› › S e v e n t e e n ‹ ‹
Desde que se había separado de los otros dos, hacía apenas un minuto, se mantuvo moviendo ágilmente entre los escombros de un lado a otro. Pese a estar sola no se había dado el lujo de borrar su eterna expresión sonriente, si lo hacía sería lo mismo que bajar la guardia.
Sus ojos viajaron hasta unos considerables metros más adelante de ese mismo sendero destruido cuando sus oídos captaron el estrepitoso ruido de una mortal explosión. Si hubieran estado debajo del cielo nocturno esa luz hubiera podido iluminar todo el cielo. Sin duda alguna aquél primer ataque era la señal de que la jugada que habían maquinado había dado comienzo.
Durante la plática estratégica que se produjo luego de lograr esconderse durante unos cortos minutos determinaron varios puntos que desde hacía rato eran obvios; no importaban cuánto intentaran correr o esconderse, su enemigo contaba con una vertiginosa velocidad. Por lo mismo incluso tenían menos posibilidades de salir victoriosos en una pelea de frente. Esto último era algo de lo que Bakugō se había percatado cuando intercambiaron golpes y ninguna de sus explosiones le hizo rasguño alguno al maestro.
Como modo de hacerle algo de daño se decidió que necesitaban máximo poder a cero distancia. Parte de las que se encargarían Bakugō y Midoriya con ayuda de una de las muñequeras del traje del cenizo, de esa forma ocasionaron esa deslumbrante explosión.
Ante el plan obviamente Hanamoto saltó con su negatividad realista a protestar en contra –esto molestó de más al cenizo–; no creía que fuera una mala idea, al contrario era la mejor del momento, pero era básica. Tan simple que podría funcionar sino fuera por el detalle de que se estaban enfrentando a All Might. Atacarían, pero priorizando la evasión. Por esa protesta, que los convenció, ella se encontraba allí buscando laboriosamente "ayudantes" entre el desastre del daño colateral ocasionado al inicio.
Esta ocasión era distinta a cuando pelearon con el asesino de héroes. Esta vez se enfrentaban a un oponente que conocía sus quirks y la cantidad de héroes presentes de primera mano, por lo que definitivamente se había preparado para contrarrestarlos. Mas, aunque el poder de All Might todavía resultara algo ambiguo, ella también estaba preparada.
Debido a la fuerza y la rapidez de los movimientos de All Might, a lo que se le podía añadir su digna voluntad, ella simplemente no podía pararlo de repente para ponerle las esposas. Tampoco podría transportarse hasta la línea de meta mientras él estuviera en medio pues era odiosamente rápido; tanto que aún con la velocidad de ella podría meterse en el camino como si fuera una pared de carne y hueso que impediría su paso. Ni siquiera podía hacer uso de su habilidad que utilizaba como base la relatividad al no haber recorrido ese camino antes ni tener un punto de referencia, pues no se teletransportaba sino que se trasladaba. Menos creía que el acercarse fuera precavido, y los ataques directos eran una molestia mayormente por la necesidad de reducir la distancia; la próxima vez que All Might la golpeara en su estómago vomitaría y eso la desestabilizaría. Eso no debía ocurrir.
«Ah, si no fallan por lo menos esos dos deberían ser capaz de retenerlo por unos minutos. Después de todo, se trata de All Might... Qué molestia».
Ergo, cabe resaltar qur pese a este pensamiento no era como si la idealizara al Símbolo de la Paz por más que tuviera esa fuerza monstruosa casi abismal. Al contrario. Ella simplemente juzgaba el valor y la fuerza de las personas de acuerdo a lo que le mostraban, y lo que veía en él era una monstruosidad limitada. Para nada creía que fuera "invencible", tampoco lo tenía en un altar –al contrario de cierto compañero de equipo–, era imposible tenerlo como un dios pero sí como lo que era; un pilar heroico. Reconocía con creces esa fuerza que cambiaba el clima de un golpe condensado, por supuesto. Mas, también tenía en claro aquella cuestión infravalorada; All Might era un humano. Por más fuerte, por más valeroso, por más carismático: él tenía limitaciones; limitaciones que tras cada pelea se hacían más estrecha.
La física explicaba rigurosamente que todo lo que subía debía bajar, era una ley de la gravedad. Por ello, se preguntaba si era ofensivo que lo viera como alguien que ascendió a lo más alto y ahora estaba esperando caer. Por lo que tenía en su conocimiento de la herida y el tiempo limitado del héroe, creía que la caída de éste no estaba tan lejos.
Fuera como fuera, era algo natural. Lógico; físico; inculcado por las leyes de Newton. Fuera como fuera no tenía sentido reparar en ello justo ahora, era algo preestablecido e inevitable. Daba igual si ese desarrollo estaba lejos o cerca, ya se encargaría de verlo por sí misma.
Habiendo terminado con su labor recolector, e imaginándose el estado de sus compañeros, juntó parte del destrozo pues imaginaba que incluso podía poner a su disposición la destrucción creada por alguien más. Luego de, activó su habilidad de traslado estando consciente de lo pesado que sería cargar con cosas carentes de movimiento propio.
Apenas se percató en el daño que había en las estructuras y el pavimento por el primer ataque del hombre que cruzó desde el inicio hasta la salida –que peculiarmente tenía un bonito diseño sin sentido alguno–, cuando sus ojos se fijaron en otra cosa. El ver cómo sus compañeros habían sido sometidos no resultó una infortunada sorpresa en lo más mínimo.
Le tomó un par de segundos llegar, sólo un par. Entonces se preguntó cómo no pudieron mantenerse a raya de su oponente por ese tiempo. En definitiva que fuera "All Might" era una justificación completamente válida y suficiente.
Era cierto que habían dejado la insistencia y el orgullo de lado para unir fuerzas entre ellos con el objetivo de enfrentar al enemigo, pero eso meramente era un prerrequisito del examen que no aseguraba el final.
All Might estaba con una pose que transmitía triunfo a diestra y sinientra. Su pie derecho estaba apoyado encima de Bakugō, quien se retorcía más de ira que de dolor debajo de éste, aplastándolo y dejándolo sometido. Con su mano izquierda sostenía firmemente de los brazos a Midoriya, aprisionándolo y manteniéndolo a una altura considerable. Era una escena que hubiera resultado indudablemente admirable si los que estuviera agarrando se hubieran tratado de villanos y no de sus compañeros.
Habían transcurrido unos largos minutos desde que comenzó el examen y era la segunda vez que All Might los hacía morder el polvo de esa forma. Eso recalcaba el hecho de que él sólo estaba jugando con ellos, tal como un gato con unos ratones. Él era un veterano; el héroe más OP; el muro más alto.
Hubiera atacado de inmediato solamente haber llegado de no ser que su equilibrio, fallando por el uso de su quirk, la traicionó.
Después de que un ligero, y poco notable, quejido escapara de sus labios, All Might se percató de su nueva presencia y le dedicó una sonrisa.
—¡¡Ya me parecía que tenía tiempo sin verte, joven Hanamoto!! —Expresó su enemigo aplastando con su pie a Bakugō como método de provocación— ¡Como no te veías muy feliz pensé que te habías alejado para hacer de lobo solitario!
No era como si en algún momento de su vida hubiera estado feliz, consideraba que se había mostrado normal en todo caso.
—Abandonar a los aliados no es nada heroico. —Alegó.
Acto consiguiente se volteó hacia atrás para localizar uno de los grandes objetos que había cargado y en los que All Might apenas había reparado. Cuando lo tuvo en su campo de visión continuó para actuar antes de que fuera atacada dándole una clase de impulso principal con su mano.
Una viga. Una llamativa viga, de esas que terminaron tiradas cuando All Might causó su desastre, fue por vía aérea a una velocidad increíble tras el hombre. Viendo la dirección de esto el profesional se apartó dejando libre al pisoteado Bakugō de paso.
—¡Deberías apuntar mejor, mi chica!
Correspondiendo a esta mofa Hanamoto le hizo una señal burlesca a su maestro. Sin hacer ningún sonido, y con la misma velocidad, la viga retomó su camino hacia donde él se había movido de manera que no lo pudo prevenir. Hasta ahí llegó su mofa pues una mueca extraña se formó en su rostro cuando el objeto impactó en su espalda con gran fuerza, proveída en su mayoría por la velocidad, haciéndose pedazos en el acto y provocando que su mano soltara a Midoriya.
La joven no perdió el tiempo y atrajo a sus compañeros hasta donde estaba. Notablemente estos dos estaban más heridos que ella. No se fijó en estas, las heridas se las dejaría a Recovery Girl una vez ganaran, porque no dudaba que ganarían.
—¿Esas mierdas fueron las que fuiste a buscar? ¿Bromeas o eres idiota? —Profirió Bakugō levantándose del suelo.
—"Esas mierdas" funcionaron como distracción. —Reprochó Hanamoto—. Es decir, hicieron mejor trabajo que usted.
La discusión no continuó sino que culminó en un chasquido de lengua proveniente de Bakugō, justo como debía ser. Midoriya se sintió agusto al no tener que preocuparse por una discusión que agraviara la situación.
All Might levantó la mirada hasta donde ellos recomponiendose de aquél golpe. Había comprobado la calidad de esa viga de forma más que directa. En su momento creyó que aquél objeto seguiría de largo fallando contra su objetivo, por esto siquiera se molestó en dar la vuelta; descubrió que fue un error. Conocía bastante a la muchacha, pero no a todas sus jugadas. En ese momento se dio cuenta que Hanamoto podía manipular el movimiento que causaba, otra carta de su mano había sido revelada.
De un golpe se dio cuenta de que dos de sus estudiantes habían continuado corriendo mientras la pelinegra se quedó atrás sin moverse de su lugar. Fue ahí donde notó que la meta a llegar ya no estaba detrás de él, sino de ellos. Esta simple idea lo dejó mareado, no supo si la chica había intercambiado de posición con él o si cambió de lugar por el objeto que lo atacó.
Pensando en ese objeto ya destruido otros similares se acercaban a él en cuanto intentó seguir el paso de los otros dos, se volteó para destrozarlos de un golpe. Hanamoto inclinó el cuello, no supo si fue en señal de interés o cuestionamiento a lo que él haría o si simplemente ya le había dado artritis de tanto hacer esa acción. Lo único que supo fue que cuando Recovery Girl anunció que el primer equipo, conformado por Todoroki y Yaoyorozu, había completado la prueba la expresión de la menor delante de él no sólo cambió sino que se desconcertó por completo, y de paso lo desconcertó a él. En cambio él no perdió el tiempo.
En lo que Hanamoto estaba dentro de sus pensamientos, por una razón que él ya se imaginaba, fue sin dudar atrás de los otros dos estudiantes en el tiempo justo para detenerlos. Cuando los detuvo, pese a las salvajes explosiones de Bakugō, los lanzó hacia atrás de manera que salieron volando en dirección contraria a la meta, y en esos mismos segundos All Might destrozó a golpes las "armas" que la Hanamoto se había esmerado en buscar. Estando lo suficiente cerca la golpeó haciéndola chocar contra la pared de un edificio.
Ella soltó un quejido, seguido soltó otro más débil, pero no tardó en levantarse haciendo lo posible para posicionarse en un lugar donde sus compañeros no verían su rostro.
—All Might —para el mencionado fue una rareza ser llamado por su nombre heroico, se sintió de la misma forma que Midoriya hacía unos minutos atrás al escuchar como la chica lo llamó por su apellido en vez de "pequeño héroe", pero por lo menos su sonrisa se mostraba como si nada—, tiempo fuera. —Esa petición confundió a los tres varones—. Una pregunta; ¿las calificaciones también tendrán que ver según el orden de completar el examen?
En sí, fue una pregunta inesperada de forma general. Por esto hubo una estupefacción en los contrarios que no veían la importancia en esta pregunta.
—¿Qué...? ¿¡Por qué saltas con esto ahora, idiota!? —Opugnó Bakugō.
No era un buen momento, y no por pedir tiempo se lo darían. Pero la cuestión para ella no tenía ninguna carencia de importancia, todo lo contrario.
En el instante que escuchó el hecho de que un grupo ya había pasado la prueba, su mente se llenó de ideas negativas hacia el esfuerzo que habían hecho, su mismo equipo y sí misma. Si un grupo ya había terminado, eso significaría que aunque se apresuraran ellos serían los segundos.
No era la gran cosa mientras pasaran, pero para ella sí lo era. Así fuera en un examen práctico, así fuera que a nadie más a parte de ella le importara o siquiera lo supieran, sólo con que ella lo supiera sería suficiente y significaba bastante para su cometido.
Por querer ser la primera en ganar se había arriesgado a quitar su faceta de tranquilidad cuando discutió con sus compañeros, porque quería apresurarse y ganar sin importar a quién se estuvieran enfrentarlo. Ahora ya no importaba.
«Una vida llena de primeros lugares puede ser opacada por un segundo lugar» le había dicho su tutora una vez. Por esta idea Hanamoto no solía quedar en lugares que no fueran el primero, no tenía tiempo para aspirar a lugares que no fueran estos. Una vez tuviera sólo un segundo lugar, uno que no se daría a conocer públicamente, los demás no tardarían en llegar. Después de esto sólo sería cuestión de tiempo para que siguiera descendiendo de su lugar hasta llegar a un hoyo.
No se consideraba a sí misma ansiosa, sólo que como muchos pensaba constantemente en el futuro. Y desde que recordaba siempre buscó resaltar como si hubiera sido impuesto en ella desde la "cuna" –entre comillas pues no tenía tanto tiempo de conocimiento–, y nada resaltaba más que el primer lugar; que ser la mejor. Nunca había sido conformista, a la única persona que Hanamoto idealizaba era a sí misma.
Ella no podía caer en picada sin antes llegar a su punto más alto. No podía pasar. No había forma. Sin importar la lógica no podía ocurrir.
—Joven Hanamoto —habló el hombre—, ¡en una batalla real no hay tiempo fuera! ¡¡Esta vez no te mimaré!!
—Eso no es una contestación a mi pregunta. —Se mantuvo firme.
Su firmeza no sirvió de nada, All Might arremetió contra ella ignorando su pregunta y la golpeó como si espantara a un mosquito con su brazo, aquél golpe que la tomó desprevenida mandándola a volar.
Estando consciente fue capaz de detener el impacto contra otro edificio para reducir tanto su daño físico como el colateral. Se encontraba boca arriba, sus ojos estaban fijos en el cielo, casualmente despejado, mientras respiraba pausadamente como si estuviera haciendo algún ejercicio de respiración. Todavía escuchando los ruidos de la lucha y constantes explosiones producidas por Bakugō, se permitió dejar pasar por alto la pelea que se estaba llevando a cabo sin ella.
Se preguntó mentalmente si era porque la falta de sueño había comenzado a afectar el funcionamiento de su cerebro o algo más –ya estaba acostumbrado a tener que oír sobre los desperfectos en su cabeza–, pero creía que no estaba pensando con la suficiente claridad. Y el hecho de actualmente estar aspirando a un segundo lugar no la ayudaba. Normalmente no sólo podía estar tranquila, sino que su mente trabajaba rápidamente bajo presión en vez de trabarse. Pero ahora era como si se estuviera yendo por las ramas.
Respiró hondo, mantuvo el aire dentro de sus pulmones. Primero se convenció de que esta vez debía priorizar el ganar, por esta vez no importaba el lugar –aún así se daría prisa–, y que tampoco influiría en el futuro. Segundo de esto, concluyó en que dormiría lo requerido esa semana antes del campamento y se aclararía. Por último, como tenía más hambre que tiempo decidió recurrir a la carta que se podría considerar la más sucia de su mano, pero que, apelando al lado blando del héroe y siendo resguardada por sus encantos de niña mimada, podía dar por sentado que funcionaría rápido.
Se puso de pie, ni siquiera se preocupó en sacudir su atuendo, más bien su mente reparó en lo complicado que sería para ella. No le importó que la sangre saliera de su labio, pero sí notó el dolor punzante que recurría todo el lado derecho donde la golpearon de lleno. Atentó su bolsillo comprobando que tenía en su poderío las esposas, por fortuna se las había quitado a Bakugō.
Se acercó cuidadosamente a la escena principal, casi como si se tambaleara. Las explosiones de Bakugō habían cesado, pues se encontraba desmayado en el suelo. Midoriya era la única defensiva y ofensiva de su equipo, y no le estaba yendo del todo bien ejerciendo ambas funciones contra su mentor.
Luego de un puñetazo que tumbó a Midoriya dejándolo consciente, los azules ojos del mayor se voltearon hasta su estudiante femenina y dijo; —¡Oh, joven Hanamoto! Me sorprende su inquebrantable resistencia, como debe ser. ¿Lista para el segundo ro... und...? Hey, ¿joven Hanamoto?
La expresión de la Hanamoto lo tomó por sorpresa de una manera más profunda y remarcada. Sus cejas y párpados inferiores estaban elevados, pero su mirada estaba baja y sus labios, algo ensangrentados por haberlos juntado, estaban inclinados hacia abajo de igual forma; en su semblante había un gesto de tristeza.
—Ahhh —soltó con un volumen bajo en su voz—... Qué mal. Todo está mal. Tan mal. —Murmuró lentamente procediendo a cubrirse el rostro con sus manos.
Tanto Midoriya como All Might no hicieron más que quedarse en silencio por la confusión, seguro que por eso aquél bajo sollozo resonó de más en el escenario, y como ecos en los oídos del maestro. Midoriya estaba estupefacto, pero no más que el héroe quien cundió en pánico, por estarlo en menor proporción fue que pudo percibir la seña que discretamente le daba su compañera y le hizo caso actuando lo más precavido que pudo.
En cambio, All Might se había horrorizado por obvias razones. Su estudiante, su recomendada, estaba llorando. Hanamoto Ikiru estaba llorando. Era un escándalo, él estaba conmocionado. Emocionado, nervioso, no sabía qué estaba sintiendo en un momento como ese.
En ese torrente de confusión emocional All Might botó sus deberes de la nada y se acercó a ella haciendo movimientos extraños con las manos al no saber qué decir ni cómo actuar. No podía negar que estaba eufórico, pero era un genuino shock. No tendría ese efecto si cualquier otro se hubiera puesto a llorar, pero creía que nunca vería eso de parte de la joven.
No creía que había sido porque ignoró su pregunta, de ninguna manera ella podría ser tan sensible. Se preguntaba si fue porque veía que estaban perdiendo que entró en la desesperación y esta le causó ese llanto. Quizá se le había pasado la mano en ese último golpe y éste fue demasiado violento, a lo mejor y tenía algún hueso roto o algún efecto interno que podría resultar grave.
Eso último sería lo más posible, pues sería por dolor físico en vez de emocional, pero el All Might no creía haberse pasado con su fuerza de esa manera, al mismo tiempo tampoco creía que existiera algún otro motivo "racional" para ponerse a llorar en medio de un examen. La chica que conocía no era capaz de hacer tal cosa, de ninguna manera, si Ikiru veía un muro frente a ella ni loca pensaba en que perdería sino cuánto tardaría en ganar, «¡hacía pedazos el muro y sin mirar atrás se burlaba cínicamente de su poca resistencia!».
«Al menos que —pensó All Migh— haya tenido ese "subidon" emocional del que los doctores que la trataron advirtieron». Y de hecho se convenció a sí mismo con ese pensamiento.
All Might era bastante activo y preguntaba frecuentemente por las mejorías y tratamientos de su alumna. Una vez él mismo se ofreció a pagarlas, esa insólita idea hirió de gran manera el orgullo vanal de la tutora de Ikiru. Siempre estaba pendiente y atento a las reacciones de la muchacha, al punto de que la máxima constante que recibía eran sonrisas, de esas que los héroes capaces de enfrentar lo que sea poseían. Era por eso, por su constante actividad en la vida personal de la muchacha, que se encontraba algo eufórico, y en vez de estar paniqueado por hacerla llorar estaba alegre, aunque no sabía qué debía de hacer ahora. Por claros motivos, el llanto emocional podría ser la mejoría más avanzada para un alexe.
Esperaba que Recovery Girl, quien estaba vigilando las peleas, entendiera la existencia de que algunas prioridades estaban sobre ese examen y por ese le daba la espalda a los otros dos. Era un maestro, por lo que no podía simplemente abandonar a una niña en llanto, en especial a esa niña.
Como héroe, como persona, él siempre mantenía esa bondadosa característica de ser poseedor de un corazón blando. Eso la Hanamoto lo sabía.
—¡Oh, joven Ikiru! —Sin pensarlo la llamó por su nombre, no pudo reducir la felicidad en su tono—. ¿Te encuentras bien? ¿Estás severamente herida? ¿En serio estás llorando? —La preocupación seguía manteniéndose sobre todo—. ¿Es por una herida, o...? No me lo puedo creer. H-hey, mi chica, está bien, está bien. —En el pasado había afrontado escenas así muchas veces, ninguna con ella, quizá por eso sentía que se le estaba saliendo de las manos.
All Might se acercó lo suficiente en un vano intento de lo que él creyó sería un intento de consolación. Estaba dudoso de si debía de abrazarla o no como consuelo, al final intentó hacerlo y ella permitió que se acercara.
Una vez estuvo lo suficiente cerca, y con la guardia baja, la Hanamoto, con movimiento veloces, descubrió su rostro, sacó las esposas y se las puso al héroe en cuestión de milisegundos.
Sus labios, envueltos en sangre, formaron una sonrisa que dejó atónito al hombre. Su gesto era el de siempre, ni siquiera había un rastro de lágrimas en sus mejillas; ella no había estado llorando. Bajó sus ojos hasta sus manos comprobando que tenía puesta las esposas, luego se volteó viendo que sus dos estudiantes también habían llegado a la línea de meta. Estaba tan absorto que no fue hasta que Recovery Girl anunció esa victoria, entre unas no muy calladas risas, que cayó en cuenta de que había sido engañado.
Fue engañado tan tontamente que incluso a él le causó gracia. Algo de pena porque había sido vencido con ese truco, pero más que nada sintió una genuina preocupación. Ella se estaba volviendo cada vez mejor en fingir lo que sentía, como una actriz. Eso lo mantenía angustiado, el momento en que no buscara sentir sino que se conformaría con fingir estaba cerca. O quizá ya había llegado.
—Qué mal... para usted, señor —cantó dulcemente la chica—. Me disculpo, me disculpo, en serio no quería hacer esto. Pero, usted sabe, usted debería de entender —como antes se cubrió el rostro, como si estuviera avergonzada, pero entre abrió los dedos dejando ver sus ojos—, sea héroe o villano, en momentos de desventajas se emplean tácticas para ganar, ¿cierto, señor? —Dicho esto apartó sus manos—. Aún así me disculpo. Sin embargo, ganamos de dos modos distintos —primero señaló las esposas, luego a sus compañeros—, ¿esa doble ganancia no debería contar eso lo suficiente como para añadir créditos extras?
Al fin y el cabo, eso era lo que más la tenía atenta. Ya habían ganado, pero en segundo lugar.
Si se tenía en consideración las emociones de All Might probablemente ese truco se vería como algo sucio. Pero, en el momento que la utilizó él era su enemigo, suponía que debía estar bien. Tampoco creyó que funcionaría de esa forma, su punto era desconcertarlo para apresarlo, no que se pusiera tan feliz al creer que estaba llorando. Es decir, entendía porqué lo había hecho pero hubiera preferido no saberlo.
Durante esa escena se había dado cuenta que no era tan buena actriz pues las lágrimas no habían salido de sus por ojos por más que lo intentó, era más difícil de lo que parecía, incluso tuvo que utilizar bastante energía para ser convincente. «Ah, y yo creyendo que podía dedicarme a la actuación». Bien pudo haberse picado los ojos para ser más convincente, pero corría el riesgo latente de no poder ver, entonces si le presentaba cualquier caso irregular no podría utilizar su peculiaridad para inmovilizar a All Might, así que lo descartó y optó por el falso sollozo.
En el acto también se dio cuenta que llorar era algo molesto. No entendía cómo Midoriya o Yuzzu podían hacerlo tan seguido, e incluso se mantenían hidratos pese a eso. Admiraría al punto de presentar sus respetos a cualquiera que demostrara libre, constante e intensamente sus emociones y sentimientos sin cansarse.
Oyendo algunas carcajadas de All Might limpió la sangre de su boca con el dorso de la mano, estaba segura de que esa pequeña cantidad de líquido le había dado un aspecto tétrico a su anterior sonrisa. Curiosa de la razón que causó ese estallido de risa levantó la mirada.
—Sabes, joven Hanamoto, creí que te gustaba actuar de frente y atacar. Por lo que pensé que no recurrirías a este tipo de técnicas de distracción.
—Usted sabe, por más presuntuosa no apostaría todo por ganarle en una pelea a golpes, señor —restándole importancia elevó sus hombros—. Soy flexible.
—¡Más que eso! —Exclamó confiado—. Un truco parecido a ese no hubiera resultado con un villano común, ¡hubiera sido peligroso! Pero lo hiciste porque conocías a tu enemigo y sabías cómo reaccionaría, sino estuvieras segura de que funcionaría no lo habrías hecho.
Todavía sin saber porqué estaba tan entusiasmado como si fuera algún secreto apenas descubierto, la Hanamoto asintió seguidamente. No podía creer que la subestimaba tanto que una mediocre y baja estrategia como esa fuera una sorpresa.
—Me sonroja, señor.
—¡Jájá! Bueno, joven Hanamoto, ¡felicidades por su victoria en equipo! —Dicho esto revolvió el cabello de la menor simpáticamente—. Aún cuando uno de ustedes se ha desmayado, y el otro utilizó todo su poder para escapar —habló mirando hacia la meta indicando a los chicos—, ¡lo hicieron bien, mis chicos!
—Gracias. Eso debería de repetirlo cuando estemos los tres.
—Pero —añadió—, joven Hanamoto, ¿por qué no ha mostrado todo su potencial aún? ¿Debí ser más rudo?
Ella negó rotundamente. Quién sabía qué tanto se hubiera magullado su pobre rostro de porcelana si su maestro hubiera sido más bruscos con ellos, incluso había dejado inconsciente al salvaje de Bakugō y en un punto la región lumbar de Midoriya estuvo cerca de romperse. A ella se lo habían dejado barato en comparación. Por el bien físico de ellos esa cantidad se rudeza le pareció justo.
—¿Cómo cree eso, señor? Al contrario me dio unos efectivos golpes, su nivel fue justo. —Opinó—. La cosa es que decidí cederles el papel principal a mis compañeros en la pelea, quiero decir, así vería por sí mismo los avances de Midoriya.
Sus palabras sonaron convincentes, pero a All Might no le pareció del todo así. Por más que estuviera diciendo la verdad, suponía que tal vez hubiera otra razón más explícita para que ella lo hubiera decidido.
—¿En serio? —Rió con gracia—. Joven Hanamoto, ¿qué pasa con esa arrogancia disfrazada de modestia? ¡Puedes ser honesta con tu maestro!
La Hanamoto se mantuvo en silencio por unos leves segundos, redirigió sus ojos hasta la línea de meta y luego los volvió en dirección al mayor. Realmente no arruinaría su reputación decírselo, él ya sabía la verdad y sólo estaba esperando confirmación.
—Bien, siendo impíamente honesta —hizo énfasis—; es porque no había un público, por lo que no tenía espectadores, además de a Recovery Girl y los que estuvieron en la pelea, que deslumbrar. —Levantó sus hombros con descuido—. ¿De qué sirve brillar si nadie lo observa? Sería un desperdicio y una molestia innecesaria. Por eso, he decidido mostrar mi valor en otra ocasión, con un verdadero público.
En un principio, antes de entrar, pensó en mantener un bajo perfil, dentro de lo que cabía, pues quizá sólo estaría ahí por un período de tiempo limitado. No pasó mucho tiempo para que cambiara de opinión a sabiendas que estar de incógnita no la ayudaría en nada, así que optó por otra idea. De todas formas, sin necesidad de creerse egocéntrica y pese a su naturaleza comúnmente serena, era como si le resultara inevitable ser llamativa, y ni siquiera se había esforzado en llamar la atención. Y eso que todavía no mostraba lo escandaloso que podía llegar a ser su brillo. Se preguntaba qué debía de responder si le cuestionaban porqué buscaba tanto la atención, All Might una vez le había hecho una pregunta similar a lo que ella no supo resolver con más exactitud que simpleza. Quizá debía de maquinar una respuesta adecuada para futuras referencias.
—Ya veo... —All Might la sacó de sus ideas—. Supongo que ser admirada también es un buen motivo para continuar en el heroísmo, eh.
—Con su insistencia inicial no debería buscar mis motivos, señor... —Mumuró—. Bueno, me disculpo por no llegar ni a los talones de su esperada bondad, pureza o lo que sea, y que en vez de, mis motivos sean terciarios.
Al final lo que más les encantaban a las personas eran los héroes que salvaban el día. Se lo la había dicho una vez y lo mantenía; «los reflectores te enfocan mejor cuando salvas el día». Mas, All Might estaba preocupado por ese argumento.
Yuuei siempre estaría dejando una serie ininterrumpida de muros con la política de hacer a los estudiantes superarlas. En orden de mantenerse superando esos muros sin quedarse sin fuerzas era necesario concentrarse en una meta personal. All Might estaba seguro que los superaría, pero su actitud de «Lo haré mientras me admiren, sólo déjenme pensar en cómo hacerlo y cuánto tiempo me tomará; utilizaré la fuerza que suponga requerida para superarlo, yey» lo ponía en duda. Sí, ella no escalaría los muros sino que se las arreglaría para romperlo. Realmente no tenía una meta a la que estuviera apuntando desde el fondo de su corazón, así que, una vez fuera admirada en ese ámbito, no sabía qué otro camino elegiría su recomendada. Le preocupaba esa carencia de metas, esa única meta de hacer las cosas por los demás y no por sí misma, como profesor y amigo de la Hanamoto menor, lo angustiaba.
—Oh, no creo que eso sea un motivo impío en absoluto. No tengo una mentalidad tan estrecha. —Denegó sin tener problemas por esa creencia—. No está mal querer ser genial y admirada. Además, tú eres esa clase de persona... —Como si no lo hubiera pensado del todo se mordió la lengua—. Oh, no, me disculpo joven Hanamoto. No quise...
La muchacha levantó una ceja esperando la excusa que daría. Le daba igual que él pensara en ella como "ese tipo de persona", no necesitaba disfrazarlo. Restándole importancia a la conversación se puso en marcha con la intención de llegar hasta donde sus dos compañeros estaban tirados
—No se disculpe por la verdad. Es cierto que yo no pertenezco a la clase de persona acendrada. Pero, aún así, el señor héroe me escogió. —Alegó como conclusión.
All Might se lo tomó como si él hubiera puesto su confianza en ella. Y eso en absoluto fue la intención de la joven. «Nadie le pidió que me escogiera, usted lo hizo por sí mismo. Así que no espere nada de eso de mi parte. Yo no soy usted, y contrario a Midoriya tampoco quiero serlo.» fue lo que quiso decir sin ganas de ser grosera. Mas, aceptaba gratamente otra interpretación si All Might se lo tomaba positivamente.
Luego de aquella rigurosa prueba los tres estudiantes fueron llevados con Recovery Girl, quien a su vez los envió a las camas del campus para que se concentraran en dormir. Con la excepción de Midoriya, que obtuvo el permiso para quedarse con la enfermera para aprovechar la oportunidad de contemplar los exámenes restantes, así lo hicieron.
Al volver al aula con el resto de sus compañeros la atmósfera sufrió un significativo cambio, pues justamente los mismos chicos que siempre estaban animados y yendo de aquí para allá exclamando eran los mismos que se encontraban envueltos en la penumbra de la frustración proveniente del fracaso. Dos grupos y medio, 5 estudiantes: Satou, Kaminari, Ashido, Kirishima y Sero no habían logrado superar la prueba –este último no lo logró por su falta de actividad durante el examen, pues pese a que Mineta cruzó la línea de llegada todo lo que él hizo fue dormir–. Y 4 de ellos decepcionados de su fracaso se deprimían por la creencia de que serían incapaces de asistir al campamento.
—Uno, dos, tres... —Contaba la Hanamoto, sus ojos viajaron de Kirishima a Kaminari y luego hasta Ashido— Si nos sumamos, ¿seis entonces? —Finalmente sus ojos aterrizaron en Sero y Bakugō.
—¿Qué estás haciendo, Hanamoto? —se interesó Kirishima.
—Estoy contando la cantidad de personas que hay en nuestro grupo —Reveló girándose sobre sus pies para darle la espalda después de contestar la pregunta—. Bakugō, Sero —puso las manos sobre su boca como si estuviera contando un secreto, pero realmente no bajó el volumen de su voz—, esto es terrible; la mitad de nuestro grupo además de no tener buenas calificaciones son reprobados.
Ese comentario hirió enormemente el ya derrotado orgullo de los otros tres jóvenes.
—¡¡Podemos oírte!! —Recriminó Kaminari.
—Esto es terrible, fue un examen que incluso Mineta pasó. —Mas, la Hanamoto prosiguió siendo segundada por la risa de Sero e ignorada por Bakugō.
—¿Q-qué quieres decir con eso?
—Incluso Mineta lo pasó. —Repitió con un tono más prominente.
—¡Oyeme! —Esta vez fue Mineta quien recriminó, se calló al recordar como había sido víctima de uno que otro golpe desinteresado por parte de la joven.
—Y si tomamos en cuenta que Sero pasó todo el examen durmiendo y todo quedó en manos de Mineta —esta vez el último mencionado infló su pecho al escuchar su nombre—, puede que él tampoco lo logre así que... Oh, mí, ¿dos de seis? —Como una niña de preescolar calculó con los dedos pese a ser muy capaz con los numeros—. En porcentaje sería un 33℅. Eso es peor. —A los orgullos heridos se añadió el de un cabizbajo Sero, esa era una penosa forma de reprobar, más que los mismos equipos que lo lograron—. Escuche, Bakugō, escuche —el cenizo giró su rostro fingiendo no escuchar—, si ejecutamos la jerarquía en el grupo en base a esto nosotros estaríamos arriba. —Dijo, al ver la expresión de éste añadió melodiosamente—: Usted por debajo de mí, claro.
Bakugō apretó sus dientes, fruncio su ceño y esta vez sí le hizo frente a la muchacha. No estaba muy contento con ella, nunca lo estaba.
—Te mataré, juro que te mataré. —Aseguró. Ella sólo amplió su sonrisa ante esto; pudo estar segura de que no había visto su actuación.
—¡Hana-chan! —Ashido pronunció su nombre como reproche negativo— ¿¡Qué pasa con esa horrible actitud!? ¡Deberías apoyarnos y consolarnos en nuestro fatídico momento!
—¡Eso! ¿No eras tú el ángel beatífico? —Apoyó Kaminari— ¿¡Eso ha cambiado por juntarte con la bestia de Bakugō!? ¿¡Él te ha corrompido!?
—¿¡Yo qué!?
Bakugō tenía bastante en contra sobre la creencia de que su compañera fuera un ángel o algo parecido, para él era justo lo contrario; era un demonio. No dijo nada por lo "asquerosa" que le parecían la carismática sonrisa y los dulces cantares de Hanamoto que tanto les gustaba a los otros.
—Ya, ya, sólo estaba bromeando —aseguró la muchacha moviendo las manos para calmarlos—. Bueno, no sé cómo consolarlos, ¿el único consuelo no sería aprobar? —Se corrigió al ver sus expresiones—. Ya, bueno, ¿qué tal un abrazo? La próxima vez les ayudaré con estrategias mentales y ejercicio físico.
Pese a decir lo del abrazo en modo de juego, cuando Ashido se le acercó buscando su consuelo terminó dándoles leves pero afectuosos abrazos a los 5 reprobados –de alguna forma incluso terminó dándole uno a Satou–. Por primera vez Mineta lamentó el haber aprobado pues se perdió la oportunidad de que los pechos de la muchacha lo tocaran, a esto Sero le hizo énfasis al dirigirle una sonrisa arrogante. Durante la actividad del "abrazo exclusivo para reprobados" la Hanamoto intentó irrumpir en el espacio personal de Bakugō para darle uno también, falló y si no hubiera sido por la interrupción de Kirishima también se habría llevado de bonus una explosión.
Luego de sembrar la discordia regresó a su asiento designado. Usualmente se "reunían" cerca del asiento de Bakugō pues éste tenía "el culo pesado" –dicho por Kaminari entre susurros– por lo que nunca se molestaba en moverse de su lugar a menos que fuera a dar alguna amenaza.
—Hanamoto —la llamó Todoroki, la mencionada al verlo parado al lado de su asiento se extrañó—, fuiste el segundo equipo en ganar, ¿uh?
La palabra segundo se repitió un par de veces en su cabeza. Tenía la congruente idea de hasta dónde llegaría el tema, pero lo dejaría fluir.
—¿Ah? Sí. —Afirmó sentándose, apoyó su cabeza en una mano tratando de pasar por alto lo que diría después—. Lo hice. ¿Qué pasa con eso, Todoroki?
—Te —habló con un poco de duda—... ¿Te vencí?
Sin saberlo Todoroki tocó un punto delicado en Ikiru. Él sólo quería repetir la frase que ella andaba cantando de aquí para allá con burla cada vez que ganaba.
Para su desconcierto aquella respuesta en modo interrogativo desencadenó una delicada y falsa risa en la muchacha, quien con una mano tapaba su boca excéntricamente.
—Cierto, usted lo hizo. —Admitió sin gusto—. Aunque eso no fue más que casualidad, conveniencia causada por una serie de circunstancias, fortuna o tener un equipo más comunicativo —murmuró esto último, aún así un escalofrío recorrió a Bakugō y Midoriya—. Usted llamelo como quiera, no se volverá a repetir en eventos futuros.
—Sólo estaba bromeando, sabes...
—¿Es así? Oh, esto es increíble, Todoroki, sus bromas son peores que las mías. Otra cosa en la que me ha ganado, eh, Todoroki está usted imparable el día de hoy.
Así fuera una broma o no, no quitaba el hecho de que fuera cierto por más que ella tratara de ignorarlo. Se encargaría de no cometer otro traspiés en el futuro. Sólo fue víctima de las circunstancias y traicionada por la confianza, sí, definitivamente se encargaría de que no volviera a suceder.
A final de la jornada escolar habían descubierto que, otra vez, el maestro Aizawa les había mentido, o como diría éste "otra vez habían caído en una trampa lógica". Incluso los que habían fallado en el examen práctico de fin de ciclo serían capaces de ir a la cabaña en el bosque, ya que, era un campo de entrenamiento no había forma de dejar atrás a los que fallaron pues eran los que más lo necesitaban, por ello los reprobados se habían ganado períodos especiales de corrección más duras de las que habían tenido en el campus.
Por el festejo que iniciaron al oír las buenas nuevas de que podrían asistir aún habiendo fallado, la joven pudo darse cuenta que no estaban apabullados por haber desaprobado sino porque no irían a esas cabañas. Ella realmente pondría el aprobar sobre ese entrenamiento, a decir verdad si ella pudiera eludir esa actividad y ausentarse sin perderse nada lo haría sin dudar. De hecho ni siquiera quería ir. El concepto de pasar sus vaciones recuperando horas de sueño perdido desapareció apenas se creó.
Mientras celebraban el hecho de que todos podrían ir juntos a las cabañas surgió la ferviente idea de que, ya que el siguiente día sería libre puesto que terminaron los examenes, podían ir juntos todos los de la clase A. Claro que tuvieron sus variadas excepciones, sin embargo aunque no fuera toda la clase, en su mayoría habían aceptado ir.
La Hanamoto admiró su físico otra vez en el exuberante espejo de su tocador; revisó su maquillaje encargado de cubrir cualquiera imperfección superficial. Sus ojos, sus labios, su piel; todo se mantenía meticulosamente arreglado y cuidado.
Se puso de pie y esta vez en un espejo de cuerpo completo le echó un vistazo a su vestimenta.
No tenía intenciones de ser apretada por el calor debido a que estaban en los meses de pleno verano, así que vestía un fresco camisero que resaltaba y hacía lucir su piel dejando a la vista sus largas piernas y la parte de sus hombros estaba expuesta al tener mangas caídas; calzaba unas sandalias básicas y unos cuántos accesorios la decoraban, entre ellos estaban aquellas muñequeras a las que estaba acostumbrada.
Mentalmente repasó la lista de sus necesidades mientras veía la hora que marcaba su celular. El lugar de encuentro sería en el centro comercial del distrito Kiyashi, pues era el centro con más tiendas en la prefectura, si se marchaba justo en ese momento llegaría a tiempo como planeaba. Inclinando un poco su cuello tomó la bolsa que hacía juego con el color rojizo de sus ojos, revisó su interior comprobando que no faltara nada, se colocó las gafas de sol y después salió del dormitorio dirigiéndose hacia la salida de la casa.
Sólo tendría que comprar un repelente de insectos y un protector solar –su piel se irritaba con una fatídica facilidad–. Era algo que podía pedirle a alguien más que hiciera por ella, o incluso pedirlo por internet, pero ante la insistencia de sus compañeros, y el terrible decreto de que sería tan aburrida como Todoroki y Bakugō si se negaba, decidió comprometerse sólo para darles el gusto. Incluso le había dicho al chófer designado que iría por sí misma sólo para seguirles el juego.
En realidad no quería ir, pero si únicamente hiciera lo que se le antojara era un hecho que simplemente nunca haría nada.
Mientras salía de la residencia Hanamoto, siendo despedida por algunos trabajadores de servicio, recordó que hacía semanas no veía a su tutora. Se había contactado con ella por medio de una llamada para contarle sobre las cabañas de entrenamiento a la que asistirían los de U.A. –y luego también para decirle lo de las compras– así que había dicho que trataría de volver con ella antes de que se fuera al campamento, pese a esto no se había presentado ni de atisbo en su casa por culpa de los viajes de trabajo que siempre le tomaba un tiempo indefinido. Eso sí, había enviado como regalo la ropa y el calzado de su elección en una gran maleta –que, por cierto, también llevaba impregnado su apellido de forma poco discreta– para que la muchacha se llevara al viaje.
Básicamente su equipaje ya estaba hecho, sólo tendría que añadirle lo que traería de las compras. No le disgustaba que su trabajo se hubiera reducido.
No fue hasta ver a una silueta conocida que recordó al compañero de su tutora en el ámbito de desaparecer. Sólo que realmente éste no desaparecía, más bien él sólo iba cuando se le antojaba. Tal y como un gato callejero que la visitaba cuando tenía hambre, así mismo Yuzzu la visitaba cuando quería verla.
A lo mejor el impulso de ese vago querer fue la motivación que buscó Yuzzu para estar delante de la muchacha justo ahora.
—¡Florecilla! —Exclamó al percatarse de ella, corrió a darle un tierno abrazo y al separarse bajó su vista analizándola—. Oh, ¿vienes o vas? —cuestionó al ver su bolso—. ¡Hoy también estás muy linda, por cierto!
Durante unos segundos se mantuvo en silencio mirándolo, el insólito hecho de pensar en él era algún tipo de atracción magnética pues solía aparecerce en la esquina de su casa cuando lo hacía.
—... Deberías dejar de acosar el vecindario ajeno. —Dijo en vez de corresponder su llamado o responder su preguta— Se te está haciendo una repugnante costumbre vagar por aquí —él hizo ademán de reprochar, por eso lo interrumpió—. Antes de que digas que estás de visita, alego que es de mala educación "visitar" sin avisar.
Yuzzu hizo un mohín infantil calladamente inflando sus mejillas.
—¡Tengo que venir yo porque tú no me vas a visitar, querida! —Se quejó estirando sus brazos al aire—. Deberías de hacerlo de vez en cuando si estás en contra de que venga por aquí tan seguidamente... ¿No crees que sería justo? —Terminó por suspirar.
—Sé donde vives —confesó, por esto Yuzzu asintió seguidamente esperando lo próximo—. Y no lo digo con afán de ofender, pero... ni de broma puedo ir por ahí.
El muchacho rió sonoramente porque sabía su motivo, motivo por el cuál no podía quejarse ni nada. Ni siquiera era culpa de ninguno sus condiciones.
—Lo sentí con todo el afán ofensivo. —Comentó olvidando su risa.
—No lo tomes a mal, simplemente no puedo ir andando por donde quiera —pidió sin darle importancia—. Tú sabes, por el localizador Hanamoto lo sabría.
—¿Tienes un localizador? Woah, ¡qué extremo!
—Y al saberlo me regañaría —continuó haciéndole caso omiso—. Es decir, ¿qué pensarían al ver a la heredera Hanamoto caminando por lo más bajo de la ciudad como si estuviera paseando a su perro? —Interrogó levantando un dedo— El perro eres tú, por cierto.
—¿Esta vez sí es con afán de ofender? —Elevó una ceja como seña cuestionante, ella asintió como si nada—. Me considero más un gato pero, ¡woof o meow, los acepto! —La pelinegra hizo una mueca por esas imitaciones—. Bueno, qué decir, incluso las princesas tienen que visitar a su pueblo.
Antes de reprochar la Hanamoto pensó. No podía decir que no era una princesa habiendo estudiado en la academia para señoritas que llevaba ese nombre y siendo conocida públicamente por «Hanamoto-hime» en vez de su nombre de pila. Además, si se fuera más a fondo bien podría ser comparada con el molde de princesa pues, como una, no podía moverse por sentimientos personales –esta razón era más literal que nada– y era propensa a seguir órdenes.
—Eso no afecta a una princesa sin deberes políticos —contrapuso de inmediato—. Les guste o no, la señora Sadashi permanecerá en su lugar por moda más que generocidad. Claro, la señora Sadashi también tiene carisma.
—... Arriba la jerarquía, eh, flor inalcanzable —utilizó aquél mote de la secundaria al que ella no le tenía afecto alguno, pero que le hacía honra en varios aspectos.
—Como sea, estoy ocupada así que ven otro día y procura avisar antes de. —Hizo énfasis en lo último—. Ah, sí, preferiblemente no vengas por el resto del mes; no estaré en casa. Nos vemos.
—¡Espera, espera, espera! —Repitió seguidamente tomándola del brazo para que parara sus pasos, ni siquiera esto la paró— ¡Que esperes te digo! En serio eres pesada para ser una flor.
Al oír el tema de su peso se detuvo en seco dándole una mirada de hastío a Yuzzu que le puso los pelos de puntos. Su peso era ideal con su altura y no era su culpa ser alta ni mucho menos la poca fuerza que tenía el chico.
—Usé mi quirk —Yuzzu no estuvo seguro si mintió o no—. ¿Y? ¿Para qué espero? No es de buena educación llegar tarde, ¿quieres dinero?
—¿¡Qué soy!? ¿¡Un gigolo!?
—¿No lo consideras así? —Cuestionó con ironía— ¿Qué es lo que quieres, Yu?
—¿Por qué no puedo visitarte durante el resto del mes? ¿En dónde estarás? —Preguntó seriamente.
—Estaré en un campamento de entrenamiento, o algo así, organizado por la academia.
Al ver como el rostro se contrajo y palideció por esa respuesta Ikiru se extrañó, sin embargo esta expresión no tardó tanto en cambiar. El agarre en su brazo se fortaleció como si él de verdad se negara a dejarla ir, por esta acción lo miró interrogante dudando si lo que de verdad quería era arrancarlo en vez de sostenerlo.
—¿No puedes no ir? —Inquirió provocando una mirada de duda— ¡Me aburriría sin ti! —añadió con prisa al notar el gesto cuestionante en el rostro.
—Sólo haz lo que sea que haces cuando no te veo.
—Qué aburrida eres —Comentó. Luego, como si hubiera recordado algo de un flechazo, rebuscó entre sus bolsillas—. Oh, sí, ¡mira lo que compré!
De su bolsillo sacó un tipo de vendaje blanco que colocó sobre sus ojos como si fuera un antifaz. Yuzzu la miró esperando que dijera algo, suponía que le sería fácil de reconocer ya que no hacía mucho tiempo había visto algo similar frente a ella. Pensando en esto no resistió en comprarla, aunque Yuzzu había desarrollado una clase de rencor hacia todo lo que él representaba por haber ido en contra de la vida de su querida amiga.
—¿Es un trapo? Luce como uno, encima te ves horrible. —Su respuesta no fue lo que él esperaba—. ¿Por qué, y cómo eres capaz, de gastar el dinero de esa forma?
—¿No la reconoces? —Preguntó sin creerselo, ella sólo negó sin saber porqué debería de hacerlo—. ¡¡Es la máscara es de Stain!!
Los ojos rojos de la fémina se clavaron en el suelo, luego en el cielo y entonces, como si lo hubiera visto entre las nubes, lo recordó.
—Ah, sí, él —dijo sin ánimos—. Stain, eh. Al final, el morbo vende.
Yuzzu estalló en risas al notar como ella tuvo que hacer memoria por algo que cualquiera recordaría con horror o sería considerado incluso como trauma. Sabía que su amiga no era totalmente normal después de todo, por lo que no encajaría en un "cualquiera". Reía para no sentir lástima, pues Hanamoto repudiaba esta última, pero realmente olvidarse del peligro no era un tema gracioso.
—¿¡Qué pasa con ese tono desanimado cuando antes te gustaba la idea de él!? —Exclamó entre risas— ¡Es como si te hubiera roto el corazón descubrir la verdad!
Hasta resultaba sorprendentemente como se había olvidado tan rápido de algo en lo que antes había mostrado interés.
—Esa metáfora ilógica no está bien empleada. —Corrigió fijándose en el antifaz, al tener los ojos de Hanamoto encima de su persona Yuzzu no pudo evitar sonrojarse—. ¿También tienen mercancía de la alianza de villanos?
Por supuesto se confirmó la presencia de la alianza de villanos en Hosu luego del incidente en el mismo lugar, lo cual fue bastante obvio aunque algunos suponían que los Nomus eran "hermanos" al no saber lo que ella sí. A la joven no le pareció anormal esa asociación, aunque bien pudo haber sido casualidad, debido a que ambos parecían compartir un objetivo en común; All Might.
—Uhm —trató de recordar si había visto algo parecido—. No, no vi nada parecido a unos peluche de esos monstruos, ¿por qué? ¿Quieres uno? Puedo hacer uno si lo quieres, ¡una de mis habilidades especiales es ser bueno en costura, ¿sabes?! —Calló su presunción al contemplar la cínica sonrisa que se asomó en el rostro de la muchacha—. ¡¡No sonrías así!!
Sin pensarlo mucho Yuzzu golpeó con su palma la cara de ella para que dejara de sonreír, naturalmente ella le devolvió el golpe con más fuerza.
—Ser eclipsados por un aliado más débil pero con más carisma y acciones, qué terrible, para ellos —Canturreó para sí misma—. Deben de estar tan molesto, celosos de estar bajo una sombra no tan grande. Eso está mal, ¿no crees?
Ser opacados al punto de que nadie lo mirara podría ser lo peor dependiendo la persona, para ella lo sería.
«En situaciones así de particulares ella deja salir una cadena natural de pensamientos retorcidos. Qué miedo. Su sonrisa y voz son tan delicadas que en vez de enternecer vuelven la atmósfera turbia. ¿Es más linda que terrorífica o al revés?» pensó el perturbado chico empezando a sudar frío por las fingidas risas juguetonas de la muchacha.
—No digas eso mientras ríes —suplicó—. Oh, pero él también te eclipsó a ti, ¿verdad? Quiero decir, tú tampoco tienes mercancía.
Se arrepintió de lo que dijo cuando en vez de borrar su sonrisa la ensanchó.
—Es cierto. —Soltó como si apenas hubiera caído en cuenta—. ¿Quieres apostar cuanto tiempo tardo en conseguirla? En cuanto me apodere de una licencia heroica, por lo menos provisional, tardaré únicamente un par de meses en tenerlos. ¿Cuánto dices tú, Yu?
Perfectamente si se lo pedía a su tutora esta le haría ese tipo de mercancías. Mas, para tener mayor impacto debía acumular acciones heroicas antes de eso. El tenerlas o no no le importaba, pero si alguien como el asesino de héroes tenía no veía porqué ella no podía.
—Yo digo que tienes serios problemas con las apuestas...
El sonar de su celular le recordó que estaba perdiendo el tiempo por culpa de aquella indeseada e inadvertida presencia. Era una llamada de Kirishima, entonces vio la hora, respondió en un mensaje y empezó a caminar sin pararse a pensar en el chico.
—Nos vemos.
—¡Eh! —Él intentó llamar su atención— ¿Te marchas?
—¿No estás viendo?
—¿¡Por ahí!? ¿¡Vas a tomar el metro!? —Yuzzu apresuró el paso detrás de ella para alcanzarla.
—Sí.
—¿¡En serio!? ¿¡Sabes cómo hacerlo!?
—Ya dje que sí —Confirmó—. A veces lo tomo, sabes. El que tenga un chofer a mi disposición no me hace una idiota incapaz de andar por mí misma.
—¿No lo hace? —Se burló—. ¿Quieres que vaya contigo?
—No. —Respuesta inmediata— Iré con mis compañeros de clase, estaré bien —añadió antes de que siguiera insistiendo.
Esa respuesta disipó de inmediato la insistencia de Yuzzu, su felicidad al oírla decir eso fue mucha. Corrió hasta ponerse delante de ella y besó su frente sonriendo animadamente al escuchar que se estaba haciendo cercana a un grupo de personas que él desconocía, pero parecían ser agradables.
No era como si Hanamoto fuera poco sociable, todo lo contrario, pero ella no confiaba en nadie lo suficiente debido a varios puntos. Ella no sólo era rica, también bonita, afamada y talentosa al nivel de ser prodigio; los altercados o malversaciones en su dirección eran normales, cualquiera podría verla como alguien mimada e ingenua de quien podrían aprovecharse si se acercaban. Y ella no era una tonta, mucho menos crédula, era bastante avispada, por eso siempre se encargaba diligentemente de poner una línea entre ella y los demás que no se debía romper. Una línea que incluso había trazado entre ella y All Might.
Yuzzu sabía que por más que siempre pareciera rodeada de personas, aunque se mostrará hablando animadamente con cualquiera, Ikiru era alguien solitaria por su desconfianza hacia las personas que la rodeaban, mas esa soledad ella no la sentía. Quería ser admirada pero no que se acercaran. Por ello, desde el fondo de su corazón esperaba que su amiga pudiera abrirse por lo menos con sus compañeros. Ergo, así se negara a admitirlo en voz alta pues la esperanza era su fuerte, lo veía poco posible; si se acercaban a Ikiru su idealización caería, y eso era algo que ella no permitiría.
—Muy bien, será para próxima —puso una expresión humorísticamente triste—. ¡Cuídate mucho, florecilla! —Dándole un último beso y salió corriendo en dirección contraria.
—Nos vemos. —Se despidió sin mirar atrás.
Continuando con su camino se percató de algo que había pasado por alto desde que conoció a Yuzzu.
Y eso era que, contrario a su tutora, no sabía y probablemente no se molestaría en averiguar qué era lo que hacía Yuzzu cuando no estaba en su vista. Al menos su tutora le decía, aunque no supiera ni le importaba qué tan cierto fuera, que iba a un viaje de negocios. Mas, Yuzzu no le contaba nada ni antes de irse ni cuando venía, y eso que no era reservado ni mucho menos callado.
«Yu es realmente ruidoso».
Terminó quitándole importancia, no se entrometería en la vida personal de alguien más.
Al cabo de diez minutos, más o menos, después de esa corta reunión y despedida, la Hanamoto llegó a su destino. Viajar en metro terminó siendo una molestia, un retraso de tiempo también. Durante su viaje no sólo se mareó, personas se lanzaron encima de ella en todo el camino alabándola por varias cosas: que el encuentro con el asesino de héroes, que el festival deportivo, que ser la heredera Hanamoto, incluso por cosas que había hecho en su época de secundaria; esto sólo incrementó sus náuseas. Por ese tipo de acontecimientos fue que el chofer había perseverado con la idea de llevarla.
El irrumpir el espacio personal de otras personas tan salvajemente no era nada agradable ni educado a su parecer. Vaya demostración de las consecuencias de ser reconocida, como si no le hubiera bastado con haber pasado por lo mismo en Hosu –la heroína encargada de ella en ese momento había tenido que intervenir varias veces–.
Al menos no la habían desarreglado, ni siquiera se atrevieron a tocarla teniendo miedo de arruinar su apariencia tan destacable, por lo que seguía implacable para alguien que casi vomita.
Por fin había llegado al centro comercial que utilizaron de punto de reunión. Había llegado tarde, ni tanto pero era algo de lo que se arrepentía, así que les había pedido por mensaje que se adelantaran por lo que tendría que buscarlos. Seguía sin creer que llegó tarde pese a que la casa de Hanamoto, para conveniencia propia, no estaba lejos del centro. Así no los encontrara podría comprar lo que necesitaba, pero no podía abandonar sus planes tan descuidadamente como si nada.
Había hecho su mejor esfuerzo para ignorar la manera en que los vendedores atraían a los clientes mostrándole lo eficiente, además de estar a la moda, que eran sus productos para no caer en una trampa como si fuera turista. Mas, su resistencia a las tiendas de comida fue pobre, terminó cayendo por un gelato y otras cosas de manera que había gastado más de lo que debía, menos mal iba con una tarjeta de créditos. Esta vez sí se concentraría.
Su negro cabello que llevaba agarrado en su coleta se movía a según ella lo hacía. Caminaba a paso apurado sin perder la elegancia. Con su escarlata mirada, oculta detrás de unas gafas de sol, buscaba alguna pista de sus compañeros de clase. Mas, la cantidad de personas tan variadas no suponía ninguna ayuda para ella.
Rendida sacó su celular para contactarlos, en realidad tenía a todos sus compañeros de clase agregado en contactos –el contacto de Bakugō había sido filtrado en contra de su voluntad– pero optó por llamar a Kirishima, pues él fue uno de los que más insistió en que fuera, más bien él dio por sentado que iría. Sonaron dos intermedios, mas cuando la voz de su compañero se escuchó en su oído preguntándole dónde estaba colgó.
Guardó su móvil, sus ojos se mantuvieron fijos delante de ella. Se había encontrado con algo más importante, y de paso la escena incluía a uno de sus compañeros sumándole a otra persona que, desafortunadamente, reconoció.
Tuvo en cuenta lo importante que era el orden público, la cantidad de personas en el área y lo limitada que estaba con la prohibición de los quirks en público –había violado esa ley, por lo que no podía hacerlo de nuevo y esperar salir exenta–. Sin cambiar su amable expresión, sin hacer ningún ruido, caminó desenfadada, con una tranquilidad imperturbable, hasta donde veía a los conocidos sentados.
Incluso si hubiera cualquier héroe a la vista ella había conocido su quirk por lo que estaba segura que si lo intentaban atrapar antes de lograrlo él podría matar a decenas de personas inocentes que se encontraban allí sin creer que algo podría pasar.
Habiéndose acercado tomó asiento como intermediario entre su objetivo y otros civiles que estaban sentadas al lado por si algo sucedía.
Desde su lugar podía ver a Midoriya, un tan aterrado Midoriya que ni siquiera había notado que ella estaba allí, y a la otra persona que evidentemente lo estaba amenazando. No era normal ni amistoso que alguien utilizara cuatro dedos para aprisionar tu cuello, pudo descifrar que el quinto sería el que active su quirk y en cuanto lo hiciera su compañero empezaría a desmoronarse de la piel del cuello hasta abajo. Poco había visto del quirk de Shigaraki Tomura, pero fue lo suficiente para saber qué el fue quien hizo polvo la puerta de la academia siendo ésta de un material riguroso, por lo que también podía volver polvo a Midoriya
Por el momento ellos dos simplemente estaban hablando, pero no sabía cuándo esto cambiaría. No podía atacarlo y causar un escándalo, no podía irse en busca de un héroe porque no había ninguna seguridad en que cuando volviera Midoriya seguiría con vida. Entonces, se encargaría de ayudarlo de un método menos ofensivo.
Se quitó sus gafas dejándola de lado, y ni siquiera se dio cuenta cuando dejó de sonreír, se volteó a su derecha donde se encontraba aquella horrible escena procediendo a tocar levemente el hombro de Shigaraki, quien tenía una sudadera con capucha negra que trataba de encubrir su rostro, dejando libre su aura siniestra, la cual ella no notó, se giró hacia donde sintió el toque.
—Disculpe —habló calmadamente atrayendo la atención de ellos, temiendo lo que pasaría Midoriya palideció al verla, si bien ellos eran dos se podrían efrentar a un gran peligro—. ¿Podría dejarlo en paz, por favor?
No hubo respuesta. Midoriya entró en pánico al notar como Shigaraki sólo la miraba sin decir nada.
—¡No! —Midoriya realizó un movimiento brusco que lo dejó sin aire al casi rozar el quinto dedo de Shigaraki— ¡No es nada! ¡Estoy bien! —trató de alejarla del peligro lo más rápido posible— Así que no te preocupes...
Él no supo que sus peticiones eran mudas a los oídos de la Hanamoto. Ella sólo estaba consciente de que aquél sujeto no le había prestado atención a lo que dijo.
—¿No ha escuchado? ¿Acaso no lo ha hecho? —El tono pacífico de su voz no significó nada, sus ojos terminaron por abrirse por completo y en su rostro una pragmática sonrisa se intensificó a las anchas. Su mano izquierda se posó sobre la derecha para liberarse—. Ambos tenemos mucho que perder, ¿cierto? ¿Su libertad no le importa? ¿No cree que huir sería la estrategia más inteligente, señor Shigaraki? —Sus preguntas tuvieron todo el aire de amenaza— Dejelo ya mismo.
Midoriya se preguntó mentalmente porqué su instinto de supervivencia le gritaba que ahora no sólo había una presencia siniestra sino dos, y una de ellas era la de su compañera. Por su parte Shigaraki siguió sin contestar, sus ojos viajaron del pecoso a la muchacha y mostró una sonrisa peculiar, como si maquinara algo.
—Vaya, ¿así qué tenías compañía? —Habló juguetonamente como si fingiera ser inocente—. ¡Mi culpa, mi culpa! —Mientras se ponía de pie por fin soltó, más bien tiró, al de pelo verde dejándolo respirar— Bueno, me voy. Y saben que pasará si me siguen, ¿no? La próxima vez que nos veamos no será para charlar.
Primero que nada la Hanamoto se lanzó en dirección a Midoriya para examinarlo con la mirada asegurándose de que no hubiera sido víctima del quirk contrario. Sus ojos se movieron hasta donde el villano desaparecía por entre el tumulto sin mostrar que tuviera algún rehén o que hubiera hecho de su habilidad, sus manos se movieron con la intención de liberar su peculiaridad pues no quería que hubiera una próxima vez, mas el agarre de Midoriya hizo que bajara sus ojos hacia él.
Midoriya negaba eufóricamente, sin pronunciar palabra le pidió, suplicó, que detuviera lo que fuera que pensaba y no fuera detrás de él. La Hanamoto, que ya estaba pensando en cómo apañárselas con él, dudó ligeramente. Sería como desperdiciar una oportunidad, bien sabía que de los errores se aprendía y mientras se frustraran los planes de la alianza de villanos más se fortalecerían, si no se les atrapaba, al menos al que parecía ser la cabeza de ellos, y en cambio se les dejaba crecer en un futuro o causarían gran revuelo o tendrían éxito. Tenía en cuenta las circunstancias, el estar un área pública y la probabilidad de que no sólo escapara sino que hiciera una desastrosa masacre, aún así...
—¿Está bien? —Optando por dejar ir a Shigaraki, mas estando atenta por si causaba cualquier perturbación, priorizó al joven agachándose hasta donde estaba tirado— ¿Se encuentra bien, pequeño héroe? ¿Él le causó algún daño físico?
—... No, no lo hizo. —Horrorizado llevó una mano hacia su garganta sin creer lo cerca que estuvo—. Yo... Yo... —Algunas lágrimas cayeron de sus ojos.
—Está bien, ya está bien. —Trató de tranquilizarlo sin creer que debía irrumpir su espacio personal—. ¿En su conversación él lo amenazó? Debemos de ponernos en contacto con el departamento de policía, también con los demás... ¿Usted no estaba con ellos?
En lo que ella sacaba su celular para hacer lo dicho llegó Uraraka, al no entender porqué ambos estaban de esa manera se desconcertó. Al, brevemente, contarle lo sucedido ambas se encargaron de llamar a la policía y avisarles al resto de sus compañeros sobre ese fatídico encuentro.
—All... All... —de la nada, y mientras Hanamoto estaba llamando al grupo de Kaminari, Midoriya empezó a murmurar incongruencias.
—¿All Might? ¿Quiere que lo contacte, pequeño héroe? —Inquirió la pelinegra.
—No lo hagas... No es eso —negó—. All for one —completó en un murmullo.
Ese conjunto de palabras provocó que Hanamoto ladeara su cabeza. No creía que se hubiera equivocado con la organización de las palabras de su peculiaridad, pero tampoco tenía idea de qué estaba diciendo. Los grandes ojos esmeraldas se posaron encima de ella como si le estuviera pidiendo la explicación de algo, esta vez no tuvo idea de qué era lo que quería y tampoco pudo leer su mente.
—¿Necesita algo de mí? —Volvió a inquirir.
—Te lo contaré más adelante, todo lo que me dijo Shigaraki. —Aseguró el muchacho—. A lo mejor tú, Hanamoto, podrías entenderlo mejor que yo.
Ella no pudo asegurar nada, pero para no decepcionarlo sólo respondió con un asentimiento.
Al saber lo ocurrido por una denuncia hecha por Uraraka los policías no tardaron en rodear el área y desalojar todo el sitio, el centro comercial fue cerrado temporalmente. Pese a los esfuerzos combinados de los héroes locales y la policía, el perpetrador no fue encontrado. Ese mismo día Midoriya fue llevado a la estación de policías para ser interrogado por el evento que había ocurrido, aquella ocasión fue denominada "el incidente del héroe". Por esto se dio a conocer que la policía creó una fuerza especial para esto en respuesta a los actos de la unión de villanos.
La Hanamoto no pudo preveer algo más allá de la obviedad de que algo terrible se acercaba. La alianza de villanos apenas estaba empezando a moverse.
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