Capítulo 6
Patrick
Me giro en la cama de nuevo intentando dormir, joder, dejé que Andrea y Enzo se fueran como si nada luego de un manoseo. Si alguien se entera estoy jodido. Lo peor es que se llevó a mi objetivo y no hice absolutamente nada por impedirlo.
Definitivamente no pienso con la cabeza correcta cuando está alrededor.
Me doy un baño y pongo ropa de entrenamiento, ya que no voy a dormir nada, mejor empleo el tiempo en algo productivo. Inicio mi entrenamiento temprano, corro, esquivo obstáculos y me arrastro por el fango hasta estar completamente agotado.
Me retiro antes de que Mathew llegue a entrenar las tropas, que se encargue solo, no estoy de humor para verlos correr. Me doy otra ducha y pongo un uniforme limpio, ahora estoy cansado, pero no tengo ni una pizca de sueño.
Mi cuerpo es ridículamente traicionero.
Debería follar con alguien, estoy jodidamente tenso.
El problema es que con quien quiero follar es con Enzo o ese maldito cuatro, tengo la cabeza jodida a niveles extremos. Mathew entra sin ni siquiera tocar y yo sinceramente no tengo idea de por qué se le paga a mi secretaria.
—¿Qué quieres?
—Algunos hombres afirmaron haber visto a Andrea Fiore y Enzo Cavallari anoche —levanto una ceja mirándolo como si fuese un completo idiota.
—¿Y por qué no los atraparon?
—No pudieron, sin embargo, estaban muy cerca de tu posición.
—¿Si? Qué extraño, no vi a nadie parecido a ninguno de los dos —Mathew me fulmina con la mirada.
—No te hagas el tonto.
—¿Me acusas de algo?
—Voy a mantener un ojo sobre ti —me echo a reír, porque realmente es cómica la situación.
—Vaya, pasas bastante rápido de querer un polvo conmigo a odiarme por completo, te has convertido en una pequeña perra, Ilya.
—Vamos a ver si dices eso cuando te destituyan —agarro mi arma y le quito el seguro antes de apuntarle con ella, es un jodido bocón y parece que quiere un maldito susto.
—Estás empezando a molestarme —gruño poniéndome de pie y colocando el cañón del arma en su sien—. Deja de cuestionarme, cuando tengas pruebas preséntaselas al General, te las das de santo, pero sé por lo que quisiste irte de la IMS1. Soy tu jodido superior, así que no vengas otra vez a esta estupidez.
—Esto sólo confirma que escondes algo.
—Puede retirarse de mi oficina, Teniente Coronel, y no es bienvenido si no informa de su visita con la secretaria antes de entrar —le doy unos golpecitos con el arma, traga ruidosamente—. ¿Entendido?
—Sí, Coronel.
Lo dice entre dientes, pero me vale, pongo el seguro y guardo el arma, Ilya le da un tirón a la puerta al salir, es un malcriado y un maldito lamebotas, probablemente está aliado con el General para joderme.
Necesito un maldito respiro, agarro la caja de cigarros de mi gaveta y salgo, sólo cogeré el coche y me iré por ahí, que llamen si me necesitan con urgencia.
Que se vayan todos al demonio.
Aplasto la caja de cigarrillos en mi mano pensando otra vez en esos dos malditos italianos, carajo, decidido, iré a follar, y así quitarme las ganas que les traigo.
Subo al Aston Martin que Raphael cedió en traerme y conduzco a ningún lugar específicamente, sólo necesito salir del puto Comando, alejarme de esa rata. Me hospedo en un hotel al azar y luego trato de dormir un rato, necesito un descanso, luego voy e intento cogerme al primero que vea.
No funciona.
Voy al baño y me quedo bajo la ducha de agua caliente por un buen rato, no tengo idea de lo que pasa, quizás estoy enfermándome, aunque nunca he pescado siquiera un resfriado.
Me envuelvo la toalla en la cintura sólo para salir y toparme a una visita indeseable.
Andrea.
—¿Ahora me acosas? —Andrea se ríe por lo bajo, está sentado en la cama, con la espalda apoyada en la pared y las piernas estiradas, lleva la camisa blanca un poco abierta y las mangas recogidas hasta los codos, el pantalón negro ni siquiera tiene una línea de mal planchado.
—Un poco.
—Debería dispararte —digo tocando el arma en la cómoda, Andrea se pone de pie y se acerca, arqueo una ceja—. ¿Cómo te dejaron subir?
—Soy un Fiore, puedo subir a donde quiera —pongo los ojos en blanco.
—Eres un creído, eso es lo que eres.
—Somos —corrige.
—¿Cómo supiste que estaba aquí, en serio estás acosándome? —se encoge de hombros—. ¿Cuándo planeas irte? —agarro mi ropa y planeo vestirme hasta que Andrea me la quita para dejarla caer al suelo, coloca uno de sus brazos alrededor de mi cintura y ejerce presión.
No tengo idea de por qué lo dejo seguir.
—Cuando me esposes y decidas que ya acabé con tu paciencia.
—Podría pasar rápidamente.
—Eso espero, creo que me gustaría jugar con tus esposas —dice deslizando una mano hacia abajo y agarrándome una nalga, me da un tic en el ojo. Creo que estoy teniendo demasiada paciencia.
—Andrea…
—Le quitas la diversión a todo —me suelta, agarro mi ropa de vuelta y me la pongo complacido de verlo comerme con la mirada mientras lo hago. Siempre puedo disfrutar de eso.
—Soy Coronel de la IMS2, y estoy dirigiendo un operativo contra los Fiore, ¿en qué estás pensando exactamente?
—En que esta es tu tercera oportunidad de capturarme y aún no coges tus esposas.
—Eres un completo imbécil —Andrea se acerca de nuevo y agarra un mechón negro de mi pelo.
—¿Por qué no vienes conmigo? Seguirle la huella a tu padre debe ser francamente agotador.
Es un idiota, y luego se ofende cuando se lo digo. No le sigo la huella a mis padres, decidí estar en la IMS1 por mi cuenta, nadie me obligó, sí, luego pasé a la IMS2 porque estaba bajo la sombra de ambos, pero en algún momento creo que dejé de sentirme así.
Dejó de importarme, o simplemente lo acepté.
—Creo que estamos en la misma situación, así que no deberías hablar.
—Cuando le quite el trono a mi padre cambiaré las cosas —me echo a reír, es tan gracioso que termino con los ojos llorosos.
—¿Qué cosas son esas, le darás comida a los cachorritos, donarás dinero para los orfanatos? Adivina, harás lo mismo que tu padre, así que no deberías tener tanta fe en que algo va a cambiar.
Andrea se peina el cabello con frustración.
—Eres bastante hijo de puta y ni siquiera te lo propones, me sorprende que ayer… —se calla.
—Parecías complacido en ese momento —reflexiono, me mira sin pizca de gracia.
Voy a la repisa y me sirvo un trago, Andrea se queda a una distancia más o menos prudente recostado a uno de los muebles. No puedo evitar fijarme en la postura, el pelo suelto, la barba recortada y los ojos gélidos.
¿Ya mencioné que me calienta? Sí, estoy enfermo y ahora un adicto sexual.
—Necesito información.
—No jugaré al doble agente contigo —bebo un trago mientras lo veo dar un paso hacia mí, acaricia mi mejilla.
—Tesoro, ayúdame un poco con esto, necesito saber cómo acceder a Iron Grills.
Tenía que ser. Para colmo pide algo bastante fuera de liga. Iron Grills no es una broma, es nuestra cárcel de máxima seguridad para personas como él, que son un peligro para toda la jodida sociedad. Como tenemos a Iron Grills no hay juicios, nada de abogados o tretas que planificar para quedarse fuera.
No tienen derechos. Fue construida así.
—Olvídalo, es impenetrable.
—Fabio, Maxim y tu padre escaparon de esa prisión, no es tan impenetrable.
Cierto. Tuvo sus incidentes, según tengo entendido un doble agente, hijo de Fabio lo ayudó a salir, Maxim salió prácticamente por un descuido y Maddox salió gracias a Raphael.
No fueron casualidades.
—Eso fue hace años, la seguridad mejoró, Maddox no es idiota.
—Sólo dime cómo lo hicieron y me voy.
—¿Qué planeas?
—¿Vas a intentar detenerme?
—No lo sé, depende —Andrea niega.
—Entonces no voy a decirte.
—Estamos en un punto muerto porque yo tampoco voy a decirte si tú no me dices por qué quieres esa información —Andrea me acorrala contra la repisa, se frota contra mí y acaricia mi costado con sus manos.
—Tengo tantas ganas de follarte.
—¿Si? Que mala suerte, Andrea, hoy no es tu día.
—Esto me dice lo contrario —menciona acariciando mi erección por encima del pantalón, le lanzo una sonrisa irónica.
—Soy un hombre que se excita por otros hombres, y tú estás aquí frotándote contra mí, no puedes esperar que esté totalmente calmado.
—Hablas demasiado, eso me saca de quicio —gruñe deslizando un dedo pulgar por mi labio inferior, sonrío de medio lado.
—Mentiroso, si te sacara tanto de quicio no estarías aquí queriendo follarme —Andrea mordisquea mi mejilla y sopla, la piel se me eriza por el contacto, sólo quiero lanzarlo a la cama y…
—Io non mento, me sacas de quicio, maldito, te hiciste pasar por otra persona, te acostaste conmigo sólo por trabajo, bastardo, quiero matarte, pero me vuelves jodidamente loco, mio caro.
Me gusta que hable en su idioma materno, lo agarro del pelo largo y junto nuestros labios. Andrea deja que profundice el beso, deslizo la lengua en el interior y chupo su lengua. Sabe a café y Limoncello, es jodidamente raro y excitante.
Lo empujo a la cama, se quita los zapatos y termina de subir mirándome como si estuviese urgido por mi contacto. Planto las rodillas en el colchón y gateo hasta estar entre sus piernas abiertas.
—Sólo por esta última vez, y porque estoy jodidamente desesperado por correrme —Andrea desliza la lengua por su labio inferior y vuelvo a besarlo, me froto contra él.
Me quita la camisa y la deja caer al suelo, planta una mano en mi abdomen, luego acaricia, gruño cada vez que toca una cicatriz, la piel es sensible ahí. Llega a mi pecho y desliza la yema de sus dedos por el vello, luego pellizca uno de mis pezones.
Lo agarro de las muñecas y las pongo por encima de su cabeza, lo mantengo ahí con una mano mientras sigo frotándome contra él. Andrea me abraza con las piernas y jadea.
Arranco los botones de su camisa y levanto la camiseta, no se queja, así que supongo que no le importa lo suficiente. Beso su abdomen y muerdo, me empuja con las piernas y lo miro.
Excitado, jodidamente desesperado.
—Dios, Patrick —muerdo uno de sus pezones y pellizco el contrario con mi mano libre, levanta la cadera tratando de encontrarse conmigo.
—Sólo somos tú y yo, no hay nadie más aquí —dejo su pezón y desbrocho el pantalón, Andrea muerde su labio inferior, ni siquiera sé cómo hace para verse tan sexy.
Bajo la cremallera y acaricio su polla por encima de la ropa interior, hay un punto húmedo que me dice cuanto me desea. Maldito infierno, creo que ambos estamos jodidos.
Lo beso otra vez demorándome, Andrea se queja en mi boca y entonces decido que ya tuvo suficiente. Saco su polla y acaricio con un agarrón fuerte, muerdo su labio inferior mientras deslizo el dedo por la punta.
—Merda —gruñe por lo bajo, dejo de acariciarlo y me encargo de mi pantalón, lo bajo junto a mi ropa interior hasta que puedo sacar mi polla y deslizarla contra suya—. Suéltame, puedo…
Andrea se calla cuando nos tomo a ambos y me muevo. Lleva la cabeza hacia atrás mostrándome el cuello y no me resisto a deslizar la lengua por su piel captando su sabor salado. El perfume me hace cosquillas en la nariz.
—Maledetto inferno —me echo a reír apretándonos.
—Eres muy mal hablado, Andrea.
—Hazlo con más fuerza, quiero correrme —gruñe, se ve completamente enojado, aprieto sus muñecas y deslizo la lengua en el interior de su boca mientras froto las erecciones.
—Pues córrete de una vez —replico mordisqueando su oreja, Andrea gime y por fin se deja ir con algunos espasmos.
Suelto sus muñecas y me masturbo unas cuantas veces más hasta derramarme sobre su abdomen. Permanece jadeando sobre la cama, aún con los brazos por encima de la cabeza, me arreglo la ropa viendo su aspecto de post-orgasmo.
Me acuesto, tiempo necesario para que Andrea reaccione, se limpia con la camisa rota y la desecha al suelo, vuelve a ponerse la ropa de forma correcta quedándose en camiseta.
Andrea se ladea y coloca un brazo alrededor de mi abdomen, no me molesta lo suficiente como para quitarlo. De repente tengo sueño, así que acomodo la cabeza en la almohada y lo miro.
—Un ataque directo no servirá, sacarlo por las puertas sería lo ideal, pero es muy difícil si no tienes a alguien dentro. Alessio sacó a Maxim con un helicóptero, pero no creo que funcione. Y Maddox se hizo pasar por Raphael para salir. Lo que te digo es que… —Andrea me interrumpe apoyándose en su brazo y dándome un beso en los labios.
—Grazie, ahora duérmete.
—No voy a… —y a pesar de la queja cierro los ojos y me quedo dormido sintiendo el peso sobre mi abdomen y el calor a mi lado.
Despierto unas horas más tarde en una habitación completamente sumida en las penumbras, y por supuesto que estoy solo. Tampoco esperaba que Andrea se quedara a vigilar mi sueño, eso sería incómodo y problemático.
Luego de agarrar mi arma y el teléfono, bajo a recepción para dar mi salida. Recién me doy cuenta, dejé el Aston Martin sin seguro y con las malditas llaves puestas. Ni siquiera lo pensé, pero supongo que Laura se encargó de la seguridad.
Troto hacia el auto y al abrir me doy cuenta de que está intacto. Suspiro de alivio.
—Señor —me giro para ver al empleado del hotel manteniendo la puerta abierta con la mano derecha—. Su acompañante quería que…
No termino de escuchar lo que dice porque ambos volamos por los aires, registro estar a unos dos metros de mi auto completamente encendido en llamas y el olor a quemado.
Intento apagar las llamas, pero complico aún más el proceso, uno de los transeúntes me ayuda a apagar el fuego de mi brazo y pierna derecha. Finalmente, agotado, sin sentir dos de mis extremidades, ni siquiera el dolor, termino de acostarme en el suelo. Las llamas de mi coche están iluminándolo todo y el calor se siente incluso a metros de distancia.
Jodido Andrea. Por supuesto que haría algo extraño.
Fue mi maldito error bajar la guardia.
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