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Capítulo 38

Enzo

Me froto la cara buscando algo de calma, ahora terminé trabajando para la mafia de este país y no tengo idea de por qué, bueno, sí que lo sé. Miro a mi hermano mayor explicar que no tenemos nada de comer porque descuidó la nevera, otra vez. Sinceramente, no me interesa, no tengo hambre.

—¿Dónde está Andrea?

—En Italia, ya hablamos de esto —Leandro se sienta frente a mí y le da dos sorbos a su botella de agua, al menos no es alcohol.

—Lo hicimos, pero sueles ignorarme.

—Haré lo mismo.

—¿Por qué no está contigo?

—Ahora es el Don de la famiglia, no puede estar conmigo todo el tiempo —se ríe, sinceramente no sé cómo tiene ganas, estamos en problemas con ese tal Ivar al que le debe dinero.

Cierto, debemos.

—Estás mintiendo, te conozco, viniste huyendo de Italia y quiero saber el motivo.

—Vine a salvar tu culo, bien podían vender tus órganos en el mercado negro —pone los ojos en blanco, no me cree, por supuesto que no.

—Entonces algo pasó, no te importa lo que me pase, puedo lidiar con ese hecho.

—Eso no es cierto.

—Te acostaste con Andrea —la afirmación me toma por sorpresa, así que termino con un ataque de tos, perfecto, yo mismo acabo de confirmarlo.

—¿Perdón?

—Tu reacción exagerada me dice que sí.

—¿Desde cuándo hablamos de esto?

—No soy homofóbico, el neandertal con el que creciste sí, pero yo no —me estremezco pensando en el idiota del hermano de Andrea, mis padres trabajaban para la famiglia Fiore y yo andaba por ahí, ese tipo fue una pesadilla.

—No quiero hablar de ese hijo de puta, y él no sabía sobre mí. Si llega a saberlo probablemente no se hubiera detenido cada vez que me golpeaba, me mataba directamente.

—¿Golpear, ese hijo de puta te golpeaba? —Leandro se pone de pie bastante ofendido, lo había olvidado, no lo sabía. Papá lo tenía trabajando fuera de la casa principal, por lo que nos veíamos poco, además, el tipo no nos golpeaba cuando él estaba cerca.

—No importa, lo dije como una broma.

—No es una puta broma. ¿Le dijiste a papá? —me encojo de hombros, eso era tiempo perdido.

—Papá lo sabía, me golpeaba frente a él.

—¿Qué mierda tenía en la cabeza ese hijo de puta? Lástima que los dos están muertos.

—No, eso es perfecto, no necesitamos más resentimiento con el que lidiar, si estuvieran vivos tampoco me importaría.

—Eres demasiado bueno —gruñe, lanzándose a su asiento.

—Sólo pienso de forma lógica.

—Entonces, sobre Andrea —cierro los ojos, pensé que había olvidado el tema—. ¿Por qué lo dejaste si fueron mucho más lejos?

—¿Cómo llegaste a esa conclusión?

—No te has separado de Andrea desde que lo conociste, son uña y carne, así que algo tuvo que pasar, y estoy seguro de que eso es lo suficientemente extremo como para hacerte huir.

En parte tiene razón.

—No fue sólo con Andrea, había alguien más.

—¿Estaban los tres juntos?

—Sí.

—¿Quién es el otro?

—El hijo mayor del Mariscal. Fue un caso de locura temporal.

—¿Es una broma?

—Por desgracia no.

—Vaya, si que sabes lucirte. ¿Y por qué estás huyendo de tus novios?

Novios, cómico decirlo así, total, ya no somos nada. Patrick decidió por sí mismo marcharse porque ni siquiera sabe lo que quiere y el otro… el otro parece ser un caso perdido sin él. Andrea es un desastre y no tuve el valor de quedarme para verlo desmoronarse aún más.

No es mi Andrea, definitivamente no con el que crecí, a este hombre no lo conozco.

—Porque uno decidió escoger su trabajo y el otro casi se muere de una sobredosis.

—¿Andrea está consumiendo?

—Sí. No es él mismo actualmente.

—No me lo esperaba.

¿Alguien lo imaginó? Definitivamente yo no, Andrea y yo vivimos en carne propia lo que es vivir con un adicto, su hermano nos golpeaba, la mía lloraba durante horas, me golpeaba, acariciaba y luego murió por una sobredosis, justamente por lo que casi se muere él.

—Sinceramente yo tampoco —Leandro agarra un cigarro y lo prende, da una calada y por fin me animo a hablar, no me llevo mal con mi hermano, tampoco bien debido a nuestros padres—. Pensé que eras un poco más… uh… cerrado con estos temas.

—Enzo, también me acuesto con hombres, da lo mismo, suele ser más placentero.

—¿Qué acabas… espera… creí… —sin ningún tipo de consideración se ríe de mi cara de idiota.

—¿Por qué crees que nuestros padres me querían lejos de ti? Debo decir que fue el karma, saliste igualito que yo —sigue riéndose a carcajadas mientras yo ni siquiera puedo articular una palabra. Tres toques en la puerta le hacen ladear la cabeza—. Sí que fue un shock, ¿por qué no atiendes la puerta?

Antes de darme cuenta estoy de camino, genial, ahora le hago favores.

Abro la destartalada puerta sólo para encontrarme con Ben, mi respiración se agita, porque es probable que sean malas noticias, miro alrededor, no hay nadie con él cuando debería estar en Italia cuidando de los cachorros y Andrea. Lo dejo pasar y cierro, las rodillas me flaquean, así que tengo que apoyarme en la madera.

No quiero escucharlo.

—Hablando de acostarme con hombres, ¿este quién es? —Leandro lo mira como si fuese un pastel, yo ni siquiera puedo moverme, Ben es quien responde.

—Un amigo.

Resbalo por la maldita puerta y termino sentado en el suelo mientras intento respirar con tranquilidad, no tiene sentido, yo lo dejé, sentirme mal por lo que sea que haya pasado es estúpido. Ambos dejan de discutir para prestarme atención, Ben se agacha a mi nivel mientras Leandro pregunta cuál es el problema.

Que soy un imbécil, no debí irme, no debí dejarlo, no…

—Enzo, no vine a darte malas noticias, puedes tranquilizarte.

—¿Está bien?

—Sí, Patrick está con él —la declaración me deja más tranquilo, aunque también enojado, total, son tal para cual, se merecen el uno al otro.

Suspiro y me froto la cara.

—Genial, acabo de hacer una escena por gusto.

—Demuestra que te importa.

—Como si eso importara —Ben hace un gesto, no tengo idea de lo que quiere decir con eso, tal vez no quiero saberlo.

—Vendrán en unos días, quizás semanas, cuando Andrea logre desintoxicarse.

Me echo a reír, genial, ahora Patrick logrará lo que yo no pude hacer. ¿Cómo no me sorprende? Ni siquiera hago falta en esa maldita relación, no debí meterme en ese enredo.

Tenía que haber huido a la primera señal de peligro, pero sinceramente nunca dejé solo a Andrea, y no quería hacerlo por primera vez. Si hubiera sabido que las cosas terminarían así de mal, conmigo aquí, donde estoy lejos de igual forma, las cosas serían diferentes.

—Si no lo mata primero. Que no se molesten en venir, no quiero saber de ellos —me pongo de pie y sacudo la ropa, no quiero verlos, esa es mi verdad, ellos no son saludables para mí.

—Tendrás que decírselos personalmente.

—Eres un cabrón.

—No les importará nada de lo que diga.

—Bien, podías conseguir un teléfono y avisarme, puedes regresar.

—Me quedo.

—¿Por orden de quién?

—Patrick —golpeo la maldita puerta, ese hombre no puede regresar e intentar controlar mi vida.

—Tiene que ser una broma.

—No lo es —Ben me lanza su mochila y la agarro dándome cuenta de su peso—. Eso te pertenece.

—¿Qué es… —me levanta una ceja como si fuese estúpido preguntarlo, por supuesto, saco un billete del interior, está repleta de dinero.

—Paga la deuda y retírate de lo que estás haciendo con la mafia de este país.

—No es tan fácil.

—Lo es, tómalo de vuelta —lanza el anillo que abandoné y me quedo mirándolo, realmente no extraño el maldito cargo, sólo me dio trabajo, me recuerda el bajón de Andrea—, ahora agradecería que me dijeras dónde puedo dormir.

—Estoy durmiendo en el segundo cuarto a la derecha —Leandro se aclara la garganta.

—Igual, no voy a quejarme si te equivocas y terminas en el mío.

—Aunque terminara en el tuyo lo único que haría es dormir, así que deja de mirarme así —Ben se retira luego de ponerle los ojos en blanco, miro a mi hermano mayor fijamente, esto es raro, demasiado.

—¿Qué? Mientras no estés tirándotelo no hay problema, ¿cierto?

—No te metas con él, estás advertido.

—No eres divertido, hermanito —y entonces se retira a su habitación.

Esparzo el contenido de la mochila y el anillo sobre la mesa, fajos y fajos de billetes, estoy seguro de que hay más del doble de la deuda que adquirí gracias a Leandro. No me interesa, no pienso usarlo. Lo devuelvo todo a la mochila y me retiro, puedo pagar ese dinero sin contar con ellos, soy independiente, pueden quedarse con sus malditos billetes.

Una semana más tarde terminamos mudándonos, esa casa de Leandro era una pesadilla, dos más tarde tengo una deuda mucho más grande y una visita inesperada dando toques en la puerta.

Leandro abre y yo me quedo cerca sólo por si acaso, el dinero de Andrea y Patrick sigue en la mochila, así que aún tenemos una deuda y posibilidades de que intenten matarnos, o robarnos si se enteran del dinero.

—Hola, ¿puedo ayudarte?

—¿Eres Enzo? —miro al chico en la entrada, Leandro parece bastante a la defensiva, Ben ni siquiera mueve un músculo, sabía que vendría.

—Su hermano, ¿y tú eres?

—Mierda —el chico sonríe, el parecido es alucinante, imposible no darse cuenta de quién es su padre.

—¿Sabes quién soy?

—Supongo que el hijo de Maddox, Azael.

—Sí, ¿me dejan pasar? —Leandro me mira, le doy un asentimiento y lo capta enseguida.

—Claro, hablen, Ben y yo tenemos cosas que hacer —Ben entiende la indirecta y accede a irse con mi hermano mayor, lo que nos deja a mí y al hijo del Mariscal completamente solos, no es muy reconfortante que digamos.

—¿Se puede saber qué haces aquí? —Azael se sienta en el sofá, y yo frente a él a esperar su respuesta, por supuesto que es cosa de Maddox, pero sería bueno saber que planea.

—Papá quiere que te vigile, te marchaste sin avisar después de hacer negociaciones con él.

—Me fui hace bastante tiempo, y Maddox puede hacer las negociaciones con Andrea perfectamente —pone los ojos en blanco.

—Vale, fue una mentira, pero igual, Andrea no funciona tan bien si no estás.

—Es bueno que tenga a Patrick con él. Ahora dime por qué viniste.

—Estoy aquí porque Mathew acaba de pisar este país, y es...

—No tengo nada que ver con eso.

—Lo sé, pero creemos que están aquí por ti.

—¿Seguros? No veo motivo por el que… —se encoge de hombros.

—Eres uno de los amantes de mi hermano, Gabbana quiere a Patrick para enfrentarse a mis padres y el cabrón tiene una asociación con la madre de Mathew. Básicamente te consideran su debilidad.

—Que bien, es un tema complicado, pero ya no tengo nada con tu hermano y no soy su debilidad.

—¿Sabes por qué es así?

—¿Quién?

—Patrick.

—Esa es una respuesta bastante fácil. Tu hermano es un cobarde.

Azael niega.

—No precisamente, la respuesta sería caprichoso, lo pasó difícil de pequeño, así que mis padres lo consintieron, siempre le dieron todo lo que quería, así que a veces no tiene límites.

—¿Y?

—¿Por qué crees que el imbécil se inventó lo de la misión encubierta? Enviar agentes al campo de esa manera está fuera del protocolo, pero él tenía que tener lo que quería.

—Así que vive a base de capricho —Azael se ríe.

—Sí, una vez el capricho se convirtió en algo que no podía entender, bueno, metió la pata.

—Eso lo hace exactamente un cobarde. ¿Por qué me dices esto exactamente?

—Porque va a venir, y más vale que estés preparado.

—No me importa, no doy segundas oportunidades.

—Créeme, cuando te lo pide la persona indicada incluso das tres —murmura como si fuese algo de todos los días, levanto las cejas, no creo que tenga más de veinte años como para lamentarse tanto.

—¿Te refieres a Markov?

—¿Lo conoces?

—Por desgracia —recuesta la cabeza al respaldo y me mira.

—Eres su tipo, probablemente estuvo volviéndote loco.

—¿No te molesta eso?

—Es así, no dejo que me afecte, igual ya no estamos juntos, puede acostarse con quien le dé la gana.

—¿Por Maddox?

—No hay cosa que mi padre pueda hacer respecto a mis relaciones, que lo mantenga lejos es conveniente ahora mismo.

—Ujum —mira su teléfono y luego entra en modo profesional otra vez.

—Vas a tener vigilancia, pero tienes que tener cuidado, sobre todo con el tal Ian.

¿Ian? Veo al pobre bastante indefenso como para recibir una advertencia por él. Es probable incluso que esté obligado a trabajar con ellos. Ian no parece capaz de hacerle daño a nadie.

—¿Por qué?

—¿No perdiste un riñón por él?

—Fue en mi accidente —Azael mueve la cabeza.

—Precisamente.

Me pongo de pie tratando de digerir sus palabras, tuve un accidente lo bastante malo como para terminar con un riñón menos y un edema cerebral que duró semanas. Estuve tres malditos meses en coma debido a eso y no puede ser gracias a ese maldito imbécil.

Joder, fue mi primer amor, no puedo estar tan jodido con los hombres.

Todos son unos malditos psicópatas.

—¿Me estás diciendo que fue el responsable del accidente?

—Sí.

—Mierda —me froto la cara, ahora quiero golpearlo hasta que no pueda hablar, envidia pudo ser el caso, pero fue demasiado extremo como para intentar matarme.

—Y te trajo aquí, así que no te confíes.

—No me trajo, Leandro adquirió una deuda y por eso estoy aquí.

—Nada pasó de casualidad, encontraron a tu hermano y lo hicieron endeudarse con el objetivo de tenerte aquí.

—¿Qué hay de especial en este lugar?

—El Mariscal nunca ha tenido mucha jurisdicción aquí, no tenemos un Comando en este país, así que es poco lo que puede controlar.

—¿Por qué no nos vamos?

—Porque no podemos salir, hay un control absoluto del espacio aéreo, no escogieron al azar. La única forma de salir es cuando vengan mis padres, así que estamos atrapados hasta nuevo aviso.

—Ellos dos no pueden venir, obviamente es una trampa, deberían quedarse fuera.    

—Bueno, trata de convencer a papá, está muy motivado con matar a Gabbana y su ex-compañera.

—Esta es la idea más estúpida que podía tener.

—No te preocupes, mis padres siempre ganan —todo este lío me hace tener dolor de cabeza, me froto la frente tratando de encontrar una idea que sirva, no funciona.

—Dios, tengo un don para meterme en problemas.

—En realidad Patrick te metió en este problema.

—Y yo me relacioné con él, así que básicamente es mi culpa, soy un estúpido escogiendo hombres.

—No es malo.

—No quiero hablar del tema —Azael pone los ojos en blanco.

—Nunca se había enamorado y ustedes tampoco se lo pusieron fácil.

—No podía estar más fácil, pero es demasiado orgulloso.

—Depende de la forma en que lo pienses, sí, lógicamente tenía que ir a buscarlos, ¿pero y si ustedes no querían que fuera, qué pasa si querían dejarlo de lado, si no lo querían? Tuvieron una comunicación deficiente —me pongo de pie y camino alrededor, odio esto.

—No voy a seguir recibiendo regaños de un chico ocho años menor que yo.

—Aún no tienes veintiocho, Enzo.

—Casi los tengo, ¿tienes donde quedarte?

—Sí, estaré cerca.

—Bien, gracias por el aviso.

—Y usa el maldito dinero a ver si no estás justo en el medio cuando el problema estalle.

Mierda, que maldición tengo encima. Agarro la mochila y luego de agendar una cita pago la maldita deuda de Leandro, por desgracia, el maldito hijo de puta nos obliga a pagar intereses, así que básicamente seguimos siendo de su propiedad.

Perfecto, lo que me faltaba.

Trabajo hasta la noche, una, dos, tres semanas más hasta que Patrick y Andrea se presentan frente a mí, obviamente Patrick consiguió justo lo que yo no pude. Andrea parece bien, pero nada más. No estoy dispuesto a dejar que me hagan daño otra vez, ya ni siquiera espero nada de ellos.

Yo no hago falta en esa maldita relación, que empiecen de cero, se adapten el uno al otro y se olviden de mi existencia.

Ya tiré la toalla.

No puedo lidiar con ellos.

Ya no.

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