Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 37

Andrea

Beso a una de las mujeres en mi cama y le acaricio la cintura, la otra jadea y enseguida le doy la misma atención, no tengo idea de cuantas veces he hecho esto, no importa el número, el vacío no se va. Tampoco creo que se vaya. La droga sigue haciendo lo suyo, así que por el momento puedo seguir.

Le quito el sujetador mientras le beso el cuello y los pechos, ella gime frotándose contra mi pierna, deslizo las bragas de encaje negro por sus piernas mientras beso a la otra. No sé sus nombres, tampoco me interesa, lo único que me importa es que estén aquí de buena gana.

Es simple satisfacción, aunque aún no la consigo.

Ellas se besan y termino de desnudarlas, quiero follarlas, pero a la vez no, ni siquiera puedo llegar al final, no obtengo lo que quiero y no lo entiendo. Antes podía, ahora no pasa nada. Las beso tratando de tomar el hilo otra vez, pero un brazo me envuelve y se enreda a mi alrededor juntándome al pecho de alguien.

Las chicas gritan, yo ni siquiera me muevo, reconozco su aroma aunque lleve lejos un montón de tiempo.

—Vístanse y retírense —obedecen, y yo intento salir de su agarre, no es posible, estoy jodidamente débil.

—Esos son los efectos de la maldita droga que andas metiéndote como si nada —gruñe contra mi oído como si hubiese adivinado mis palabras, no lo sé, bien pude decirlo en voz alta.

—Suéltame —Patrick hace todo lo contrario y termina arrastrándome al baño, resistirse es tarea inútil, así que dejo que haga lo que quiera.

Me empuja a la zona de la ducha y me apoyo a la pared mientras lo miro, estoy jadeando. Patrick camina hacia mí y abre la llave, el agua fría cae enseguida empapando nuestra ropa, su ropa y mi pantalón.

—Dios, que jodida vergüenza me das, mírate —me levanta el mentón y lo dice mirándome directamente a los ojos, genial, lo que todos quieren escuchar.

—Por eso te fuiste, no es una sorpresa.

—Me fui porque soy imbécil, y lo sabes.

—No sé una maldita cosa, mucho menos si se trata de ti.

—Eres un desastre —me río de su declaración, ya sabemos eso.

—¿Cómo carajo entraste, donde está Enzo? —los ojos de Patrick se oscurecen y me jala el cabello.

—No lo sé, respóndeme eso tu mismo.

—Debe estar abajo, lo que no tengo idea es de cómo te dejó pasar —logro gruñir empujándolo, Patrick levanta las cejas.

—Ya no está.

—¿Cómo que no? —echo mi pelo hacia atrás, gesto nervioso, porque es un desastre corto todavía.

—¿Cómo quieres que te lo diga? Se fue, ya no está aquí.

—Mentira, él no me dejaría —gruño, golpeo su pecho, Patrick me fija a la pared agarrando mis muñecas, odio esto, toda la situación, lo que me dice, a mí mismo.

—¿Y qué hiciste para que se quedara?

—No es cierto —jadeo, Patrick niega.

—Ni siquiera te diste cuenta de que no estaba, buen trabajo, Andrea.

—Todo esto es tú culpa.

—No, esto es tu culpa, la única responsabilidad que tengo aquí fue tomar la decisión equivocada —resopla—. Lo mismo que hiciste tú, tomaste la decisión equivocada tu solo, yo no te dije que te volvieras un adicto. 

—Te odio.

—No me odias —me agarra de las mejillas, buena cosa que estemos bajo el agua porque ya sería el colmo que me viera llorar.

—¿A qué viniste aquí?

—Vine por una segunda oportunidad.

—No jodas.

—Escúchame, me equivoqué, admitir eso tiene que servir para algo —hago que me suelte y salgo, por desgracia ya estoy lo suficientemente lúcido y no tuvo nada que ver con el baño.

—Pues no me sirve —Patrick agarra mi mano antes de que pueda irme y me mira como si en verdad estuviera arrepentido, se me eriza la piel y las ganas de besarlo me recorren.

Sigo siendo un tonto.

—¿Qué quieres?

—Arrodíllate y dime lo que viniste a decir.

—¿Qué?

—Arrodíllate, Patrick —repito con la voz más gélida que puedo encontrar, igual, sólo es para joderlo, para demostrar un hecho. Su maldito orgullo siempre será el uno en la maldita relación. Dejo salir una risa—.  Olvídalo, tu orgullo nunca te lo permitiría.

Doy un paso fuera, pero Patrick aprieta el agarre obligándome a mirarlo. Para mi completa sorpresa se arrodilla y me besa los nudillos.

—Lo siento, me equivoqué, y necesito otra oportunidad.

Un lo siento no es lo que quiero escuchar.

Es terrible en todo.

Y yo un imbécil que sólo quiere estar entre sus brazos. No me merezco una maldita cosa después de hacer huir a Enzo, de hacer lo que hice. De todas formas sigue sin decir lo importante.

—Qué lástima que una disculpa no cambie nada —salgo y me cambio de ropa, Patrick hace lo mismo mientras busca en mi armario, jodida cosa que mi ropa le quede mejor que a mí.

Compruebo que la ropa sea mía, sí, lo es, y me queda un poco grande, Dios, perdí músculo en estos meses, ni siquiera voy a mirarme en un espejo. Rebusco en las gavetas, Patrick es rápido para darme la noticia de que le ordenó a alguien llevarse todas mis cosas.

Genial. Vino a controlarme.
Camino a la habitación de Enzo y compruebo que está vacía. Me apoyo en la pared y froto mi frente, en serio no puedo creer que me dejara, no me sorprende, pero nunca pensé que tendría el valor de irse.

Ciertamente me aproveché de eso.

Bajo las escaleras y miro a los cachorros seguirme con la mirada, con recelo, obviamente no soy el más querido actualmente, incluso ellos me odian. Me lo merezco.

Me apoyo en la encimera e intento respirar con calma, inhalo, exhalo, no funciona, las lágrimas me humedecen las mejillas, no soy así. No soy de esta forma, tengo… Patrick junta su pecho a mi espalda y colocando su brazo delante apoya una mano en mi pecho.

—Respira más lento, deja de pensar, sólo es un ataque de pánico —me aferro con fuerza a la encimera, quiero ignorarlo, que su presencia no me reconforte—. Deja de pensar, Andrea, y respira.

Obedezco y en cuestiones de minutos siento mis latidos regularse, la respiración se hace más lenta, me giro quedando entre sus brazos. Quiero besarlo, y me golpeo mentalmente sólo por pensarlo.

—Tenías a Enzo —murmura, colocando las manos en mis mejillas, ojalá hubiese sido suficiente—. ¿Cómo fue que llegaste a este estado?

—No somos nada sin ti, nos jodiste en todos los sentidos posibles, si pudiera tener algo con él hubiese pasado antes.

—¿Y entonces?

Suspiro, ciertamente soy un gran imbécil, de los dos yo soy el peor, Patrick rompió su promesa de no hacernos daño, ciertamente fue una mala experiencia, pero de alguna manera lo esperábamos. En cambio, lo que yo hice fue mucho peor.

Enzo me conoce de pequeños, y no fue una promesa de hace meses. Ni siquiera creo que le doliera mucho verme acostarme con cualquiera frente a él, el problema fue la maldita droga.

Reviví su maldito trauma.

—Quise demostrar que yo no era el problema, que era él —me pongo a llorar como un imbécil y agarro con fuerza la camisa de Patrick—. Oh, Dios, debe odiarme por completo.

—Haremos que nos perdone —murmura, besándome la sien, lo miro con los ojos húmedos.

—¿Haremos, los dos?

—¿En serio no me perdonas?

—Patrick, ¿qué me dice que no escogerás lo mismo, que no te cansarás de estar de este lado, de no tener tu trabajo? —deja un beso pequeño en mis labios.

—Que se joda mi maldito trabajo, quiero estar con ustedes, los amo, eso no cambiará —abro los ojos con sorpresa, no pensé escuchar eso alguna vez, todavía puede ser una maldita alucinación.

—¿Qué dijiste?

—¿Era eso lo que tanto querías escuchar?

—Llega tarde —gruño, él me acaricia y sonríe suavemente, no sé si tiene cuidado por mí o por él.

—Te amo, Andrea, fue un error no decirlo antes.

—Patrick, si amas a alguien no se supone que te conviertas en su dolor.

Lo cual se aplica para mí también, ni siquiera tengo derecho a reclamarle algo, soy el peor hipócrita que existe, yo fui quien más daño le causó a Enzo, no fue suficiente con Patrick, luego contribuí a romperle el corazón de la forma más dolorosa posible.

Patrick agarra un mechón corto de mi cabello en la parte de atrás mientras me mira.

—Soy caprichoso, Andrea, mis padres siempre me dieron lo que quería, y no me gusta que algo se me escape de las manos, así que…

—¿Eso somos, un capricho?

—Deja que termine de hablar —muerdo mi labio inferior por el regaño—. Se marcharon, me demostraron que no estaban donde los quería, eso me molestó, me quitaron algo que quería, así que hice lo que suelo hacer —frunzo el ceño, lo que suele hacer, no suena bien si termina mal—. Intenté controlar la situación a mi manera. No estoy acostumbrado a ignorar mi cabeza, nunca tuve que escuchar a mi corazón y actué completamente al revés a como se suponía que tenía que reaccionar.

—Igual… —Patrick me interrumpe con un beso pequeño.

—Al principio fueron un capricho, ciertamente sólo quería tenerlos en mi cama, pero ahora son más que eso, al parecer soy de los que no vuelve a enamorarse, así que si no me dan una oportunidad me quedaré completamente solo —me apoyo en su pecho, somos un completo caos, pero amo a este hombre, también al que dañé.

—Carajo, llegaste tarde, hice que Enzo se fuera.

—Haremos que regrese.

—No es tan fácil, rompimos promesas —Patrick me besa la mejilla, uno de los besos que no le gusta, probablemente lo hizo de forma inconsciente.

—Merecemos una segunda oportunidad, ¿cierto?

—Somos unos imbéciles, no es de los que da segunda oportunidad —besa mis labios, incluso muerde el inferior.

—Enzo tiene que entender que los humanos se equivocan todo el tiempo, no puede controlarlo todo con promesas, estuvo mal faltar a nuestra palabra, pero si nos da una segunda oportunidad podemos asegurar que no lo haremos de nuevo.

—Joder —gruño, limpiándome las mejillas.

—Empezaremos desintoxicándote, luego iremos con él.

—¿Dónde está?

—Según los registros de mi padre está en Noruega.

—¿Noruega? —su familia es de ahí, pero él no había pisado nunca ese país, no se había ido de mi lado, excepto esta vez.

—Sí, Ben cuidará de él mientras yo me ocupo de ti.

—¿Por qué no vamos nosotros?

—¿Por qué? —Patrick me besa, desliza la lengua en el interior de mi boca y chupa mi labio inferior—. Eres un adicto, cariño, ahora vas a tener que demostrarle que eres mejor que esto, que lo quieres con nosotros. 

—Está bien.

—¿Bien, vas a cooperar?

—Sí, puedo hacer eso.

—Perfecto, empecemos por comer algo.

—No tengo hambre —digo enseguida, Patrick levanta las cejas.

—¿Qué acabas de decirme?

Odio todo esto, pero yo mismo me lo busqué.

—Intentaré comer algo.

—Bien.

Deslizo una mano por la encimera acariciando el mármol, tengo recuerdos, difusos, pero tengo la sensación de que este tipo de cosas ya sucedieron. Estoy tan mal que no tengo un solo recuerdo coherente.

—¿Él lo intentó?

—¿Descontaminarte? —asiento, Patrick hace una mueca—. Al parecer sí y no fuiste muy obediente, amenazaste con matar a Ben.

—Mierda —otra persona con la que tengo que disculparme, y la lista sigue creciendo.

—Te jodiste bastantes neuronas con esa mierda, ni una vez más, Andrea —Patrick gruñe agarrándome del mentón, lo miro a los ojos, en serio quiero dejar de hacer esto.

—Tampoco quiero hacerlo otra vez, sólo quiero a mis hombres aquí conmigo —lo beso.

—Tienes a uno, sólo tienes que pasar un tiempo sin droga e iremos a conseguir al otro, ¿vale?

—Sí.

—Dime que me amas.

Lo hago apoyarse en la encimera y le beso el cuello, ¿Qué puedo decir? Soy un hombre fácil, soy de los que les dices lo que quiere escuchar y no le importa nada más. Ciertamente el amor te hace estúpido, pero no quiero arrepentirme de no darle una oportunidad.

Todos nos equivocamos, no estamos exentos de eso, somos humanos, sinónimo de estupidez.

—No puedes irte otra vez.

—No voy a irme —le acaricio el pecho dándome cuenta de un detalle importante, no está esa cosa que tanto me molestaba—. ¿Dónde están las chapillas?

—¿Enzo no te dijo que la rompió? Estaba muy enojado ese día.

—Cuando fuiste de visita —murmuro.

—Sí.

—Y no conseguiste unas nuevas.

—No me hacen falta, ya no soy Coronel, no me interesa un ascenso, no voy a regresar, quiero quedarme —me echo a reír, esa es la mejor noticia que ha podido darme.

—¿En serio?

—Muy en serio, ahora llamaré a alguien para que haga la cena, llevas días sin probar bocado y yo tengo hambre.

—Luego…

—Luego lidiamos contigo —lo cual será un gran trabajo, incluso ahora puedo sentir la ansiedad de querer consumir, no importa, vamos a resolverlo, y luego buscaremos a Enzo.

—Te amo.

Y ver la sonrisa de Patrick vale totalmente la pena. Empezar a consumir no fue una de mis mejores ideas, suelo ser idiota, no me juzguen. Las buenas ideas no son mías, esas vienen de Enzo y desgraciadamente estuve ignorando a mi conciencia.

Esto es sólo un obstáculo más, esperemos que el último que nos mantenga separados.

******

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro