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11. La velada con Afrodita (fratelli)




Epílogo

La velada con Afrodita

(Fratelli)

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Milán, Italia

Tres años después

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Afrodita aterrizo en la bella ciudad de Milan aquel día por la mañana, sin perder tiempo se trasladó al hotel acordado con su buen amigo Deathmask donde ya tenía una habitación reservada. El joven del cabello celeste abordó un taxi hasta su destino observando las concurridas calles de aquella ciudad Italiana encontrándola concurrida e interesante, aunque bien sabía que su colega no residía ahí.

A Deathmask no le agradaban mucho las grandes ciudades según sabía, sin embargo tenían una reunión pendiente y, coincidió que los dos tenían negocios que atender en esa ubicación. Ambos se encontrarían en el bar más grande del hotel poco después del almuerzo.

No estaba muy seguro de recordar cómo es que había recibido esa primera carta suya. Pocos días después de que Deathmask dejara Grecia, simplemente, la encontró bajo su puerta no entendiendo por qué la envió con algún mensajero fantasma en vez de entregársela él mismo antes de marcharse. Pero, conforme iba conociendo los detalles de su vida a través de diversas y breves charlas telefónicas fue que entendió las razones detrás de ese evento.

En ese documento, le comunicaba que, por razones muy difíciles de explicar, no volvería a Atenas por ahora. Así mismo le aseguró le gustaría mantener contacto por ese medio. En el papel estaba la dirección de un apartado de correos que usaron sólo una vez ya que, apenas Afrodita tuvo un teléfono fijo le indicó los números en una única carta de respuesta.

A partir de ese momento, no fue necesario enviar cartas nuevamente.

—Amigo mío... —pensaba durante el trayecto lanzando suspiros cortos— No entiendo que te dió por meterte en asuntos peligrosos y turbios. De los doce, eres el único cuya vida debe ser la más difícil.

Al descender del taxi, completó su registro en el hotel yendo directo a su habitación deseoso por dejar su estorbosa maleta y recorrer las calles de la ciudad el resto de la mañana.

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El joven regreso al hotel a eso de las dos o tres de la tarde cargado con varias bolsas, siendo Milán "capital de la moda" no debía dejar pasar la oportunidad de hacer compras en las lujosas tiendas adquiriendo una camisa nueva para aquella reunion pues, tanto él como su buen amigo, no se habían visto desde hacía siete años más o menos, desde que ambos dejaron Grecia para no volver manteniendo contacto ocasional por teléfono únicamente.

Luego de un delicioso almuerzo en el moderno restaurante ubicado en el primer piso, revisó su reloj de pulsera notando que faltaban solo cinco minutos para la hora del encuentro así que más valía apresurarse aunque el bar elegido estuviera a unos pasos de ahí. Apenas se asomó en la entrada, sus ojos revisaron a detalle el bonito decorado estilo Art Nouveau que estaba por todo el lugar, noto que Deathmask ya ocupaba una mesa teniendo un plato servido con un Entrante frente a él. Mientras se aproximaba a su colega, se dio cuenta de lo bien vestido que iba: un traje de dos piezas gris oxford con una camisa negra medio abierta sin corbata.

—Pensé que tardarías más en llegar —Afrodita lo observo dibujando una amplia sonrisa mientras este también lo miraba complacido—. Hace tanto que no nos veíamos, amigo.

—Lo mismo digo —Deathmask se puso de pie dejando sus alimentos a un lado para estrechar con fuerza al recién llegado— ¡Ha pasado mucho tiempo! Creí que cancelarías nuestra reunión de último minuto, otra vez.

—Lamento mucho haberte cancelado las veces anteriores, la ubicación de tu hogar es un tanto complicada. Milán era más conveniente para vernos.

—Excusas, excusas —respondió socarrón—. No importa, ya estás aqui.

Su mesa estaba en una esquina cerrada al final del piso, justo al lado de una ventana de herrería garigoleada y compleja. Afrodita le había pedido que considerara ocupar un sitio en la terraza, sin embargo su amigo se opuso por alguna cuestion que prefería responder en persona.

—Lamento no haber elegido la mesa que querías —comenzó a decir leyendo el pensamiento del joven de cabellos celeste—. Esta es la que tiene la ubicación más adecuada.

—¿Estás trabajando ahora mismo? —inquirió Afrodita algo consternado.

—No, es la costumbre aunque, justo ayer concluí un asunto pendiente en esta ciudad —respondió sin dar más importancia.

—Pensé que invitarías a Shura a esta reunión, hablé con él hace poco y está interesado en verte de nuevo. Me comentó que se encontraron hace no mucho —comenzó a decir ya más calmado.

—Así es. Lo vi en una ciudad cercana a la frontera con Francia. Él estaba de visita en San Remo para mi buena fortuna, lo que hice fue programar una actividad ahí y con eso bastó para vernos en un restaurante. Aprovecharnos para ponernos al día sobre varias cosas.

—¿Le mencionaste la clase de trabajos que realizas? —preguntó con morbo apenas el mesero sirvió una copa de vino a ambos retirándose de ahí.

—No... —Deathmask observó su copa con semblante pensativo— Consideré hacerlo, pero al final no pude. De nuestros amigos, eres el único que sabe que tipo de trabajos llevo a cabo. Eres el único en quien confió a ese nivel, Shura es demasiado "buena gente" así que solo hice un breve comentario de que llevo a cabo actividades de campo que me llevan de una ciudad a otra.

—Ya veo —dijo tomándose un momento para analizar sus palabras—, tienes razón en que, a veces, es demasiado estricto, aunque he de decirte que también creo que tu trabajo es extremo y... riesgoso.

—Lo sé, lo has mencionado en varias ocasiones, sin embargo no me arrepiento del camino que elegí. Me apasionan las investigaciones exhaustivas que realizó sobre los objetivos que me piden silenciar, planear estrategias para que todo se cumpla de acuerdo al plan y, al mismo tiempo, mantener un perfil bajo que jamás llame la atención. Increíblemente, esas actividades me llenan de vitalidad.

—Eso lo veo claramente —Afrodita lo observó de arriba abajo analizando su atuendo.

Aún lo recordaba calzando sus botas de cargo, sus vaqueros rotos y sus camisas color negro sin mangas, a veces gustaba usar chaquetas de cuero pareciendo un miembro más de alguna banda punk o algo por el estilo. Afrodita siempre le sugirió que podía vestir mejor siendo ignorado en la mayoría de las ocasiones. En cambio, tantos años después, el hombre frente a él era otro distinto pues, su atuendo se veía costoso ya que iba perfectamente ataviado y perfumado.

—Jamás imaginé que te vería usando un traje y camisa decentes.

—Todo cambia amigo —respondió Deathmask recibiendo el halago encantado—, los cambios deben encajar con el perfil que llevó a los ojos de todos. A lo largo de estos años me he dado cuenta de que es más fácil para mi tener acceso a la información más personal e íntima, incluso, de mis objetivos si me veo como una persona accesible y ordinaria.

—¿De verdad?

—Si, "para ser, hay que parecer". Eso me facilita el trabajo en muchos sentidos ya que las personas me perciben como alguien ordinario lo que me da facilidades para hacerme con lo que necesite —al decir esto una sonrisa irónica se dibujó en sus labios.

Afrodita conocía bien esa sonrisa, indicador que su amigo estaba diciendo la verdad, era honesto con él. No era la primera vez que le mencionaba todo eso pues, en las pocas ocasiones en las que había podido charlar con él por teléfono, había hecho mención al tema de las "apariencias" o, de las máscaras, como alguna vez lo llego a llamar.

—Asi pasas desapercibido fácilmente, por lo visto.

—Así es, y lo he perfeccionado a tal grado que, hace unos años, mi jefe me dio el sobrenombre de "Máscara de muerte" ya que aparento muy bien cuando estoy afuera. En especial, cuando estoy en campo a la caza de alguna víctima. Incluso me ha mencionado que cuando porto un arma, me veo totalmente distinto, que le inspiro miedo. Me encanta cuando me halaga, eso me garantiza un gran bono cuando concluyó con el encargo en turno.

—¿Ellos te ven llegar antes de que suceda? —susurró Afrodita observándolo fijamente— Tus objetivos.

—No, todo lo realizo desde la distancia y me retiro de ahí. Te comparto estas cosas ya que confío en ti. A Shura no podría decirle todo esto, me causaría pena que se distanciara de mi o me denunciara. Además, él es un hombre de familia y yo estoy muy lejos de eso.

—No lo creo capaz de delatarte, aunque lo creo capaz de distanciarse. ¿Te comentó que está viviendo con alguien? —preguntó Afrodita tratando de cambiar el giro de la incómoda conversación.

—Oh si, con una chica alemana, o qué sé yo, que conoció en Grecia —Deathmask no le daba mucha importancia a ese tipo de noticias, no obstante tomaba del comportamiento de su amigo ciertas cualidades que añadía a su perfil, a su máscara de muerte, suavizando un poco su personalidad cuando estaba fuera de casa—¿Y tu, amigo, también sales con alguien? —regreso su atención a la copa delante de él observando a Afrodita de soslayo.

—No por ahora, salía con alguien hasta hace un par de meses, pero no congeniamos al final del día y ambos decidimos ponerle fin. No he conocido a otra persona desde entonces y creo que, por ahora, estoy bien así —Afrodita estaba satisfecho con esa decisión ya que la joven con quien salía era muy diferente a él— ¿Alguna vez incluirás un poco de compañía en tu "perfil" de miembro funcional de sociedad? —inquirió irónico mientras su colega lanzaba una risita honesta tras escucharlo formular esa pregunta.

Una risita que solo compartía con sus dos amigos más allegados.

—Voy a ser honesto amigo, no creo encontrar a nadie que se ajuste a mis exigencias. Muchas veces debo llevarme expedientes a casa, información confidencial; si hay alguien bajo el mismo techo, corro el riesgo de que pueda ver esos documentos y...

—Y formule preguntas molestas o algo peor —Afrodita sabía que su amigo detestaba los cuestionamientos y las contradicciones—. Siendo así podrías buscarte a alguien especial a quien no tengas que llevar a casa ahora que haces gala de una personalidad encantadora, imagino que no pasas desapercibido para tus vecinas y otras personas.

—Tienes razón en eso, a veces me abordan en el supermercado o en lugares como este. Pero no encuentro interesantes a esas personas así que solo son charlas breves mientras estoy en el lugar en cuestión. Luego de eso, me despido cordialmente agradeciendo la "amena" charla.

—Vaya, si que eres exigente y difícil.

—No son exigencias —respondió serio aunque ligeramente turbado—. Es difícil... Incluso he conocido a alguna que otra que ha querido "deslumbrarme" con profundos conocimientos sobre filosofía, política y otros temas, pero tampoco me atrapan con eso.

Mientras enumeraba todos esos pretextos evitando decir algo tan simple como "no quiero relaciones por ahora, así estoy bien", Afrodita recordó sonriente los días en los que su amigo solía visitar la biblioteca de la ciudad casi a escondidas.

Ellos tenían un grupo de colegas más o menos amplio cuando vivían en Atenas, la gran mayoría tenían al hombre, ahora conocido como Máscara de muerte, como un joven pretencioso y bocón, además de poco versado en muchas cosas. Se sabía que no gustaba de leer novelas ni mirar películas ni nada por el estilo, no obstante podía sumergirse por horas en las páginas de un libro de Historia Mundial o alguno sobre Ciencias Políticas; pocos sabían que era un lector empedernido de esos temas, de igual forma, solo Afrodita y Shura sabían cuan amplio era su conocimiento en filosofía y geografía, pues el estudio lo había llevado a toparse con esos dos tópicos entre otros ahondando en ellos lo más que podía cuando el tiempo y las actividades del día lo permitían.

Afrodita jamás lo había subestimado, su amigo siempre le pareció un hombre sumamente inteligente, más que el promedio. Dotado de una memoria prodigiosa y una elevada capacidad intelectual sumada a una incansable sed de conocimientos en las materias que le interesaban, lo volvían un sujeto de cuidado para cualquiera que se volviera su enemigo.

Desde esos días ya llevaba puesta una pequeña máscara proyectando hacia afuera una actitud despreocupada aunque pretenciosa, no ocultaba su tendencia a enaltecerse a la menor provocación y a mostrar desprecio abiertamente por cierto tipo de personas. Era evidente que, si alguna vez llegase a considerar buscar alguna compañera a largo plazo, lo haría más por requisito o exigencias externas, que por el interés genuino de tener a alguien a su lado.

—Básicamente me estás diciendo que, como ninguna de esas chicas cumple con tus requisitos, es digna de ti —terminó Afrodita divertido lanzando una sonrisa irónica.

—Claro que no amigo. Siendo honestos, no es algo que me importe ni me interese. Me conoces bien y sabes que me inclino por la compañía casual ya que, causa menos dolores de cabeza y cuestionan menos. No soy partidario de las relaciones románticas de ningún tipo y menos a largo plazo —Máscara de muerte no lo ocultó, jamás ocultaba cosas como esa a su colega cercano.

—Lo sé, solo hice la pregunta esperando que hubieses cambiado de opinión. Pero veo que siempre estarás muy a gusto en medio de tu soledad.

—Es correcto, asi puedo ser yo mismo sin ocultarme, ya bastante tengo que aparentar como para hacerlo a puertas cerradas. Prefiero invertir mi tiempo en otras actividades más útiles —sin decir más, continuó bebiendo su vino con calma. Afrodita lo observo sin juzgarlo, pues entendía sus razones para hacer tal elección.

Desde que eran jóvenes él siempre se mostraba inaccesible con las chicas que se acercaban con intenciones varias alegando ser inconquistable o exigente, la realidad era que Máscara de muerte nunca había mostrado interés por esa clase de afectos. Le era difícil usar alguna tapadera ya que su personalidad era más bien distante y arisca en ese sentido complicándose aún más debido a la profesión que ahora ejercía: el ser "asesino a sueldo" era una labor que requería mucha discreción o como bien lo había mencionado, un perfil bajo que encajara a la perfección en sociedad evitando levantar sospechas entre sus allegados.

En ese momento, el joven de cabellos celestes, se percató de la clase de persona en la que se había convertido su colega en esos años sin verse. Con el paso del tiempo y las circunstancias, era evidente que se había vuelto un hombre metódico y extremadamente calculador. Su elección de la mesa en la que estaban sentados la había hecho en base al constante escrutinio que hacía de sus víctimas, de su entorno y la profunda desconfianza hacía todos los que le rodeaban.

Afrodita ajustó la chaqueta de su traje azul oscuro desabotonándola dejando ver su camisa blanca y su corbata del color de sus cabellos. Máscara de muerte sabía cuán vanidoso y estilizado era su amigo admirándolo por el detalle invertido en su persona, de él adoptó un ligero sentido de la moda dándole grandes resultados.

Ambos pidieron otra ronda de bebidas ya que la charla se estaba tornando muy amena. En esos momentos Máscara de muerte sintió como la mirada de su amigo lo escudriñaba de lado a lado. Afrodita tenía un sensor que se encendía cuando su amigo le ocultaba alguna información jugosa con la que podría fastidiarlo un poco

—¿Qué sucede? —preguntó el joven sintiendo la mirada perforante de su buen amigo— ¿Todo bien?

—Estás ocultando algo —respondió triunfante—. Vamos, dímelo. Sales con alguien, ¿verdad?

—Déjame en paz, claro que no —replicó molesto apartando la mirada.

—Te conozco mucho mejor de lo que crees, sé que ocultas algo. Anda dime.

—¿Y qué harás si no digo nada al respecto? —respondió turbado— ¿Me jalarás las orejas?

—Si, sabes que lo haré. No me puedes hacer lo que a esas chicas, tengo todo el derecho de confrontarte a mis anchas y fastidiarte lo que me venga en gana.

Deathmask lo observó con los ojos muy abiertos aceptando que tenía razón, de todos sus amigos solo Afrodita le decía sus verdades de frente y lo confrontaba abiertamente cuando era necesario. Shura solo lo hacía cuando su actitud llegaba demasiado lejos, el resto del tiempo solo lanzaba suspiros de desaprobación.

—Oh, está bien. Tienes razón, pero no es lo que piensas —respondió fastidiado.

—Lo sabía, cuéntamelo todo ahora mismo.

—Es una relación de "amistad con derechos" —dijo tratando de restarle importancia aunque su amigo lo observaba ejerciendo presión por todos los detalles—. La conocí en el ferry que uso siempre hará unos dos años más o menos.

—¡¿Cómo? Hace tanto y no me habías dicho!

—Si lo mencioné, te dije que había conocido a alguien en el ferry —replicó indignado.

—Bueno es que siempre conoces personas en el ferry. Además, lo mencionaste con tanta indiferencia que entendí que te habías encontrado con un colega del trabajo y nunca hablas de eso.

—Porque no va en serio. Es como otras relaciones de "amistad" que he tenido en estos años, solo es para juntarnos un rato, pasarlo bien y...

Afrodita lo perforaba con la mirada siendo claro indicador de que había más ahí y no iba a parar hasta que confesara todo, absolutamente todo.

—Disculpa, pero si mal no recuerdo esas otras "amistades" no han sido reelevantes ya que enseguida haces alarde de ello y, por lo general, no sueles recordar detalle alguno luego de hablar de eso o sus nombres, ni nada importante.

—Oh vaya, pues ¿qué más quieres saber? Esto no es diferente de esas otras —comenzó a decir tratando de no darle importancia turbandose aún más recibiendo una mirada de desaprobación— ¡Cómo eres pesado! Bien pues, le agrada la ropa linda, los vestidos muy femeninos de colores claros con estampados, el maquillaje y los zapatos bonitos. En algunos aspectos me recuerda a tí.

—Pues para ser solamente una "amistad con derechos" con quien te encuentras de "vez en vez", la conoces muy bien —indicó Afrodita con una amplia sonrisa dedicando un par de sorbos a su bebida.

—No no, solo es la costumbre, además son cosas que se aprecian a simple vista —volvió a replicar turbado y molesto.

—Si claro, y ¿qué más? —preguntó el sueco ampliamente interesado— ¿darás otro paso y la harás tu novia oficial?

—Oye, oye para la violencia —dijo sorprendido—. No es para tanto, tengo muy poco de conocerla, solo la veo a veces cuando es buen momento. Y no, no sabe a qué me dedico.

—Bien pues, conociéndote, dos años es poco tiempo para ti. Aunque el saber que tienes compañía especial, me hace pensar que estás madurando. Y dime, el día que pueda ir hasta tu hogar, ¿ella estará ahí?

—Si con eso consigo hacer que me visites, con todo gusto la invitaré.

—Estupendo, estoy ansioso por ver cómo es tu hogar, seguro ha de ser como el interior de un mausoleo.

—Escúchame tú... —comenzó a decir fastidiado.

—¿Dime que te hizo cambiar de opinión y buscarte compañía aunque sea casual pero constante?

Deathmask no estaba seguro de cómo responder a tan inesperada cuestión permaneciendo turbado unos segundos antes de continuar. Aunque era lo que era, había días en los que no podía consigo mismo teniendo pensamientos macabros y violentos. La compañía ocasional servia para distraerse de sus propios fantasmas, pero algo muy dentro lo llevaba a buscar compañía muy diferente cuando decidía que necesitaba compañía ocasional aunque fuera por un rato.

—La soledad es mala consejera, sabes —respondió en voz baja entrelazando ambas manos y apartando la mirada—. Alguien que te preste atención, de vez en cuando y te de mimos, ya sabes, es bueno para no perder la cabeza —agregó algo avergonzado.

Afrodita estaba realmente complacido por escuchar esas revelaciones pensando que quizás, esa relación no era solo de "amistad con derechos" debido al tiempo que su amigo llevaba en ella, ya que no habría aceptado caricias o mimos de ninguna persona cuya estadía fuera de solo horas en su vida. Algo le decía que esa persona con derechos quizás provenía de un ambiente diferente de Deathmask, de un ambiente saludable, pensaba, por eso le permitió acercarse.

Tal vez eso podría ser bueno para su amigo ya que podría darle paz mental en muchos sentidos o, al menos, un poco de tranquilidad a sus días.

—Si evita que hagas cualquier estupidez aún más peligrosa, entonces creo que querré conocerla. ¿Y cómo es tu trato con ella, la tratas bien?

—Cómo nos vemos poco, no debe tener queja de mi comportamiento. El ser amigos "especiales" hace que siempre esté de buen humor cuando nos encontramos, sin temas incómodos ni otros compromisos fastidiosos.

—Bien, no vas mal aunque no la dejes cruzar tus límites.

—Es mejor así.

—No seas difícil amigo, sabes que eres agradable cuando estás en confianza —indicó Afrodita condescendiente bebiendo su cocktail colorido y azucarado.

—Ella dice lo mismo —respondió en voz baja sin poder ocultar su turbación haciendo que su amigo lo mirara casi con ternura.

—Sabes, me encantan tus expresiones de incomodidad. Disculpa —Afrodita rio un poco mientras que Mascara de Muerte lo observaba molesto—. Ahora entiendo porque no dejas que nadie más se te acerque.

—Escucha, no es por eso... —su rostro estaba encendido para diversión de Afrodita.

—Oh está bien amigo, no tienes que seguir hablando de eso si no quieres. Pero me da gusto saberlo, estás mejorando poco a poco tus relaciones interpersonales.

—Deja de hablar como si fueras mi terapeuta.

—Sabes que no dejaré de hacerlo, no importa cuánto te quejes al respecto.

Solo con sus dos amigos de confianza podría ser tan abierto con esas cosas. No le mencionó a Shura el asunto de la chica del ferry ya que deseaba guardarlo para sí mismo, no así Afrodita parecía tener un radar para esa clase de temas no quedando más que hablar de eso.

—Bien, ¿que tenemos programado para mañana? —pregunto Deathmask ya más tranquilo poniéndose pie apenas pagaron los consumos de esa noche—. Saldremos a recorrer las calles, ¿no es así?

—Si claro, tenemos mucho que visitar ya que no conozco esta ciudad. Hoy vi un par de sitios interesantes a los que quiero que vayamos mañana.

—Sospecho que me harás caminar por horas.

—Que pesado eres, deja de quejarte y aprovecha compañía —replicó Afrodita mientras ambos iban por los pasillos del hotel rumbo a la salida para buscar donde divertirse por un buen rato.

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Deathmask volvió a su habitación del hotel antes de las once de la noche, como él y Afrodita quedaron en verse al día siguiente para andar sin parar por las calles de la ciudad, decidieron ir a la cama a buena hora.

El joven se sacó la chaqueta colocándola sobre el respaldo de la silla frente a la mesa encendiendo el televisor por un momento mientras se preparaba. Cambio los canales uno tras otro recostado en la cama buscando en que distraerse por un rato, fue así que un canal internacional en ingles transmitía un programa dedicado a diversos "Crímenes sin resolver", el joven sintió curiosidad por saber que clase de casos no resueltos elegían ese tipo de shows televisivos. A veces gustaba de ver programas sobre análisis de crímenes pues contenían información que creía podría serle útil.

El presentador habló de casos que Deathmask había estudiado en su momento, no pareciendo que el show aportara gran cosa a la información que había dado vueltas por los diarios una y otra vez en su momento respecto a todo eso. Lanzó un largo bostezo buscando como cambiar el canal frente a él, sin embargo el presentador dijo que tocaría hablar sobre un caso que ocurrió en una isla del mediterraneo llevando ya siete años sin resolver atrapando la atención del cansado espectador quien, dejó su posición por un momento acercándose a la orilla de la cama.

—Estudiaremos un caso perturbante ocurrido en la pintoresca isla de Sicilia —comenzó a decir formal el presentador televisivo—. La ciudad de Palermo despertó con la noticia de un hecho escalofriante perpetrado la noche anterior en uno de sus más afamados restaurantes.

—Afamado, sí claro... —se dijo Deathmask en tono burlón.

—La mañana del... del año...  Agentes policiales acudieron al llamado de emergencia de una empleada del local a quien llamaremos Patricia. La joven mesera llegó a su lugar de trabajo, como cada tarde, notando que varios automóviles estaban estacionados frente a la entrada sin poder anticipar el macabro espectáculo que le esperaría cruzando la puerta.

Máscara de Muerte observaba extasiado la descripción de aquello que sucedió en Parlemo tiempo atrás, jamás se imaginó que la muerte de ambos mafiosos apareciera en un capítulo de "Crímenes sin resolver" y menos que hubiese causado tanto revuelo en los siguientes días. El show televisivo no mostró la escena real de lo ocurrido sino una dramatización mal realizada así como las fotografías reales del caso completamente censuradas.

—Los oficiales de policía así como forenses estudiaron la escena durante varias horas —indicó el investigador invitado al programa—. No se encontraron huellas digitales ni otras evidencias útiles pues, los dos hombres tenían guardias armados que fueron noqueados durante el transcurso de la noche por presuntos atacantes que usaron guantes sin dejar rastro. Suponíamos que podría tratarse de un robo, sin embargo no se veía que hubiera faltantes en la casa de la víctima, no había puertas forzadas, solo unas cuantas marcas de sangre en la biblioteca de la residencia que coincidían con las de las dos víctimas.

—Nadie robó en la casa de ese hombre... —se dijo Deathmask complacido porque la policía se estuviese esforzando demasiado por remarcar la falta de evidencias.

El programa continuo analizando la escasa información sin encontrar nada útil.

—Las cámaras de seguridad se apagan durante las noches ya que nunca se han reportado sucesos extraños a deshoras. Cabe aclarar que las autoridades creen que se trató de un ajuste de cuentas entre bandas ya que varios miembros del grupo criminal se encontraron en una de las bodegas heridos aunque con vida. Ninguno pudo dar una descripción exacta del o los atacantes.

El espectador no podía quitar la mirada de las imágenes riendo satisfecho. Ya que bien sabía por qué ese crimen estaba en calidad de "no resuelto".

—Las autoridades de Palermo llamaron al asesino "el demonio del puerto" debido a la brutalidad con la que aniquiló a los dos mafiosos más importantes de la ciudad. Librando a Palermo de uno de los grupos organizados más peligrosos de los últimos veinte años —concluyó pasando a otro caso sin resolver.

Al finalizar la transmisión, Máscara de muerte se levantó dirigiéndose a la ventana sintiéndose más orgulloso que nunca.

Al concluir con aquella venganza, se dirigió a las costas de Túnez por unos días esperando que todo se calmara. Estando de paso por una bonita ciudad con playa, fue interceptado por varios matones de un bando mafioso desconocido, aparentemente, ubicados en la ciudad vecina de Palermo. Deathmask pensó que esos serían sus últimos momentos, sin embargo las cosas dieron un giro cuando fue llevado ante el jefe principal de ese grupo.

Sorprendentemente la cita fue en una bonita oficina que estos tenían hasta la ciudad de Catania ubicada en una calle comercial tal y como otras empresas las tenían. El decorado moderno, una recepcionista atenta a los protocolos y algunos empleados que iban y venian dejaron a Deathmask estupefacto pues aquello no era lo que esperaba. El creía que sería llevado a alguna bodega sucia y abandonada donde lo interrogarían a golpes, pero nada como eso.

Minutos más tarde, luego de esperar en la cómoda butaca de una bonita sala donde le ofrecieron café y galletas, le indicaron que podía pasar a la oficina principal.

—Te libraste con mucho arte de los molestos Bernardo y Antonio. Nos tenían bloqueado el acceso a Palermo desde hace varios años —el joven observó sin entender como habían dado con el.

—Eso no significa nada, pudo haber sido cualquiera —respondió sin más.

—No Estimado, somos muy observadores. El conductor de un autobús que trabaja para nosotros te vio encarar a los dos al lado del malecón. Solo había alguien como tu en esa zona...

—No me queda muy claro, pero está bien, si tú lo dices.

—Mi gente opera discretamente en el hotel en el que te hospedaste, la hora en la que tú y tu acompañante llegaron la noche en que ambos murieron coincidía. Eras tu sin duda.

—Bien, pues vas a matarme, ¿cierto?

—No, no operamos de esa forma —le respondio calmadamente el elegante hombre de mediana edad que tenía frente a él—. Te quiero proponer algo mejor, únete a mi bando. Hombres como tú son lo que estoy buscando, sujetos sedientos de violencia, además estás dotado de una interesante fuerza física y buena capacidad estratégica. No le tienes miedo ni siquiera al mismo diablo. No elijo a cualquiera. Piénsalo.

—¿Esto es real? No puedo ir por las calles de cualquier ciudad en la isla ya que estarán buscándome por lo que sucedió. Además, este lugar no parece esa clase de "negocio".

—"Para ser, hay que parecer". Estimado muchacho, somos una organización más fuerte de lo que ellos eran, no somos un grupo de niños jugando a ser mafiosos, no. Trabajamos en todo el país. Somos muy discretos, más de lo que puedes ver aquí. Lo que sucedió en Palermo se quedará como "no resuelto", tienes mi palabra si decides unirte a mi. Caso contrario, puedes vagar por el mundo temeroso de tu destino y sin noches de descanso ya que, la gente para la que operaba Bernardo te buscarán día y noche.

—Así que tienes ese poder —respondio Deathmask con los ojos muy abiertos costandole asimilar todo lo que acababa de escuchar.

—Eso y más. No es alarde, tenemos más poder de lo que puedas imaginar.

No se lo pensó mucho, aceptó un par de días después teniendo acceso a los beneficios de las leyes italianas de trabajo y más. Podía solicitar un vehículo si así lo deseaba, armamento moderno sin fin recibiendo grandes bonos monetarios por ejecutar limpiamente una instrucción en menos de cinco minutos y más.

La vida empezaba a sonreírle de alguna forma, sin duda.

El mismo grupo al que pertenecía se encargó de callar a las autoridades de Palermo, por eso ese caso permanecía sin resolver y así se quedaría por tiempo indefinido. Toda la evidencia fue destruida y los sobrevivientes, silenciados. Deathmask permaneció un momento más delante de la amplia ventana sonriendo satisfecho por cómo se habían dado las cosas los últimos siete años.

—Nunca pensé gozar de fama —se decía malicioso y radiante delante del reflejo en la ventana—. No soy Fausto tampoco Máscara de muerte. Soy el demonio del puerto.

.

"They keep calling me..." – Joy Division.

.

FIN

*Notas: Pobre Masky, me apiadé de él al final y no lo dejé como un ser solitario jaja aunque, no quise ahondar más en eso ya que solo era para quitar la tensión y sacarles una sonrisa. Espero haberlo conseguido. Gracias por leer y ya nos veremos en la siguiente historia. :)

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