Capítulo 9
Patrick
Esto no era lo que esperaba cuando amenazó con encadenarme en su habitación, no lo sé, un poco de amenazas, de sexo quizás o qué sé yo. Pero no. No hay amenazas, o sexo para variar, lo sé, suena horrible. En cambio me dio cachorros para alimentar y pláticas aburridas.
Estoy odiando esto. Era mejor que me obligara a tener sexo.
Nero gruñe y se sube a la cama, se frota y ronronea contra mí, es lindo, más que su hermana, esa todavía me muerde y llevo aquí como cinco días.
No hay guardias, sólo Enzo, quien por desgracia no me visita, que por muy bueno que esté sigue siendo uno solo. Andrea está peor de cómo pensaba, no tiene presupuesto y ciertamente no me sorprende. Es un puto desastre y se niega a obtener mi ayuda.
Orgulloso de mierda.
Dejo a Nero dormido y me pongo a hacer ejercicios, no puedo estar en la cama todo el maldito día, al menos la cadena me da bastante margen de maniobra. Estoy en una situación ridícula, pero bueno, ¿Qué esperaba, que confiara en mí desde el principio? Supongo que era pedir demasiado.
Hago todo lo que puedo y rebusco en su armario, necesito un baño y pensar en cómo deshacerme de la maldita cadena. Mojo las vendas y las quito con cuidado, cuando lo hago en seco duele demasiado, pero al menos mejoran poco a poco. Bañado y listo vuelvo a la cama, Nero me mordisquea suavemente el brazo bueno mientras Melo sigue en el asiento mirándome con desconfianza.
No le gusto, puedo decir eso.
Los cachorros gruñen cuando escuchan el duro portazo, no más de unos segundos más tarde aparece Andrea furioso, sé que no se debe a mí ya que mi secreto está bien guardado. Los cachorros se erizan sintiendo su enfado, oliéndolo, no lo sé. Da un paso hacia mí y Nero da un zarpazo.
—No le haré daño —gruñe con molestia, eso no mejora la situación, ni siquiera su chica favorita lo deja acercarse—. Me daré un baño.
Agarra ropa y se va directo al baño, acaricio a Nero haciéndolo retozar en la cama, al menos parece que ando de vacaciones, excepto si el león que está tomando una ducha ahora decide ponerse agresivo. Andrea sale con un pantalón de piyama y una cara que no da envidia.
Aún está enojado y a los cachorros no les gusta.
—Cállense —gruñe tirándose bocabajo en su lado de la cama, Nero lo mordisquea como si fuese un juguete masticable—. Abajo.
El gato grande baja enseguida y sube al sillón con su hermana.
—¿Qué pasó?
—Nada.
—Ajá. ¿Hasta cuando tengo que estar aquí como una de tus mascotas?
—Hasta que me dé la gana —me coloco sobre sus muslos y le muerdo la espalda, la cadena cae sobre la cama haciendo un ruido pesado—. ¿Qué mierda estás haciendo?
—Los cachorros tienen sus necesidades, yo tengo otras —muerdo más abajo y lamo su piel, Andrea se gira haciéndome caer a la cama. Se levanta más que ofendido y les quita el asiento a sus hijos felinos.
—No me acuesto con hombres.
Levanto una ceja.
—¿Cuándo decidiste esa mierda, después de follarme, de intentar follar por segunda vez, cuando decidiste masturbarme en un operativo, o la última vez en el hotel? La primera estabas borracho, pero las demás, ya sabes… —humedezco mis labios, pero tengo que reírme de la cara asustada de Andrea.
—Fue un error, iba a joderte para sacarte de mi sistema.
—¿Y ya estoy fuera? —aparta la mirada de mí, eso lo dice todo—. Supongo que no, así que todavía podemos sacarlo.
—No estás aquí para follar conmigo.
—No estoy para eso, pero ya que estamos en esta situación podemos… —Andrea se levanta y agarra el botiquín, supongo que mi diversión llegó hasta aquí.
Pone la crema y coloca los vendajes, deja el cuello de último como siempre y escupe una maldición en italiano cuando lo ve.
—No está curando bien —pongo los ojos en blanco.
—Sólo pon la crema y el parche —camina a la caja fuerte detrás del cuadro de un paisaje que está junto a la ventana y teclea el código, regresa con una llave—. Esto no quiere decir nada, sigues atrapado aquí conmigo, pero hay que quitar el collar, no está sanando bien y no quiero una infección.
—Está bien.
Andrea abre el candado y deja caer el pesado collar al suelo haciendo que los cachorros salten, me echo a reír y corro hacia la puerta, Andrea me sigue como un completo idiota.
No voy a irme.
Enzo se levanta del sofá, no a tiempo para detenerme de abrir la puerta y salir al exterior, detengo mi carrera a unos metros de la casa viendo a los cachorros retozar. Andrea no tiene buena cara, Enzo está mucho peor, incluso tiene su arma en la mano listo para dispararme.
Lindo. Ya dije que me quedo.
—Patrick, ¿Qué diablos?
—Sabía que no podías mantenerlo encadenado mucho tiempo, eres un gilipollas —gruñe Enzo completamente enojado, los chicos le muerden el borde del pantalón.
—Calientapollas también.
—¿Perdón? —Andrea se ve impactado, Enzo ni siquiera sabe dónde meterse.
—Ups —Enzo se frota el tabique, no tengo idea de donde estoy—. Mírense, en medio de la nada viviendo en una casa de porquería cuando puedo ayudarlos.
—Vas a jodernos si te dejamos dentro —gruñe Enzo acercándose y amenazándome con la Glock en su mano, los miro de arriba abajo.
—No me importaría hacerlo, ambos están…
—No termines —miro a Andrea.
—Vale.
—Puta mierda, ¿en qué carajo estoy metido?
—Están de fango hasta el pecho, pero puedo ayudarlos.
—No, ya dije que no —Enzo fija sus ojos grises sobre mí, tiene buen tamaño y músculos por doquier, humedezco mis labios.
—¿Estás a cargo?
—Estoy jodidamente a cargo cuando se trata de ti, Andrea no puede pensar cuando estás a su alrededor, así que sí.
Gimo.
—Mierda, eres lindo creyéndote dominante y todo eso, tampoco piensas muy bien cuando estoy cerca.
—Voy a matarte —Andrea lo agarra, yo lo miro como si quisiera comérmelo y pierde aún más sus papeles gruñendo—. Controla a este tipo o lo controlo yo.
—¿Cómo, con nalgadas? Te ves de esos.
—Joder, si no te callas seré yo quien te de las nalgadas. ¿Qué carajo, Patrick?
—Podemos hacerlo los tres y…
—Detente —replica Andrea fulminándome con la mirada, no me callo, hace falta más que eso.
—Sería caliente verlos juntos.
—Mierda.
—Dejando ese tema para otro día, cuando estén menos exaltados, hablemos de negocios.
—Entra —Andrea abre la puerta, los cachorros no lo piensan dos veces, pero no soy uno.
—No voy a irme.
—Y yo no voy a seguir bajo el sol.
—Bien.
Cedo por esta vez y me siento en uno de los asientos individuales, Andrea se sienta en el sofá y Enzo se cruza de brazos.
—¿En serio planeas escucharlo?
—Sí, si no nos gusta lo que dice damos por zanjado el tema y punto.
—¿Qué hay del trío? Soy realmente bueno en eso.
—¿Qué tal si te meto una bala en la cabeza? —gruñe Enzo más erizado que los cachorros de tigre, muerdo mi labio inferior con un gesto sugestivo.
—Me gusta que sea tan violento.
—No es así normalmente —miro a Enzo y sonrío de medio lado.
—Uff… tensión sexual, mucho mejor.
—¿Hablas o me voy?
—Lo dejaré para otro día.
—Bien, ahora habla —toma asiento y deja la Glock en la mesa.
—Tengo una casa mucho mejor que esta mierda de lugar, también dinero.
—No nos hace falta —Andrea como siempre parece ofendido sólo de pensar en aceptar la oferta, Enzo no dice ni una palabra.
—Orgulloso de mierda, estás perdiendo, admítelo, no pensaste bien esta guerra, dejaste que te robaran el maldito millón de dólares y no tienes donde caerte muerto.
—Todas tus propiedades deben haber caído en manos de tus padres —miro a Enzo, parece más dispuesto a ceder.
—Esta propiedad no figura en mis registros, no hay una maldita pista, la compré como un seguro.
—¿Es aquí?
—Sí, tengo varios lugares debido a mi trabajo, en los países donde el IMS1 tiene más presencia.
—Italia, Londres, Francia y…
—Rusia —termina Enzo la lista de Andrea.
—Sí.
—No puedes tener tanto dinero, necesitamos demasiado —me pongo de pie ignorando la queja de Andrea.
—¿Nos vamos?
—Aún no tomamos una decisión.
—Por como yo lo veo no tienen muchas opciones.
—¿Qué quieres? —me apoyo en la mesa y me acerco a Enzo todo lo que puedo, Andrea hace un ruido desde su puesto.
—Ya intenté discutir esto con Andrea, compartiremos el reinado, yo acabaré con su padre y los asociados, lo haremos juntos, los tres, pero yo soy quien manda ahora.
—Eres un engreído de mierda.
—Puedo serlo mucho más —gruño agarrándole la camisa y atrayéndolo hacia mí. Enzo no tiene tiempo de evitar la mordida en su labio inferior. Se pone de pie más rápido de lo que podría una persona normal y mira a Andrea con sorpresa.
—Dios bendito, creo que aceptaremos un pacto con el diablo si nos vamos con él.
—Fuiste tú quien lo trajo, así que hay que tomar una decisión ahora.
—Los espero en el auto, me llevo a Nero —agarro al tigre y salgo, Andrea me sigue corriendo, Enzo detrás con Melo en los brazos—. Toman decisiones bastante rápido.
Enzo le pasa el tigre a Andrea y toma el volante, le lanza una camisa y otra a mí, cierto, sólo teníamos pantalones de piyama.
—Gracias, cariño —Enzo pone el auto en marcha y Andrea los ojos en blanco.
Le doy las coordenadas a Enzo y me comporto en todo el camino, puedo ser bueno en algunas ocasiones, además, les doy tiempo para que piensen bien si les conviene mi ayuda o no.
No saben donde acaban de meterse.
Bajo y dejo a Nero en el césped, la edificación negra de dos pisos parece intimidante en comparación con la casa donde nos quedábamos, los cristales no dejan ver el interior, pero desde dentro podemos ver el exterior, son completamente blindados.
Andrea chifla viendo el lugar, debe estar lleno de polvo, sólo contraté a una persona para que mantuviera la hierba corta, no quería llegar y encontrarme en medio de una selva. Tecleo el código de la puerta recitándoles los números y los dejo entrar.
—¿De dónde sacaste tanto dinero?
—El Comando le paga bastante bien a un Coronel, además, sabes que hice algunos trabajos extras —Enzo me mira como si supiera algo y luego se pone a caminar por ahí explorando el lugar.
No es mentira del todo, me pagaban bien, pero mis padres están forrados en billetes, no esperaron a morirse para darnos un gran por ciento de ese dinero a mis hermanos y a mí. Lo mío lo invertí e hice más dinero. Andrea no sabe cuánto tengo y ni siquiera en cuentas corrientes.
—Hay que limpiar, pero está bastante bien —Enzo regresa, Nero se golpea con sus piernas cuando se detiene.
—Mi habitación es la de arriba, a menos que los tres…
—No —lo dicen al mismo tiempo, son tiernos.
—Pronto cambiaran de idea, ya saben, pueden llevar la amistad mucho más lejos.
—Nos gusta como está.
—Claro, síganme.
Subimos a mi habitación con los gatos grandes pasando trabajo con los escalones, los dejamos a mitad de camino cuando no pueden seguir subiendo. Quito la sábana que cubre la cama y abro las ventanas, mierda, el polvo es excesivo.
—Siéntense en la cama, no muerdo, a menos que quieran —camino a la caja fuerte sintiendo la mirada de ambos sobre mí.
Tecleo el código y les enseño el interior, hay dinero en efectivo, una pistola, diamantes y los documentos de la cuenta bancaria en el exterior, estoy forrado y ellos deberían aprovechar eso hasta que puedan.
—Puedo financiar esta mierda, pero van a tener que confiar en mí —ambos resoplan—. ¿Por qué sacaron a Gabbana de Iron Grills, será un problema?
—Sí.
—No —Andrea mira a Enzo bastante mal, su mejor amigo parece pensar que será un problema, le creo, tiene más raciocinio que Andrea—. Necesitaba contactos y él me los dio.
—¿Contactos de qué tipo?
—Cocaína.
—Eso no es barato.
—Ya tengo los contactos, sólo falta el dinero.
—Yo haré las negociaciones.
—¿Recuerdas quién es el mafioso aquí? No dejaré que hables por mí.
—Lo hacemos juntos, o no hay jodidamente nada, quiero que me hagan parte de esto.
—Incluirte nos perjudicará más de lo que nos favorecerá —Enzo se queja, cierro la caja fuerte y luego de caminar hacia él me apoyo en sus rodillas.
—No voy a negar eso, aunque esté de este lado ahora, nada les asegura que no cambie de opinión si encuentro una oferta mejor, depende de ustedes que no me aburra de despilfarrar dinero.
Me acerco y beso sus labios, Enzo se queda más tieso que una estatua por esa mierda de fidelidad con Andrea, no estoy con él, o con alguien para variar. Lo agarro de la nuca y profundizo el beso, deslizo la lengua en su boca y recorro cada rincón posible, me separo con una mordida que lo hace gruñir.
Bien.
Deslizo la lengua por mi labio inferior y miro a Andrea, no le molesta nada que bese a su mejor amigo, parece excitado con la cuestión, que bien, porque me gusta esto.
—Ven aquí y bésame —sin soltar a Enzo me acerco a Andrea, él cede por completo y agarrándome de la nuca me besa con agresividad, no porque esté enojado, está terriblemente excitado mientras desliza la lengua en mi boca y se lleva el sabor de ambos.
Por supuesto que voy a perjudicarlos, soy una mala hierba que acaba de hacerse un espacio en sus vidas con perversas intenciones. Una desgracia para ellos, pero yo voy a disfrutarlo un montón.
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