YELLOW
Llegó el invierno. Una pequeña pero aún así sangrienta batalla, se desató en los límites del Imperio Humano y el territorio oscuro.
La capital del imperio había enviado a los Caballeros de la Integridad o cómo los pobladores del imperio los conocían, "IK" por sus siglas en inglés. Soldados pertenecientes a la fuerza militar de la iglesia Axiom, ejército que luchaba por el bien de todos y en nombre de los dioses, estos soldados eran bendecidos de manera especial con el fin de cumplir su deber de defender Underworld.
La batalla había sido devastadora, hubo bajas en ambas partes, sin embargo la peor parte se la llevaron los habitantes del territorio oscuro, quienes habían sufrido la mayoría de las pérdidas.
Odiaba con todo mi ser estas batallas, ver cada muerte, cada gota de sangre caer sin poder intervenir era como una tortura. ¿Por qué yo o alguno de los demás dioses no interviene? Por el mismo motivo que les había mencionado antes, la libertad, no podemos interferir en las decisiones de los seres humanos, a menos que ellos pidan por ello de manera ferviente y sobretodo sin malas intenciones ni malicia.
Nuestro deber es velar por el bien, no fomentar los enfrentamientos. Además, todos habíamos hecho un pacto inquebrantable a raíz de la traición de Vector, acuerdo en el que juramos no tomar parte activa del sufrimiento de ningún ser vivo.
"Amarilla, cuando llegaste a mí de repente"
Como diosa de la vida, uno de mis deberes es el de guiar las almas hacia el descanso y últimamente también se me atribuía la tarea de bendecir los lugares donde tenían lugar aquellos escenarios sanguinarios, esto con el fin de que todas las almas encontraran su descanso y no se perdieran en el camino y luego quedaran vagando sin rumbo en la tierra.
El territorio oscuro se veía bastante desolado, los cuerpos estaban esparcidos por todos lados.
Sentí una fuerte opresión en el pecho de solo ver aquel devastador escenario, por lo que sin poder evitarlo, un par de lágrimas hicieron su recorrido desde mis ojos hasta finalmente terminar por caer en el árido suelo.
¿Cómo era posible que la avaricia y envidia pudiera causar tanto daño?
Comencé a caminar, observando cada una de las desafortunadas siluetas que yacían inertes.
Había cuerpos de todo tipo de criaturas por parte del territorio oscuro: orcos; goblins; ogros e incluso se podía divisar el gran cuerpo de un gigante a lo lejos y por parte del Imperio Humano, se podía ver los restos de cientos de caballeros, sin embargo, ninguno de ellos pertenecía a un caballero de la integridad. Era de esperarse que les resultara difícil acabar con los caballeros del más alto nivel que tenía el Imperio.
Cuando llegué al centro de todo ese caos, levanté mis manos al aire con el fin de comenzar con la bendición de todas esas pobres almas, si, incluso las de los habitantes del territorio oscuro.
Una incandescente luz dorada comenzó a cubrir todo el lugar ocasionando que las almas comenzaran a desprenderse completamente de los cuerpos a los que aún se mantenían momentáneamente unidos. Todo iba bien hasta que un gran alarido hizo que me girara buscando el lugar de donde provenía el ruido, al ver de qué se trataba tuve que detenerme de golpe.
Al lado izquierdo, a unos pocos metros se encontraba un muchacho, vestido con ropas negras manchadas de sangre, debido a una herida de muerte o al menos eso podía distinguir desde mi lugar, sin embargo seguía vivo. Si no me hubiera detenido en ese instante, hubiera terminado por matarlo yo misma.
Afortunadamente no fue así. Me acerqué corriendo hasta él, tenía múltiples heridas, una bastante grande en la cabeza, pero la que más me alarmaba, era la herida que tenía al costado derecho de su abdomen, era enorme y bastante profunda, tenía que sacarlo de ahí inmediatamente.
Lo llevé con dificultad hasta lo más alto de la torre de la catedral, el lugar que usualmente compartía con las demás deidades cuando nos reuníamos de vez en cuando, un lugar donde los humanos normales no tenían acceso, solo entraban aquellos que eran requeridos para el Ritual de Síntesis, antes de convertirse en caballeros de la integridad, por lo que no eran muchos.
Al llegar afortunadamente me encontré con Terraria, si eramos dos la sanación sería más rápida y tiempo que perder era lo menos que necesitaba este joven.
—¡Terraria! Que bueno que te encuentro —Exclamé algo exhausta y sumamente agradecida —ayúdame por favor.
Terraria no necesitó preguntar nada para darse cuenta de la situación, rápidamente colocó sus manos sobre el cuerpo del muchacho junto a mí y unos segundos después éste comenzó a brillar.
Durante veinte minutos, Terraria y yo trabajamos para ayudarlo, yo no hacía más que concentrarme en lo que hacíamos. Es que ¿A quién le rezas cuando tú misma eres una diosa?
Una vez terminamos el trabajo, la diosa de la tierra por fin pudo dejar escapar un suspiro —¿Quién es? ¿Qué le pasó? ¿Cómo llegó a ese estado? ¿De dónde lo cono...
—Más despacio por favor —tuve que interrumpirla, sus preguntas iban tan rápido que me sentía mareada.
—Lo siento —susurró avergonzada —pero dime, ¿quién es?
—No lo sé, lo encontré en el lugar donde tuvo la batalla contra los del territorio oscuro —ella sólo asintió, todos estaban enterados de lo que había pasado así que no hacía falta las explicaciones —no sé quién sea, pero si no lo ayudaba, moriría.
Terraria hizo una mueca y lo miró —Podría ser alguno de los caballeros del territorio oscuro o del Imperio —habló finalmente.
Estaría de acuerdo con ella, sin embargo, sus ropas no parecían ser las de un caballero, mucho menos a las de un caballero de la integridad, además que a estos últimos los teníamos todos identificados por ser pocos.
No obstante, tampoco se parecía a las armaduras que acostumbraban a usar los caballeros del territorio oscuro y pensándolo bien, no había visto el cuerpo de ninguno en el lugar, solo el de de las criaturas y el gran gigante por lo que no podía ser un caballero oscuro.
Era realmente confuso y por la expresión de Terraria, podía ver que ella también tenía sus dudas.
—¿Y si es algún aprendiz? —murmuré, eso tenía más sentido.
—¡Tienes razón! A lo mejor es un aprendiz que se coló en la batalla, después de todo, no sería la primera vez que sucede —concluyó dedicándole nuevamente una mirada al joven —¿Qué piensas hacer?
—Esperar hasta que despierte y preguntarle de dónde es —suspiré cansada. Era consciente que su despertar tardaría días debido a la experiencia cercana a la muerte que tuvo.
Terraria estuvo de acuerdo conmigo y durante tres largas semanas me ayudó a cuidar del muchacho.
El día que abrió los ojos sentí un gran alivio, que duró solo el tiempo hasta que su penetrante mirada se clavó en la mía logrando estremecerme, algo extraño teniendo en cuenta que soy una diosa y él que debería estremecerse ante una mirada, debería ser él, no yo.
Una vez que pude hablar con él, me di cuenta de algo. No recordaba su nombre, de hecho, no recordaba nada, ni siquiera la forma en como acabó herido ni que hacía en el campo de batalla.
"Antes de darme, cuenta mi corazón estaba lleno"
Como no recordaba su nombre, generalmente me refería a él simplemente como Kuro, apodo que le puse debido a que siempre vestía ropas negras y que sin duda le incomodaba, puesto que constantemente podía ver un ligero sonrojo en su rostro.
Sin embargo, jamás me decía que le molestara y siempre me hablaba con mucho respeto, tal vez sea por el hecho de que era Stacia, la diosa y no alguien más quien el hablaba.
Cuando se recuperó completamente, no lo regresé al Imperio, puesto que no sabía de que lugar provenía y su falta de memoria no ayudaba, y, aunque insistió en que estaría bien y que no quería molestar, aún así no lo regresé. No podía dejarlo solo, a la deriva, sin saber quién es, si tenía algún pariente o amigos que lo ayuden.
Pasaron tres meses y pude comprobar que mi teoría de que, tal vez fuera algún aprendiz podría ser cierta.
Resultó ser bastante diestro con la espada, uno de los mejores espadachines que había visto y eso que había visto muchos a lo largo de la vida. Podía sentir su pasión al blandir la espada y la emoción que sentía al empuñarla.
Por consiguiente, decidí convocar a las demás deidades y proponer a Kuro para que se convierta en un Caballero de la Integridad. Es así que, durante unas semanas fue puesto a prueba, ganándose de esa forma, su derecho de participar en el ritual de síntesis.
El ritual se llevó a cabo, siendo nombrado como Integrity Knight 33, nombre que luego adoptó como propio, ya no era simplemente Kuro, ahora era IK33, decía que ese nombre resultaba ser más genial y que tenía un significado más importante para él. Solo pude reír levemente ante su pensamiento.
Al formar parte de los caballeros de la integridad, IK33 ahora bajaba al Imperio Humano constantemente para cumplir con los nuevos deberes que se le encomendaban, sin embargo aún visitaba constantemente la cima de la torre. Él era el único caballero al que se le permitía tal libertad.
Cuando no tenía deberes que hacer, me acompañaba para hacer los míos, sin importar que tan aburrido pudiera resultar, él estaba ahí y hacía que el día sea más divertido.
Él tenía la facilidad de hacer que todo se viera más sencillo y más alegre con su comportamiento tan jovial.
Resultaba ser muy atento, siempre trataba de ayudar, incluso a Solus y a Terraria les había caído bien y lo aceptaban.
Sin darme cuenta, me enamoré, cuando me di cuenta, los sentimientos ya estaban ahí y no podía deshacerme de ellos y tampoco quería hacerlo.
Jamás pensé experimentar esa clase de sentimientos, sentimientos que siempre observé desde lejos y que siempre bendije, que sin darme cuenta siempre anhelé para mi. Me sentía cálida, empecé a sonreír más y más cada vez.
El amor que sentía por mi pueblo, no se comparaba al amor que sentía por él. Eran tan distintos y a la vez tan parecidos, ambos eran fuertes y puros, pero el que sentía por IK33 era sólo mío y de él, para nadie más.
"De un calor que recuerda la primavera, fue tan natural"
***
Nota:
!Buenas! Les traigo otro cap de esta pequeña historia. Espero sea de su agrado y si hay algún error déjenmelo saber y luego lo corrijo, es que estoy desde el cel y se me pasan los errores.
!Gracias por leer!
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