia como los Lepori.

Ellos estaban necesitados de amor propio. El aura que les rodeaba no era sana en absoluto. Sembrar el pánico en las personas para que así sea más fácil ser domados. No tengo ni la más remota idea de si malos se nacen o hay un proceso en el que van cambiando de personalidad a la vez que se cierran en sí mismo, concentrando en odio en su interior hasta que un día lo pagan con las personas que menos culpa tienen. Aunque, realmente nunca se sabe que se les pasa a las personas y que es lo que piensan; así que quizás y solamente por una vez en mi vida no tenga la razón y mi abuelo y su hijo tengan una razón más fuerte de tener ese carácter y forma de ser tan petulantes.

Por el contrario, querría que esas dos personas —no dejando de lado a mi madre, Giulia y a mi abuela, Graziella —pagasen por sus crímenes fueran cuales fuesen sus ideas locas para llevar a cabo sus atroces y perversos crímenes.

Quiero saber concretamente porque el repudio hacia mí y si para ello tengo que abrir heridas —casi curadas —lo haré. Quiero llegar hasta el fondo del asunto, aun cuando puede que por el camino pasen cosas catastróficas; como muertes por ejemplo.

Los planes se elaboran con tiempo y hay que darle su dedicación plena. Mi plan inicial era salir de Italia, cambiar de nombre y aspecto. Desde las sombras hasta que llegará el momento de atacar y desenmascararlos a todos. Yo mientras tanto, en el tiempo de exilio —auto exigido —quería recolectar el máximo de pruebas contundentes para que la familia Lepori —todos los que sean culpables —estén entre rejas una vez presentado todo.

A día de hoy, pienso muy seriamente que mis dos hermanos; Agnese y Demos, tienen sus narices muy manchadas de la mierda de nuestra familia. Saben demasiadas cosas al igual que las dos mujeres que viven cómodamente en la mansión familiar. Cerrando el pico y callando toda la verdad les convierten en cómplices absolutos de todo.

Agnese y Demos están cayendo en un pozo en el que no podrán salir, porque el día que lo quieran hacer será demasiado tarde para ello. Ellos confunden la comodidad en la que viven con lo que es verdaderamente la verdad. Ellos parecen que viven en una vida muy alejada a la mía. Desde pequeños siempre los han mantenido en una burbuja irreal donde les inculcaban que lo que era bueno —en realidad —era malo y viceversa.

Sin embargo, no puedo decir lo mismo de Cesare, quien desde muy pequeño, aunque haya sido formado al igual que sus hermanos menores ha sabido elegir su propio camino al margen de lo que le inculcaban el abuelo Isacco y Davide; nuestro padre. A día de hoy tiene su propia clínica y la maneja él con su equipo de médicos especialistas en cada área. Él está incluido, puesto que, ejerce como médico igualmente.

—Orlena, ya tengo el ordenador que pedias, lo he metido en la mochila que irá bajo tus pies para que no ocupe demasiado espacio —asiento con la cabeza a lo que Idara me dice y en ese preciso momento; Cesare, Valerio y Giotto aparecen con las bolsas que dentro deberían llevar las armas.

—Gracias, ¿en cuántos vehículos iremos? No podemos llamar mucho la atención —hago una mueca con la boca, haciendo saber lo disconforme que estoy con este asunto.

—Niñita hemos conseguido una furgoneta en la que cabemos todos.

—Lo que has querido decir es que lo has conseguido tú —una sonrisa arrogante se le asoma por los laterales de sus labios —. La próxima vez, no intentes colorearlo, si querías que todo el mundo supiera que tú lo has conseguido haberlo alardeado. Después me dices de todo a mí, pero tu compañerismo deja mucho que desear. ¡Apesta! —me llevo una de las manos a mi nariz y con la otra hago como si un olor repugnante estuviera pululando por aquí y lo intentase quitar con la mano.

Que decepción he tenido con esta persona que está ahora mismo frente a mí en medio del hall del apartamento. Yo no sé si es idiota o se lo hace, es demasiado repelente. Haría muy buen equipo con mi familia, no sé qué hace aquí con nosotros.

—Voy saliendo, si me quedo un segundo más aquí, se me pegará la estupidez —sin esperar que nadie diga algo al respecto, recojo la mochila, me la cuelgo al hombro, abro la puerta y salgo al rellano el cual se encuentra en la oscuridad. Tras de mi cierro y dirijo mis pies hacia las escaleras las cuales están en la parte derecha.

Cuando ya llevo unos cuantos escalones oigo como una puerta es abierta y cerrada. También escucho unos pasos que s e dirigen hacia mi posición. Yo no había encendido la luz para ver que estaba pasando y al parecer este edificio era bastante oscuro al decir verdad.

—Orlena —oigo a Andreas llamarme desde atrás —Orlena —lo hace de nuevo —¿Por qué rayos no enciendes la luz?

Él —que seguramente aún seguía arriba en el rellano —enciende la luz para que veamos los dos a dónde vamos y efectivamente para no caernos al suelo de morros y matarnos. Elevo el cuello haciendo que la cabeza tenga una altura mayor para ver mejor y así es como veo por el rabillo del ojo a Andreas.

—¿Me he perdido de algo? ¿Ha pasado algo entre tú y Giotto? Siento una tensión palpable entre los dos.

—Sí yo te contara... —es más que claro que ninguno de mis amigos sabe que he tenido mis diferencias con Giotto Ricci.

—Desahógate conmigo Leona, piensa que yo soy tu psicólogo personal —no es mala idea. Yo suelo retener todo lo malo dentro de mí hasta que exploto y eso no es nada bueno.

—Primero baja hasta aquí, no voy a gritar mientras que cuento lo ocurrido para que todo el edificio se entere por completo de lo que no le importa saber.

—De acuerdo —en el tiempo que espero a Andreas, intento relajarme respirando correctamente.

El tema de Giotto me enferma, no sabe nada sobre mí, solamente lo que mi hermano Cesare le habrá contado y poco será; jamás me vio por la casa, quizás los chillidos. Ahora bien, también lo ponía en duda, puede que la casa tuviera paredes insonoras en las que el ruido no pasaba y mis gritos no se escuchaban.

—Ahora sí, desembucha por esa boca Leona —parece que a mis amigos les encantaba el cotilleo más que a nada.

No me lo pienso y empiezo a hablarle de lo que ocurrió, pero empezando desde el principio. A pesar de que todo fue en el mismo día.

—El primer encontronazo gordo lo tuvimos justo cuando Valerio y él me llevarían al piso de Valerio, que es del que acabamos de salir —no entiendo para que me paro a explicar cosas que Andreas seguramente ya sabe —. Siguiendo con eso, Giotto salió bastante amigable de la habitación del hospital hasta que nos enzarzamos en un cruce de palabras no muy amigable en el que me refregó por toda la cara que yo no creía en mi hermano y que pensaba que Cesare dudaba entre la familia o yo.

A todo el mundo le surgen dudas sobre las personas que revolotean a su alrededor. Siempre van a surgir las preguntas, nunca desaparecen del todo, y en mi casa es algo parecido. ¿Yo no puedo tener el beneficio de la duda sobre mi hermano? ¿Eso me hace menos humana? Como si el mismísimo Giotto no se planteara ninguna pregunta a ninguna hora del día; esto era absurdo.

Le sigo contando lo demás a Andreas quien está muy atento a mis palabras y a los gestos corporales que hago. Cuando termino de relatarle todo, una de sus manos sube hasta mi cabeza y se instala allí.

—Te voy a dar un consejo: simplemente ignóralo, pasa completamente de su existencia. Si te habla, miras hacia otro lado, te pica para que muerdas el anzuelo y le respondas, muérdete la lengua para no responderle —muy fácil decirlo con palabras, ponerlo en práctica es más difícil, casi complicado para algunas personas. Ahí entraría yo.

—Lo intentaré —lo dije más que nada para que se quedara tranquilo. Yo casi nunca se manejar mis propios impulsos, siempre acaban saliendo a la luz de una manera o de otra.

—Te lo voy a dejar pasar esta vez —se perfectamente que no me cree ni una sola palabra —. Podría decir que te conozco mejor que todas las personas que están metidas ahí dentro y no son pocas que digamos.

No hay ninguna mentira en lo que acaba de decir, razón no le falta. Es verdad que tengo a mis dos mejores amigos —Niccolo y Mellea —; sin embargo, me he abierto más con Andreas y me sabe descifrar como ninguna otra persona.

A veces da miedo que me conozcan tanto, piensas que te has perdido, que ya no te reconoces a ti mismo.

La mano de Andreas que se había quedado en mi cabeza baja hasta posarse en mi hombro y vuelve a hablar:

—Las cosas nunca son fáciles Orlena y tú lo deberías saber a la perfección. Nada en esta vida se te ha hecho fácil ni mucho menos, siempre has tenido obstáculos por medio y mírate —se separa unos centímetros para mirarme de arriba abajo para finalmente conectar de nuevo sus ojos con los míos —. Te has levantado todas las veces entre las cenizas, donde te dejaron. Eres más fuerte de lo que tú misma te piensas, no sabes de las capacidades que tú tienes ni mucho menos, es hora que dejes salir todo el potencial que tienes para que lo vea el mundo entero.

Las palabras de Andreas me abruman por completo, no soy una persona que se catalogue positiva; eso no hay que ni dudarlo, tampoco soy cien por ciento negativa; simplemente estoy en un término medio entre esas dos palabras.

Que diga una persona cercana esas palabras para que reaccione y cambie el chip, que no me eche para atrás abruma y más si no te esperas que te de la charla del siglo en el sitio menos adecuado; unas escaleras.

—Escúchame con las orejas y retenlo en tu mente; que no salga —me advierte —. Tu luchaste por ser libre, lo conseguiste —me mira como diciendo: mírate, estas aquí —. Ahora porque tu pasado haya vuelto no te tienes que echar para atrás. Además estas para enfrentarte a tu pasado, todo lo demás es un grano de arena entre un millón—lo último se refiere a Giotto.

Es bueno que alguien te vuelva a focalizar en lo importante y que dejes de lado lo que no aporta en nada. Giotto va hacer el viaje con nosotros. No obstante, eso no quiere decir que deba o tenga que hablar con él. Mi meta está clara: destruir a la familia, no estar agobiada con un idiota que no me aporta nada bueno, solamente dolores de cabeza.

—¿Ahora sí? —le regalo una sonrisa y su pronta respuesta es llevarme contra él para darme un abrazo.

—Gracias.

—Estoy orgulloso de ti, eres una guerrera —lo abrazo más fuerte mientras que unas lágrimas van cayendo hasta su camiseta empapándola en el proceso.

—Hey chicos, lo siento por interrumpir —habla Mellea desde arriba —, pero hay que irse. Los demás han bajado en el ascensor.

Nosotros nos separamos y yo me quito con el dorso de mi mano las lágrimas restantes que quedan por mi mejilla.

—¿Te encuentras bien Orlena?

—Sí claro, todo en orden tranquila. ¡Vámonos!


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro