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Capítulo 39

Patrick

Andrea no lo puso fácil, esta cosa de desintoxicarlo fue tarea dura, pero al menos lleva limpio poco más de un mes. Acaricio el pelo castaño de no más de tres centímetros viéndolo dormir, esta última semana ha recuperado el sueño que perdió las primeras. Incluso tuve que lidiar con su agresividad.

Sinceramente no quiero imaginarlo cuando no estaba cooperando con la cuestión, con razón espantó a Enzo.

—Lo siento.

—¿Por qué te disculpas?

—Fui difícil todo este tiempo —murmura, abriendo los ojos, me echo a reír, difícil es un eufemismo, pero puedo darle la razón.

—No voy a decir que no, fue terrible, pero ya llevas un mes limpio, podemos considerarlo tu primera victoria.

—Supongo.

—¿Estás preparado para ir por él? —Andrea se incorpora y me mira como si no pudiese creérselo, la condición era que estuviera limpio, ya lo está, así que podemos plantarnos frente a él e intentar recuperarlo.

—¿Es en serio?

—Sí.

—Pues vamos, ya no estoy agresivo o delirante, aún tengo ganas de consumir, pero no lo haré, sé que eso le hace daño a mis personas favoritas.

Lindo, pero aún no va a deshacerse de mí.

—Aún así no sales de mi supervisión todavía.

—Lo sé, esa es una buena noticia.

—Andrea…

—¿Mhh?

—Te aviso ahora, no nos quiere ahí y vas a tener que lidiar con su rechazo sin que te alteres.

—Puedo hacerlo, confía en mí al menos un poco —Andrea me besa suavemente y acaricia mi mejilla mientras desliza la lengua en el interior de mi boca.
 
—Confío en ti, pero… —regresa con el ataque y ni siquiera me deja terminar la oración.

—Entonces nos vamos —afirma, poniéndose de pie.

—¿Estás seguro?

—Sí, por completo.

—Arregla tu maleta, volaremos en una hora.

—Te amo —dice contra mis labios, antes le hubiese dicho que lo sabía, pero estas son cosas de Andrea, necesita escucharlo y mientras estuvo en el proceso de desintoxicación tuve que decirlo bastante.

—También te amo, ahora corre a tu habitación.

Andrea sube las escaleras mientras yo hago un par de llamadas, tengo el viaje planificado desde hace dos semanas, Andrea definitivamente no puede quejarse de cuanto confío en él. Verifico que mi hombre a cargo esté bien antes de ir por mi maleta, también está hecha.

Luego de un viaje de más de dos horas por fin llegamos a nuestro destino, gracias a Ben tengo la dirección específica de donde se están quedando. Haremos esa visita en cuanto dejemos las maletas en el hotel.

Tomamos un taxi luego de prácticamente lanzar maletas y nos dirigimos directamente a la casa.

Poniendo los pies en este lugar acabo de hacer que todos los imbéciles que estaban esperándome se pongan en alerta, igual, eso pasaría tarde o temprano, el objetivo era hacerme venir.

Bueno, pues aquí estoy.

Andrea da dos toques en la puerta y esperamos, me sudan las manos como si fuera un cadete preocupado por mi prueba, al menos me siento así. Es Enzo quien abre la puerta y hace una mueca al vernos, Andrea da un paso y pronuncia su nombre, sé que está ansioso, pero la paciencia es el mejor camino con este hombre.

—Claro, tenían que ser ustedes —agarro a Andrea y suspiro mirándolo, necesitamos hacer las pases porque ya demostramos que no tiene sentido estar separados. 

—¿Nos dejas entrar?

—No.

—Cariño… —me fulmina con la mirada en cuanto lo digo, los mismos ojos grises de siempre, sólo que esta vez está muy enojado.

—No me jodas con eso, nada de cariño, ninguno de los dos. Andrea —menciona sin quitar la mirada de mí—, me alegra ver que estás mejor, y con él, pero perdieron el tiempo viniendo aquí.

Le agarro la muñeca y lo jalo al interior, no esperé tanto y volé a este maldito lugar para aceptar un no como respuesta. Vine a recuperarlo y es exactamente lo que pasará.

—Nos vas a escuchar te guste o no —gruño, agarrándolo del frente de la camisa, Enzo levanta las manos, esta no era la idea, se suponía que debía mantener la calma.

—Como siempre, lo que tú digas, Patrick.

—Me obligas a…

—Olvídalo —quita mi mano y se apoya en el sofá mirándome como si nada importara, ahora puedo notar que ni siquiera le ha dirigido una mirada a Andrea—, ¿quieren que los escuche? Adelante, hablen, luego se largan.

—Lo siento, ambos sentimos lo que hicimos —Enzo se echa reír aunque no lo ve divertido, es fácil notarlo.

—¿Y eso a mí de qué me sirve? Que sientan lo que hicieron no cambia los hechos.

—No cambia nada, pero al menos sabes que estamos arrepentidos —Andrea es quien responde esta vez, Enzo aprieta la mandíbula mientras mira hacia la pared.

—Casi olvido decirlo, utilicé el dinero, luego lo pagaré.

—No tienes que pagar nada.

—Voy a…

—Escucha, deja de ser testarudo —gruño, Enzo cruza los brazos, está por completo a la defensiva.

—Así que soy testarudo.

—Te amo, Andrea también te ama, ¿eso no es suficiente para ti?

Ni siquiera se mueve o hace un gesto que me diga que le importa, es como si no hubiese dicho nada cuando Andrea reaccionó completamente al revés. Ciertamente tomé a Andrea por sorpresa y en bajón, Enzo tiene todos sus sentidos claros y sigue enojado.

—No es suficiente.

—Enzo… —él descruza los brazos y se pasa una mano por el pelo.

—Sé que me aman, lo sé incluso si no lo dijiste antes, no necesito escuchar ese tipo de cosas si puedo notarlas, sabía lo que sentías sin que me lo dijeras, el problema no es que lo escuchara o no, aquí lo que realmente importa son tus acciones, también las suyas —termina señalando a Andrea, él suspira y casi parece bajar las orejas como si fuera un cachorro.

—Lo siento.

—¿Por qué te disculpas? —Andrea agarra una de sus manos y le besa los nudillos, Enzo mira la unión de sus manos.

—Por todo, engancharme a la droga, acostarme con cualquiera frente a ti, la sobredosis, todo lo que pasó después —termina quitando su mano como si el toque le hiciera daño.

—¿Saben qué? Acepto las disculpas, ahora váyanse.

—No puede ser en serio, todos nos equivocamos, tienes que lidiar con eso, Andrea perdonó lo que hice y…

—¿Sabes por qué fue tan fácil para él perdonarte?

—¿Qué? —se ríe.

—Te perdonó porque metió la pata, se equivocó, y fue incluso peor que tú, así que negarse a perdonarte era una hipocresía de su parte.

—Enzo…

—¿Y yo en qué me equivoqué que crees que debería seguir como si nada con ustedes?

—Yo no…

—No me hagan reír, no pasará, estoy cansado de que todo el mundo me falle, no necesito esto en mi vida.

—¿En serio estás dispuesto a dejarnos ir?

—¿Debería hacer otra cosa?

—Darnos una oportunidad estaría bien, sólo una —levanta las cejas y lanza su pregunta irónica.

—¿En serio se la merecen?

—Nosotros no deberíamos contestar esa pregunta, es cosa tuya.

—Bien, ya que me dejan escoger, pues no, no se merecen más oportunidades, eso sólo es darles permiso a equivocarse otra vez, y no pasará.

—Crees que soy un cobarde, adivina, eres más cobarde que yo —pierdo la poca paciencia que me quedaba, atacarlo no es la solución, así no cederá, pero…

—Pues ya que soy tan cobarde olvida que formé parte de ustedes alguna vez y márchense, total, no me necesitan tanto, todo esto fue un error desde el principio.

—Enzo…

—Vete.

—Mírame —Andrea agarra su mano y le gruñe, Enzo sigue evitando su mirada.

—Andrea, sólo vete.

—Mírame a los ojos —luego de unos segundos cede a mirarlo, Andrea le acaricia las mejillas y suspira—. Bien, merezco que me ignores, por supuesto que sí, yo…

—No te ignoro.

—Es la primera vez que me miras desde que llegué.

—¿Qué quieres?

—Sé lo que significan las promesas para ti, lo sé perfectamente y aún así me atreví a romper una promesa que llevaba años entre nosotros —Enzo se ve a punto de hablar, Andrea no lo deja—. Lo siento, me porté como un adolescente con cero inteligencia emocional, siento romper mi promesa y…

—Basta, váyanse de aquí.

—Estamos hablando, por lo menos termina de escucharnos.

—No quiero escuchar nada más, porque si sigo dejándolos hablar voy a enredarme, y sinceramente necesito que se mantengan lejos de mí, al menos quiero conservar una parte de mi corazón intacto.

—¿Eso es lo que quieres de verdad, que nos alejemos?

—¿Por qué me miras así?

—Porque estás mintiendo, te conozco desde pequeño, no quieres que nos vayamos, mírame —Enzo aprieta la mandíbula.

—Estoy mirándote.

—No lo haces.

—¿Qué quieres? —Andrea le besa la mejilla y de alguna manera consigue decir las palabras incorrectas.

—No te haremos daño de nuevo, confía en nosotros una vez más.

—¿Confiar, cómo voy a confiar en sus palabras cuando estamos metidos en este lío precisamente porque confié en ustedes? Andrea, ustedes no son de confianza.

—Por supuesto, tienes toda la razón, te fallamos, yo no los escogí, los metí en la cárcel y pretendí no tener sentimientos —resopla.

—No eres tan buen actor como crees.

—Lo sé —pone sus ojos sobre Andrea, luego en mi.

—Y Andrea le cogió gusto a la droga que prometió no tocar nunca, son un desastre, ni siquiera tienen palabra, nada me asegura que se queden de forma absoluta.

—¿A dónde iríamos sin ti?, tienes razón al decir que somos un desastre, pero sin ti seremos aún peor.

Agarro su mano derecha.

—Dejé el Comando, les pertenezco por completo ahora, mi padre ya no me dejará volver, así que es permanente, y Andrea lleva un mes sin consumir, sólo… —se aleja, no estamos consiguiendo nada.

—Pues felicidades por arreglar todos vuestros problemas, ahora olvídense de mí y cásense, no quiero…

—¿Por qué carajo intento hacerte entrar en razón? —gruño, agarrándolo del pelo—. Escucha, cariño, eres nuestro, no importa que corras a otro país y nos digas un montón de veces que quieres que nos marchemos, hasta que no lo digas en serio no nos iremos.

—Lo dije en serio.

—Dilo como si realmente lo quisieras, di que no sientes nada por nosotros y nos vamos.

—No puedes imponerte de esta forma.

—Dilo —Enzo me mira, luego a Andrea.

—Estás pidiéndome que lo diga precisamente porque no puedo hacerlo, sabes muy bien que los quiero.

—Lo sé.

—No seas creído.

—Pides lo imposible, ¿por qué no hacemos algo?

—¿Qué?

—Te quedarás con nosotros, todo será bajo tus reglas, sólo conviviremos hasta que te des cuenta de que decimos la verdad, que no haremos nada para dañarte.

—No —me encojo de hombros.

—Bueno, piensa en algo, porque no hay manera de que te deje ir, incluso estoy haciendo un gran esfuerzo ofreciendo esta idea considerando mi apetito sexual —Enzo me fulmina con la mirada.

—Eres…

—Sí, soy tan terco como tú —suspira.

—¿No van a irse?

—No, eres nuestro, cariño, esto es para siempre —le acaricio la mejilla, que se acerque aún más a mi mano y no se aleje me dice que ya lo tengo, ya está de acuerdo.

—Bien, nada de sexo en dos meses.

—Eso quiere decir que podemos besarte, ¿cierto? —lo beso sin que me importe su respuesta, muerdo sus labios y recorro en el interior hasta que tengo que separarme.

—No puedes…

—¿No puedo qué, no quieres? Deberías verte, tus mejillas, respiración, las pupilas, no engañas a nadie.

—No es mi intención.

—Te autocastigas con la maldita petición, pero supongo que necesitas tiempo.

—Sí, necesito ese tiempo —Enzo mira hacia Andrea, es como si hubieran regresado al inicio de la relación donde ninguno está seguro de qué hacer—. ¿Te quedas ahí?

Andrea se acerca, pero está bastante tenso, nervioso es la palabra.

—¿Puedo besarte?

—Sí —Andrea coloca una mano en su mejilla y la otra a nivel de la cadera, Enzo no deja de tocarme con su mano derecha, la izquierda la utiliza para agarrar la nuca de Andrea.

—Lo siento.

—Está bien.

Enzo y Andrea se separan cuando abren la puerta, yo ni siquiera me muevo, deben ser Ben y el hermano mayor de Enzo, le pedí a Ben que lo entretuviera un rato mientras estábamos aquí, supongo que ya se acabó el tiempo.

—Vaya, que bien, tenemos visitas. Ben, no puedo creer que no me dijeras que los amantes de Enzo estaban aquí —Ben se encoge de hombros, Leandro nos mira con enojo, al menos eso parece.

—Ben, creí decirte que…

—Olvídalo, no puedo entretener a este tipo por tanto tiempo, agradece los minutos que te di —Leandro lo mira bastante mal por el comentario, él simplemente mira hacia la pared tratando de ignorarlo.

—Qué lindo que quisieran tiempo a solas, pues no será, vayan a un hotel —Enzo pone los ojos en blanco.

—No pasará —miro a Enzo y su hermano mayor, son increíblemente parecidos.

—Vaya, también hay un buen trabajo de genética aquí.

—Supongo que eres Patrick.

—Supones bien.

—Leandro —asiento, luego su atención se dirige al otro amante de su hermano—. Andrea, creciste.

—Supongo.

—¿Estás limpio? —se le enrojecen las mejillas, durante este mes desarrolló vergüenza por todas las cosas hizo, lo cual fue mucho mejor para mí, recuerda el ridículo que hace y se abstiene de volver a eso.

—Llevo un mes sin consumir.

—Pues que se mantenga así o haré que mi hermano menor ni siquiera voltee a verlos.

—No voy a consumir otra vez.

—Bien.

—¿Estás enojado?

—No, ven aquí y dame un abrazo —Andrea lo abraza, Leandro me mira luego de terminar con él, se me pone la piel de gallina.

—Yo no necesito un abrazo, gracias.

—No me importa —ignorando mi opinión por completo recibo un abrazo, retiro lo dicho, no se parece tanto a Enzo, incluso él se limita con los toques.

—Necesito hablar con mi hermano —logro decir una vez estoy fuera de los brazos de Leandro, Enzo mueve la cabeza, Azael lleva un tiempo aquí, y espero que hiciera lo que se le dijo.

—Puedo llevarte.

—¿Qué sabes de la situación?

—Todo —Andrea me mira con confusión, no sabe nada, era mejor no atormentarlo con otros problemas mientras intentaba no consumir.

—Tienes que ponerte al día —asiente, Enzo suspira.

—Intenta que tus padres no vengan o todo se joderá bastante rápido.

Petición imposible, nadie puede evitar que Raphael y Maddox hagan alguna cosa, hacen lo que quieren y si ya decidieron venir aquí eso es exactamente lo que harán.  A Maddox le gusta tener siempre la última palabra, no se quedará de brazos cruzados después de lo que han hecho.

—Vendrán, tienen cuentas que saldar, así que no puedo hacer nada sobre esa decisión, es cosa de ellos.

—Caerán en la maldita trampa a propósito.

—No te preocupes, tienen más vidas que un gato —Leandro da media vuelta y se dirige a la puerta.

—Ustedes vayan con el chico bonito, yo iré con Ivar.

Ivar, el cabrón que enredó al hermano de Enzo en todo esto y se alió con Gabbana y Naomi, ya quiero ver a los hijos de puta. Quiero saber lo que están haciendo, planeando, así que Azael también va con nosotros.

—No, quiero conocer al tal Ivar.

—No es buena idea.

—Iremos —Leandro resopla y sale, Ben lo sigue dejándonos completamente solos.

—¿Qué planeas?

—Hacer algunos negocios.

—No seas temerario — Enzo replica completamente enojado, me acerco y beso sus labios.

—Sólo negocios, me presentaré y ya.

Vuelvo a besarlo y jalo a Andrea hacia nosotros, corto el beso para besar a mi otro amante y luego ellos se besan, bien, extrañé la imagen. Teniendo en cuenta lo que pasó pensé que no los recuperaría. Una suerte que pensara mal. Lo único que tenemos que hacer ahora es concentrarnos en los negocios y salir vivos de este lugar.

Está bien, ese no es un problema, Azael está aquí, mis padres llegarán en cualquier momento y tengo conmigo a mis dos amantes.

¿Quién dice que son mi debilidad?

Ciertamente se equivocan en eso.

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