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Agosto se fue y septiembre se abrió paso aplacando el calor sofocante del verano con sus frescas brisas. Sin embargo lo que ponía tan ansioso a los estudiantes no era el intenso y cálido cambio de color de las hojas de los árboles ni el que fuera la mejor temporada para contemplar la esplendorosa luna; el regreso a clases ocupaba sus mente. Esto sucedía especialmente en los jóvenes de la U.A., quienes abandonarían sus hogares para terminar de instalarse en los nuevos dormitorios.

No dijo adiós, no miró hacia atrás, sólo tomó su último bulto y abandonó la habitación en la que había habitado desde los 10 años sabiendo que no la extrañaría. Sin importar que fuera más espaciosa o que ya se hubiera acostumbrado a ella, no tenía ningún apego. Ni a la habitación, ni a la mansión, ni a la servidumbre.

El mes de agosto había sido un escándalo y Hanamoto Ikiru, contrario a las recomendaciones que le habían hecho, no había hecho más que mantenerse en el foco de atención de distintas formas explotando su reconocimiento tanto como pudo. Al final aliarse con Chior, aquél conocido de su tutora que se enamoró de su físico, y protagonizar unas cuantas revistas no le vino mal.

Ahora dejaría de lado aquél tipo de atención para concentrarse en algo más "altruista".

Durante el transcurso al internado U.A. consideró lo que sí le haría falta algo; la comida preparada expresamente para ella y el silencio. Realmente tenía la creencia de que sus días serían todavía más ruidosos, en especial porque estaría rodeada de sus compañeros.

Compañeros a los que había estado ignorando desde el incidente demostrando por reflejo su nula responsabilidad afectiva.

Pensó en que lo mejor y no era muy tarde para contestar esos «¿Estás bien?» de hacía semanas. Sí, o, quizá no. A lo mejor no era la mejor idea, prefirió inventarse una excusa además de "no haber tenido a mano el celular". A lo mejor podía escudarse detrás de estar haciendo un berrinche infantil.

Porque, a pesar de todo, todavía tenía que mantener en pie su show de perfección. Tenía que hacerlo hasta que su tutora decidiera que era la hora adecuada para bajar el telón. Se preguntó mentalmente si el oscuro futuro se asomaría entonces o ya lo estaba haciendo.

A pesar de haber llegado temprano apenas llegar visualizó a muchos estudiantes, más de los que habrían en otros días, después de todo no sólo se trataba del primer día de clases sino también de una mudanza.

—¡Hanamoto!

La mencionada reconoció la voz de Kirishima, quien usualmente llegaba más tarde pero aparentemente el cambio le había afectado, así que volteó sonriendo y esperando verlo sonreír. Kirishima no corrió mucho para alcanzarla, pero aún así aquél resistente muchacho se notó cansado.

—Buenos días, Kirishima, ¿cómo estás? —Saludó en busca de plática mientras adecuaba su paso con el son contrario para ir a la par.

Él sonrió con menos ganas de las normales. No respondió sino que la examinó con la mirada  buscando alguna herida para culparse. Hanamoto fingió, de manera exagerada, avergonzarse por su atenta mirada, pero no necesitó preguntar para saber la razón de su falta de ánimo.

—Tú... ¿estás bien, Hanamoto?

—Sí, muy bien. ¿Por qué pregunta? —Contestó con seguridad, no había ningún malestar físico que le molestara.

Su rápida y confiada respuesta lo intimidó.

—Bueno, tú sabes... Yo creí que estabas molestada —confesó. Estando bajo la traspasante mirada de la fémina se rascó la mejilla con nerviosismo—. Nosotros lo creímos. Bueno, intentamos contactarnos contigo pero no respondías los mensajes y con lo sucedido... Por supuesto, es seguro que pasaste una dura situación mientras nosotros estábamos siendo protegidos y luego estuvo lo del secuestro. Corrió el rumor de que habías quedado inconsciente también, pero...

Como si lo estuviera pausando Hanamoto colocó una mano frente a Kirishima. Él paró de hablar, o más bien de enredarse, al buscarle una excusa le estaba facilitando su trabajo, pero decidió detener su agobio.

—Nada de eso. No estoy molesta, Kirishima, no tengo razones para estarlo —aseguró para alivianar la carga del pelirrojo—. Estuve acupada y mi celular estuvo perdido, es la razón por la cual no contestaba. Me disculpo por causarles molestias.

—¿Molestias? ¡No, nada de eso! Tú no eres quien debes dusculparte —negó rotundamente—. Yo, nosotros... en realidad queríamos disculparnos el mismo día del "incidente", pero no te encontramos, claro.

Fácilmente un signo de interrogación pudo haber aparecido sobre la cabeza de Hanamoto.

—¿Disculparse por qué?

Kirishima le miró de reojo, apenado por la razón y confundido por esa reacción.

—Por ser insuficientes como héroes al no poder salvarlos a ambos, al no poder crear otro plan ¡y no ser lo suficientes valientes como para volver! —respondió arrugando su rostro recordando la impotencia del momento— Nosotros también queríamos rescatarte, realmente lo siento...

Se alegraba de ver a su compañera sana y salva con la misma actitud de siempre, pero todavía lo atormentaba el hecho de poder haber hecho más y no hacerlo. En ese momento tuvo una riña más con los otros compañeros que habían decidido ir, riña en la que Bakugō no participó, por el marcado riesgo que significaría para ellos volver. Entre el riesgo que significaba volver a exponerse cuando apenas lo habían logrado y el riesgo que enfrentaba Hanamoto estando sola, se propuso una dura decisión.

El plan era salvar a ambos, lo era realmente, pero no salió como esperaban y no estaban conformes sino que se sintieron culpables. Mas esa culpa no los hizo volver, el peligro era enorme. En ese momento acordaron el confiar en All Might y en su compañera, pero sólo lo hizo de boca.

Kirishima estaba al tanto de la fuerza de su compañera, pero su complejo de caballero blanco no aceptaría sus obras de "poca hombría".

Ellos creían que Hanamoto se había quedado para cubrirles la espalda, lo que era una verdad a medias, y que, al no volver por ella, la habían abandonado. Fue un poco ventajoso para ella, pues no tenía que inventar una excusa, pero Hanamoto supo entonces que tendría que pasar con sus otros compañeros por esa misma situación de culpa y disculpas al menos unas 4 veces más ese día. Por lo menos estaba preparada pues ya lo había supuesto.

—No permita que esa falsa sensación lo ahogue, no fue culpa de ustedes para nada —aseguró. Viendo que Kirishima atentaba con llevarle la contraria le dio un ligero puño en el pecho, acción que había visto hacer a los chicos como gesto amistoso—. Estoy agradecida por su intento de salvarme, lo aprecio, y también aprecio que confíen en mi poder. Debería saber que el ser salvada desinflaría mi orgullo —dijo haciendo un egocéntrico movimiento de cabellera—. Vamos, Kirishima, no se guarde rencor a sí mismo cuando la persona en cuestión ni siquiera lo hace.

Dicho esto le guiñó el ojo dejándolo embobado el suficiente tiempo para adelantarse. Convencerlo o no, le daba igual, pero quería hacerle saber, sin divulgar mucho, que realmente no había sido su culpa.

No planeaba quedarse escuchando disculpas y tratando de reconfortarlo por toda la eternidad, no era su obligación.

—Oh, ¡espera! —Kirishima no tardó en adelantarse—. Entiendo lo que quieres decir, y sé que si insisto con los mismo te cansarás.

—Qué listo.

—Pero es sólo que...

—Quiere recompersarmelo de alguna forma porque lo dicta su código de honor varonil, o algún complejo parecido. —Notó como Kirishima no supo si asentir o no, pero de tener razón la tenía—. Ya sé. No necesito compensación, pero perfectamente podría invitarme a comer algo, ¿le parece? Y no me malinterprete, no lo sugiero por ser glotona ni coqueta.

Kirishima sonrió inconscientemente, por más que Hanamoto luciera como si lo hubiera pensado mucho siempre tenía lo mismo en la punta de la lengua.

—Del tipo "barriga llena corazón contento", ¿uh? —Bromeó.

—No suena lindo, no obstante tampoco está lejos de la realidad —admitió—. Por cierto, reconozco el valor de ustedes —dijo queriendo desviar el tema de su estómago—. Quiero decir, enfrentar a Aizawa para ir a salvarnos fue...

Kirishima se contrajo y su actuar lo delató incluso antes que sus palabras.

—Nosotros no...

«La lista de problemáticos se multiplica.» pensó a sabiendas de que ella no había sido exenta de su castigo. No lo lamentaba por ellos, peor sería estar sola. Contrario a ellos ella sólo había faltado a su palabra, pero al menos no mantuvo sus acciones ocultas a los ojos del maestro, fue por algo ajeno a su voluntad y no por decisión propia, o al menos eso diría para salir impune.

—Oh, entonces es peor; no han salido de sus problemas. Mal por ustedes —comentó sin mencionar que ella misma estaba enliada en uno.

Sería imposible adivinar si lo estaba cuando sonreía tan alegremente.

Los dormitorios, "Heights alliance", habían sido construidos hacía 3 días y se encontraban dentro del campo de U.A. a unos 5 minutos a pie del edificio de la escuela.

Pronto todos los estudiantes de la clase A se reunieron delante del edificio al que tenían que acostumbrarse. El encontrarse con ellos supuso para Hanamoto el tener que recibir la comprensión de algunos y otros que exaltaban su capacidad con admiración. Recibió decenas de disculpas por parte de una apenada Yaoyorozu, quien accedió a comprarle postres de los más caros incluso antes de que se lo propusieran. Todoroki ni siquiera tuvo la oportunidad de hablar cuando Hanamoto le aseguró que no era necesario, pues ella ya sabía lo complicado que sería para él expresarse. Por su parte Iida se extendió en un cansado pero solemne sermón que sólo pudo detener Aizawa para darles la bienvenida al nuevo estilo de vida que tendrían y agradecer que estuvieran sanos y salvos.

Bakugō ni la miró, ni siquiera cuando lo saludó. Muy por el contrario Midoriya no le quitaba la mirada de encima, a lo mejor y no se acercaba porque no veía el momento indicado o porque no quería interrumpir, pero estaba segura que en algún momento se acercaría así que fingió no darse cuenta de la aflicción que transmitía aquella mirada esmeralda.

Aquellos grandes ojos se alejaron de su persona cuando captó su nombre desfilando junto con el de Todoroki, Iida, Kirishima y Yaoyorozu. Los 5 supieron de que se trataba de inmediato, el profesor no tuvo que mencionar "aquél lugar", "aquella noche" ni lo sucedido.

Todos entendieron la gravedad de  la acción, de actuar sin permiso y recurrir al rescate. Ese conocimiento sólo se acentuó cuando aseguró que de no haber sido por el repentino retiro de All Might todos ellos, exceptuando a las heridas Hagakure y Jirō y los dos secuestrados, habrían sido expulsados como castigo pues, aunque no hubieran ido, los otros 12 eran consciente de y no intentaron detenerlos.

No importó la razón, no serían alabados por actuar como héroes cuando habían traicionado la confianza de los profesionales. La forma de restaurar la confianza sería actuar acuerdo a lo establecido o al menos consultar de antemano.

Antes de que Hanamoto considerara el estar a salvo una ruda mirada acusadora de parte de Aizawa la atrapó haciéndole saber que su humillación por lo menos no sería en público. Esperaba sólo recibir una reprimenda, sin duda la manejaría mejor que sus compañeros quienes estaban cabizbajos y, sorpresivamente, callados. Lo estaban pues sabían lo imprudente que habían sido sus actos, el hecho de que la impulsividad podría acarrearles aún más problemas, pero no midieron las consecuencias que les traería esto. Eso sí, el grupo de 5 o no sentía arrepentimiento o era muy poco.

Hanamoto desatendió el desanimado ambiente, no quería mantener su acostumbrada sonrisa pues la entenderían como una burla, mas no podía hacer mucho pues sus sonrisas nunca habían sido cautelosas sino todo lo contrario. Tenían que sonreír y seguir al maestro, pero la única que sonreía era ella.

Tan fuera de lugar como siempre.

—... Hanamoto.

Teniendo una vista altiva la mencionada tuvo que bajar ligeramente la mirada para encontrarse con el pecoso rostro, pero realmente con sólo escuchar aquella dudosa y preocupada voz supo de quién se trataba.

Midoriya había tardado en acercarse, pero vio en el hecho de que Kaminari y Sero se hubieran alejado como una oportunidad para por fin hacerlo. «El último de la lista».

Por su parte el rostro del muchacho le recordó a las palabras de su tutora, mas, ni siquiera ese pensamiento desafió su expresión. Aunque las disculpas que había pedido en soledad no serían capaces de expiar sus pecados tampoco serviría de mucho obligarse a cambiar su comportamiento hacia la, todavía no víctima, persona de Midoriya.

Inconscientemente el haber tenido sus ojos clavados en él lo intimidó haciéndolo temer lo peor.

—Buenos días, Midoriya —saludó con calma—. Es curioso, recuerdo que la última vez que nos vimos irradiaba determinación. ¿Hoy no la necesita?

Al captar su relajo y tono bromista Midoriya se aligeró un poco permitiéndose sonreír. Hanamoto no guardaba rencor.

—No es que no la necesite —murmuró jugando con sus manos—. Hablando sobre el recuerdo de la última vez que nos vimos... Yo creo que...

Como de costumbre al hablar con ella Midoriya humillaba su mirada, así que cuando se percató de que estaba en su campo de visión ella rodó sus ojos con la clara intención de ser vista.

—Pequeño héroe, no quiero ser grosera, sin embargo el día de hoy he oído, con cambios de palabras y distintas formas, básicamente las mismas disculpas a las cuales, con confianza y sin afán ofensivo, he llamado innecesarias —dijo sin dejarlo comenzar—. Honestamente, ya son como formalidades. Dejenme las formalidades a mí, son parte de mi distinción. Todo de lo que se crean culpable es falso, erróneo y, para la intérprete del papel de la supuesta víctima, irrevelante. Estoy viva... Y me disculpo por fallar.

En resumidas cuentas; su buzón estaba repleto (de forma casi literal para su celular), no podrían entrar más disculpas en él así que las rechazaba antes de que llegaran. Un método bruscamente (según ella) necesario contra una perdida de tiempo, quien debía disculparse era ella.

—¡No tienes porqué...! ¡Yo soy quien lo sien...!

—Perdón. —Midoriya tomó sus disculpas recordando lo que asentaron durante el incidente, lo de encontrarse en las instalaciones, pero Hanamoto ni se acordaba de ello—. Y si usted se disculpa sólo una vez yo me disculparé diez veces más. Veamos quién se irrita primero.

Midoriya parpadeó un par de veces tratando de compreder sólo para al final sonreír con más libertad, y estaba seguro que algo parecido había sucedido con los otros, como si de sus hombros se hubiera quitado una pesada carga.

No sabía si su compañera sólo estaba siendo amable o verdaderamente le restaba importancia, pero, aunque no había tenido la oportunidad para expresarse, sus disculpas no habían sido bien recibidas sino rechazadas de una forma extraña, pues ese rechazo no significaba nada malo.

Atentó con hablar de nuevo pero ella lo interrumpió, se disculpó y rió. Sabiendo que no le dejaría hablar rebuscó en su mochila como si hubiera recordado algo de repente.

—Yo... lo entiendo, y me alegro de que estés bien —dijo sacando una bolsa con dulces y, dubitativo, como si no quisiera dársela, se la extendió—. N-no es la gran cosa, y no pretendo comprarte, uhm, bueno... Sólo que...

Sus intenciones fueron claras.

—Gracias —volvió a interrumpirlo, mirándolo casi con cariño—. Supongo que mi fama de glotona se ha extendido de más, pero... —Tomó las manos de Midoriya, cubiertas de heridas, atrapándolas con las suyas— Gracias. —Y le dedicó una afable sonrisa.

No era lindo que fuera conocida por ser glotona, ni que la intentara de conocer en sí, eso era algo de lo que debía preocuparse.

Mientras el color rojo se apoderaba del rostro pecoso cubriéndolo a más no poder Hanamoto volvió a pensar en lo «buenos niños» que eran sus compañero, en lo diferentes que eran de ella.

El pesado ambiente cambió a uno de risas cuando Kaminari, idiotizado como solía estarlo cuando se excedía en el uso de su peculiaridad, comenzó a soltar incoherencias de la nada. Se animó todavía más cuando Kirishima propuso el hacer una parrillada para todos con el dinero que le dio Bakugō (la mayoría ignoró el porqué de ese pago). Todos olvidaron, o aceptaron, la reprimenda que les habían dado.

Hanamoto no hizo más que esperar la suya.

Aizawa les dio un recorrido por el edificio, el cual algunos compararon con una mansión lujosa, y explicó cómo se dividiría; el ala izquierda del edificio para los chicos y la ala derecha para las chicas. El comedor, los baños y la lavandería se encontraban en la planta baja, haciéndola un área común. La distribución de las habitaciones fue explicada mediante un mapa, el equipaje que había sido enviado con anticipación por los alumnos se encontraban en sus respectivos cuartos y decidieron darles el día con la intención de que pudieran aprovechar para instalarse siendo que al día siguiente se les explicaría el funcionamiento de las cosas.

Desde luego las circunstancias que los habían llevado a vivir juntos no fueron nada agradables, pero aún así a muchos les parecía emocionante la oportunidad de compartir una vida en común.

La habitación de Hanamoto, en el ala derecha del edificio entre la habitación de Uraraka y Mina, estaba inundada de cajas. Muchas cajas. Por adelantado había pedido las medidas, así que no tenía una impresión ni negativa ni positiva del lugar, lo único que podía destacar era que, en comparación a la de la casa Hanamoto, era pequeña. Mas el tamaño era lo de menos pues podía arreglárselas en cualquier cuarto, no sabía si sus cosas también podrían arreglárselas de igual manera.

Tal y como sucedía con su habitación, y con la casa, no tenía ningún apego hacia sus posesiones materiales, así que el tenerlas o no poco le importaba. Pero tampoco podía sólo deshacerse de las cosas que alguien más le había dado. Por infortunio su tutora era una maniática del orden, y como ella también imitaba sus manías sabía que tendría que arreglar la habitación correctamente sí o sí. Por fortuna su peculiaridad la ayudaba incluso en esos casos.

Le costó decidirse si primero debía reemplazar el piso de madera por uno de loza (ya que había traído los mosaicos) o el reemplazar la puerta para no confundir habitaciones. No obstante una vez eligió, mediante un falso azar, no paró hasta terminar.

Para aquellos que pusieron casi todas sus energías en desempacar, organizar y ordenar, el sol pareció ocultarse en un abrir y cerrar de ojos.

Al terminar de colocar los libros y premios en el estante, Hanamoto aplastó las cajas y las acomodó en un lugar específico para luego tirarlas, o reciclarlas, lo que le resultara conveniente. Estaba satisfecha con su obra y lo demostró tirándose a la cama.

La decoración era carente de colores vívidos enfatizando el negro y blanco, pero lo importante era el hecho de que todo se veía perfectamente arreglado. Incluso el cuadro de pintura que colgaba en la pared estaba en un sitio que le hacía destacar, y los premios en el estantes relucían de igual manera. En cuanto a colores y ese tipo de cosas era insípida, sin embargo, había tomado en cuenta el tamaño de las cosas y la habitación para que no luciera muy vacía ni exagerada sino que todo se mezclara bien de manera que los objetos parecieran tener un espacio definido e inalterable dando la impresión de que si, de casualidad, algo era movido aquella perfección sería un desastre.

Su comodidad se basaba en estar rodeada de un perfecto e inalterable orden y de tener control sobre el mismo.

Según los mensajes que recibía, pues se decidió a contestar, a la mayoría les había costado todo el día acoplarse al nuevo lugar. No sólo eso, aunque sus compañeros estuvieran exhaustos se habían reunido en la sala de estar y, porque aparentemente pese a estar cansados todavía guardaban energías o simplemente eran tercos, decidieron, por mayoría y pasando por alto las oposiciones, explorar las habitaciones del resto. Ya fuera para conocer los gustos y estilos de los otros, la dedicación, decoración o por aburrimiento. O bien «Para ver si encontraba alguna ropa interior de las chicas.» según los comentarios no expresados de Mineta, y también «Para ver si Kaminari realmente arregló su habitación.» según la expresiva Jirō.

Muchas opciones, muchos propósitos, ninguna que lograra convencerla, y no sólo por la idea de que arruinaran su utopía del orden. Hubo gran insistencia para que saliera de su habitación, a lo que ella se escudó en no haber terminado (lo cual desfilaba como una mentira desde hacía más de una hora), en especial por parte de Kirishima. La insistencia cedió por el coqueto comentario de Hanamoto «Si se trata de una indirecta porque quiere ver mi habitación, lo invitaré cuanto usted quiera.» propuso, a lo que Kirishima rió nerviosamente y la dejó ser ignorando las quejas de Kaminari.

Sólo tres faltaron a esa actividad excursionista, Tsuyu, Bakugō y Hanamoto. Y pese a quedarse era lo mismo que estar con ellos pues se encargaron de enviar fotos de las habitaciones empezando por la de los chicos, específicamente la de Midoriya que parecía algún escalofriante culto hacia su ídolo: All Might.

«En mi Top 10 de chicos que no tendría como novio por sus habitaciones esta va a la cabeza, ¡número 1 total!» se burló Mina, pero esa posición en su ranking no duró mucho. «Honestamente, era esperable, #10.» respondió para provocarlos. Y así fue, la foto de la cara roja de Midoriya se lo confirmó.

Hanamoto quería dormir. Para mantener su acto debía continuar siendo cercana a sus compañeros, de manera física o no, así que sabía que no podía simplemente rechazar sus invitaciones ni ignorar sus mensajes, ni que fuera una clase de Bakugō. Su energía estaba predestinada a ser sociable, de manera risueña y alegre, y lo haría. Pero no ese día.

Tampoco dormiría.

Con ayuda de su peculiaridad atrajo el marco de una foto, sacado de entre las cajas, y sus ojos se posaron en ella. Se trataba de la foto de Yuzzu y ella que, según sus palabras, su tutora le había regalado aunque no la escogió, ya enmarcada por su devoción. Por supuesto no era más como una forma de recordarle lo que debía hacer.

Y no negaba que usualmente necesitaba recordar, por eso no la dejaba en una caja ni la desechaba.

La foto no encajaba en ninguna parte, no iría al lado de la pintura, tampoco suplantaría la suya y la de su tutora, no tenía cabida ni debía ser vista; justo como la relación de ellos. Así que, teniéndolo en cuenta, la ocultó en un cajón junto al rastreador y las cosas que no debía exhibir ante cualquier visita.

«No es mi mejor ángulo de todas formas».

Un estrépito impedió su descanso. Como si tuvieran miedo de tocar la puerta, como cualquiera que quisiera entrar, una mezcla de voces llamaron su nombre al mismo tiempo. La cantidad de movimientos le hizo saber que ella, a pesar de no participar, estaba en la lista de la expedición de cuartos.

Pudo abrir la puerta simplemente con su peculiaridad, pero decidió pasar por el espejo de cuerpo completo antes de. Vestía su uniforme deportivo sin la chaqueta y no estaba sudada ni se notaba cansada. Al no verse en mal estado sonrió y abrió la puerta.

—¿¡Por qué la puerta es distinta!? —Exclamó Kaminari apenas permitirles el paso— ¡Incluso tu nombre está en ella!

Kaminari, estando afuera admirando la puerta negra de madera con el nombre de la chica grabado en kanjis dorados, fue halado hacia adentro pues impedía el paso.

—Hola, sean bienvenidos a mi habitación —dijo ella en tono burlón.

—Olvida la puerta, ¡miren el piso! ¿De dónde rayos sacaste el tiempo para hacer una remodelación completa, Hana-chan?

—Querer es poder... —determinó recibiendo una mirada interrogante— o eso dicen. En mi caso fue con ayuda de mi quirk, sabe.

—Claro, y como yo no tengo esa clase de quirk ¡no tuve más opción que poner las cosas en el primer lugar libre que veía!

—No le eches la culpa de tu desorden a tu eficiente quirk —le reprendió Jirō haciéndolo de lado.

—Hana-chan es totalmente como Todoroki, sólo que una versión moderna —comentó Uraraka mirando de reojo al somnoliento Todoroki, se denotaba que casi lo habían obligado a participar—. Viste las fotos de su habitación, ¿verdad? ¡Es completamente japonés tradicional! ¡Incluso con tatami!

—Es porque me siento cómodo de esa manera...

—Ah, por cierto, ¡Satō hizo un pastel delicioso y te trajimos un pedazo!

—No fue la gran cosa...

Hanamoto sólo sonrió sosteniendo lo dado y viendo esa algarabía. Sus compañeros generalmente se caracterizaban por ser ruidosos e incapaces de mantenerse estáticos, pero en ese momento se resistían a tocar las cosas por temor a crear un desorden y, según ellos, molestar. Algunos preguntaban en cómo había ganado los premios de su estante, otros (Mineta) se preocupaban más por buscar dónde guardaba la ropa interior con poco disimulo y también estaban los que buscaban la comida, porque siendo ella debía de haber una reserva de comida.

Ellos eran un desastre, pero se preocuparon de no hacer un desastre.

«Ya que Mahoma se negó a ir a la montaña la montaña se las arregló para ir a Mahona» pensó.

Así mismo se preguntó si el hecho de que ellos se acercaran aún cuando intentaba sutilmente poner distancia era algo favorecedor o no.

Reunión de información, juzgamiento, movilidad, habilidad de pelea, habilidad de comunicación, carisma y liderazgo. El examen y la licencia provisional de héroes, para las cuales habían tenido que entrenar en el campamento, se basaba en medir esas aptitudes. Y las técnicas propias, las que se convertirían en los símbolos de quienes eran, eran parte de esos. Por lo tanto, y por el acercamiento de la fecha de los exámenes para la licencia provisional, los héroes habían decidido que era tiempo de aprender sus técnicas especiales.

Aizawa les había dicho que el objetivo primordial era obtener las licencias provicionales de héroes, esta les otorgaría el permiso de intervenir directamente cuando la vida de personas estuvieran en riesgo, claro que tenerla conllevaba un enorme peso. También mencionó que el examen que tendrían que pasar para obtenerla era extremadamente riguroso, el promedio de aprobación anual era menos de cinco por ciento.

Ahora, ya listos con sus trajes heroicos puestos, se encontraban en el gimnasio Gamma para los ejercicios directos. El héroe de cemento creó diferentes áreas dentro de este, utilizando su quirk, para que eligieran una en la que sintieran cómodos.

Ya que algunos de ellos –contándola– habían enfrentando al peligro cara a cara en más de una ocasión y debido a eso recibieron regaños, aunque lo hubieran hecho bien. Hanamoto creyó que si obtenía la licencia se evitaría todos esos percances que traía querer jugar a ser un héroe, así que le vio mucha utilidad.

Antes de eso tenían que desarrollar sus peculiaridades, con el desarrollo de tales y la naturaleza de sus habilidades en mente también considerarían las formas en las que sus trajes podrían ser mejorados.

Tenían que dejar que el espíritu del «plus ultra» los llevaran a nuevas alturas.

Arrogantemente levantó su mirada cuando el héroe que los guiaría hasta nuevas alturas carraspeo. Habían estado sumidos en silencio con la muchacha mirándolo con interés, juzgándolo, sentada a unos metros de él.

Ectoplasm, un hombre delgado vestido con gabardina que le cubría la mayor parte de su cuerpo, poseedor de grandes ojos en blanco y dientes expuestos, era el héroe encargado de dirigirlos en su entrenamiento y apoyarlos con sus múltiples copias de ectoplasma. Una vez tuvo su atención la miró de arriba abajo, como si tratara de recordar quién era ella, y ella imitó ese acto con más delicadeza, pero estando segura de que no sabía quién era él.

—... Consideras tener todas las cualidades necesarias, ¿verdad, Hanamoto?

Ante la cuestión Hanamoto sólo acentuó su sonrisa de lado. La había reconocido.

—¿Y usted no lo cree, señor? —Inquirió con el mismo porte— Poco importa la respuesta que yo dé, para decirlo está el examen, ¿verdad?

En vez de responder él se quedó callado escuchando cómo ella recordó que no se había presentado, llamándose descortés a sí misma se disculpó, saludó y se presentó. Fue entonces cuando confirmó que ella era una de los estudiantes de los que más se hablaban.

El héroe profesional ya había sido advertido de algunas actitudes para que pudiera manejarlas, por lo tanto sabía que la joven no era problemática pero sí que solía ir a su propio ritmo. La joven Hanamoto hablaba como si fuera más alta que los árboles, y aunque eso no fuera particularmente malo mientras pudiera sostenerse tampoco creía que fuera bueno. Probablemente de entre los docentes el único que admiraba esa cualidad era All Might, y la retadora de Midnight a su forma, pero el primero admiraba cualquier cualidad que tuviera.

—Aún si estás conscientes de tener esas habilidades debes de pulirlas; no importa quién seas, incluso los prodigios deben seguir mejorando —dijo—. Pero eso ya debes saberlo. Si eres tan inteligente deberías conocer tus límites y aceptarlos.

Por supuesto ella los conocía, y no le gustaban. Sus limitaciones le "daban náuseas"; eran las encargadas de impedirle ser perfecta, pero también las que le recordaban su humanidad.

«¿Es tan bueno el ser humano?».

—De conocerlas, lo hago. —Caminó alrededor de él—. Pero aceptar es algo más... complicado. No estoy satisfecha con ellos, claro. ¿Cómo podría estarlo?

La copia la persiguió con la mirada en todas sus vueltas mientras escuchaba como el resto de los estudiantes en el gimnasio ya habían iniciado sus entrenamientos personales. Los ojos rojizos tampoco se apartaron, como si fuera un gato curioso investigando un juguete. El quedárselo o no dependía de su utilidad.

—Tienes suerte, justamente es para ayudarte con eso que estamos los héroes aquí en el gimnasio con ustedes.

Hanamoto se interesó. Quizá sus habilidades eran más que crear y manipular movimientos, pero desde su encuentro con el portador del All For One estaba pensando en sus capacidades y limitaciones, no había sido casualidad que justo en el momento que necesitó darlo todo de sí no pudo hacerlo. No contó sus heridas, su cansancio ni la abrumadora fuerza de su rival, sólo le importaba el hecho de que fue una inútil al tener que depender del otro.

Le daría la bienvenida con los brazos abiertos a todo lo que le acercara a su objetivo y la alejara de la inutilidad.

—No creo que sea algo tan vanal como la "suerte", pero le agradezco; estoy a su cuidado —contrapuso sonriente. Luego rió por lo bajo y se reincorporó—. Para ayudarme a mejorar mis habilidades primero tengo que darle mi información, ¿cierto? En este momento no puedo ofrecerle nada para acompañar la conversación, así que, sólo comencemos, ¿le parece?

Ectoplasm esperó a que hablara y le contara sobre su don, sin saber que no era uno, sin embargo Hanamoto, en vez de abrir la boca, le cubrió la frente con su palma transmitiéndole la información sobre sus peculiaridades. Así, además de informarle, podía experimentar uno de sus poderes de primera mano.

Había tenido que formular y ordenar sus ideas antes de, pues no quería mostrarle cosas innecesarias sin querer, así que se tomó su tiempo. Una vez confirmó que la información llegó en correctas condiciones en el transcurso de un par de minutos separó su mano. Bien pudo haberlo hecho en menos tiempo, pero el exceso de información a corto plazo nunca le caía bien al cerebro.

No quería aventurarse y ser la causante de algún indeseado derrame cerebral, aunque fuera el de una copia.

Ectoplasm le miró confundido, pues según lo dicho por Aizawa ella sólo tenía una peculiaridad y era el movimiento, pero se aclaró sus ideas él mismo con la información que se le había brindado.

—Bueno... Eso fue interesante —comentó después de meditar—. Tu caso es uno especial, así que parece que tenemos mucho quehacer y abarcar. Ergo debes entender y estar preparada pues no tenemos tiempo de hacer las cosas poco a poco.

—¿Poco a poco? —Preguntó Hanamoto casi con aires de sorpresa— "Poco a poco" no es el estilo de mi ritmo. Más bien le pido que se adapte a mi paso, por favor.

Ectoplasm no entendió al inicio. Cuando Aizawa le dijo que «ella tenía su propio paso» él dio por sentado que ese paso era uno más lento del normal, pero cuando, con el paso de los días, vio su poca utilidad como maestro se dio cuenta que su deducción estuvo equivocada.

Ciertamente sus consejos sirvieron grandemente, pero de por sí la joven tenía sus ideas claras; entre ambos colaboraron buscando modos para hacerlas realidad. Otra cosa en la que se había fijado era en el cuidado que tenía la joven para no destruir los clones, contrario a Bakugō que "los mataba" sin pensar, como si ella no quisiera ser considerada intimidante.

Pese a él ser profesional admitía que la joven estudiante tenía un ritmo que a veces se le dificultaba seguir. Y no sabía cuánto tiempo tardaría la transformación de ese «difícil» a un «imposible».

—Deberías descansar —le aconsejó un clon de Ectoplasm.

Hanamoto se inclinó sobre sí misma apoyándose en sus rodillas. Trataba de regular su respiración mientras el sudor bajaba por su frente, pero sin importar que el héroe profesional preguntara ella nunca decía que estaba cansada ni que quería parar. Esa característica era compartida con la mayoría de sus compañeros, pero ella, pese a verse deslumbrante como siempre, lucía como si nunca se detuviera.

—Estoy bien.

Al verla sonreír de lado a lado en su dirección consideró que, quizá, podía ser que realmente no se detuviera.

Reincorporándose lo miró de reojo. Por más que hubieran unas mejoras en su quirk y estuviera desarrollando el otro seguía considerándose insuficiente respeto al manejo. En especial la "mortificaban", de manera voluntaria, aquellas endebles limitaciones.

Quizá fuera porque desde el principio ella estaba por delante de los otros, quizá porque el progreso de un jugador en nivel 1 no se puede comparar con el de uno de mayor nivel, pero simplemente se veía estancada por comparación. Sólo que ella quería avanzar más que el resto así ya estuviera por delante.

—... Aizawa comentó que si no se sienten a gusto o si necesitan alterar algo de su traje pueden ir al primer piso, ¿lo oíste? —informó al entender que no la convencería— Allá se encuentra un experto del departamento de soporte.

Hanamoto ladeó su cuello, se lo pensó poco pero accedió. Entonces agradeció, se despidió con un saludo militar y, haciendo uso de su peculiaridad, se trasladó hasta el primer piso.

Ni bien acercarse sintió un terrible movimiento en el edificio. Humo salía desde dentro del salón al que debía entrar, así que se alejó y sin querer tropezó con dos cuerpos tirados en el piso.

—Oh, disculpenme.

Al girarse se encontró con los impactados rostros de Iida y Uraraka. Entonces, ya que faltaba uno de ellos, volvió a girarse sólo para reconocer, a medias, a las personas con quienes chocó. Hatsume, a quien no recordaba del todo pero promocionó sus inventos en el festival deportivo, estaba tirada encima de Midoriya y éste parecía que iba a morir en cualquier momento.

Dada las circunstancias no supo si debía comentar algo, probablemente no tan inocente, o ayudarlos a levantarse. Así que los miró y luego los ignoró dirigiéndose a Powerloader, el experto mencionado, en cuanto salió. Desde que mencionó lo de querer mejorar su traje Hatsume reaccionó frenéticamente, entonces se dio a conocer que ella había sido la causante de la explosión por sus experimentos. A ninguno le apetecía explotar, pero todos entraron a la habitación.

Simplemente con una ojeada se pudo decir que era una habitación de inventores; muchas herramientas, monitores, planos y soportes o experimentos de tales parecían querer suplantar la función de las decoraciones, pero eran de más utilidad. Mientras el olor era una mezcla entre hierro, aceite y quemado, no se abstuvieron en hacer comentarios sobre lo genial que eran las mentes innovadoras.

En lo que Hatsume se encargó de toquetear a Midoriya sin pararse a pensar en lo nervioso que estaba, ella aprovechó para adelantarse y pedirle a Powerloader la fabricación de algunos artículos; unos lentes que le ayudaran a amplificar su visión, unas botas especiales que le permitieran dejar salir ondas de movimientos desde sus pies y algo que le disminuyera los mareos. Hatsume, fascinada porque la joven sabía lo que quería e interesada en satisfacerla, tomó nota como si la chica estuviera hablando con ella y propuso que los lentes tuvieran visión nocturna además de unos guantes a juego con las botas. Todo esto mientras Iida y Midoriya eran utilizados como conejillos de indias colocándoles lo que Hatsume llamaba "sus bebés" sin consentimiento sólo para probarlos.

Powerloader no se tomó muy bien el hecho de que el daño físico que las creaciones de la muchacha le causaron a los jóvenes héroes sólo fueran como un fondo para Hatsume. Aún así, fue ella quien mostró las múltiples opciones que tenían y, de manera entusiasta, los atendió. Hanamoto la miró dando vueltas y rebuscando entre la enorme montañas de objetos creados por ella, justo por ese mínimo interés Hatsume se tomó su tiempo para explicarle algunos funcionamientos de sus creaciones y por esas explicaciones Hanamoto expresó más interés. Entonces empezó a visitar la primera planta cada vez que se le obligaba a tomar cortos descansos.

Por más que confirmara la importancia de ese departamento y los pensamientos no convencionales de los inventores, no estaba interesada directamente en esto. Si podían crear también podrían arreglar, y, casualmente, tenía un rastreador que la necesitaba. Y con esa misma casualidad se lo mencionó, pues, por más que ella fuera inteligente un torpe movimiento podría dañar las cosas con las que no tenía experiencia. De parte de la eufórica chica hubo una mirada extrañada, pero un par de excusas apaciguaron las preguntas antes de que surgieran.

Se lo mencionó como si nada cuando fue citada para buscar las nuevas partes de su traje, Hatsume accedió a arreglarlo por curiosidad, asegurando que lo tendría listo lo más rápido posible y que lo guardaría como un favor. Era egocéntrica, pero servicial y dedicada como poco había visto, en palabras de Powerloader. Así que Hanamoto utilizó esa servicialidad y dedicación a su favor.

No defendía su actuar, pero bien habían dicho que podía usar a los del departamento de apoyo en lo que necesitaran.

En cuestión de días todos progresaron muy bien, sin aflojo, de manera que incluso determinaron su estilo más que sólo crear nuevos movimientos. Así mismo las mejoras fueron rápidas, lo pedido fue hecho e incluso se le añadieron cosas de más, que ella aprobó.

Ahora su traje también constaba de unas gafas, casi transparente, que mejoraban su visión. Los guantes y botas ya los tenía, mas esta vez habían sido mejorados de manera que sus ondas de movimiento no pudieran destruirlos, para así tampoco tener que quitárselos cada que usara su poder, además de unos brazaletes que podía manipular en sus ajustes para minimizar su fuerza destructiva, pero tener mayor libertad en su uso. Lo del mareo era un asunto más complicado, aún así se las había arreglado presionando sus puntos de acupuntura.

Las mejoras del traje las había podido pedir al área tecnológica que, por sus inversiones, estaba en manos de su tutora, pero no el rastreador. No le preguntó, pero sabía que estaba en contra de su búsqueda.

Hanamoto, con su cabello peinado en trenzas por el aburrimiento de Ashido, escribía en su libreta descartando y añadiendo algunas técnicas que, según la física pues ella no era del tipo innovador, podrían funcionar. No era del tipo que pensaba en algo, lo intentaba y ya; ella estudiaba de antemano el cómo hacerlo o el porqué no podía hacerlo para no fallar.

Hanamoto tachó la "cinemática" de sus pendientes mientras se preguntaba si debía de ser más creativa con los nombres de sus ataques, al no ver el porqué debía de cerró el cuaderno. Todavía tenía un par de puntos pendientes, pero lo que más necesitaba era mejorar los ataques que ya tenía. Lo guardó y entonces llevó sus ojos hacia el objeto que le había dado Hatsume, con extremo cuidado como si estuviera cargando una bomba, horas antes.

«Ya está arreglado, pero... ¿para qué lo quieres?» preguntó Hatsume una vez se lo entregó. «Mi perro se ha perdido —se apresuró a contestar Hanamoto—, su collar tiene un chip de rastreo pero, como verás, el rastreador se había dañado. Gracias por arreglarlo, Hatsume, él te lo agradecería también.» mintió con total naturalidad y sin levantar sospechas sino que, al contrario, Hatsume estuvo conmovida y alegre por ser de ayuda.

No lo encendió. Con la fecha del examen para la licencia provisional acercándose, más el hecho de que no podía salir del internado cuando quisiera, le complicaban sus planes. Guardó el rastreador en el mismo cajón que guardó la foto, pero antes la miró sólo para confirmar que todavía recordaba bien su rostro. Al confirmar que sí lo hacía escribió en un papel «R.B.A.Y.» y lo pegó afuera de éste.

—La verdad es que no le mentí del todo a Hatsume, Yuzzu es parecido a un cachorro y está perdido —comentó antes de ir a la "reunión de chicas" en la sala.

El papel le pareció tonto, sin embargo Hanamoto desconfiaba de su cerebro por obvias razones, así que, «R.B.A.Y.» significaba «Recuerda buscar a Yuzzu».

Por más pequeños que fueran esperaba no tener que llenar las paredes blancas del cuarto con esos papeles amarillos, ni tampoco olvidar que el significado de esas letras.

Simplemente no olvidar.

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